viernes, 16 de diciembre de 2016

Sitios reales... II

El día amaneció frío, incluso desde la ventana de nuestra habitación se podían observar las cercanas lomas teñidas de blanco por la nieve que había caído durante la noche. Desayunamos en un precioso patio cubierto dentro del Parador y nos lanzamos en busca de la Real Fábrica de Cristales, que al  margen de fábrica ejerce a la vez de museo del cristal.
Bóveda en el Horno de la Fábrica de Cristales
Las adecuadas recomendaciones de la persona de recepción nos indican el horario en que los artesanos del vidrio paran a desayunar a fin de que podamos organizarnos la visita sin coincidir en la zona de trabajo con el horario del bocadillo. Es tanto nuestro interés que empezamos la visita antes de que enciendan las luces de las salas y hasta nos encontramos con un grupo de trabajadoras que nos preguntan de donde hemos salido y por donde hemos entrado.
Una vez en marcha la fábrica-museo, disfrutamos de las maravillas en vidrio que allí tienen y de la visión en directo de la actividad de los sopladores y sopladoras de cristal, así como de la habilidad en una especie de torno, para configurar las copas que en aquel momento están realizando. Luego pasamos por la tienda exposición y pese a las tentaciones decidimos no comprar nada. Con lo que nos queda de viaje, corría el peligro de no llegar integro a casa.
Dejamos la Granja y de nuevo a la carretera en dirección a Tordesillas, acompañados como no, con viento, nubes, agua y algunos claros. No podremos quejarnos de la diversidad de tiempo que hemos tenido estos días, más no se puede pedir.
Plaza Mayor de Tordesillas
A la llegada a la ciudad del Tratado, el cielo está bien cubierto con unas nubes grises que le dan un aspecto casi encantado. Nos instalamos en el Parador, una hacienda o casa señorial en el campo, a algo menos de un kilómetro del puente romano del río Duero, que da acceso a la ciudad.
Sea por la sensación de frío, aunque el termómetro marque más grados que en La Granja, por la amenaza de lluvia, o por un poco de pereza, decidimos ir al centro en coche, aparcando eso sí, en la parte alta del pueblo y desde allí empezar la visita.
Primero paseo por la arteria principal del centro histórico, que desemboca en una plaza porticada, que pese a no ser tan impactante como la de Chinchón, también tiene un encanto especial. Está "decorada" con varias pancartas relativas a la reivindicación que una parte de la población mantiene acerca de una "fiesta taurina", que ha alcanzado relieve nacional y pienso que hasta internacional.
Las Casas de Tratado
Continuando por la calle central se llega al puente del que ya he hecho referencia y según se mira al mismo a nuestra izquierda esta el convento de Santa Clara y a nuestra derecha las Casas del Tratado.
Reponemos fuerzas en La Lonja, un restaurante del todo recomendable en la parte alta del pueblo, donde sorprenden los pescados de mar, pese a la distancia de este.
La tarde la dedicamos a ver el convento de Santa Clara, excelente complejo que consta de diversos edificios y patios, al que solo podemos poner una pega, y es a modo de aviso a posibles visitantes que lean estas líneas; los horarios de las visitas guiadas son muy espaciados y hay pocas horas disponibles. Igual en épocas de temporada alta de turismo hay más disponibilidad. Dicho queda.
Desde allí nos dirigimos a las Casas del Tratado, que tienen frente a ellas una estatua en honor a una reina llamada Juana, hija de los reyes Católicos y si hemos de hacer caso a la historia con la cabeza necesitada de una adecuada puesta a punto.
Las casas convertidas en museo, biblioteca y salas de exposiciones, recrean con mapas y con diversas imágenes, la historia del Tratado de Tordesillas, en el que al parecer portugueses y españoles se repartieron el nuevo mundo que iban descubriendo, tanto Colón por parte española, como otros navegantes por parte portuguesa.
Resumiendo, trazaron una línea ficticia, hoy sería virtual, en torno a un meridiano del que no recuerdo el número, de manera que todo lo que se descubriese hacia oriente sería luso y todo lo que se descubriese hacia occidente sería hispánico. El rey de España, o quien tocase en ese momento, se reservó las Islas Canarias, pues estas ya estaban descubiertas antes del tratado. Así pues si nos fijamos en un mapa entederemos porque Azores, Madeira, Brasil, tienen las raíces portuguesas y el resto de sudamérica españolas.
Se cuenta, y no sé si coincide con la versión de nuestros vecinos peninsulares, que los españoles sabían que había todo un continente al oeste del meridiano del tratado y los portugueses no, por lo que aceptaron el meridiano que se estableció en el mismo. Vaya usted a saber, que sabían... unos y otros.
Carretera de Soria
Después de esta inmersión histórica, nos dirigimos a descansar, tras un cena frugal, con la intención del día siguiente hacer el camino de vuelta a casa en una sola etapa. Así lo hicimos y así terminó nuestro periplo por los reales sitios, no sin antes acabar de degustar toda la meteorología posible en estos días de temporal. Una granizada y para acabar una nevada en Soria.
Diría para poner un final meteorológico feliz, que llegamos a casa con sol espléndido, pero sería mentira, llegamos de noche. Eso sí, con el cielo despejado.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Sitios reales...I

