viernes, 10 de febrero de 2023

Las fiestas de San Blas y Santa Águeda en Villanueva de Sijena

Pues lo cierto es que se trata de la fiesta de invierno de Villanueva de Sijena, en honor a San Blas, un médico armenio, que se convirtió en eremita y posteriormente en Obispo, siendo finalmente decapitado y consecuentemente elevado a los altares como mártir de la cristiandad. No sé porque razón es el patrón de los enfermos de garganta y a su vez como parece lógico también de los otorrinolaringólogos.

Paella comunitaria
Por otra parte Santa Águeda fue una virgen y mártir cristiana, que decidió entregar su virginidad a Dios y no a un procónsul siciliano, que la envió a un lupanar como castigo, y en el que milagrosamente no perdió su virtud, siendo finalmente torturada cortándole los senos y tirada a una hoguera donde falleció y descansó en paz por fin. Subida a los altares también es patrona de Catania (Sicilia) y se la invoca para los males de senos o para las dificultades de la lactancia. 

Afortunadamente el culto que se le da en el pueblo a ambos es menos dramático y pasa por una serie de actos que conforman una fiesta de invierno en el pueblo que aunque haga frío, con buen abrigo y ganas de divertirse se puede pasar muy bien. Sobre todo si te animas a participar de forma activa en todo lo que la comisión de fiestas y el ayuntamiento preparan para la ocasión. Y nosotros, o sea nuestra Peña que anda sobrada de ganas de fiestas y celebraciones se reunió en un fin de semana largo para disfrutar del evento.

Las fiestas empiezan este año el jueves 2, con un reparto de candelas en la iglesia del pueblo, y con una caminata popular por los alrededores del pueblo y con reparto de dulces y café al finalizar la misma. Después una proyección de cine destinada a los más pequeños de la casa. Lo cierto es que aunque siempre mantenemos una representación en todos los jolgorios (Marta principalmente), el grueso de la peña no aterrizó hasta el día siguiente.

Misa de la Candelaria

Hay que decir que el programa era bastante apretado, así que el viernes a las 11:00 horas nos dirigimos a la iglesia, eso sí, después saludar a la familia, cosa que aprovechó mi madre para colocarme una bolsa de productos de panadería para que la llevase a bendecir. Una vez acabada esta actividad, siguiendo al cura, vestido de rojo en esta ocasión nos acercamos a la ermita de San Blas, donde se procedía a la liturgia del día y posterior reparto de magdalenas con moscatel.

Prácticamente estaba todo el pueblo en el evento con lo que la dotación de productos a degustar tras su enésima bendición se acabó pronto.

Nuestra peña se desplazó con cierta premura, primero al local (casa de Luisa y José Ramón) y luego a casa de Marta. La razón bien sencilla: Luisa había preparado unos estupendos canelones, con una receta en que hasta se fabrica su propia pasta, y un solomillo con salsa de zanahorias no menos apetitoso y todo ello había que recogerlo y trasladarlo a casa de Marta que fue el lugar elegido para la comida. En esta comida estuvieron Pili Porta y Pedro que vinieron desde Fraga y Esther y Miguel, hermana y cuñado de Marta.

Allí dimos cuenta del menú, regado con buenos vinos y/o cervezas, acompañado de un buen postre y algún chupito adicional, que dio paso a una charla animada de lo divino y de lo humano como casi siempre que nos juntamos y en que casi siempre perdemos el "oremus" y el control del tiempo que pasa, sobre todo porque nos encontramos muy a gusto. Bueno, esta vez hasta se nos olvidó de la hora que empezaba el concurso de guiñote, pero teniendo en cuenta que a J. Ramón y a un servidor nos eliminan siempre en la primera ronda no nos supuso un gran inconveniente. De hecho, fuimos al club e hicimos una partida fuera de concurso entre nosotros, y reímos más que si hubiéramos concursado. Hasta nos pasamos de vuelta con algún gintónic suplementario.

Circo infantil

Luego vino un monólogo que entre que no se oía muy bien y que la gracia del mismo estaba justa, o al menos eso me pareció a mí, hizo que nos saliésemos del local a tomar otro gintónic, que a decir verdad poca falta nos hacía. Así que en estas condiciones nos dirigimos a nuestra casa, lugar elegido para la cena de la peña, pues la preparaba Maripili y todo era más fácil. Tomamos una muy buena tortilla de bacalao, al estilo Arguiñano, una ensalada de manzana verde, queso azul y carne de membrillo con la posterior tertulia hasta que se nos acabaron las pilas. Todos tenemos una edad ya.

Al día siguiente sábado, quedamos para tomar el vermú, de manera que todos descansáramos lo suficiente para afrontar el segundo día de fiestas con alguna garantía de éxito. Nosotros habíamos quedado a comer con la familia, pues habían venido nuestros sobrinos y sus hijos, así que llegada la hora nos dirigimos a la bodega de Martín, donde comimos unos entrantes (empanadillas, pimientos rellenos y croquetas) que había preparado la abuela-bisabuela, y luego unos filetes que hizo Miguel en la brasa de la chimenea. Buen vino y buenos postres y después de la cháchara una siesta reparadora que la fiesta sigue.

Lo dicho, nos acercamos a la plaza donde un pequeño circo de calle estaba haciendo las delicias de los más pequeños y de alguno de los mayores hasta que cayó el sol, momento en que acabó el programa, y bien por cierto, que la temperatura iba bajando inexorablemente y deprisa. Aún nos dio tiempo de degustar unos churros que compró J. Ramón y que estaban muy buenos y sobre todo calentitos.

La cena fue esta vez en casa de Luisa y J. Ramón con un menú a base de una ensalada con magret de pato que Pili había aprendido del restaurante muyAbadías de Fraga. También a cargo de Marta unos pimientos rellenos de brandada de bacalao, y finalmente un lacón al horno, un poco de empanada postre y café.

Los caracoles en la Bodega de Martín

Desde allí nos fuimos al baile donde había una orquesta de aquellas que vienen para las fiestas de verano con decibelios para parar un tren y que nos dejó aturdidos y medio sordos a una parte del grupo, que decidimos salirnos fuera a la zona de bar, aunque tampoco allí se podía hablar, así que algunos sobre las dos de la madrugada nos fuimos a dormir, renunciando incluso a participar en el bingo de la fiesta.

Al día siguiente, el programa contaba con la misa de Santa Águeda en la que se bendijo unos brioches en forma de teta y que repartieron entre las mujeres para que las protegiese de los males del pecho. Algunas aprovecharon para comprar churros y con el chocolate que también entraba en el reparto, los trajeron a casa, y de hecho me sentaron muy bien. Después de esto, preparativos para la Comida Popular a la que también acudieron Pili Porta y Pedro, y que nosotros no fuimos pues también los sobrinos habían preparado una comida familiar.

Así pues, los de la popular comieron una ensalada y una paella y los de la familia unos caracoles, un par de canelones y algo de carne a la brasa. Tras los postres y el café, todos teníamos alguna obligación el lunes, así que desmontamos la mesa, fuimos a despedirnos de los colegas de la Peña que aún estaban en el club y pusimos rumbo a Terrassa, dando por finalizadas la fiestas de invierno.

Fin de las operaciones y a esperar a la Semana Santa, en que la celebración de la Mona volverá a reunir a la Peña, y esta vez con más efectivos, pues intuyo que alguna celebración se prepara para esos días...

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