domingo, 24 de enero de 2021

Navidad 2020: También especial

Después de un año complicado por el coronavirus, algunos pensábamos que para las Navidades todo estaría más o menos solucionado y podríamos disfrutar de ellas con la familia y los amigos en un sitio y en otro. Nada más lejos de la realidad. Por no aburriros, queridas paredes no entraré en los detalles que tuvimos que superar para poder cenar en casa con los hijos, consortes y nieta y para poder desplazarnos al pueblo para comer con mi madre, mi hermana y sobrinos.

Cena de nochevieja

En todo caso, todo salió más o menos bien y pudimos cenar el día de Nochebuena y recoger los regalos de Papa Noel, al mismo tiempo que solicitamos a los Reyes Magos el anticipo de los suyos, ya que no teníamos claro que el día que toca, o sea el 6 de enero sería viable que los pudiesen entregar debido a la  jodida pandemia. Sin apurar mucho por el toque de queda y tras cenar un solomillo ibérico que yo eché a perder por seguir al pie de la letra una receta de la red, sin previa comprobación, Claudia, Manel y Mónica se fueron a su casa y al poco tiempo lo hicieron Carlos e Izarbe, con el alivio que nos supuso a Pili y a un servidor saber que estos últimos habían decidido no viajar el día de Navidad a la comida con el resto de la familia. Criterio acertado como se comprobó a posteriori.

El viaje al pueblo, en estas fechas fue algo poco común: salimos con un espléndido día soleado de Terrassa y llegamos a Villanueva con el mismo sol, sin ni siquiera un mínimo asomo de niebla, cosa que como digo no consigo recordar de años anteriores. Allí nos esperaba la familia en la bodega de Martín que había sido acondicionada para la pandemia, mesa larguísima con importante separación entre comensales y colocación por "burbujas" de convivientes. Comimos entre otras cosas, los canalones típicos de la abuela y que no fallan ningún día de Navidad, plancha de gambas y zamburiñas, y luego "la carne", en esta ocasión cabrito rebozado, que le costó algún enfado a Margarita. Se sumó, lo de picoteo previo, croquetas y empanadillas caseras, algo de verde para disimular un poco y finalmente los turrones y postres adecuados al día. Todo bien regado con una excelente garnacha blanca, champán francés y hasta agua mineral para los de la liga anti-alcohólica. Como siempre, y a posteriori, demasiada comida... Ah!!! y con la presencia de un Papa Noel, muy particular este año, que hizo las delicias de chicos y grandes...

La cena de Nochebuena en casa

Al día siguiente, tras breves y protegidas visitas al resto de los familiares y comer de nuevo en la bodega de Martín con algo más de mesura, quedamos para hacer una merienda-cena (el toque de queda no deja más opciones) con los amigos de la Peña y como que en esta ocasión la "mayoría parlamentaria" estaba en Fraga, decidimos desplazarnos allí. Con todas las medidas posibles, o sea en una terraza al aire libre, procedimos a dar cuenta de unas tapas y sobre todo a charlar y manifestar todos los deseos de poder comer o cenar todos juntos como antaño... El frío, más que las ganas de terminar la comida, nos sacó de la terraza y cada mochuelo a su olivo.

Por la mañana, aunque sin madrugar mucho y tras un breve desayuno, fuimos a despedirnos de mi madre y mi hermana y pusimos ruta con destino a Terrassa, con la intención de llegar a la hora de la comida para ya luego tener libre la tarde y dar un paseo, si el tiempo lo permitía y quemar algunas de las no pocas calorías que habíamos acumulado en tan solo dos días en el pueblo.

Las intenciones eran esas pero la realidad se convirtió tras un whatsap en algo totalmente distinto al relajamiento que teníamos previsto: Izarbe había "roto aguas" y estaba ya ingresada en Aptima donde tenía previsto el nacimiento de su hijo y a la postre de nuestro nieto. Tras un primer intento de parto se pospuso pues no acababa de dilatar y siguió con lo que llaman las matronas "trabajo de parto". No nos dijo nada antes, con la buena intención de que no nos pusiésemos nerviosos en el regreso a casa en coche y nos lanzásemos a una carrera tipo rally. La tarde-noche ya fue pasando de otra manera, con las sensaciones encontradas de alegría y preocupación, que tan bien se entremezclan en esos momentos de espera hasta saber cómo van las cosas en la llegada a este mundo de un nuevo inquilino.