Tenemos 4 días, Pili y yo, para una escapada de Paradores, llamada  reales sitios. Empieza en Chinchón (Madrid), así que para hacer más corto el camino nos vamos a dormir a Villanueva de Sigena. Nos ahorramos más de 200 Km. de la primera tirada.
Chinchón. Plaza Mayor
Salimos con el presagio de temporal generalizado en toda la península y por una vez los eruditos hombres del tiempo no se equivocan. Nos tomamos el camino con tranquilidad, con el único objetivo de poder llegar a comer a Chinchón. Una vez circunvalada Madrid ponemos dirección hacia la Vega perfectamente guiados por nuestro navegador de a bordo. A pesar de los cielos nublados de color gris oscuro llegamos a Chinchón sin presencia de lluvia. Nada más poner el pie en el empedrado de la entrada al Parador, en sus tiempos un convento de no se quien, empieza la lluvia que ya será nuestra compañera el resto del viaje. Con intervalos nubosos, eso sí.
Claustro del Parador de Chinchón
La primera visión, una vez realizados los trámites del "checkin", es la magnifica plaza Mayor de Chinchón. Recuerda sin duda a la de Almagro, pero circular. Los soportales que la rodean están muy bien cuidados y son de gran ayuda sobre todo en días como este. La pintura dominante el verde y los establecimientos los restaurantes, en los que se puede comer en las balconadas que dan a la plaza. Una fuente preside una de las entradas de la plaza, y casi frente a ella, atravesando la plaza, un magnífico y bien conservado lavadero comunitario. Luego bordeando la plaza por las calles más altas encontramos un fenómeno singular: Una iglesia sin torre y una torre sin iglesia. Parece que se derrumbó, no sé si debido a guerras u otros desastres, una parte de la iglesia y quedó la torre. Así que se decidió hacer la iglesia sin torre en un lugar cercano (prácticos o ahorradores, o las dos cosas). Ahora que lo pienso y debido a no tomar notas en su momento, igual la cosa fue al revés: se cayó la torre e hicieron otra en otro lugar... En cualquier caso se mantiene la singularidad. En una de las zonas mas altas pero en dirección opuesta a la iglesia, y ya casi en la salida del pueblo se encuentra el castillo.
La Granja. Delante del Palacio
Nos habían recomendado comer en cualquier restaurante de la plaza. Elegimos "La Casa del Pregonero" y desde aquí la recomiendo a quien tenga ganas de comer "recio". Potentes sopas de ajo, tapas complejas y de gran elaboración y un rabo de toro presentado en un plato en el que no faltaba la muleta (jamón frito), el burladero (corteza decorada) y el albero (migas).
Después de un merecido descanso y un suculento desayuno en el convento (Parador), última vuelta a la plaza y en ruta a la próxima parada de este periplo: La Granja de San Ildefonso.
Nueva circunvalación a Madrid hasta coger la carretera a Segovia, y unos kilómetros antes de llegar, desvío en dirección a nuestro destino. Durante el corto viaje, una hora y cuarto, hemos tenido de todo: lluvia, viento, nubes y hasta unos minutos de sol... A la llegada al Parador, razonable tregua de la lluvia y aunque con el cielo entre nubes y claros podemos hacer la primera visita programada del día: los jardines versallescos que rodean el palacio, cerrado por ser lunes.
La visita es espectacular, empezando por un gigantesco árbol que nos recibe delante del palacio a mano derecha según se sube por la avenida desde las puertas de hierro que dan acceso al recinto desde la rotonda de entrada al pueblo.
Jardines de La Granja. Una de las fuentes
También a mano derecha se llega a los jardines, más espectaculares si cabe, con una vegetación bien cuidada, con unos colores propios del otoño y esa especie de sensación de humedad que se tiene al poco de haber llovido, caminando sobre una alfombra de hojas mullidas pero mojadas.
Vamos recorriendo los paseos, a cual más bonito y descubriendo las fuentes en las intersecciones de los mismos. Desafortunadamente no están en funcionamiento. Pero ni esa circunstancia es capaz de enturbiar las bellezas escultóricas que las componen.
Después del tranquilo paseo, urge buscar un sitio (real o no) para reponer fuerzas como no podría ser de otra manera con unos Judiones de La Granja.



