sábado, 22 de abril de 2023

AVD (Actividades de la vida diaria) y AEVD (Actividades excepcionales de la vida diaria)

Las AVD (actividades de la vida diaria) son uno de los parámetros que se utilizan para medir las capacidades de las personas, bien sea de una determinada edad, en general avanzada, o bien sea con una cierta discapacidad o como se dice ahora con alguna capacidad especial.

Lo cierto es que entre estas actividades podríamos incluir muchas, pero por hacer un poco de pedagogía, aunque nadie me lo pida diré que en general se dividen en Elementales e Instrumentales. Las primeras se relacionan con el autocuidado y engloba aspectos relativos a la alimentación, higiene personal, vestido y deambulación. Las segundas son las que nos relacionan con el entorno en que nos movemos, como tareas domésticas, transporte, desplazamientos y comunicación.

Carretera en Soria
Obviamente, no son estas actividades de las que quería hacer una entrada, sino de otras que los son y no de la vida diaria sino derivadas de cosas que nos suceden y a las que hemos de hacer frente y por fortuna son más bien poco frecuentes. Son las actividades excepcionales de la vida diaria (AEVD).

Tráfico: 

Recibes una notificación en tu casa, previa presentación de tu DNI, y firma aceptando la entrega. La lees con interés, aunque la vista se te va hacia el final, donde en negrita aparece la bonita cifra de 200 euros. Supongo que lo importante es eso que está bien resaltado. Luego en una letra más pequeña y menos intensa explica qué es lo que has hecho, dónde y a qué hora, además de los artículos del código que te aplican para semejante multa. En el mismo tono de letra te advierten que el agente sancionador no te lo comunicó en el momento de la infracción, porque estaba regulando el tráfico.

Antes de seguir leyendo, te das cuenta de que tu no estabas a aquella hora en aquel lugar y claro, lo que hicieras no sabes si es verdad aunque creas que no, porque es algo que no haces habitualmente, pero desde luego no allí, ni en aquel momento. Tienes derecho a presentar alegaciones, supongo que la única que yo puedo hacer es decir que el señor agente se ha equivocado y ha anotado algún número o letra de la matrícula erróneamente y yo he pillado. Durante ese momento que me atribuyen yo estaba conduciendo en otro lugar pero no puedo soportar con ninguna prueba que así sea. El agente tiene la condición de "veracidad". Aún así reclamo y si tienen alguna imagen espero que la revisen y salgan de su error, o me saquen a mí del mío, pues el día no fue precisamente ayer, sino hace un mes y medio o dos.

Poco tráfico en Berlín
Y luego viene la tercera parte, que no sé bien cómo llamarla porque el nombre que se me ocurre es bastante feo, pero creo que ellos lo llaman bonificación o algo así. La cosa es la siguiente, tengas o no tengas dudas de la veracidad, haya o no pruebas al respecto, te olvidas de todo ello, eres "bueno" pagando en un plazo de un par semanas aproximadamente y sobre todo no molestas, ni haces trabajar a la administración renunciando a cualquier aclaración o reclamación, ¡magia potagia!: el importe es de 100 euros, y te dan las instrucciones adecuadas para que hagas el ingreso.

Resumiendo diré que no me importa pagar una multa, pero sobre algo que esté confirmado que yo he hecho, aunque no negaré que me fastidia pagar aunque lo haya hecho, pues es bien cierto que como decía un chascarrillo que aprendí de muy jovencito "hasta el reloj cuando da, le tiembla la manecilla".

Correos y Seguridad Social

Otra notificación, pero esta vez no te pilla en casa, así que te dejan una especie de oficio, donde te resumen que no te han encontrado ese viernes en casa (es la fecha del documento) y no lo han podido entregar, eso sí lo encuentras el lunes siguiente (y no es que no haya mirado el buzón, que lo hago cada día). El referido documento te da una dirección y un horario en el que puedas pasar por la oficina a recogerlo.

