martes, 28 de febrero de 2017

El pueblo..., mi pueblo..., o sea Albalatillo

Tengo algunos amigos, urbanitas ellos, que dicen que les gustaría tener pueblo y que suerte la mía que tengo pueblo.
Pues es verdad, para mi es una suerte tener Albalatillo, ese es mi pueblo. Por poco que vaya, y lo cierto es que últimamente no voy mucho, siempre encuentro la misma satisfacción, el mismo sentimiento de pertenencia y la misma alegría de reencontrarme con cualquiera de sus vecinos, sean familiares, conocidos o desconocidos, que con los años que van pasando a algunos ya no los reconozco, y tengo que recurrir al sufrido "y tú de quien eres?" para situarlo casi siempre a través de sus padres en las telarañas de mi conocimiento.
En el Guggenhein de NY con la camiseta
Esta entrada viene a cuento de algo tan poco común en mi pueblo como es "una calçotada". Hace unos diez días con un grupo de padres del colegio de mi hija (ya tiene mérito, pues ella tiene 28 años) hicimos una comida en Ullastrell donde fueron protagonistas "los calçots" y las costillas de cordero y la botifarra a la brasa. Habíamos hecho otra el año pasado y en aquella acudí con una camiseta que llevaba un mensaje en la parte de delante: "Yo 💜 Albalatillo". Era una de las camisetas que cada año la comisión de fiestas del pueblo crea y vende a los que acudimos al evento como una fuente más de financiación del mismo.
Así que este año acudí con un jersey, hacía algo más de fresco que el anterior, y para mi sorpresa una de las asistentes, me comentó:
-Hombre José Antonio, estoy un poco decepcionada, no has traído la camiseta de tu pueblo, ese que se llama "Baratillo".
-No te equivoques, contesté. El pueblo se llama Albalatillo, y la camiseta me la pongo en un momento.
Había llevado en la bolsa una que en esta ocasión y jugando con el lenguaje y la modernidad del "You tube" tenía el siguiente mensaje en la parte delantera "You tube de fiestas en Albalatillo".
Toda esta conversación derivó en una batería de preguntas acerca de mi pueblo, donde está, cuanta gente vive, de qué viven, que se hace, etc...
Así, que ni corto ni perezoso me dediqué un buen rato a responder todas esas cuestiones de la mejor manera que pude, no sin olvidarme de remitirlos a la web, donde podrían encontrar mucha más información (www.albalatillo.es).
Albalatillo. La Iglesia y la plaza
El día, una vez pasada la comida, los caldos, espumosos incluidos, las infusiones, los digestivos y unos magníficos habanos "Vega Robaina", de los que dimos cuenta con mi amigo Rafa (el resto no fuma), me sirvió para ver como podría explicar con pocas palabras lo que era realmente Albalatillo para mí y me dió la idea de hacerlo por escrito y el blog podría ser un buen lugar, intentando ser más breve porque en la comida hablé tanto que creo que los deje agotados.
Pues se trata de un pueblecito en los Monegros, en la provincia de Huesca, de poco más de 200 habitantes, con una pirámide de población al uso de los tiempos, es decir totalmente invertida, que viven básicamente de la agricultura (cereales y algunas hortalizas) y la ganadería (vacuno de carne, porcino y aviar).
Es como ya he dicho "mi pueblo", donde nací y viví de manera continuada hasta los 11 años, en que salí al internado para ya solo regresar de manera temporal (vacaciones, primero escolares y luego laborales) hasta la actualidad. Todo y este tiempo limitado de vida continuada, me siento albalatillero. Alguien dijo que las raíces estaban en la infancia y a mi parecer tenía razón.
Es un pueblo moderno, los cultivos son de acuerdo a las necesidades actuales, tiene la independencia que da tener ayuntamiento propio, pese a la escasez del censo. Ofrece los servicios que puede ofrecer un núcleo con tan poca población, pero no son pocos: local y bar social, consultorio médico y de enfermería, fibra óptica y local público de informática, concentración parcelaria y riegos automatizados. Tiene una iglesia bien restaurada, y un frontón que se utiliza más como espacio de fiesta que como lugar de juego a la pelota. Tiene un espacio polideportivo con piscina y pista polivalente de tenis y futbol sala, así como un campo de futbol (de tierra, eso sí) que en su tiempo fue lugar de "gloria" para el equipo de futbol local y que algún día contaré con más detalle.
El frontón convertido en sala de baile
Uno de los atractivos mayores del pueblo son las fiestas de verano del 20 de julio en honor a Santa Margarita, no solo por las actividades, entretenimientos y juergas que se dan en estos días, sino mucho más por el reencuentro de los albalatilleros que andamos desperdigados por el mundo y que acudimos a estas celebraciones como si de un ancestral rito se tratase. Tal como si en el ADN de los que somos nativos del lugar, hubiese un gen llamada que se activa cada mes de julio sin posiblidad de evitarse, sea cual sea la posición, el sexo o la edad que tengamos.
Las características y la forma de como se viven estas fiestas merece una entrada a parte, que obviamente algún día escribiré, pero no puedo dejar de mencionar algo realmente inusual: todo el mundo, sin distinción de edad o ideología, participa en la fiesta. Así se puede ver una partida de guiñote entre dos chicas jóvenes contra dos de los más venerables pratiarcas de la población. La conclusión que sacamos es que como somos pocos, para poder hacer algo de bullicio tenemos que ir todos y juntos.
Muchas más cosas es Albalatillo, pero para ser fiel al propósito que me hice de escribir cosas cortas, lo dejo estar por el momento, con la intención de continuar hablando de "mi pueblo".


