jueves, 10 de septiembre de 2020

Verano 2020. ESCAPADAS


Como ya comentaba en la anterior entrada este difícil verano también ha tenido las escapadas que, solos Pili y yo o acompañados por otros amigos, solemos realizar a lugares que no supongan un desplazamiento excesivamente largo desde el pueblo donde establecemos nuestro campamento base. Este año hemos descubierto Ezcaray, un lugar privilegiado y hemos revisitado lugares pirenaicos que no por conocidos son menos bonitos e interesantes. Alguno de ellos, como la Selva de Oza nos llevo al recuerdo de hace más de cincuenta años a José Ramón y a un servidor.

CAMINO DE TURZA
Ezcaray está situado en la comarca de la Rioja Alta, cerca de las laderas de la cara norte del Sistema Ibérico y cuenta con unos 2.000 habitantes empadronados, aunque según las informaciones de sus propios habitantes llegan a los 15.000 en las épocas vacacionales, tanto de verano como de invierno al tener próxima la estación de esquí de Valdezcaray, muy frecuentada por gentes de Euskadi, que disponen de segundas residencias en el pueblo. De hecho casi oíamos hablar más en euskera que en castellano. Parece ser que fue fundada en el siglo X por reyes navarros a fin de repoblar las zonas fronterizas y allí se estableció el euskera como lengua habitual. Incluso se tiene constancia de que hasta el siglo XIV el rey de Castilla autorizó la utilización de esa lengua en el sistema judicial por ser la más común en la población.

Nos instalamos en el hotel Palacio de Azcárate, bien en el centro de la población, un establecimiento totalmente recomendable en todos los sentidos, ya que dispone de una cafetería, una terraza y un restaurante que colman todas la necesidades del viajero. Por recomendar algo, aunque todo está bueno, las croquetas de jamón, todo un arte como las sirven y también un montadito espectacular: base de patata panadera, lomo de sajonia, tiras de pimiento verde y coronado con un huevo frito de codorniz. Espectacular. Ni que decir tiene que la gastronomía del pueblo es impresionante y va desde una taberna con montaditos muy al estilo "vasco" (El Refugio con unas estupendas zamburiñas a la plancha) pasando por todas las categorías hasta un dos estrellas Michelin, el Portal del Echaurren.

LA ARGOLLA DEL FUERO
El pueblo mantiene una estructura medieval en su centro histórico, la mayor parte peatonizado, lo que hace más fácil y agradable el paseo por el mismo. Destacan como monumentos especiales la Real Fábrica de Paños, en la entrada del pueblo viniendo de Santo Domingo de la Calzada y ya en desuso, pero que fue uno de los principales modus vivendi de los vecinos durante muchos años. La Iglesia de Santa María la Mayor, bien en el centro y de la que teníamos una excelente visión desde nuestro hotel y por ser breve la Plaza del Quiosco y la Plaza de la Verdura, donde se encuentra la Argolla del Fuero. Se trata de una argolla que en virtud de un fuero, permitía a las autoridades locales juzgar a cualquier malhechor que allí llegase y tocase la citada argolla. En caso de querer seguir huyendo de la justicia, al tocarla se le concedía un día de descanso y luego un día de ventaja sobre sus perseguidores. Incluso se dice que si lo deseaba, podía quedarse a vivir en libertad toda su vida en la villa.

Una de las intenciones de la escapada era poder hacer algo de naturaleza y desde luego el pueblo ofrece grandes posibilidades en este sentido, desde el GR-93: Ezcaray-San Millan de la Cogolla, hasta senderos más modestos como los que elegimos nosotros. El primer día, solo un primer contacto con el Río Oja (que da nombre a la comunidad autónoma actual) en los alrededores del pueblo. El segundo iniciamos un camino de unos 10 Kms, Los Caminos de Turza: Espectaculares con zonas de bosque que guarnecían del sol cuando empezó a picar y perfectamente señalizado, casi imposible de perderse. El tercer día, teniendo en cuenta que habíamos de volver a casa, hicimos un recorrido algo menor, 7 Kms, por la ribera del Río Oja, hasta pasado el municipio de Ojacastro, y que coincide en parte con el citado GR-93. 

