martes, 21 de noviembre de 2017

Ahora, toca mili y golpes

Con la actualidad política del momento, en que los periódicos vienen llenos de expresiones muy diversas y reiterativas de "golpe de estado", que utilizan todas las partes para acusarse unas a otras, me viene a la cabeza la necesidad que tengo de contar mi visión particular de lo que se llamó tambien golpe de estado del 23 de febrero de 1981, que me pilló en "plena mili".
Pues bien, después de agotar casi todas las prórrogas por estudios que en aquellos momentos se podían hacer para retrasar el ingreso en el ejército, pensando año tras año que se iba a derogar la ley de servicio militar obligatorio, fui a dar con mis huesos, tras sorteo puro a León. Concretamente a El Ferral del Bernesga, donde hacía un frío tan terrible que te contaban el primer día de llegada, que hasta había muerto un canario. En teoría por lo poco acostumbrados que estaban al clima tan extremo. A los pocos días ya descubrías que el tal "canario" era un pajarillo que tenía el coronel en una jaula, y una noche se lo olvido en la ventana a la intemperie...
Allí las cosas eran simples:  Una, obedecer a todo lo que te dijeran sin ningún cuestionamiento. A mi el primero que me surgió fue al ir a comer: justo antes de ponerse en fila para el rancho, te dejaban unos minutos para ir a los dormitorios. Para lavarse las manos, pensé. Ni idea: los lavabos estaban cerrados y lo que había que hacer era limpiarse la botas...! Otra, ir corriendo a todos los sitios para luego no hacer nada...!
Plaza Mayor. Salamanca
La verdad es que a los pocos días (dos o tres), por razones profesionales, me encargaron la tarea de llevar al botiquín a todos los soldados lesionados o enfermos: obviamente debido a que en la Facultad de Medicina lo que mejor enseñan es a poner en fila a un grupo de soldados y llevarlos a la enfermería a paso rápido, como no, para que los pueda visitar el oficial médico y decidir si van o no van a las tareas de instrucción...!
Total, que me vino bien, me libré de toda la instrucción militar y de los rigores del tiempo de los meses de noviembre y diciembre en aquel lugar tan gélido. Luego como no sabía ni desfilar ni llevar un fusil en condiciones acabé también librandome de la ceremonia de la jura de bandera, que realicé con todos los "tullidos" del cuartel en la enfermería.
Fui destinado una vez concluido el periodo de instrucción a Salamanca, a la Plana Mayor de una Unidad Ligera de Intervencion Inmediata, RCLAC Santiago Número 1, creo recordar, instalada en el cuartel "El Charro". En principio no me pareció mal, la ciudad era magnífica por historia y por presente y pensé que a pesar de tener que pasar un año de "servicio" Salamanca no era el peor de los escenarios. La verdad es que con el tiempo y las veces que he vuelto el destino era excelente, si quitamos la mili.
En aquella época estaba de moda el llamado "ruido de sables", que no era otra cosa que las conspiraciones más o menos elaboradas con que las altas esferas del ejército "jugaban" casi a diario. Y un buen día, un 23 de febrero a alguien se le ocurrió saltarse a la torera todas las normas, pisotear el parlamento como un elefante en una cacharrería y establecer una nueva legalidad... La historia general es de sobras conocida: secuestro, desorganización, rendición, detención, restablecimiento del orden que estaba establecido, elecciones, juicio posterior y al que le toque a "la trena". Lo que a mi me apetece explicar no es esta historia, sino la mía personal y la de algunos amigos y conocidos que coincidimos en la misma, aportando mi visión, que es posible que sea sesgada pero al menos con cierta crítica que es la que dan los años transcurridos.
Pues bien, ese día, mis amigos y yo salimos como cada día a pasar la tarde en el piso que teníamos alquilado en plena Plaza Mayor, un lujo de duplex de 7 habitaciones. Eramos 20 personas pero nunca coincidimos todas juntas. De hecho ese día solo salimos tres.
A mí, me tocaba ir a comprar algo de cena, y cuando llegué a la tienda habitual, la dependienta y dueña me soltó de sopetón, sin anestesia: -¿Cómo es que os han dejado salir hoy del cuartel, habiendo un golpe de estado? El acontecimiento había pasado exactamente en el tiempo que había desde el cuartel al piso. Yo le contesté con cierto tono de broma: -Pues nos han dejado salir porque no hay ningún golpe, mujer. Cogí la compra y me fuí a casa a preparar la cena.
