lunes, 22 de enero de 2018

Navidad y año... nuevo?

Pues toca escribir de la Navidad, y también del año nuevo, aunque da la impresión que pese a la consistencia que tiene el calendario, es 2018 y hace nada era 2017, tiene poco de nuevo, al menos en la acepción de novedoso, de cambio, de cosa estrenada. A mi parecer casi todo sigue igual, y eso que lo miro con optimismo ya que la alternativa es que está peor, y no me seduce nada, aunque esto sea hacer un poco el avestruz...
Hecho este pequeño preambulo como no podía ser de otra manera, el día 25 de diciembre fue Navidad, y tras cenar en casa en Terrassa con la familia el 24, Nochebuena, y recoger los regalos de Papa Noel, nos pusimos en marcha a primera hora hacia Villanueva de Sijena, donde teníamos prevista la comida con la otra parte de la familia.
El viaje por carretera fue como cada año, prácticamente sin tráfico y una vez llegados al "Pla de Lleida", una niebla que no te dejaba ver ni el "morro" del coche, así que con toda la paciencia y la precaución del mundo llegamos a destino, donde la familia ya tenía la bodega de Martín con la mesa perfectamente decorada para la comida navideña y algunos de ellos, Miguel principalmente, preparando las viandas que daríamos cuenta pocos minutos después. La "abuela Josefina" había preparado los típicos canalones, empanadillas, croquetas y huevos rellenos de cada año, que se sirvieron a modo de pica-pica o aperitivo, junto con el "el pulpo a la brasa, en base parmentier" que preparó el referido Miguel, y que sumado dejaba poco espacio para el resto de la comida: berberechos y mejillones al vapor, gambones a la plancha y finalmente las costillitas de cordero, la longaniza y la panceta a la brasa.
La comida de Navidad
Parece increíble pero la mayoría de nosotros acabamos probándolo todo, bien regado eso sí con un Merlot del Somontano, y aún dejamos un espacio para probar los dulces y turrones de Navidad, que tuvimos que empujar también con una copa de champán francés que aportaron Mery y David.
O sea, que cumplimos con la tradición y la creencia familiar, muy extendida por aquellos lares por cierto, de que comiendo se cura casi todo... "Come bien y caga fuerte y no tengas miedo a la muerte" es uno de los "dichos" o refranes que circulan por la zona y que tiene un excelente credibilidad entre la mayoría de los habitantes.
Después, con el relajo de la panza llena y la risa fácil proporcionada por los caldos ingeridos pasamos al reparto de los regalos de Papa Noel: Aquí los chicos se volvieron "locos": Daniela y Jorge no daban abasto a abrir regalos, a querer probarlo todo, a querer jugar con todo y a mirarlo todo, incluso lo que les tocaba a los adultos. Este año ha sido más breve el proceso, al contar como colaborador con "un amigo invisible", que se ha encargado de que los mayores tuviesen un regalo cada uno, no como otros años que teníamos cuatro o cinco.
De canguros...
Una vez finalizada la comida (las seis de la tarde), cada cual buscó su espacio para hacer un breve descanso y dejar el cuerpo solo a merced de la digestión de todo lo ingerido, excepto Mónica y Manel que tenían compromiso el día siguiente en Sabadell y tuvieron que salir para ir a dormir a su casa y cumplir así con sus obligaciones familiares.
Como que las temperaturas eran rozando los cero grados, decidimos que mantendríamos el fuego del hogar en marcha, gracias a la cantidad de leña, que Martín había traído el día anterior, y a medida que fueron pasando las horas y la digestión estaba hecha, algunos de los comensales, no todos, decidimos acabar de pasar por la brasas lo que al mediodía no habíamos hecho, y a modo de cena dimos cuenta de todo ello. Fin de la bacanal gastronómica y "cada mochuelo a dormir a su olivo".
El día siguiente amaneció con menos niebla y poco a poco dejo paso al sol: La verdad es que no madrugamos mucho y tras un breve desayuno fuimos a cumplir con la obligaciones familiares que supone ir al pueblo, que son ni más ni menos que ir a saludar o visitar a todos los parientes y amigos que viven habitualmente allí. Como no se celebra San Esteban en estos lares pudimos dedicar el día a "desengrasar" lo de la jornada anterior a base verduras, ensaladas y algo de pollo a la plancha.
Otro día y otra historieta: Esta vez nos quedamos con Pili de canguros de los hijos de Mireia y Miguel, a la postre "sobrinos-nietos" nuestros. Así que nos dedicamos a ellos, a llevarlos a jugar al despacho de su abuelo, a nuestra casa a volver a manejar una vez más todos los juguetes que no sé bien por qué, guardamos de nuestros hijos. Bueno en momentos como este parece que si tienen una razón de ser. Comimos juntos como cada día y después de una ligera siesta, vuelta a pasear con ellos hasta que se hizo prácticamente de noche y regresamos a casa.
En el parque de Huesca
He de advertir que esta jornada tan particular obedecía a que sus padres habían ido a buscar la flamante "motor-home"  que hace poco habían comprado y que iba a ser su alojamiento en los próximos días de vacaciones en otros territorios playeros. También he de añadir que yo fui a llevar a Barbastro a Izarbe y Carlos a que pasasen el día haciendo turismo, en esa ciudad, cuna del vino del Somontano y lugar de los esponsales de Doña Petronila y el Conde Berenguer (adecuado en las fechas que vivimos...)
La última jornada de las vacaciones navideñas en el pueblo la cerramos con una pequeña salida a Huesca capital, cosa que solemos hacer cada año y aprovechamos para dar una vuelta por el lugar donde yo pasé parte de la infancia-adolescencia, y comer en algún restaurante de los recomendados por los nativos. En esta ocasión se apuntaron a la "aventura" Izarbe y Carlos, así que sin madrugar mucho emprendimos el camino, no es mucho, llegamos a la "City" y a pasear bajo una lluvia, que si no era abundante era fría, aún sin llegar a ser agua-nieve. Lo cierto es que nos dejó algún respiro y así pudimos hacer el paseo programado.
En el restaurante
Aprovechamos para hacer alguna foto en uno de los monumentos emblemáticos de Huesca: las pajaritas del parque de Miguel Servet y recordar, o mejor dicho a explicarles yo, lo que había cambiado de cerca del parque, la desaparecida estación de autobuses donde partían y llegaban las conexiones con Zaragoza básicamente. Otro edificio que fue clínica quirúrgica de un célebre médico oscense y un local ahora vacío, conocido como "la casa de las novelas" en mi época de estudiante.
Cerramos el paseo con una comida con Mery, que nos sugirió un restaurante próximo a su consultorio (L'Alifara) y que a ella le venía bien para comer sin tener que desplazarse mucho y poder por la tarde cumplir con sus obligaciones laborales.
Después de la comida y teniendo en cuenta lo rápido que cae la noche y la probabilidad de tener niebla, enfilamos en el coche hacia Villanueva, tomamos una cervecita y tras una frugal cena a descansar que mañana tenemos la intención de después de desayunar volver a casa a Terrassa y poder hacer las compras que nos tocan para la cena de nochevieja en "La Bodeguilla", de la que también escribiremos algún día en este blog.
Bueno lo dicho: Feliz Año Nuevo, esta vez sin interrogante.

Bretaña y las Islas del Canal. Y parte Cinco

Nos despertamos, como casi siempre a buenas horas, o sea temprano y tras hacer el "check-out", por cierto que tenían todo el siste...