viernes, 22 de marzo de 2019

Soria... más que torreznos. Y capítulo Tres

El claustro de San Juan de Duero

Acabados los formalismos de la salida del hotel nos dirigimos al Claustro de San Juan de Duero que habíamos encontrado cerrado el día anterior. No hubo problemas de horario y accedimos al claustro, que es una auténtica maravilla, tanto por la ejecución del mismo como por la diversidad de estilos que combina de manera exquisita.


El día era excelente, con un sol radiante que había conseguido imponer en el ambiente cierta tibieza a la rigurosa noche soriana, que rozó la temperatura negativa. La verdad es que el tiempo pasa sin apenas percatarte de ello, paseas una y otra vez por el claustro, como si de un sinfín se tratase: las columnas y los capiteles van cambiando de estilo, de forma, de temática... Finalmente decides colocarte en el centro de cuidado césped  del claustro y comenzar a girar sobre ti mismo, hasta que concluyes un circulo completo. La experiencia es increíble.
Iglesia del claustro
Uno de los laterales del claustro da entrada a una capilla bien conservada y con dos doseles sostenidos por la pared y cuatro columnas con decorados capiteles, también de incalculable valor arquitectónico.
Una vez finalizada la visita al claustro, después de una breve deliberación, decidimos dejar el coche en la zona y empezar un paseo por los márgenes de río Duero, que para las horas que eran estaba bastante animado. Suponemos, o supongo que debe ser una de las "rutas del colesterol" de la ciudad por el tipo de personas que por allí circulaban, aunque también lo hacen esforzados jóvenes deportistas amateurs, que dejan las calorías excesivas de los torreznos de la noche anterior.

Ermita de San Saturio

El paseo, a parte del disfrute que por sí mismo posee, tenía el objeto de llevarnos a la visita de la ermita de San Saturio, monumento colgado de un risco en una de las orillas del Duero. El camino como decía es muy agradable y apenas es empinado, aunque a primera vista parece que habría de serlo, pues la ermita desde el inicio se ve en una altura sino considerable, los suficiente para que hiciese subida.
San Saturio
Solo al final, cuando ya se aprecia la entrada del monumento empieza a subir, hasta unas escaleras que dan acceso al interior de la ermita.
Esta no es una ermita al uso, sino más bien un complejo en el que uno se va adentrando y accediendo a diversas estancias, en diversas alturas. Esto hace menos penoso el acceso hasta la capilla final que está en lo más alto del complejo. Una iglesia de estilo difícil de catalogar al menos para un lego como yo que apenas distingue dos estilos arquitectónicas. En todo caso es especialmente recargada en casi todos los elementos de la misma.
Antes de llegar a ella se pasa por una estancia que ejerce de recepción de visitantes, con un encargado, más dedicado a sus pensamientos y cábalas que a los visitantes del monumento, con una estufa creo que de gas, que le proporciona el mínimo calor necesario para aguantar en un lugar tan sombrío. No quiero pensar como será allí su labor en pleno invierno.
Otras estancias están destinadas a sala de reuniones, supongo que una parte a entidades religiosas de las que depende y otras a corporaciones municipales que deben proporcionar presupuesto para el mantenimiento. No obstante la que me pareció más interesante fue la habitación del "santero", dividida en dos habitáculos, uno con una mesa de trabajo y otro con un catre, en el que al parecer vivió y durmió el último de estos personajes en los años noventa: No parece que la vida fuera muy fácil en aquellos aposentos a no ser que tengas una forjada vocación eremita.
El Duero desde San Saturio
La función de estos "santeros" parece ser que se limitaba al cuidado de la ermita y sus dependencias así como a atender en la manera de sus posibilidades a los visitantes. En cualquier caso no se trataba de personas que respondiesen a la otra acepción de la palabra y que tiene que ver con sanaciones en base a diversas técnicas entre científicas, espirituales y hasta sobrenaturales.
Una vez visitada la ermita volvimos a recoger nuestro transporte, en este caso por la orilla opuesta del Duero de la que habíamos subido. En estos momentos ya se veía algo más de actividad incluso que durante la subida, así que supusimos que toda la animación existente en la ciudad la noche anterior se había trasladado a la vera del río. Alguna zona de picnic, algún lugar donde tomar un café o refresco y algún lugar donde ofrecían un menú para todos los públicos y aprovechando también el hueco de las pilastras de uno de los puentes del Duero, lo que podría ser un club de piragüismo.
En pocos minutos estuvimos en ruta, y como viene siendo habitual en todas estas escapadas, paramos en Fraga a tomar un refrigerio, que acabó siendo una comida en toda regla. Desde allí sin más escalas  llegamos a Terrassa, y a descansar para preparar la próxima.