miércoles, 7 de diciembre de 2016

Algunos datos del Baztán



Algún conocido me ha sugerido que podría ser interesante dar los datos de algunos de los lugares que cito en las entradas del Baztán.
Pues bien, esperando que sean de utilidad para alguien, ahí van:


Comer:

OLARI                                      
C/ Pedro María Hualde, s/n      
Irurita                                        
www.restauranteolari.es          

KASINO LESAKA
Plaza Zaharra, 23
Lesaka
www.kasinolesaka.es

SANTXOTENA
C/ Pedro de Axular, s/n
Elizondo
www.santxotena.es

Dormir:

ZIGAKO ETXEZURIA
C/ Triputxin, 2
Ziga
www.zigacoetxezuria.com

Copas:

JAUREGIARTE
Camino Iparburu, s/n
Irurita
www.jauregiarte.com


lunes, 28 de noviembre de 2016

Donde todo NO empezó...

No es que empezase todo en aquel "Seminario Conciliar de la Santa Cruz" de Huesca, ni en aquel año de 1966 cuando dí con mis huesos en aquel internado, creo que hoy en día es Escuela de Turismo. Lo que tiene su orígen allí es el nombre del blog "Loquens ad muros" o "Hablando a las paredes", como se prefiera.
Pues nada, que me explico. Teníamos en aquel entonces un profesor de latín, clérigo él, que había estado en Venezuela de misionero, con una tribu de indios, "los motilones", que luego se hicieron populares con una canción un pelín irreverente relacionada con Colon y los hermanos Pinzones y ciertos atributos masculinos.
El claustro interior
El profe era ya mayor y a su edad sumaba algunas secuelas de un tipo de enfermedad que padeció durante su época sudamericana, que posteriormente no he podido averiguar de que se trataba. En fin que una cosa u otra, o las dos, le conferían aparte del aire, una realidad palpable de despistado. Total que no se enteraba mucho si sus prolíficas parrafadas en latín llegaban y aprovechaban a un grupo de chavales, la mayoría de extracción rural y con unas ganas de jugar y reirse como en poco sitios he visto.
En este grupo en el que me encontraba, había algunos chicos especialmente fascinados por la televisión, que de hecho en España tenía nuestra misma edad o algo menos. Entre ellos recuerdo a Antonio, Miguel, Mariano, Jesús, Javier, otro Antonio, etc... que eran especialmente movidos, hoy serían probablemente TDAH (bueno todos no).
Así que en un recreo, es decir en solo media hora, decidieron montar en la clase del citado profesor un programa de televisión. Repartieron las tareas: el presentador, los cámaras, el director... y los figurantes que serían todos los alumnos de la clase. Para cámaras habilitaron unas partituras de música, algo más grandes que un folio, que debidamente enrolladas formaban un cilindro perfecto, por el que los "cámaras" miraban y enfocaban "los planos" que creían convenientes o les indicaba el director en cada momento del "programa".
Así empezó el programa o travesura o como queramos llamarle.
-Antonio, enfoca como entra el profesor, decía Miguel, director del invento.
El depósito, vigilante del patio de recreo
-Vean como se duerme en clase Jesús, decía Javier, presentador del programa.
-Atiendan como juegan a los barcos Pablo y Andrés, mientras el profesor habla de sus cosas.
En este tono continuaba el programa, durante la primera "emisión" o programa piloto, dirían ahora.
Así que antes del siguiente, hubo que buscar un nombre al programa, y se decidió a instancias de no sé bien quien de nosotros que el nombre sería en latín porque de latín era la clase... Y la verdad es que vino rodado el nombre "loquens ad muros" o "hablando a las paredes".
El profesor nunca supo de este programa que se realizaba enteramente en su clase. No obstante, supongo que por razones de audiencia, ya en aquellos tiempos, solo duró dos clases más (el capítulo uno y el dos...)
Hoy me queda un agradable recuerdo de aquel profesor que con todas las limitaciones (la suyas y las nuestras)  intentaba hacernos estudiar latín, cosa que siempre he considerado interesante, formativa y aportadora de cultura.