Cuartel "El Charro"
Al llegar les dije a mis colegas: La tendera se ha vuelto loca, dice que hay un golpe de estado. Uno de ellos me contestó: Tú crees que si hubiese un golpe, no lo dirían por la radio. Le respondi: Tienes razón, pero no la tenemos puesta. Se fue a por la radio, y sonaba música militar y de pronto se oyó la voz de una persona dando instrucciones y explicando la situación.
Ya no hicimos ni la cena, ni salimos a dar la vuelta que habitualmente hacíamos por la tarde/noche antes de volver al cuartel. La tarde se pasó en un suspiro en el que solo debatíamos si volver al cuartel o fugarnos a Portugal, relativamente cerca de donde estábamos.
Para bien o para mal, decidimos quedarnos y volver al cuartel. Posiblemente fuimos los últimos en llegar y ya a la entrada se veía la magnitud de lo ocurrido: en el lugar de guardia donde habitualmente había un soldado para su cobertura, eran cuatro y armados hasta los dientes. A grito pelado, el oficial de guardia nos envió a toda prisa a recoger armamento y a cambiarnos de ropa, en ese orden.
Llegamos al cabo armero y oh! sorpresa!, se le habían acabado los fusiles, que es el arma que nos correspondía por nuestro grado, soldados rasos. Así que nos encajo una pistola a cada uno y como tampoco le quedaban balas nos repartió las últimas. Siete para cada uno, menos de las que cabían en un cargador. Yo como no tenía experiencia con el armamento, decidí no ponerlas en el cargador y me las puse en el bolsillo, no fuera a ser que se me disparase el arma y me diese en un pie. Así pasé todo el tiempo que duró la "emergencia mlitar": con la pistola descargada y las balas en el bolsillo.
Alguna otra historia relativa a lo preparado que nuestro ejército estaba para entrar en acción es la de los carros de combate. Solo cuatro de los veintidós que disponía la unidad, que era de intervención inmediata, se pusieron en marcha en condiciones de uso, dejando a los mecánicos toda la noche trabajando en un imposible: poner en marcha los restantes.
Lo que sí se puso en marcha fueron los camiones y "landrovers", que pasaron toda la noche en el patio del cuartel sin apenas parar, por si se hacía necesario salir con urgencia a la calle. El ruido y el olor a gasolina eran insufribles. Supongo que algún vecino de cuartel no pego ojo en toda la noche. Por suerte ni los unos ni los otros tuvieron que salir...
No obstante aquella noche se hizo muy larga. A mí, me requirió un sargento, joven y exaltado y junto con un conductor, veterinario él, nos dirigimos con una larga lista de direcciones en una carpeta a la central de Correos y Telégrafos de Salamanca, en la que entramos, más el sargento que yo, a grito pelado diciendo que debía ponerse a nuestro servicio un telegrafista experimentado. El veterinario se quedo vigilando el coche en la calle, donde por cierto hacía bastante frío.
La verdad es que tuve la sensación de estar tomando una plaza o un objetivo militar y creo que el sargento no solo esta sino también la certeza.
Un día de maniobras
Apareció con una cierta cara de susto, una persona, a mi parecer cercana a la jubilación que nos puso los pies en la tierra y nos desmontó toda nuestra hazaña bélica de conquista. Se dirigió a nosotros con una educación exquisita y nos dijo: El único telegrafista que hay en la oficina, soy yo y además el único empleado que está de guardia, o dicho de otra manera, solo ustedes dos y yo estamos aquí en este momento. Si quieren poner algún telegrama lo pueden hacer, pero yo en poca cosa más les podré ayudar.
El sargento bastante desinflado y yo francamente aliviado asentimos con la cabeza y empezamos a sacar de la carpeta las listas que teníamos. Era tan poco épico como enviar telegramas a todos los mandos y soldados que estaban de permiso para que se reincorporasen a la mayor brevedad, y además sin ninguna oposición que nos obligase a tomar ninguna decisión heroica.
Con el tiempo he pensado como podría haber ido aquella noche, si hubiésemos encontrado alguna resistencia a nuestra misión, y creo que hubiese optado por largarme. No se me ocurre que pudiera tener ningún interés en fastidiarle ni la noche, ni la que yo creía próxima jubilación a una persona que no me había hecho nada...
También a posteriori he mantenido en las reuniones con mis amigos que aquel "golpe" por suerte no salió adelante en parte porque el interés de la tropa y de una parte de los mandos intermedios no tenía muchas ganas de volver a escenarios previos que habían tardado mucho en superarse. Tampoco los medios materiales estaban en su mejor momento para muchas aventuras.