jueves, 21 de marzo de 2019

Soria... más que torreznos. Capítulo Dos

El Cañón de Rio Lobos

Nos levantamos temprano, como estaba previsto y pusimos dirección al Cañón de Rio Lobos. Haciendo caso al navegador del coche llegamos a Ucero, no sin antes pasar por cantidad de aldeas y pueblecitos, habitados unos y abandonados otros, por unas carreteras complicadas y realmente estrechas en muchos tramos. Lo explico por si alguien quiere hacer el recorrido, que se olvide de la tecnología y vaya a San Leonardo de Yagüe y desde allí al cañón. Más rápido, más sencillo y mejor camino.
Paredes del Cañón de Rio Lobos
Empezamos en la casa del Parque, y a pesar de que yo había estado allí unos años atrás no conseguía recordar el paraje, así que nos acercamos al punto de información para orientarnos en el camino a seguir, y allí descubrimos al guía multitarea que dicen ahora. Daba lo mismo que te estuviese atendiendo, si a su espalda surgía una nueva consulta, te dejaba plantado y contestaba a otra persona, con un increíble conocimiento "de todo" (mapas, telefonía, extravíos, fauna, flora, geología), vamos un auténtico hombre del renacimiento.
Para no seguir inmersos en ese caos, dejamos el punto de información y fuimos a buscarnos la vida para acceder al cañón, tras una breve indicación del referido entre cuatro conversaciones o cinco que eran las que mantenía a la vez. Llegados a la entrada del parking del cañón, los recuerdos vinieron a mi mente y ya todo fue más fácil. La explicación es muy sencilla, hoy accedimos por la carretera que viene del sur y en la anterior visita por la del norte.
Planteamos una caminata por el Cañón en dos grupos, Paco y yo iríamos a ritmo más rápido e intentaríamos llegar hasta una de las muchas cuevas que existen en las paredes de la montaña, y Jose y Pili irían a un ritmo menor hasta la magnífica ermita románica edificada en la zona más amplia del cañón, justo antes de que éste empiece a estrecharse.
Puente-trampa
El paisaje es impresionante y cuando miras al cielo, en este día limpio y azul como pocas veces, se pueden apreciar los vuelos planeando de cantidad de buitres que habitan en la laderas del cañón, donde tienen sus nidos. El camino elegido apenas tiene dificultades orográficas al menos en los primeros kilómetros del mismo. Solo de vez en cuando hay que atravesar el riachuelo por encima de unas piedras que son a la vez puente y trampa.
Llegamos a la esplanada de la ermita y accedimos a una de las muchas cuevas que rodean el camino, no a la que teníamos como destino, sino a otra de ellas para ver la magnitud de las mismas. En aquel momento y de manera sorprendente sonó el móvil de Paco. Uno de los puentes de piedras se transformó en trampa y una de las chicas resbaló y cayó al torrente, quedando totalmente empapada, situación poco recomendable pues a pesar del sol que lucía la temperatura no se correspondía con él.
Decidimos regresar al parking, donde quedamos en reencontrarnos para volver al hotel y que pudiese ponerse ropa seca. Durante el camino de bajada nos encontramos con dos caminantes que subían y nos comentaron que nuestras chicas nos esperaban y que nos avisaban por si no habíamos podido contactar telefónicamente. No pude evitar preguntarles como nos habían reconocido. Pues fue gracias a nuestros cubrecabezas. Paco llevaba una gorra beige al estilo de Lawrence de Arabia y yo un sombrero blanco Borsalino.
Al final de esta aventura, pasado el susto primero, todo quedó una anécdota que recordaremos como divertida, pues a parte del remojón, no sufrió ni un rasguño, y eso que a estas edades nuestras es muy fácil romperte un hueso o hacerte un herida.