viernes, 25 de noviembre de 2016

El Baztán III

Día tercero.
Tras el ritual matutino, un poco más tarde que los días anteriores nos dirigimos sin prisa pero sin pausa a Elizondo, capital de Baztán. Seguimos bendecidos por un tiempo excelente y tras aparcar cerca del camino que lleva al cementerio, nos acercamos a la plaza del ayuntamiento para iniciar nuestra aventura del día.
El Ayuntamiento
Hoy las cosas son distintas, haremos un recorrido por los lugares del pueblo donde acaecen las peripecias de la inspectora Salazar y su familia, en la primera entrega de la novela de Dolores Redondo, La trilogía del Baztán. Ayuda a que la visita sea amena el hecho de haber leído ya el primer episodio de la citada trilogía, y nos genera un expectación añadida, al menos a mí, ver como será una visita literaria, ya que se trata de mi bautismo de fuego en estas aventuras.
Lo dicho, en la plaza empiezan a aparecer corrillos de dos-cuatro personas que de manera inequívoca van a ser nuestros compañeros de visita. En un momento dado aparece una joven, que por la libreta que lleva, el altavoz típico de los maestros, y porque saca una lista de personas que han reservado el evento y va comprobando en los corrillos quien está o no en esa lista, deducimos que será nuestra guía, y nos acercamos para dar nuestros nombres. ¡Una aficionada es Amaia Salazar a nuestro lado en estas lides deductivas!
Pues bien, resulta que Elizondo tiene un río maldito, venerado, temido y hasta idolatrado y además una presa que genera un ruido espantoso y genuino, todo ello en la novela. En realidad hoy es un riachuelo con cuatro gotas de agua en el que el rebosar de la presa ni se oye.
No obstante a medida que avanza la visita guiada, descubrimos que la primera impresión de cierto desprecio a la nimiedad del río, es una trampa, cuando se desborda y hace pocos años que así ocurrió es capaz de desmontar medio pueblo, así que prudencia con las primeras apreciaciones.
El río
El recorrido sigue por el pueblo, acompañado de la lectura de los fragmentos que hacen referencia a cada lugar visitado.... el puente, el hostal, el obrador, casa de tía Engrasi, la comisaría de la policía foral, el cementerio, las mantequerías Salazar... y sobre todo el río, desde diversos ángulos y puntos de vista.
En esta novela y visita con cantidad de matices mágicos, en la visita al cementerio ocurrió uno de ellos. 