jueves, 9 de febrero de 2017

Los emoticonos y el Barça

No es que tengan que ver unos con otro, pero un día dije que explicaría como inicié mi sentimiento "culé", primero simpatizante, luego seguidor, después forofo y finalmente socio. Y claro cuando intento poner en orden el nacimiento de esa pasión blaugrana, me voy al tiempo en que yo creo que se inventaron los emoticonos, aunque nunca nadie reconoció ese descubrimiento a la persona que lo hizo, entre otras cosas porque esto sucedía en Los Monegros, en Albalatillo, un pueblo de poco más de 200 habitantes.
El Mundial 1966
Iremos por partes, como decía Jack el Destripador. El año era 1966 y me acuerdo porque era el Mundial de Fútbol de Inglaterra, el primero que yo tenía conciencia de su celebración, ya que las teles en blanco y negro ya se habían asentado en algunas casas y el resto lo podíamos ver en el cafe-bar del pueblo.
Antes de entrar en materia del tema de la entrada, no puedo dejar de contar una maravillosa e inocente anécdota, que ocurrió en el día de la final del mundial, que ganó como muchos aficionados al fútbol saben la selección inglesa en un partido dramático, con prórroga, gol fantasma, etc., etc. También es sabido que en aquella época en este país la tendencia germanófila de la población era mayoritaria, al menos en mi pueblo.
Resumiendo, que una vez acabado el partido, todos los chavales salimos a la calle, a reproducir las jugadas y goles, en la plaza del pueblo, en aquel momento de dura tierra y gravilla. En esta tesitura apareció uno de los niños del pueblo, obviamente seguidor de Alemania, en el momento en que acabábamos el juego y alguien con voz de locutor de radio, soltó a grito pelado: "Y así finaliza el encuentro... victoria de Inglaterra por 3 a 2 en la prórroga" (el resultado no sé ahora mismo si fue ese exactamente). Casi sin tiempo para acabar la frase, nuestro amigo recién llegado, nos dejó a todos con la boca abierta y definitivamente perplejos, sin saber que responderle: "En la tele de mi casa ha ganado Alemania". Cosas de chicos de 10-11 años en una época en que nos costaba entender como era eso de la tele...
La Plaza de Albalatillo
Bueno pues ese mismo año, una unidad móvil de televisión española de Madrid, tenía que venir al pueblo para explicar como era la vida rural en aquel momento. Yo estaba con mi tío (un hermano de mi padre), esperando la llegada de la tele, que unos cuantos vecinos habían ido en coche a recibir a Bujaraloz, en la misma carretera N-II en el que se cogía el desvío a la comarcal que conducía a mi pueblo. Tampoco había GPS en la época, y la gente, amablemente había ido a esperarlos con el fín de que no se perdiesen y nos quedásemos sin programa.
Todos se pusieron las mejores galas, traje, corbata, zapatos, etc. Aquel día era un día soleado pero con un cierzo (viento del noroeste), que como solía ser frecuente azotaba el pueblo de manera brutal, casi costaba avanzar en su contra. Aquí empezaron las decepciones: No les hizo gracia a los de la tele, la modernidad del personal, esperaban gente con pantalones viejos, camisas desgastadas y "albarcas rotas" (calzado que se utilizaba para ir al campo). Total, que no se pudo grabar lo que fuese que venían a grabar. A mi edad no conseguía entender bien que pasaba, y además con el cierzo que hacía empezaba a estar destemplado.
Finalmente mi tío, sarcásticamente dijo: "Entre el cierzo y los de Madrid, acabarán con nuestra tierra". Yo, ya entendía que contra el cierzo poco podía hacer, pero Madrid, para mí era el equipo de fútbol de la época, y no se me ocurrió otra cosa que decidir hacerme para siempre del Barcelona, lo de Barça vino más tarde, como manera de lucha contra los que iban a acabar con mi pueblo.
El emoticono
Ese mismo año, antes de irme al internado, por recomendación del maestro del pueblo, mi madre me encargó una misión que tampoco entendía mucho. Vivían en uno de los pajares del pueblo una familia gitana, a la que hacía unas semanas que la Guardia Civil había arrebatado uno de sus miembros (hijo del jefe, y esposo de una de las chicas), para llevarlo a "la mili".
Mi misión era la siguiente: Le había llegado a la desconsolada esposa una carta, que alguien había escrito por el marido. Yo tenía que leérsela a la mujer, y después a modo de secretario, escribir la contestación para remitirsela al cuartel al chico.
Hasta ahí, la cosa era rara, pero entendible, ninguno de los dos sabía ni leer, ni escribir. Lo sorprendente: Cuando me disponía a cerrar el sobre de la carta que "había escrito" la chica para poner la dirección en el mismo, me dice: "Espera, no cierres aún...". Se levanta de la mesita en que me estaba dictando y va hacia el armario en que guardaba la vajilla, abre un cajón y saca un pintalabios rojo vivo, se pinta los labios y estampa un beso en la cuartilla. Quedaron marcados los labios en el papel, y tras mirarlos un rato, me dice: "Ahora ya lo puedes cerrar". Dicho y hecho, cerrado, escrita la dirección y yo sin percatarme que había asistido al momento histórico de la invención de los emoticonos..., tal como se conocen ahora. Creo que antes, ya los egipcios y otros pueblos los tenían incorporados a su escritura.