Numancia

Este pequeño incidente fue ideal para hacer un ligero cambio en nuestro programa, que a la larga mejoró las expectativas del viaje. Tras una comida excelente en el Alfonso VIII y mini-siesta reparadora, nos lanzamos a la conquista de Numancia. Grave error, a los romanos les costó una pila de años hacerlo y cuando lo consiguieron no encontraron más que muerte y destrucción y eso que Roma envió a Escipión, su mejor general.
Ruinas de Numancia
Lo nuestro fue menos épico, solo una equivocación en el navegador hizo que nos pasásemos por alto el desvío hacia la ciudad que subsanamos en pocos minutos, accediendo a la recepción del complejo, donde nos facilitaron la información sobre la visita y unas audioguías para la misma. La de Paco,  casi sin pilas.
El recorrido aunque con un poco de viento fue muy agradable con una temperatura ideal y poco a poco fuimos viendo los lugares más significativos: los tres ríos que rodean la colina en la que se encuentra la ciudad, las marcas donde estuvieron colocadas las legiones romanas que se encargaron del asedio, los campos de la ribera del Duero alrededor de ella, y ya dentro del complejo, los restos de la ciudad, como eran sus calles, la estructura de la misma para protegerse del viento, los aljibes de suministro de las casas, una parte de la muralla que la circunvalaba, actualmente restaurada y con un acceso que permitía ver todavía mejor el entorno de la ciudad.
Siguiendo la guía accedimos a dos casas reconstruidas, que daban una idea bien concreta de como era la vida de las gentes que allí habitaban. Básicamente constaban de un recibidor-cocina-comedor-sala de estar, en donde se hacía toda la vida familiar, un pequeño dormitorio con una minúscula ventana y paredes muy gruesas, que da idea de la crudeza de las noches en estos lares. También disponía de un pequeño espacio destinado a despensa y en general de un patio no muy grande que tenía un pequeño refugio techado para los animales domésticos o no que disponía cada familia.
Casa reconstruida de Numancia
En la zona sur del poblado, supongo que con menores rigores climatológicos por su ubicación se encontraban las casas de las personas más poderosas y ricas de la ciudad, y se mantienen algo mejor conservadas, incluso con algunas columnas al gusto de las grandes casas de ciudades romanas. Según explica la autoguía se trataba de las casas de un médico y un escribano. Como han cambiado los tiempos.!!! Posiblemente ahora serían de un constructor y un político. Es una broma, no una queja.
Acabada la visita y después de ver un audiovisual interesante de la ciudad en su época más floreciente y de como fue la conquista por el citado general romano, nos dirigimos al claustro de San Juan de Duero, que desafortunadamente estaba ya cerrado al público, así que lo dejamos para el día siguiente.
Lo que no perdonamos fue la cena y con el mismo criterio que las anteriores, y siguiendo las recomendaciones fuimos a parar al "Mesón Castellano", en plena plaza mayor, donde comimos para variar unos torreznos con la cervecita de rigor y luego unas ensaladas, rusas, de salpicón de pulpo y como no, de setas.
Luego café, a pesar de que alguno le apetecía un gin-tónic en un pub de la zona peatonal al lado de la alameda de Cervantes, el Red Lion. Y a descansar.




miércoles, 20 de marzo de 2019

Soria... más que torreznos. Capítulo Uno.

Hacía tiempo que con nuestros amigos Jose y Paco, queríamos hacer una salida a disfrutar de la naturaleza en unos parajes ya conocidos pero  en los que no habíamos profundizado demasiado. Elegimos un fin de semana con buen pronóstico climatológico y buscamos un alojamiento en la ciudad de Soria que sería el centro de operaciones de nuestra aventura.
La Laguna Negra
El objetivo era La Laguna Negra y el Pico Urbión, el primer día, El Cañón de Rio Lobos, el segundo y para finalizar la ciudad de Soria y su entorno. Así que después de hacer una parada intermedia en el pueblo para descansar y acortar unos 200 km. el trayecto, madrugamos y nos pusimos en marcha hacia nuestro primer hito.