CASTILLO DE ACHER
En resumen, un descubrimiento, un magnífico lugar para una escapada corta, que obviamente se puede ampliar más que la nuestra, pues no te acabas ni la gastronomía, ni los monumentos ni la naturaleza.

La siguiente aventura fue a la Selva de Oza, un viaje relámpago que a pesar de ello, dio bastante de sí. Lo emprendimos temprano con María Luisa y José Ramón y sin apenas tiempo para desayunos de esos que tanto nos gustan, nos presentamos en Siresa, en el valle de Hecho, y entrada a la Selva de Oza. Allí por fin pudimos tomar un café y unas pastas de elaboración propia en el hostal/bar/restaurante de la plaza donde se encuentra en Monasterio Románico de San Pedro. Desde allí y apenas a 10 Km se encuentra la zona del Campamento y la zona de inicio de cualquier ruta de la Selva, eso sí superando la llamada Boca del Infierno, una carretera en la que más de una vez has de retroceder para poder pasar en caso de que te cruces con un vehículo que vaya en dirección contraria a la tuya.

CAMPAMENTO RAMIRO EL MONJE
Allí aparcamos, paseamos por el Campamento Ramiro el Monje en las faldas del magnífico Castillo de Acher que se alza como vigilante de las tiendas de campaña todavía hoy, aunque no las mismas que utilizamos hace más de medio siglo. No coincidimos en las mismas fechas los dos, pero por los recuerdos de uno y otro parece que la vida era algo más dura y el espíritu de la OJE (Organización Juvenil Española) a la que pertenecíamos, como dependiente que era de la Falange, dejaba poco espacio al descontrol. Lo que más recordábamos los dos era tener que bajar al río por las mañana a lavarse un poco la cara. Luego el resto del día era menos duro. El motivo es que no había lavabos ni duchas, solo unas letrinas que para el  que le tocaba ir a limpiar era un auténtico castigo.

Desde allí salimos camino a Aguas Tuertas y al ibón de Estanes, en un paseo en subida, pero sin excesivo desnivel, aunque no conseguimos llegar. Lo cierto es que la excursión que yo recuerdo muy bonita de cuando la hice en aquellas épocas requiere algo más de tiempo y nosotros aun habiendo reservado para comer relativamente tarde, no lo teníamos. Otro día será. Después de comer aún nos quedo ánimos para pasarnos por Ansó, una villa de las más bonitas del Pirineo Oscense, tocando ya el valle navarro del Roncal. Visita breve y café reparador y regreso a casa, algo cansados pero contentos por lo hecho y visto.

Aún hicimos algunas salidas también breves, sin quedarnos a dormir en los lugares de destino, como la que hicimos con nuestros amigos Eva y Rafa, que vinieron a pasar un fin de semana a casa: Visitamos Barbastro y las Bodegas Sommos, comiendo en el Restaurante El Portillo, que nos gusta y que ya hemos repetido varias veces. 

EL TOZAL DE LA COBETA
Otro día hicimos una escapada a uno de los lugares que también frecuentamos cuando vamos con amigos que no lo conocen. Se trata de la Colegiata de Roda de Isábena y del Monaterio de Obarra y que solemos concluir con una comida en Roda, en el restaurante de la hospedería que ocupa el refectorio de los monjes y que da al excelente claustro del mismo. Esta vez, y supongo que por no haber llegado aquí el coronavirus y un despiste de un servidor, que no reservó el día anterior nos quedamos sin poder comer. También será otra vez, esta fue en La Puebla de Roda, en un asador en el que pudimos colmar nuestro apetito, eso sí sin el entorno del claustro del otro.