domingo, 5 de febrero de 2017

... Y Tenerife IV

Ya no sé que expresión utilizar para el desayuno, pero la realidad es que fue igual que los días anteriores, "sin conocimiento". Así que enfilamos prácticamente la misma ruta que las jornadas previas hasta la salida de la autovía que indicaba "Teide". Desde allí recorrimos los mismos kilómetros que en el primer intento de días antes y a partir de allí una carretera aceptable con curvas, eso sí, y con unos paisajes, primero de bosques y a medida que nos íbamos acercando volcánicos y lunares.
Alrededores del Teide
Ya intuíamos que los dos días nublados anteriores habrían condensado las visitas hoy, con un sol radiante y un cielo totalmente despejado. Acertamos y las posibilidades de acceder con teleférico se esfumaron en el momento de llegada al aparcamiento que da entrada al mismo. Ni un solo hueco. Así que pasamos de largo buscando un espacio en los arcenes de la carretera, donde pudimos aparcar relativamente cerca.
Paseamos por los paisajes lunares que rodean la salida del teleférico, una vez pisando tierra de lava granulada gruesa de tonos oscuros, otras de tono más claro y con los granos de arena más pequeños que en algún momento recuerdan a la de algunas playas de la Costa Brava. Hicimos fotos del lugar desde un ángulo y desde otro y hasta nos sentamos un ratito a disfrutar del paisaje que ofrecía la montaña, en un día tan radiante de sol.
El programa de hoy nos ofrecía una comida con Carlos, nuestro amigo, que ya se había encargado de reservar. Así que sin entretenernos demasiado iniciamos la bajada con la intención de ir parando en los lugares ya adecuados para ello con la idea de volver a ver el majestuoso Teide desde otros ángulos de vista, así como los observatorios astronómicos, unos de los más importantes del mundo, debido a la nula contaminación lumínica, la altura del lugar y lo despejado de los cielos.
Panorámica desde un mirador
La verdad es que la contemplación de los parajes hace que el tiempo pase sin enterarse, y la cantidad existente de lugares que acaban dándote ángulos insospechados de la montaña y adyacentes, nos ayudaron de manera eficaz a llegar tarde a la hora de comer. Alguna de las fotos panorámicas que hicimos y que adjunto, creo que dan fe de lo que escribo.
Pues bien, Carlos si fue puntual y cuando nos acercábamos  al lugar de la cita ya lo vimos esperándonos. El restaurante, La Cuadra del Palmero, precioso lugar, rústico en decoración y con plantas exuberantes en el patio. La comida, nos dejamos aconsejar por el amigo, que nos recomendó una ensalada canaria y una carne "de fiesta" para picar, y finalmente que cada uno escogiese un plato.
Después de los cafés y los chupitos nos despedimos de Carlos, para él era día laborable y nosotros nos dirigimos hacia el hotel, para hacer una siesta reparadora y coger los últimos ánimos para terminar la visita a la isla.
La Cuadra del Palmero
Acabado el reposo, bajamos paseando como casi cada día por la calle del Pilar, hasta llegar a la zona más comercial donde están todas las tiendas, muchas debido a la globalización, las mismas que en cualquier ciudad de la península. Compramos los regalos y recuerdos para nuestra descendencia y después de dar una vuelta por el puerto, que hay que decir que estaba bastante solitario y hasta un poco tenebroso, nos dirigimos a nuestra cafetería de cabecera a cenar de manera bastante comedida, ya que son días los que llevamos castigando nuestro aparato digestivo.
Nos despedimos cordialmente del equipo que tan amablemente nos ha atendido en las cenas de estos días y nos retiramos a descansar, previa preparación del equipaje, ya que mañana, salimos temprano y habrá que madrugar, y nos quedan algunas obligaciones antes de subirnos al avión con destino a casa: check-out, devolver el coche, ... y desayunar!!!
Fin de las operaciones.