La Laguna Negra y el Pico Urbión

Llegamos a la laguna con el horario más o menos previsto, y allí estaba esperándonos, magnífica como siempre, con sus paredes de piedra negra rodeándola  en la parte norte y las pequeñas pasarelas que facilitan su visita y con ese aire misterioso que le confieren sus historias, de lago negro sin fondo cargado de leyendas insondables e inconfesables que intentaré resumir no sin recomendar la lectura del maravilloso cuento-leyenda de Antonio Machado "La tierra de Alvargonzález". Resulta pues, que en aquellos tiempos no tan pasados de agricultura de penurias, un padre, trabajador incansable, que supo sacar a la tierra lo mejor de ella misma y hacer una cierta fortuna, tuvo tres hijos. Los dos primeros se quedaron en la casa paterna y el tercero, al que su padre intentó dar una dote en vida que lo llevase a los hábitos, después de ver que la vida monástica no era lo suyo emigró a las Indias en busca de mejor fortuna.
Hacia el Pico Urbión
Una vez casados los dos mayores, cegados posiblemente por las intrigas entre sus respectivas mujeres tomaron la brutal decisión de matar a su padre para repartirse las tierras y las riquezas y para deshacerse de él, lo ataron a una piedra grande y lo lanzaron a la laguna negra. Desde aquel día solo desgracias se cernieron sobre sus vidas, perdiendo toda su fortuna e incluso no pudiendo ni comer cada día. En estas volvió con gran riqueza el hermano "indiano", y en poco tiempo compró todas las tierras a sus hermanos, que tardaron el mismo poco tiempo en gastar todo lo que por su patrimonio habían cobrado, volviendo a la misma penuria anterior.
Finalmente observaron que durante la noche una figura encorvada y anciana cuidaba las tierras del hermano pequeño, sin que ellos pudiesen acercarse. Decidieron otra vez sin compasión alguna matar a su hermano pequeño, adueñarse de sus tierras y volver a arruinarse en breve plazo de tiempo como la vez anterior. Las tierras de las fincas fueron abandonadas y nunca más volvieron a producir. Por acabar pronto, insisto en la premisa, mejor leer el relato de Antonio Machado.
Volviendo a la realidad, con Paco intentamos llevar a cabo uno de nuestros propósitos: subir al Pico Urbión. Pronto descubrimos la presencia de una invitada que no teníamos prevista: la nieve, y para mayor dificultad una vez iniciado el ascenso, vimos la magnitud de la complicación, estaba helada, los resbalones iban en aumento, y como no habíamos previsto esta contingencia, íbamos sin crampones. Tras un breve intento de proseguir, tomamos la decisión de volver al incio de la subida, primando la prudencia y la seguridad por encima de las ganas aventureras. Los nuevos deslizamientos de la bajada nos dieron la razón.
Iglesia de Santo Domingo
De todas maneras la belleza de la laguna y entorno compensó el esfuerzo del intento, además de unos bocadillos que traíamos y que disfrutamos a pie de lago.
Como la ascensión fue muy breve, antes de volver al hotel de base en Soria, visitamos la villa de Vinuesa, pueblo magnífico con cantidad de casas y mansiones de ensueño, en su momento propiedad de los indianos que regresaban con grandes fortunas y suponemos que hoy propiedad de alguno de sus herederos, o de alguna entidad bancaria o de alguna administración pública.
Breve reposo y acomodamiento en el hotel con algo más de tiempo del previsto que pudimos aprovechar para visitar el centro de la ciudad, que ofrecía un ambiente festivo impresionante, lejos del que vemos habitualmente en nuestra ciudad, y eso que los castellanos tienen fama de austeros y serios en su manera de entender la vida.
Visitamos el instituto Antonio Machado, donde impartió su sabiduría el gran poeta y narrador de la vida de estas tierras y cayendo ya la noche  en un momento, empezamos a tener la sensación de frío que durante el día estuvo ausente, sin mediar espacio ni tiempo entre él  y el calor, trasladando a un solo día el verso que le dedicó a los campos de Castilla: "nueve meses de invierno y tres de infierno".
Aprovechamos la proximidad para visitar la Iglesia de Santo Domingo, donde pudimos escuchar unos cánticos angelicales a cargo de la comunidad religiosa que vive en el convento adyacente, y alguno, y no digo quién,  para conversar con gran interés con las novicias del mismo.
Torreznos de "El Portillo"
Aún tuvimos tiempo de bajar hasta el Palacio de los condes de Gomara (creo), que en la actualidad es sede de los tribunales de justicia de la ciudad, antes de dirigirnos a colmar nuestras ansias, no de cultura y naturaleza, sino de comida y bebida.
Por indicación de una amiga o conocida de María, tomamos los torreznos con una cerveza o vino en un local llamado "El Portillo", lugar donde hacen los mejores según nuestra informante y que además esta al lado del Instituto Machado y la Iglesia de Santo Domingo. La verdad es que estaban "de vicio", así que todo perfecto.
Animados por la experiencia de la recomendación fuimos a cenar a "El Ventorro", también en la lista de nuestra amiga, y con el mismo resultado: una excelente cena, con unas croquetas de jamón y unas patatas de la casa, que estaban "rebozadas" con pasta de torreznos, una ensalada variada para compensar y un revuelto de boletus edulis para chuparse los dedos. Retiramos pronto a descansar pues el día siguiente prometía emociones y madrugón para aprovechar bien el día en el Cañón de Rio Lobos.