También hicimos una escapada muy breve a un lugar, que aunque me de vergüenza decirlo, no había estado nunca: Se trata de El Tozal de la Cobeta, una especie de cerro al que la erosión y el especial tipo de tierra de la zona da forma de escultura natural. Este tipo de formaciones son muy corrientes en la zona, pero este en concreto no lo había visto. Lo de la vergüenza es porque está en el término municipal de Albalatillo...

Y así vino llegando el fresco, se pasaron los calores agobiantes y fuimos desmontando la parada en el pueblo para trasladarnos a la ciudad y ver si podemos empezar un cierta normalidad, aunque sea nueva. Lo que pasa es que tengo dudas de que esta pandemia se vaya a ir como por arte de magia, así que tendremos que adaptarnos a lo que nos llega y seguir luchando como siempre por ser un poco felices... Adiós verano 2020, que no te pongo adjetivos para no faltar...

lunes, 7 de septiembre de 2020

Verano 2020. COMIDAS Y BEBIDAS BAJO CONTROL

Me resulta especialmente difícil poder hacer una entrada de este verano de 2020 y no por el maldito coronavirus, sino porque una enfermedad cruel nos ha dejado a nuestra familia sin una persona vital, luchadora y siempre con una sonrisa por delante. La injusticia de estos acontecimientos te encoge el alma y te deja casi sin ganas de hacer nada. Comparto esta noticia por aquello que dice que las alegrías compartidas aumentan y las penas disminuyen con el ánimo de que sea verdad y podamos aplacar la nuestra. En cualquier caso, Carme, descansa en paz, siempre estarás en nuestro pensamiento. 
El RABO DE TORO
Hecha esta previa, el verano tenía que ser el que acabaría la dichosa pandemia y podríamos empezar a pensar en volver con cierta normalidad a nuestras vidas. Lo atrevida que es la ignorancia, al menos la mía en pensar semejante idea. La realidad es que las cosas han ido creo que a peor y si no se remedia pronto cambiará nuestras vidas de manera poco alentadora, pues nos quitará los abrazos, los achuchones y esas reuniones, cenas, fiestas, etc. en las que tan a gusto me siento. 
Con estas premisas, y después de celebrar mi 65 cumpleaños, nos fuimos a Villanueva de Sijena, lugar como se decía entonces libre de COVID, cosa que fue un espejismo pues en breve dejó de serlo y se incorporó como el resto del país a zona no-libre. Las restricciones fueron llegando primero a los territorios cercanos, Bajo Cinca, Litera, etc... y finalmente llegó a Los Monegros, con lo que los planteamientos iniciales fueron cambiando y adaptándose a la nueva realidad. Se suspendieron todas las fiestas donde hemos pasado veranos inolvidables y nosotros por nuestra cuenta suspendimos el viaje que teníamos programado a Castilla-León y Galicia, aunque con la idea de hacer escapadas breves, 1 ó 2 días a las zonas que se pudiese y nos apeteciese.

LOS GINTONICS
Uno de los grandes eventos de las fiestas son las cenas, así que este año no podíamos pasarlas por alto, pues el menguado número de miembros, seis el día que más, no contravenía ningún precepto de la normativa de confinamiento, sobre todo pensando que se harían en domicilios particulares: el de María Luisa y Jose Ramón, el de Marta y el nuestro propio. Era como tener tres bares a los que acudir durante prácticamente todo el verano. Los primeros encuentros fueron para hacer los gintónics nocturnos a falta de Barbero y de Club, así que si no cada noche, muchas después de cenar nos reuníamos para ese menester y charlar hasta las tantas, cosa que rompió mi intención de ir a caminar cada mañana a las siete (después el calor desaconseja tal actividad), de manera que rompiendo esa recomendación fui a caminar no cada día y los que fui, como pronto a las nueve...