Correos en N. York
Sin dilaciones, pues a veces tienen plazos las cosas de la Seguridad Social que es quien nos remite la notificación, te diriges a la oficina, por cierto bastante más lejos de tu domicilio que otras dos que conoces de la ciudad, pero es la dirección que te indica. Entras en la oficina, con cuatro ventanillas, vacías, solo los funcionarios. Te acercas al más próximo a la puerta y casi sin contestar al amable buenos días que le has lanzado, te manda a coger turno en una máquina que a tal efecto hay cerca de la entrada. Turno, para qué? Estoy solo.

Apenas recoge el "papelito" y la notificación te dice que esto no es aquí, es en otra oficina. Le muestras, sorprendido, la dirección impresa y la respuesta es simple: se han equivocado. Luego la explicación ya roza lo delirante: Se supone que las comunicaciones en un afán supongo que de ahorro, se imprimen todas iguales y se deja en blanco un cuadrado donde "alguien" pone el sello con la dirección exacta de recogida. 

No acabo de imaginarme al cartero repartiendo y con sellos con la dirección de diversas oficinas y estampándolos a diestro y a siniestro según corresponda. O quizá el sello lo tengan en la central y según dónde vivas, los sufridos funcionarios de reparto cogen unos u otros. En fin, que la cosa pasa por ir de nuevo a otra oficina, la que te dicen en la equivocada, a buscar la dichosa carta, eso sí, con la fe como único bagaje y prueba de que estará allí. Ciertamente allí estaba.

Por completar la actividad, digamos que ahora viene la carta: Se trata de un requerimiento de actualización de la cuota de la seguridad social que pagamos de una trabajadora del hogar que presta servicios en nuestra casa. Seguimos con la sorpresa, pues en los casi 20 años de trabajo de la referida el sistema es el siguiente: La Seguridad Social o INSS o lo que sea nos carga el coste de la referida tasa en nuestra cuenta corriente sin ninguna actuación por nuestra parte. Si suben el porcentaje de la cuota son ellos, no yo, que no la subiría, así que no sé ni cuanto sube ni desde cuando..., pero pago.

Por acabar, lo paso a la gestoría que nos lleva la nómina a fin de que pueda realizar el pago en plazo y aquí paz y luego gloria, o al menos eso espero para no tener que sufrir otra vez toda esta parafernalia como digo para al final pagar. Por cierto, quiero aclarar que el importe de la regularización es ni más ni menos que de 6,45 euros...

Actividades vandálicas.

Edificios ministeriales en La Habana
Un sábado como hace más de 20 años me acerco a hacer la compra a un supermercado muy conocido, a unos 80 metros de la puerta de mi casa. Después de tantos años la compra se me antoja aburrida a excepción de una novedad no menor: todos los carros son nuevos, de plástico, eso sí, esto los hace más ligeros. Como decía acabo comprando lo de siempre, los líquidos que es lo más pesado, seguido de las frutas y algunas otras nimiedades de frutos secos y yogures. A pesar de la escasez de la compra como casi siempre el carro se acaba llenando.

La ceremonia de pagar en las caja sea como sea el carro es la misma, pasar por el lector todos los productos, ir recolocándolos de nuevo, pagar y arrancar hacia casa para de nuevo poner en su sitio toda la compra. La sorpresa viene ahora: apenas recorridos 25-30 metros desde la salida del super por arte de magia se bloquean la cuatro ruedas y soy totalmente incapaz de caminar ni un paso más. Me ahorro los improperios del momento. Hago un giro de 180 grados y empiezo a empujar hacia la salida del super y las ruedas vuelven a rodar, que para eso se inventaron.

Me acerco al primer empleado que veo, y le explico lo que me ha ocurrido. Con una amabilidad exquisita me explica que los carros tienen un sistema de bloqueo que cuando se alejan una determinada distancia del edificio las ruedas quedan automáticamente frenadas.