martes, 5 de marzo de 2019

El cumple de Miquel... y las grullas. Y Parte Tercera

Más pronto que tarde, Pili y yo nos despertamos este día y bajamos al bar que era donde servían los desayunos. A pesar de creer que era pronto, el resto ya había desayunado prácticamente, así que sin prisa pero sin pausa recogimos las cosas de la habitación y salimos con destino a Berrueco, donde nos comentaron que había un castillo, o lo que de él quedaba.
Laguna de Gallocanta
Llegamos al pueblo y por sus calles estrechas acabamos en una especie de aparcamiento o mejor dicho ensanchamiento de la vía, dejamos los coches y subimos al castillo. Desde allí la laguna se veía esplendorosa entre otras cosas porque hacía un sol magnífico. El castillo no conservaba grandes muros y tuvimos que hacer un ejercicio de imaginación para verlo. Lo que sí vimos para nuestra sorpresa fue cantidad de aves que emprendían la salida de los campos adyacentes a la laguna y que poco a poco iban tomando altura en busca de corrientes de aire favorables que les ayudasen a llegar a su destino.
Total que hicimos la foto de rigor del grupo en el castillo con laguna de fondo y emprendimos el camino hacia Daroca, lugar elegido para visitar y comer. Por cierto que Berrueco es uno de los pueblos que pertenece a la ruta del Cid.
Antes de llegar al enlace con la carretera nacional que teníamos que coger, la cantidad de grullas que iban saliendo era impresionante, y nuestros fotógrafos decidieron hacer un pequeño alto para realizar las últimas fotos a las aves, que realmente estaban pasando más cerca de nosotros que la noche anterior en el observatorio.
Sin prisas y con las tarjetas de memoria bien llenas de nuevas imágenes de grullas nos dirigimos a la carretera nacional que nos conduciría hasta Daroca, donde teníamos prevista una visita turística por nuestra cuenta.
Puerta Baja
La ciudad es uno de los conjuntos artísticos más importantes de la zona. Defendida por una muralla construida entre los siglos XIII y XVI, tiene dos puntos de acceso al interior de calles adoquinadas por las llamadas Puerta Baja, retocada en el siglo XVI y Puerta Alta, reformada en el siglo XVII. En un alto se encuentran los restos del Castillo Mayor, una alcazaba musulmana del siglo XI. También destacan entre sus construcciones la Colegiata de Santa María donde se conservan los Sagrados Corporales.
Intentaré contar brevemente y supongo que con algunas inexactitudes la "leyenda" del milagro de los corporales. Debía ser un año del siglo XIII en que las tropas de zaragozanos y turolenses fueron a ayudar a Valencia en la guerra contra el infiel, y como era común en la época el ejercito llevaba su propio auxilio espiritual, en este caso el cura de Daroca. En un momento dado y previamente a iniciar el ataque decidieron hacer una misa y dar de comulgar a los capitanes, de tal manera que antes de poder hacerlo una incursión del enemigo les obligó a defenderse, y el sacerdote envolvió las hostias consagradas en los corporales (paños blancos de algodón) y las escondió bajo una piedra para que no fuesen profanadas.
Corporales de Daroca
Las tropas cristianas repelieron el ataque, pero cuando fueron a buscar las hostias vieron que estaban empapadas de sangre, lo que consideraron un milagro y una señal que les condujo a atacar de nuevo y conseguir finalmente la victoria y la liberación del reino. Como sucede a menudo en nuestra historia todos, zaragozanos, valencianos, turolenses, etc. etc., querían llevarse los corporales a su ciudad. Se hizo un sorteo que al parecer toco en tres ocasiones a Daroca, pero ni por sorteo acabamos conformándonos con nada en este país. Así que tomaron una decisión, ponerlos atados encima de una burra y dejar que la divinidad guiase al animal y allí donde parase, sería el lugar elegido para tener la reliquia del milagro. Parece ser que la burra empezó a caminar a su aire y cayó desfallecida, muriendo en la Puerta Baja de la ciudad de Daroca.
Otra historia menos relevante de la visita, es que Pili y yo nos perdimos una parte, menos mal que ya habíamos hecho el recorrido en una visita anterior. Resulta que con las prisas en la salida del hostal nos llevamos la llave de la habitación, así que tuvimos que ir a recuperarla al coche y llevarla al centro de información turística de la ciudad, donde los dueños del hostal pasarían a recogerla.
Después de esta aventurilla y tras comprar algunos dulces típicos de la zona, fuimos a comer al restaurante Cien Balcones, donde disfrutamos de un menú típico muy bien construido y a un precio más que razonable.
Sin más dilaciones ya, iniciamos el camino de retorno a nuestras casas y tras una parada breve en el área de Los Monegros para tomar un café nos despedimos unos de otros y como dice la frase hecha: cada mochuelo a su olivo.