Busqué la tumba de un personaje de mi pueblo (en los Monegros), que había sido enterrado recientemente en este cementerio, y para mi sorpresa encontré poniendo un ramo de flores a una pareja con una niña adolescente. Sin ningún preámbulo me dirigí a él, que era la cara que recordaba como más familiar y... efectivamente, se trataba de uno de los hijos del finado, con quien yo había compartido juegos y veranos en mi pueblo, en Albalatillo en Huesca.
El momento, sin duda, fue algo mágico, hacía más de 45 años que no lo había visto. Luego la racionalización de las cosas se apoderó una vez más de mí. ¿Que hay de mágico, que en nuestra cultura un hijo lleve unas flores a la tumba de su padre, en el día de Todos los Santos? ¿Y, qué hay de mágico que alguien como yo haga una visita al Valle de Baztán? Pues eso, nada...
El puente
Acabada la visita, necesitábamos reponer fuerzas y para seguir con el discurrir de la propia novela, nos fuimos a Santxotena, restaurante preferido de la protagonista de la novela, donde Laura había conseguido también una de las mesas preferidas de Amaia Salazar, con vistas a la cocina. Allí los cuatro dimos cuenta de una excelente comida, de la que un servidor se queda con unas excelentes judías pochas con almejas.
Luego, el reposo de la tarde y un paseo más comercial por la villa de Elizondo, donde aprovechamos para comprar algunas cosas de recuerdo del viaje, no sin antes desmontar una de las tiendas más típicas del pueblo, sin ningún herido grave en el intento.
Cena suave y a descansar que mañana hay que volver a la rutina diaria en casa.
Fin de las operaciones.
Gracias a todos los participantes por estos días (Laura, Jordi, Pili, Merche, Julián, Dolores, el gremio de restauración y en general a todo el pueblo de Baztán).