Intento sin subirme a la parra explicar todos los argumentos que se me ocurren en contra de la medida, desde la fidelidad de cliente hasta la comodidad que para mi suponía el sistema anterior. No obstante ya puedo empezar a apreciar que el interés del empleado es cada vez menor, como si el asunto no fuese con él. La verdad es que tiene razón: no va con él.

A pesar de todo me explica que pierden o les roban muchos carros y que para arreglar el entuerto, puede dejarme uno de los antiguos que ellos utilizan para reponer género y con la simple maniobra de sacar la compra de uno y meterla en otro se soluciona el problema. Visto lo visto, acepto su propuesta y para casa con la compra, no sin antes escuchar la última consideración del empleado: Si viene al parking con su coche, hasta allí no hay problemas de bloqueo. Lo miré con una sonrisa un poco sarcástica y le di las gracias por el carro de reponedores, que devolví sin demoras una vez descargada la compra en casa.
Carrito de la compra

La propuesta última era genial: La misma dinámica hasta la puerta de salida del super, aunque previamente he sacado mi coche de mi parking, he recorrido los 150 metros hasta el parking de la tienda y he dejado el vehículo allí. Desde la puerta he ido al aparcamiento y he cargado la compra en mi coche, he devuelto el carro, he recorrido otra vez los 150 metros de asfalto hasta mi casa, he descargado la compra y aquí paz y luego gloria.

Finalmente me decidí a escribir a atención al cliente del supermercado con pocas esperanzas de respuesta, aunque está llegó casi bien a los dos días, pero no creo que nada vaya a cambiar, eso sí me han recomendado que cuando haya hecho la compra la próxima vez pida un carro de cortesía de los antiguos que me lo proporcionarán.

Y todo este lío por los actos vandálicos de las personas que les roban y les desmontan los carros. Y la solución mejor es fastidiar a los que hacemos de la compra una actividad de la vida diaria, en lugar de buscar algún otro medio que "perjudique" a los vándalos.

Y lo digo porque esta AVD, si seguimos así la convertirán en una AEVD y si a las personas que vamos cumpliendo años nos empiezan a costar las AVD, imaginad queridas paredes lo que pasará con las AEVD.

El mismo día del incidente que refiero, pude ver a un vecino con el carro bloqueado en medio de la acera, a una vecina con el carro de reponedor y a una pareja (padre e hijo) llevando en volandas y a peso el carro nuevo bloqueado y cargado con la compra. Es una alternativa... para los que tengan suficiente fuerza.

viernes, 14 de abril de 2023

Semana Santa de nuevo. Año 2023

Con un tiempo caluroso para la época empezó esta Semana Santa de 2023, que a la postre lo sería más que las previsiones iniciales y también con sorpresas agradables en su desarrollo, que es mucho para una época en que las actividades propias, familiares y del grupo de amigos están como bastante estereotipadas.

La primera novedad, que no sorpresa fue el hecho de que Pili y yo tuvimos que hacernos cargo de los nietos los primeros días: sus padres trabajan y el cole hace vacaciones. Encantados de poder echar un cable a los hij@s cuando lo necesitan pues aparte del trabajo que supone que no es mucho está de sobras compensado con las gracias que llegan a hacernos. Lástima que Claudia el último día estuvo con fiebre y bastante pocha: un pequeño anticipo de los que esperaba a sus progenitores que pasaron toda la semana confinados por culpa de una gripe o viriasis inespecífica.

Recreación histórica al aire libre

Así pues, el jueves santo a primera hora iniciamos viaje a Villanueva de Sijena, donde estuvimos instalados hasta el lunes de pascua en que regresamos de nuevo. Llegamos a comer a casa de mi hermana donde mi madre preparó el ágape y tras una breve siesta nos dedicamos a poner en marcha la casa que eso siempre cuesta más de lo previsto. Luego preparamos la cena para Izarbe, Roger y Carlos que venían a pasar los días de fiesta también al pueblo.