El cumple de Miquel... y las grullas. Parte Segunda

Tras un desayuno bastante contundente, en la creencia de que quizá la comida sería tarde, pusimos dirección hacia Tornos, para encontrarnos con el resto de la peña. Pasamos del Campo de Borja al de Cariñena y finalmente enlazamos con la autovía mudéjar que habría de conducirnos hasta nuestro destino. 
Anento
En el camino decidimos hacer una extensión a Anento, pueblo que nos había sido recomendado por su belleza, ya que se encontraba en el grupo denominado "Pueblos Bonitos de España". Eso nos retrasaría un poco el viaje pero como habíamos salido con tiempo y la distancia no era excesiva no era ningún problema.
Llegamos a Anento y aunque para algunas del grupo, no sé si por las expectativas o por la realidad no les pareció para tanto. A mí personalmente me encanto el pueblo. Caminamos siguiendo las indicaciones de unas cerámicas que marcaban una ruta de rincones pintorescos. Llegamos a la iglesia, que estaba cerrada, pero que anunciaba una visita guiada de la misma en media hora. No parecía que esperar fuera a trastocar nuestros planes de llegar a tiempo a comer con el resto. Así que Paco y yo decidimos acercarnos al castillo del pueblo, que requería un pequeño esfuerzo de ascensión hasta la colina en que estaba ubicado. Quedaban unos metros de muralla con un par de almenas y un trozo de pocos metros del foso que lo rodeaba. Además proporcionaba unas excelentes vistas al pueblo y al valle en que se encuentra localizado.
Sin perder tiempo bajamos a la visita guiada de la iglesia, y ahí se empezaron a torcer los planes, en lo que se refiere a los horarios que habíamos previsto y más cuando la guía nos explicó que "solo" nos entretendría una hora...
Castillo de Anento
En cualquier caso la experiencia fue muy positiva. La chica era muy instruida, simpática, buena comunicadora y gozaba de buena salud. Nunca me había planteado la visión de un retablo con la perspectiva que nos proporcionó: Nos hizo verlo, casi como Manhattan o como el Eixample de Barcelona, es decir como una cuadrícula de avenidas norte-sur (arriba-abajo) y este-oeste (derecha- izquierda).
Con esta disposición nos iba explicando como eran los cuadros más grandes que se corresponden con los santos a que está dedicado el retablo, cada uno con su simbología correspondiente y como las cuadrículas que rodeaban a la principal eran escenas relacionadas con la vida y/o milagros del mismo. La zona mas baja, más cercana al suelo, nos hizo saber que en todos los retablos de origen católico son escenas de la vida y pasión de Jesucristo.
Nos explicó algunos de los aspectos más interesantes de la iglesia, como otros retablos laterales y un púlpito fabricado en yeso, que según sus palabras era una auténtica joya. Total, que se nos paso la hora sin enterarnos y obviamente llegamos tarde a la cita con los demás.
Entramos en Tornos con una hora de retraso, pero los colegas tampoco estaban especialmente preocupados ni esperándonos, habían cumplido con el ritual y se habían tomado un vermut, al margen de haber elegido las mejores habitaciones del Hostal de las Grullas, lugar elegido para pasar la noche y para cenar celebrando el cumple de Miquel.