viernes, 18 de noviembre de 2016

EL Baztán II

Tras el ritual del desayuno y comprobar que la situación meteorológica es la misma del primer día, ponemos rumbo hacia el paraje conocido como "Embalses de Leurtza".
Paseo entre los árboles
Aquí el viaje en coche es algo más largo, pero la belleza del paisaje tampoco permite que se te haga pesado. Tras un breve "intercambio de pareceres" (estábamos un poco perdidos, si es que perdido se puede estar "un poco"), encontramos la desviación que nos conduciría hasta el inicio del paseo de hoy. Aparcamiento en lugar privilegiado, al pie mismo de la senda, y como no podía ser de otra manera a esas "tempranas" horas coincidimos en la salida con una pareja, él de chaqué y ella de blanco, largo y tules. Sí, eran unos novios vestidos de boda...
Luego, gracias a nuestra insaciable sed de conocimientos, nos comentaron que venían a hacerse el reportaje fotográfico de su boda en estos parajes, donde el chico la traía a pasear cuando todavía no se habían casado. No nos contó qué venían a hacer a estos lugares..., y no porque no se lo preguntáramos, que no se había perdido esa sed de conocimiento. En fin, una anécdota simpática previa a la caminata.
Llegando a la cota más alta
A diferencia del bosque de Bertiz, aquí el camino se empina desde el minuto cero, y supongo que debido a que la musculatura no está caliente, los primeros metros se hacen duros (bueno "durillos") y dado que hay mas espacio para el sol y el terreno está más seco, a los diez minutos ya estábamos con sed, aunque esta vez no de conocimientos.
En la primera parte de este camino, el sendero ascendente, como he dicho, está rodeado de arbolado, aunque algo menos tupido que el del día anterior, lo cual deja entrar al sol con mayor comodidad y de paso el terreno está más seco, las hojas de suelo también más secas y por tanto la sensación de calor es considerable para esta época del año (maldito calentamiento, otra vez).
Una vez superada la zona de bosque aparece como por arte de magia una especie de pradera inmensa, como si de un campo de golf o algo parecido se tratara. La limpieza del cielo y la ausencia de árboles permite una visión espectacular de todo el valle. También nos permite ver como unos padres, supongo que aficionados a la montaña intentan contagiar sus gustos a sus hijos de corta edad, 6-7 años la niña y 2-3 el niño (la apreciación no tiene la mínima posibilidad de acertar, pero es lo que hay).
Obviamente esta circunstancia (ver como suben los niños, o incluso el padre con uno a cuestas) hace que nos envalentonemos y sigamos nuestro camino, todavía de subida, a un excelente ritmo, con ánimo obviamente de alcanzar al grupo familiar, cosa que conseguimos ya en la cota más alta de la ruta de hoy. Hacemos la foto de rigor y paramos un momento. A nuestro frente, el valle con los típicos caseríos y pueblos, detrás de nosotros el bosque que hemos atravesado hace unos momentos y una panorámica impresionante de montañas, bosques, arbolados, cielo azul brillante y el seco embalse que da el nombre al paraje. A nuestra derecha un pico que no recuerdo su nombre y a nuestra izquierda la senda que debíamos tomar para seguir nuestra aventura.
Lesaka
El camino que queda, llano y bajada en su mayor parte, bordea el río y los embalses hasta llegar a un pequeño puente de madera que ayuda a atravesar el minúsculo torrente que va a desembocar a la cabecera del primer embalse. Antes del puente hemos pasado en la bajada por una calzada romana, sí, sí, una calzada romana por extraño que pueda parecer.
Siguiendo el borde del embalse, casi sin agua (calentamiento?) llegamos a la presa que atravesamos por el corredor que tiene encima para poder comprobar una vez más la escasez de un bien tan preciado. Ya en un sendero bien marcado y bien amplio reencontramos a los novios (casi nada la sesión de fotos...) y nos disponemos a reparar fuerzas en Lesaka, donde llegamos después de otro breve "intercambio de pareceres".
De Lesaka, me queda el conjunto del pueblo, la iglesia, un pequeño riachuelo que se cuela por el centro del pueblo, la cantidad de flores que adornan sus casas y sobre todo la tortilla de patata del Kasino de Lesaka. Imperdonable pasar por allí y perdérsela, aunque haya que reservar.
La tortilla
Luego regreso a "nuestra casa", siesta digestiva? y reparadora, relax en el salón y como que los domingos Merche y Julián se toman su más que merecido día libre y no hay servicio de cenas, no nos queda más remedio que volver a Irurita y cenar un maravilloso bocadillo de "tocino" como reza la carta (ni panceta, ni bacon). Tampoco tuvimos otra alternativa que acudir a un bar/pub/local, difícil de catalogar en el que nos sirvieron un excelente gintónic, que funciona tan bien o mejor que cualquier hipnótico o inductor del sueño. Bona nit...

miércoles, 16 de noviembre de 2016

El Baztán I

Aprovecho algunas circunstancias más o menos aleatorias para escribir algo sobre este maravilloso valle. Las circunstancias fueron unos amigos que lo visitan cada año, una trilogía literaria que lleva su nombre y un puente (el de Todos los Santos) con un tiempo espléndido, se supone que gracias al calentamiento global... lástima.
El Baztán desde el mirador
Gracias a mis amigos encontramos una casa increíble en Ziga, con unos propietarios/encargados maravillosos que estuvieron durante los tres días del viaje facilitándonos la vida en toda su dimensión; reposo, alimentación, ocio, información y ... gintónics.
El primer día, Baztán se despertó con un niebla baja, que por suerte, no llegaba a la ventana de nuestra habitación y ofrecía un paisaje espectacular desde allí mismo. La primera opción del día que luego se repitió idénticamente los días restantes, fue el desayuno. Mesa llena de quesos, embutidos, panes diversos, tostados al gusto de cada uno (o sea que te lo tienes que hacer), zumo de naranja y otros líquidos, bollería y detalles dulces. Hasta ese momento todo bien y hasta habitual, pero en un momento aparece Julian (propietario/encargado) y pregunta:
-¿Pincho?
Me queda una cara de cierta sorpresa, pero rápidamente mi amigo me informa que además de lo dicho el desayuno incluye un pincho caliente. Memorable, solo diré por no retornar al asunto desayuno que uno de los días el pincho era huevo frito con chistorra...