Yo salí un rato al club, donde hay una nueva concesionaria que lo explota y que para mi sorpresa, prepara almuerzos de tenedor, así que poco me costó quedar con los compañeros del pueblo para el día siguiente zamparnos entre otras cosas, huevos fritos, panceta a la plancha, sepia con huevos, bacalao al pil-pil y lengua rebozada. Todo ello regado con un vino aceptable, aunque alguno decidió arreglarlo con gaseosa. Luego los cafés y los chupitos de turno antes de volver a casa. No obstante y para rebajar el exceso de comida, Rafa y un servidor nos fuimos a dar un paseo por la huerta hasta el Monasterio, donde ya estaban preparando lo que sería la siguiente sorpresa del viaje: Un campamento medieval.

Mona. Los menos jóvenes

Comimos en casa nuestra esta vez con cocinado a cargo de Pili, y tras una reparadora siesta y algunos encargos que nos quedaban por comprar, ya con más miembros de la peña incorporados al grupo se puede decir que prácticamente hice el mismo recorrido que por la mañana: las huertas y el monasterio. Ya casi noche entrada regresamos al pueblo y fui a cenar a casa de Luisa y José Ramón, donde ultimamos los detalles de la salida al monte del día siguiente al tiempo que dábamos cuenta de un buen gintónic que nos preparó el anfitrión a Marta, que se unió al grupo y a un servidor.

Como habíamos quedado a primera hora, un grupito de la Peña nos desplazamos al Refugio de Piedrafita para preparar la infraestructura del acontecimiento, que este año celebraba aparte de la tradicional mona, la boda de Mapi y Raúl, hijo de Lourdes y Ricardo, lo que hacía algo más complicado el proceso, pues a la celebración se unieron algunos de los hijos y nietos de los miembros del grupo. Y aquí también tuvimos una sorpresa agradable: el refugio estaba muy limpio, no como en otras anteriores ocasiones, y además no había que ir a buscar leña, pues había suficiente y de buena calidad cortada y apilada a la entrada del mismo.

Aunque el día era caluroso, encendimos el hogar para templar el recinto pues algo fresquito estaba además de hacer brasa para cocinar una parte de los condumios: las costillas de cordero, que nos zampamos a pesar de haber comido ya una paella copiosa. También montamos las dos ruedas de gas que necesitábamos pues había que hacer arroz para 30 y las paelleras son solo de 20 raciones. Así que doble faena para el cocinado, aunque no se hace nada pesado pues el segundo turno ya había llegado y como siempre con todos los ingredientes, limpios, cortados y preparados para guisar.

Mona. Los más jóvenes
Mientras la comida iba a su ritmo y con el tiempo bien ajustado, pues la idea de ir temprano era poder acabar también a una hora que nos permitiese llegar a ver la recreación histórica de las exequias del rey Pedro II de Aragón en el Monasterio, tomamos unas cervezas y algunas cositas para picar. También y como cada año para esta celebración, contamos con  el apoyo de todo el grupo: ponle más sal, ya está bastante hecho el conejo?, el tomate lo ponemos entero?, ponle más sal, habrá bastante agua?, ponle más sal... Queda claro que el paellero cocina "jauto" (con poca sal).

Finalmente la paella llegó a su fin, y tras un breve reposo de la misma empezamos a servirla y salvo los comentarios habituales, todos de agradecimiento al cocinero y ayudantes diversos, nos la zampamos como si se fuese a acabar el mundo y la parte de l@s cociner@s que se encargaban de la carne se pusieron en marcha para la tarea de la brasa. Como siempre, también excelente el cordero a la brasa, del que también dimos cuenta en un suspiro. Luego, con la celebración de la boda, la tarta, buenísima por cierto, algo de chocolatinas y el brindis con los caldos oportunos, dimos paso a los cafés que cada año prepara María Luisa en un termo. También este año las chicas fueron a dar un paseo por el monte a "sus cosas" y algunos de los chicos nos enfrascamos en un reñida partida de guiñote, que finalmente no sé como acabó. Yo, de paso, me fumé un puro nicaragüense que supo a gloria.