jueves, 2 de febrero de 2017

Tenerife III

Día 4: Nuevo ataque al buffet del desayuno y salida por la autovia Tenerife Norte otra vez, hasta Puerto de la Cruz. Una vez conseguido un aparcamiento en una de las callejuelas del centro histórico, por casualidad y después de estar perdidos un rato dando vueltas, hacemos una especie de conciliábulo y decidimos obviar la visita al Loro Park, y dedicar el día a callejear, sin prisa y sin un rumbo claro. Nos apetecía algo así a los cuatro, después de la intensidad del día anterior y las previsiones del siguiente con la subida al Teide.
La Plaza Europa
Puerto de la Cruz parece sino lo es, la ciudad más cosmopolita de la isla, con una actividad importante para las horas en que empezamos la visita y las fechas del año en las que estamos. Empezamos a pasear tranquilamente, después de un café y una parada higiénica en uno de los bares del centro, por la calle de Las Lonjas.  Se trata de una animada calle, empedrada, donde al parecer se encontraban no hace mucho las lonjas de los pescadores de la isla, así que podría haberme ahorrado la explicación del nombre de la calle. En la actualidad hay mucho comercio de todo tipo, da la impresión que muy destinado a los visitantes.
Después paseamos por la plaza Europa, dejando que el sol y la brisa proveniente del Atlántico nos bañe las caras y hasta nos quedamos un ratito observado el oleaje casi de manera hipnotizada. La plaza esta bordeada en la fachada de mar por unos cuantos cañones de defensa marítima, que no sé ubicar en el tiempo en que fueron utilizados y que al parecer el Ministerio de Defensa tiene cedidos a la ciudad.
Ntra. Sra. de la Peña de Francia
Mención aparte merece la Plaza del Charco, en su día llamada del Charco de los Camarones. Parece ser que no hace demasiado tiempo, cuando subía la marea inundaba la plaza, y por razones de los desniveles del terreno cuando bajaba, dejaba en la zona una charca con agua. Según cuentan, los habitantes de la ciudad, cuando esto sucedía podían pescar camarones. Las versiones varían bastante cuando te explican las cantidades que se capturaban, desde algunos hasta carros enteros...
Si a la plaza Europa la hubiesen llamado la plaza de los cañones, hubiera dicho que los "puertocruceños"??? eran muy prácticos a la hora de bautizar los lugares...
Luego nos acercamos a la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, con una bonita plaza delante de su entrada principal y una zona peatonal muy agradable para pasear. Como el ritmo que llevamos es realmente relajado, nos ponemos en hora de comer y siguiendo las instrucciones de nuestro amigo Carlos, vecino de la ciudad, tras haber hecho la pertinente reserva, nos dirigimos al restaurante de la Cofradía de Pescadores.
Elegimos unas "lapitas", molusco típico de la zona, unos calamarcitos y unas zamburiñas con algo de "verde" para el pica-pica y de segundo un cherne, también del lugar, que pudimos elegir en una bandeja de pescado fresco muy apetecible. Nos lo cocinaron a la brasa con verduritas y acompañado con "papas arrugás". Vino de la zona, muy de acuerdo con el menú y del postre ni me acuerdo. La verdad es que quedamos encantados.
Con estas condiciones y sin la siesta preceptiva nos dedicamos a seguir vagueando por las calles del centro, mientras Pili y Margarita buscaban cosas que comprar, en algunas de las tiendas que no cierran al mediodía. Como que ni las compras, ni el vaguear daban para mucho más, decidimos ir a buscar nuestro coche donde lo habíamos dejado por la mañana.
La Cofradía de Pescadores
Antes de regresar a Santa Cruz, tomamos un cafetito, con intención de despejarnos y llegar al hotel en un horario, que nos permitiese un pequeño reposo antes de salir a buscar nuestro restaurante de cabecera para las noches.
Cena frugal esta vez y como se me olvidó el puro y en el restaurante no tenían, castigados sin chupito y sin gin-tónic y a descansar. Mañana Teide sí o sí.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Tenerife II