El basajaun
Arrancamos con el coche hacia el bosque de Bertiz, previa parada en el llamado mirador del Baztán donde se puede apreciar todo el valle, con su pueblos y sus caseríos de forma impresionante, acrecentada todavía más por los bancos de niebla baja, que salpican pequeñas áreas del valle. Pasamos por Irurita, que será la sede de la comida posterior a la excursión y tras unos pocos kilómetros que en coche se pasan rápido, por unas carreteras bien asfaltadas y perfectamente decoradas por el paisaje que las rodea. Tras aparcar en un lugar ya destinado para ello al pie del bosque, nos ponemos en marcha a pie para iniciar un recorrido por el bosque.
El inicio es plano prácticamente y se va dejando a mano derecha un jardín botánico que formaba parte en su día del conjunto de un palacio (creo que Bertiz). El sol apenas penetra por las frondosas ramas de los árboles y se tiene una sensación de humedad bastante intensa. A medida que vamos avanzando en el paseo, el camino se va empinando y los rayos de sol se empiezan a colar con más claridad en el sendero. Se agradece todo un poco, el sol y la humedad. Una vez alcanzada la cota más alta del paseo se hace una media circunferencia al mismo nivel antes de iniciar la bajada. Aquí el suelo esta lleno de hojarasca típica del otoño, con musgos verdes que rodean las piedras y les confieren la suficiente humedad como para ser resbaladizas. Entre los múltiples árboles que nos rodean, algunos troncos que se mantienen en pie, sin ramas o cortadas por el tiempo y que la única vida que les queda es la de la capa verde de musgos o líquenes que les rodean. Vistos desde lejos bien podrían parecer un "basajaun".
El paseo
Ya de bajada, el camino se hace más amable y por momentos se convierte en un paseo cubierto, con mucha más amplitud y que recuerda uno de esos paseos de los grandes jardines que en el mundo existen. La fugaz visita al exterior del palacio bordeando el jardín botánico nos deja de nuevo en el aparcamiento, con punto de información turística y tienda de "souvenirs" incluida.
Otro poco de ruta en coche, y merecida comida en el lugar ya previsto, de donde me llevo el magnífico recuerdo de unas "alubias rojas con tocino".
Vuelta a casa, siesta digestiva? y reparadora y a esperar la nueva salida de mañana.
Por cierto a la noche, cena excelente de Merche (propietaria/encargada) de "nuestra casa" y gintónic o güisqui con hielo, según preferencias. Bona nit!!!







viernes, 4 de noviembre de 2016

Mas de dos años después...

Efectivamente, más de dos años después consigo reencontrar en la red mi abandonado blog (cierto que tampoco lo había buscado hasta ahora). Espero poder (tendré que querer) ya de manera definitiva escribir todo tipo de cosas que se me ocurran a mis queridas paredes y a algún despistado que se pierda por la red.

Pues bien, para empezar me remito a la fotografía de "donde todo empezó". Se trata de un colegio en regimen de internado (religioso, qué si no) de la ciudad de Huesca. Allí fue donde comencé la aventura de la independencia con 11 años. Me refiero a salir de casa e intentar, como se decía entonces (era el año 1966) "labrarme un futuro" (acertada frase, en casa éramos labradores), porque lo que es dependencias las tenía todas, desde las emocionales a las económicas, como no podía ser de otra manera.

Este inicio viene a cuento de la foto, ya que la idea que tengo no es hacer una autobiografía, empezando en los 11 años, sino contar cosas que se me vayan ocurriendo, pasadas, presentes o futuras. No obstante no sé quién dijo que cualquier escrito "o es autobiografia o es plagio".

Bueno, estas son las intenciones..., lo que salga de ellas ya se verá...

Así era mi pueblo por los años sesenta...

Bretaña y las Islas del Canal. Y parte Cinco

Nos despertamos, como casi siempre a buenas horas, o sea temprano y tras hacer el "check-out", por cierto que tenían todo el siste...