El retablo
Una vez llevadas las maletas a la habitación, bajamos en el mismo hostal a comer, cosa que hicimos con cierta rapidez pues el objetivo de la tarde que quedaba por delante era encontrar grullas, que según los paisanos este año había muchas y se dejaban ver fácilmente. Apenas 10 minutos de siesta, ni me dio tiempo de ponerme el pijama, y salimos con dirección al primer objetivo: Bello.
Allí estaba uno de los centros de interpretación de la zona, donde amablemente nos facilitaron unos planos y nos pasaron un audiovisual del lugar y de las migraciones de las aves, con todo lujo de detalles y con una amabilidad exquisita siempre que te portases bien. Pudimos comprobar mas adelante el genio de los monitores y encargados cuando una joven se salto la norma y se adentró hacia la laguna. Pecado Mortal!
Desde allí nos dirigimos a Las Cuerlas, otro núcleo de población desde el que se podía acceder por unos aceptables caminos al Observatorio del mismo nombre. Nos apalancamos esperando la caída del sol, que es en realidad el momento en que en teoría tenían que venir más grullas. Lo que realmente empezaron a venir, a parte de los citados pajaritos, fueron cantidad de coches y otros transportes llenos de gente armados con impresionantes cámaras de fotos y todo tipo de objetivos y aparatos para mirar de cerca a las grullas.
También empezó a llegar un cierto descenso de la temperatura que hacía cada vez menos divertida la aventura, pero para disfrutar parece que antes hay que sufrir (jodida cultura judeocristiana) y el premio fue la presencia de bandadas de aves, no todo lo cerca que nos hubiese gustado, supongo que éramos mucha gente y ninguno mudo.
Como no teníamos bastante aventura, partimos hacia la localidad de Gallocanta, que da nombre a la laguna, o al revés, vaya a saber usted, y con la inestimable colaboración de los teléfonos móviles, o mejor dicho con sus "linternas", nos adentramos hacia el observatorio que esta cerca del otro centro de interpretación.
Las grullas
Una vez allí, no se veía gran cosa, era noche cerrada, así que también con la ayuda de la tecnología que acompaña a los citados móviles, estuvimos descubriendo estrellas, constelaciones, etc., mientras nuestros aficionados a la fotografía disparaban sus cámaras hacia ellas, gracias al trípode y a mantener el objetivo abierto "horas y horas".
Regresamos a Tornos con el tiempo justo para cenar y hacer la celebración del cumpleaños, que era lo que principalmente nos había traído aquí. Así que cena en el hostal, cada uno lo que quiso y pastel de cumpleaños con vela, que Miguel soplo un par de veces: una la que tocaba y otra "para la prensa gráfica". Algunas risas, algunos chupitos y yo hasta me atreví a salir a fumar un habano, acompañado eso sí por otras dos "fumadoras", que no nombraré, pero que una vez que ellas acabaron su cigarrillo y se fueron dentro, entre que me quedé solo y el frío que hacía, apenas pude con una cuarta parte del puro.
Sin perder mucho tiempo me fui dentro pero ya todo el mundo había abandonado el comedor y se había retirado a sus aposentos, con lo que hice lo mismo y a descansar para el día siguiente.