Día 3: Desayuno sin piedad, recogida del carruaje, consulta a nuestro hombre del tiempo (teléfono móvil) y rumbo hacia Punta Teno, Santiago del Teide e Icod de los Vinos. Poca información tenemos de la ruta, excepto el drago milenario y las recomendaciones de Carlos, amigo tinerfeño, acerca de la belleza de los parajes.
Por la autopista de Tenerife Norte, hasta la salida de  Puerto de la Cruz, y posteriormente por una aceptable carretera hasta Icod de los Vinos. De allí salimos en dirección Garachico, para continuar hacia Buenavista del Norte, población en la que se toma una carretera un poco más complicada que nos conducirá a la Punta Teno.
El faro de Punta Teno
En este mismo camino que se va estrechando llegamos a una barrera en la que nos indican que no hay acceso para vehículos privados, pero que si damos la vuelta, a unos doscientos metros hay un espacio en el que podemos aparcar y coger una "guagüita" que sale del último pueblo y podremos pasar. Ni lo pensamos, seguimos las instrucciones y con una puntualidad casi británica aparece el transporte colectivo y accedemos al parque de Punta Teno.
Una vez allí, respondemos amablemente a Antena 3 Canarias de lo que nos parece la limitación de visitas a turismos privados los fines de semana. Es justo el primer fin de semana que lo ponen en marcha y querían saber opiniones de los usuarios. Visto el parque, todos nosotros creemos sin duda que vale la pena proteger el paraje y obligar a acceder en transporte colectivo.
El paisaje es espectacular, un faro preside la zona, toda ella de tierra volcánica, propia de una película de ciencia-ficción, el mar golpea rítmicamente una zona de rocas, fácilmente accesible y en la que algunos valientes se atreven a darse un chapuzón. Desde un mirador a la izquierda se pueden ver desde otra perspectiva y a lo lejos los acantilados de Los Gigantes. Al frente el océano inmenso con una cierta neblina que lo hace más mágico y poderoso. A la derecha la silueta difuminada de la isla de la Gomera. Por detrás de nosotros unas montañas que son el aperitivo de lo que nos espera en Masca, en dirección a nuestra próxima parada.
Masca ¿Hawai..?
Haciendo caso de las recomendaciones del guía de la "guagüita" que nos conduce de nuevo al aparcamiento de nuestro coche iniciamos el camino hacia Santiago del Teide. Cumplimos las premisas que nos ha recomendado: queremos ver paisajes espectaculares, no tenemos mucha prisa y no hemos comido todavía.
En pocos kilómetros de la ruta entendemos perfectamente a nuestro consejero, no se puede correr, porque hay tantas curvas que si vas con prisa mejor darse la vuelta. Lo de no haber comido también cobra sentido, las tripas se revuelven un poco. Y finalmente donde se queda muy corto es en los paisajes. Son algo más que espectaculares. Pararías casi cada curva para poder verlos. Afortunadamente solo hay pequeños espacios para uno o dos vehículos, así que la tentación de muchas paradas desaparece sola. Con cierta angustia por la "peligrosidad" de la ruta en alguno de los miembros de la expedición, y eso sí, siempre despacio, llegamos a Masca. Increíble, el paisaje, la vista, la vegetación, la carretera, todo... Parece como si la última curva en una traslación geográfica nos hubiese hecho aparecer en otras islas... Hawai!!!. La foto que adjunto creo que da testimonio de que no exagero ni un pelo.