Caracoles
LOS CARACOLES
Por fin, llegó la primera cena a finales de julio, que como se verá la cogimos con ganas, pues parece del todo exagerado el menú elegido: ensalada de rúcula, pera y parmesano, obra de Pili, pica-pica con jamón, embutidos y queso, perfectamente preparado por María Luisa y rabo de toro estofado al estilo cordobés, elaborado magníficamente por Marta. El resto no nos quedó más remedio que "zampárnoslo" todo aún a riesgo de pasar una noche toledana, que no fue tal... solo hubo que levantarse un par de veces a echar algo de líquidos a la "hormigonera" a fin de facilitar la digestión.
Coincidiendo con los días de la fiesta llegó el típico salmorrejo, imprescindible ya desde hace unos años en los festejos y que cocina un servidor, siempre con cariño y cuidado, pero esta vez, supongo que cocinaba para pocos, seis contra la veintena que solemos estar habitualmente, salió especialmente bueno y  que conste que no lo hago para hacer "dentera" a los que no estaban.

Siguiendo por las mismas fechas festivas del año pasado, otro día incorporamos una estupenda caracolada, obra también de Marta, y que ya se está convirtiendo en un clásico de la Peña, aunque en esta ocasión aprovechamos para invitar a un gran degustador de este plato, que es el que pone nota al guiso como si de un "masterchef" se tratase, nuestro amigo Manolo que los encuentra excelentes todos los años, igual porque si es muy crítico al año siguiente no lo invitamos. Es broma.
Este año, a falta de otras actividades en que pasar la fiesta (mairalesas, baile?, guiñote, etc...) nos tuvimos que refugiar en nuestras cocinas y yo me atreví a cocinar para el grupo uno de los días un "Bacalhau à brás", al estilo portugués, que también salió bastante bueno o al menos no sobró ni una migaja del mismo.
Finalmente y casi acabando lo que debería ser la fiesta y como cada año, coincidiendo con el cumpleaños de María Luisa, ella misma nos preparó una cena de ensueño a base de muchos platitos como se lleva ahora en muchos restaurantes. No faltaron los gambones a la plancha, los buñuelos de bacalao, las endivias con surimi, los calamares a la romana, el jamón al corte, el queso manchego, la botifarra cruda y sobre todo unas estupendas zamburiñas a la plancha. Todo ello adecuadamente regado con vinos bien seleccionados que a nuestra edad ya no estamos para estropear una cena por culpa de la bebida.
EL SALMORREJO
También durante los días de "los patronos", las chicas se vistieron con sus mejores galas y acudieron a las celebraciones religiosas, no sé si por devoción a los mismos o por la promesa del vermut después de misa que a modo de tradición y para evitar que se pierda, no tuvimos más remedio que hacerlo en casa de María Luisa y José Ramón con berberechos, olivas y patatas. Hombre no es como el del barbero, pero se le asemeja bastante, no?

Acabadas las "no fiestas" de este año, ya cada uno se tuvo que dedicar ni que fuese unos días a sus menesteres, Lourdes a seguir con su Rehabilitación, María Luisa y José Ramón a buscar al aeropuerto a su hijo, que tienen que aprovechar ahora que lo tienen aquí, que vive muy lejos, Marta a ver si Huesca seguía en el mismo sitio y nosotros a dar una vuelta por casa y a visitar a nuestra nieta.
Así fueron las fiestas y alrededores, en una época de confinamiento por el coronavirus. Se diría que "salvamos los muebles", pero la verdad es que aunque lo pasamos bien, la realidad es que cuantos más estamos más reímos, y nuestro grupo sociable en general prefiere verse, charlar, beber, divertirse con otras gentes del pueblo y de fuera que coincidimos durante estas fechas. Espero y deseo que el próximo año esto sea posible. Toquemos madera.
Luego el verano siguió con otras actividades y escapadas breves, pero eso será motivo de otra entrada, mis queridas paredes...

Bretaña y las Islas del Canal. Y parte Cinco

Nos despertamos, como casi siempre a buenas horas, o sea temprano y tras hacer el "check-out", por cierto que tenían todo el siste...