domingo, 3 de marzo de 2019

El cumple de Miquel... y las grullas. Parte Primera

La verdad es que cualquier ocasión es buena para reunirse y pasar unas horas, o días con el grupo de la "La bodeguiya". Pero en esta ocasión fueron dos: el cumpleaños de Miquel, decano del grupo y el avistamiento de grullas que dicho así parece que el colega fuese un gran aficionado a la ornitología. Pues nada, que no es un apasionado de dicha ciencia. Lo que sí es cierto que en el grupo hay grandes amantes de la fotografía, y visto el resultado de la excursión, valió la pena y lo pasamos bien, como casi siempre... son muchos años de grupo.
Monasterio de Veruela
El plan era salir el sábado temprano en nuestros coches particulares para llegar a esa hora en que apetece una cervecita y unas aceitunas, dicho de otra manera al vermut. Muchas de nuestras reuniones y aventuras están ligadas a mesas y comidas, sin que por ello no haya otras más culturales y edificantes. Bueno la gastronomía también es cultura.
El destino era el pueblo de Tornos, en la provincia de Teruel, cerca de la laguna de Gallocanta, lugar de paso y avituallamiento de las grullas en sus idas y venidas del frío al calor y viceversa.
Jose, Paco, Pili y un servidor decidimos adelantar el viaje al viernes por la mañana con el objeto de visitar el monasterio de Veruela, famoso entre otras cosas porque fue desde una celda de él, desde la que Gustavo Adolfo Bécquer escribió sus famosas "Cartas desde mi celda". Al margen de esta curiosidad, el motivo de la vista era que en una ocasión con motivo de una subida al Moncayo unos no pudieron verlo y a otros se nos había olvidado más o menos la visita anterior.
El monasterio es una auténtica joya, rodeado por una muralla que se conserva íntegramente, fundado por D. Pedro Atarés en el lugar indicado por una aparición virginal que tuvo en un momento de su vida. La verdad es que en aquella época había gran hiperactividad de vírgenes que decían donde construir monasterios.
Acceso al interior del patio del claustro
El claustro es impresionante con un acceso al interior del patio del mismo muy poco común y espectacular, como se puede apreciar en la fotografía que adjunto. Destacable además el gran refectorio del cenobio que da una idea del volumen de monjes y demás personas que en su día debió tener. Son también dignos de ver la cocina, bien comunicada con el comedor y sobre todo la zona donde se supone que "los gobernantes" repartían las tareas a los obreros que acudían cada día al cuidado de los campos, tanto de dentro del recinto amurallado como de los exteriores, que debieron pertenecer a la Orden.
La iglesia es también impresionante por su valor artístico y por sus dimensiones y lo que es realmente impactante es la sacristía con un techo magníficamente decorado y sobre todo con una puerta de acceso a la misma espectacular.
Después de visitar una sala dedicada a los hermanos Bécquer, abandonamos el lugar no sin antes hacer una breve visita al museo del vino y del aceite, que se encuentra en el mismo recinto. Estamos entre dos comarcas de vinos bien conocidas: el campo de Borja y el campo de Cariñena.
Hicimos una breve comida en un mesón próximo al monasterio con vistas al Moncayo, estos días nevado, y partimos en dirección a Tarazona, segunda parada de este día y lugar de descanso antes del próximo destino.
Casas colgantes
Realizado el ingreso en el hotel que teníamos reservado, sin perder tiempo nos lanzamos a la visita de la ciudad, pues queríamos callejear y verla a la luz del sol. Nos dirigimos en primer lugar a la catedral y aunque estaba a punto de cerrar, pudimos hacer una breve visita, de su retablo, sus naves y sus capillas, así como un claustro, en este caso y según creo protegido del exterior por ventanas y paredes. Imagino que es una obra relativamente reciente. Después paseamos por el exterior, que ofrece un espectáculo impresionante sobre todo por el nivel de conservación que mantiene el edificio. Todavía hay andamiajes y zonas de restauración.
Seguimos nuestro paseo, cruzando el río para adentrarnos en el barrio judío de estrechas  y tortuosas callejuelas, donde se pueden observar vestigios de la época en que allí vivieron. Caminando llegamos a las conocidas como casas colgantes de Tarazona, espectaculares,  unas mejor conservadas que otras pero todas ellas impactantes por la dificultad de la arquitectura constructiva. Y en esta misma línea los pilares que sostienen el palacio episcopal, que hacen pensar en si realmente es segura su construcción. Intuyo que sí, porque el tiempo que lleva aguantando no es poco.
Visitamos también en este lado del río la flamante fachada del ayuntamiento, con unas decoraciones maravillosas y en la misma plaza, el monumento destinado a festejar el reconocimiento internacional de fiesta popular del famoso "cipotegato", que centra la cultura popular y festiva de esta ciudad.
Vista desde el mirador
Desde un mirador cerca de la catedral vieja y del citado Palacio Episcopal, pudimos hacernos una idea de toda la ciudad, donde destaca el perfil de su catedral, el río perfectamente canalizado que la atraviesa y la visión de la magnífica plaza de toros vieja, un monumento construido por iniciativa privada y popular en que sus palcos y gradas son viviendas. Supongo que no debe haber muchas con estas características en el mundo. Luego bajamos y pudimos verla desde dentro.
Paco y yo, ya de noche apuramos el paseo para ver alguna zona que nos queda fuera del recorrido, ya noche cerrada, pero interesante, pues los monumentos, como la torre del convento de la Concepción está iluminados y resaltan aún a oscuras su belleza.
Lo que da de sí una tarde si no paras de caminar: tuve tiempo de ir de compras, y tras consultar a diversos paisanos, fuimos a tomar unas tapas a un establecimiento muy cerca del hotel, El Travesía que además de estar muy buenas eran realmente baratas.
Luego a descansar que mañana tenemos que incorporarnos al redil del cumpleaños y algunos kilómetros por delante además de alguna idea para antes de llegar.


Bretaña y las Islas del Canal. Y parte Cinco

Nos despertamos, como casi siempre a buenas horas, o sea temprano y tras hacer el "check-out", por cierto que tenían todo el siste...