Luego la carretera sigue su curso, con las mismas características que hasta entonces, con rumbo a Santiago del Teide. No obstante se hace más llevadera, porque una parte ya es de bajada y las indicaciones kilométricas al destino van bajando inexorablemente.
Una vez en la población decidimos buscar el sitio para comer, que previamente habíamos reservado. Por desgracia lo encontramos, y aquí punto y final de la comida. Sin comentarios. Solo decir que en un plazo de dos horas descubrimos las dos cosas más sorprendentes de todo el viaje: la mejor, Masca, la peor, el restaurante. Y casi ni miramos el pueblo que era ciertamente bonito, pero la escaldada fue tal que salimos de allí como si nos persiguiese el mismísimo diablo...
Haciendo "el ganso"
EL Drago. Icod de los Vinos
Al final, el viaje a Icod de los Vinos se convierte en un trayecto en el que los cuatro acabamos riendo de la aventura del restaurante, y tras visitar el magnífico drago milenario, que es la principal atracción del pueblo, junto con el jardín que lo rodea, nos fuimos a catar unos vinos, en una de las múltiples tiendecitas que los venden junto con otros abalorios recuerdo de la visita. Llevados por el tono de risa del viaje, que no por los vinos catados, aún nos queda tiempo de hacer "el ganso", con fotografías divertidas en diversos lugares.
Acabada la visita, ponemos rumbo a Santa Cruz y tras dejar en el hotel el transporte, nos ponemos a la búsqueda de un restaurante para cenar, que nos haga olvidar la comida del mediodía. Y a ciencia cierta que lo encontramos. Hasta tal punto que lo hicimos base de operaciones culinaria para la cena de los días que nos quedaban en la isla. Por cierto, que sirvió para constatar una vez más el desastre de la comida.
Chupito de orujo, puro en la terraza y magnífica anécdota con uno de los camareros del lugar, antes de ir a descansar.
La Anécdota:
"Martín: Hemos salido a la terraza para poder irnos sin pagar, en un descuido.
Camarero: Bueno
Martín: Aunque sois muy jóvenes y teneis unas piernas muy largas y nos alcanzareis fácilmente.
Camarero: No crea, nosotros no vamos detrás de los que se van sin pagar.
Martín: Ah, bueno.
Camarero: Para estos menesteres tenemos contratado un Guardia Civil cojo.
Martín: Ah, pues es perfecto...
Camarero: Bueno el Guardia Civil tiene otras habilidades: Es campeón de Europa de Tiro..."

Bretaña y las Islas del Canal. Y parte Cinco

Nos despertamos, como casi siempre a buenas horas, o sea temprano y tras hacer el "check-out", por cierto que tenían todo el siste...