La paella y el paellero
En pocos minutos y con la colaboración de tod@s, el refugio quedó en perfecto estado de revista, es decir igual o mejor de como lo encontramos. Carga de material de cocina y restaurante en los coches y después de retornarlo a su origen (la peña, casa del cartero, etc.) con más o menos premura nos dirigimos al monasterio donde estaba a punto de comenzar la recreación de las exequias del padre de Jaime el Conquistador, fallecido en la batalla de Muret.

Lo cierto es que espectáculo es muy interesante, pues tanto el vestuario como los textos del mismo son totalmente fieles a los de la época en que tuvo lugar. Los "recreadores", que así les gusta llamarse, proceden en su mayoría de la rama de la Historia, aunque alguno de ellos también haga sus pinitos en el teatro. El resultado final, como digo es espectacular y además hay que sumar una "narración-explicación" de esos momentos a cargo de uno de los actuantes, que con un lenguaje bien entendible (en castellano, que las exequias son en latín) y de forma muy didáctica cuenta la historia de como fue todo en aquella época. A muchos nos sirvió para conocer y entender mejor el pasaje a que hacía referencia toda la recreación.

Acabada la misma y ya noche casi cerrada, nos dirigimos a la Peña para acabar con el ritual de cada año que no es otro que cenar las en teoría sobras de la comida, algo de cordero, longaniza, chorizo y panceta, todo ello a la brasa. Alguno también comió algo de lechuga y tomate. Ah! y José Ramón nos obsequió con una magnífica garnacha para acompañar el ágape: un Fagus, magnífico vino del Campo de Borja. A algun@s todavía les llegó para un gintónic, que teníamos mono del mediodía, que no nos acordamos de llevar los ingredientes al refugio.

Así, más o menos, acabó el día de la Mona y la celebración de la boda, retirándonos a descansar a nuestros aposentos, cada uno al suyo, para preparar la procesión y el vermut del día siguiente. Muchas felicidades a los novios y familiares y gracias por la invitación a semejante festín.

Recreación histórica en el Panteón Real
El domingo de pascua, hubo la tradicional procesión de "la carrera" entre hombres y mujeres y algunos actos más de la recreación histórica del programa de actividades en el monasterio. Poco os puede contar este cronista, queridas paredes, pues no estuvo ni en una ni en los otros. No se quién ganó la carrera, y de los actos las referencias de los miembros de la peña que sí participaron, cuentan que mantuvieron el mismo nivel que los del día anterior, o sea que muy bien.

La comida, en mi caso fue con la familia, que ya estaba programada desde semanas anteriores y como suele suceder, estaba muy buena, algo había preparado mi madre, y algo Martín, especialista en brasas. Allí, los que disfrutaron fueron Martina y Roger, jugando a una cosa u a otra incansablemente. El bueno de Guille con sus justos dos meses en este mundo solo estaba para comer y dormir que por otra parte es lo que le toca para crecer de manera adecuada. El año próximo ya será uno más en el sarao que montan los más menudos.

Poco más quedaba para finiquitar la semana santa, así que retiramos relativamente pronto, con la intención de la mañana siguiente, en nuestro caso volver a la rutina a poder ser antes de comer y estar preparados para el martes, que ya era día de escuela.

Eso sí, antes de este último capítulo del regreso a casa, ya nos dio tiempo de hablar de las próximas celebraciones, tanto a nivel familiar como en la peña. Creo que la actitud es esa, siempre dispuestos a celebrar lo que sea, donde sea y cuando sea. Hay que disfrutar del camino, que parece ser lo interesante y según algunos, lo inteligente.


Bretaña y las Islas del Canal. Y parte Cinco

Nos despertamos, como casi siempre a buenas horas, o sea temprano y tras hacer el "check-out", por cierto que tenían todo el siste...