Nuestro particular Papa Noel
Por suerte y con la inestimable colaboración de Izarbe, los profesionales de Aptima, un poco también Carlos y el descubridor de la epidural, Roger llegó en domingo a este mundo para alegría y festejo de toda la familia: padres, abuel@s, ti@s, prim@s y en especial de la bisabuela, que ha conseguido no creo que un récord pero sí la no pequeña gesta que supone tener un bizniet@ de todos y cada uno de sus niet@s.
La pandemia, omnipresente en todas nuestras vidas durante los últimos meses, o mejor dicho las restricciones que los que mandan han decidido, impidieron que pudiésemos ir al Hospital a ver al recién nacido y eso que prácticamente cada vez que salimos Pili y yo a pasear, pasamos por la puerta y miramos como dos "lelos" hacia las ventanas a ver si adivinamos en que habitación están los chicos... cosas de abuelos...
Un día pudimos ver a Carlos, aprovechando que Izarbe había pedido a su madre que le llevase algunas cosas que necesitaba y que las de la clínica no acababan de irle bien, o que se había olvidado con los nervios y las prisas de llegar tras la rotura de aguas. En cualquier caso nos sirvió como tranquilizante al ver que todo iba adecuadamente y con las fotos que nos iban enviando, programamos una visita para ir a verlos a todos tan pronto como estuviesen instalados en su casa y tan pronto como encontrásemos un resquicio a las limitaciones de movilidad.
Y así fue como, justo antes de que entrase en vigor el confinamiento municipal, nos acercamos a casa de Izarbe y Carlos, cargados de los regalos que habían tenido en el Papa Noel de Villanueva, a lo que se añadió algo de comida que les puso su tía y su abuela del pueblo y algún que otro tupper que también había preparado su madre, lo que les permitiría salvar el asunto comidas hasta que pudiesen organizarse en casa, pues la llegada de un niño a una casa alegrías a parte, supone un cambio definitivo en la dinámica de los hogares, sobre todo en horarios y logística. No sé si al día siguiente o quizá dos días después recibieron la visita de Manel y Mónica junto con Claudia para conocer al nuevo miembro de la familia.
Una vez que se estableció el nuevo confinamiento y las nuevas normas de conducta para la pandemia, los días fueron pasando poco a poco, tirando de contactos telefónicos, alguna video-llamada y con los amigos de la bodeguilla de abajo una reunión por zoom, día sí, día no.
Pili y Roger
Llegó finalmente el día de nochevieja y como cada año, preparamos una fiesta, con otra conexión de zoom, pero esta vez a las 11:45 horas y en la que cada uno desde su casa y tras una cena de dos en dos nos comimos las uvas a la hora que tocaba y brindamos como cada año con cava bien fresquito esperando y deseando que el 2021 sea algo menos malo que el año que dejamos atrás, aunque para nosotros el 2020 siempre será el año que nació Roger y por tanto aunque al final tendremos un recuerdo maravilloso, agradable y amable del mismo. Para colaborar con ese recuerdo Pili y yo encargamos una cena en Al Panino consistente en una docena de zamburiñas y unas gambas al ajillo a las que le añadimos un plato de jamón ibérico con rodajitas de pan con tomate y regado con un champagne muy frío. No consigo recordar una cena de fin de año en que estuviésemos físicamente solos, aunque igual es cosa de la memoria, porque calculo que el año que nació Manel, el 30 de noviembre, no creo que nos diera tiempo en un mes de poder participar en una cena con más gente.
Pasados los días de Nochevieja y Año Nuevo en que años antes celebrábamos también en grupo el santo de Manel y mas anteriormente el de su abuelo Manolo, y que por las mismas razones este año no ha podido ser, casi dimos por finiquitadas las fiestas navideñas, pues como decía al inicio de la entrada habíamos pedido a los Reyes Magos que nos adelantasen sus presentes al día de Nochebuena.
Con estas condiciones arrancamos el año 2021, por una parte esperanzados con la vacuna del COVID, pero por otra algo más que preocupados por la evolución de la pandemia, que no parece tener fin y de la que no podemos desprendernos de ninguna manera, pues los medios de comunicación nos tienen bombardeados con ella. Ni siquiera los políticos con sus aberrantes historias y decisiones son capaces de sacárnosla del pensamiento: la razón es simple, la utilizan para justificar cualquier destrozo que provoquen o cualquier estupidez que digan, por injustificable que sea. 

"Las mamis con sus retoños"
La única manera que hemos tenido de librarnos de ella ha sido gracias a Filomena, un temporal que ha dejado todavía más "en pelotas", la capacidad de planificación, previsión y respuesta de las autoridades competentes (todas). Al menos a "ellos" les sirve para algo, diversificar a qué o quién echar las culpas de todas sus carencias, y a nosotros se nos hace algo más entretenido no escuchar siempre la misma excusa.
Pues lo dicho, a empezar el año con optimismo que ya se vacunan abuelos en residencias como primer grupo de riesgo, sanitarios en primera línea como segundo y como tercero, todo aquel que tenga un poco de poder y acceso a las mismas (consejeros autonómicos, alcaldes, concejales, jefes del ejército, etc.). Por fin hemos conseguido uno de nuestros anhelos, como dice un sobrino mío cercano: Hace nada, cuando aún estaba en experimento la vacuna, decíamos que se vacunen primero los políticos. Ahora que lo hacen, nos quejamos. Yo le cambiaría el nombre al país, nación, o lo que quiera que seamos: Quejaña lo llamaría...
Feliz 2021 queridos muros, y también a todo el que pase por aquí.

Bretaña y las Islas del Canal. Y parte Cinco

Nos despertamos, como casi siempre a buenas horas, o sea temprano y tras hacer el "check-out", por cierto que tenían todo el siste...