Todo y que había una parte de estos mandos y algunos superiores realmente exaltados y emocionados con la idea de volver hacia atrás y si no, dejo a la valoración del lector una anécdota de aquella madrugada, después de volver de Telégrafos.
Nos dirigimos a la cantina de tropa del cuartel a tomar un tentempié. De repente se abrieron las puertas y apareció el coronel del regimiento. Como un resorte saltamos de nuestras sillas y nos pusimos de pie. Nos mando sentar con un gesto de sus manos y gritó en medio del silencio que se había creado con su llegada: "Cantinero!!! Ponme un par de huevos fritos... pero grandes como los de Tejero"
A las pocas semanas del golpe, de capitán para arriba en la escala de mando, la mayoría de ellos fueron trasladados bien no sé a donde, pero abandonaron el cuartel de "El Charro".
En estos días de zozobras nacionales en que todos se acusan de golpistas como decía al principio de la entrada, igual nos iría bien aquella solución: de capitán para arriba todos fuera... unos y otros.
P.D.: Soy un iluso... pero ya lo sé hace años.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Berlín lucky. Parte Segunda

Hoy si que toca madrugar, el viaje hasta Postdam es relativamente largo, ya que hay que coger varios metros y un tren que nos conducirá hasta la ciudad en la que tomamos un autobus que nos deja justamente en el llamado "Puente de los Espías", recientemente popularizado por una producción de Hollywood del mismo nombre.
Desde allí iniciamos el recorrido a pie por un magnifico jardín al lado del río Havel, en el que la gran pericia de Vicente en ciertos menesteres le lleva a descubrir gran cantidad de setas, entre las que destacan los famosos níscalos o rovellons. Tal es la cosecha que dan para una cena a nuestra particular guía Anja, previa explicación de como sacarles el mayor partido gastronómico posible.
Con estas cábalas y conjeturas culinarias, sin dejar de admirar el paisaje y sin dejar de caminar llegamos al Palacio de Cecilienhof, lugar elegido para la celebración de la Conferencia de Postdam entre los líderes de las tres potencias ganadoras de la contienda de la II Guerra Mundial: Estados Unidos, representado por Truman, Inglaterra, por Churchill y la Unión Soviética por Stalin. 
Sala de la Conferencia de Postdam
Lo cierto es que el palacio es bonito, pero la historia se apodera de la arquitectura en este caso y creo que todos estamos más pendientes de ella que de la decoración o estructura del propio palacio. Uno se imagina a los líderes paseando por el jardín o sentados en la mesa de negociaciones, administrando la paz y la nueva era que se abría o quizá de una manera menos lírica, repartiéndose Alemania y el mundo, sin tener demasiado en cuenta a unos (alemanes) y a otros (mundo). Me ha salido el momento crítico, pero no obstante dejo constancia de la misma con la foto de la sala de reuniones, donde se produjo la conferencia.
Sin pérdida de tiempo, que el programa es ajustado, nos dirigimos por caminos de gravilla, rodeados de césped y arbolado y llegamos al siguiente palacio, el de Marmol. A orillas del lago Heiliger See, y construido por Guillermo II, creo, como una residencia de verano, es una muestra más de edificio neoclásico. Para la visita nos dejan unas "zapatillas de ir por casa", grandiosas hasta el punto que las podemos utilizar con los zapatos puestos, y que supongo que usan para hacer brillar los magníficos suelos sin gastar en servicio de limpieza. Mira esta vez es el momento gracioso.
Desde aquí y por una vereda  bordeada a mano derecha por unas casas adosadas que recuerdan las de cualquier barrio inglés, se sale del parque y se llega a la ciudad moderna de Postdam. Una ciudad relativamente pequeña en la que destaca una entrada vigilada por dos torres y un arco entre ellas y una zona denominada el barrio holandés que también recuerda una de las calles de ese país.
Palacio de Sans Souci
Como se acerca la hora en que el azucar en sangre ya está bajo por la caminata de la mañana nos lanzamos a buscar un lugar donde reponerlo. Tras diversos episodios de anarquía en el grupo (ya lo avisé en la entrada anterior), aunque con poco tiempo para lo que esperaba a la tarde, comimos y sin tiempo para la mínima sobremesa, nos lanzamos al programa vespertino: Otro parque/jardín maravilloso y lleno de palacios.
Entramos en el mismo y al frente del paseo observamos el majestuoso palacio de Sense Souci al final de unas espectaculares escalinatas. Teníamos hora programada para la visita y si bien es cierto que quedaba tiempo, no parecía ser el suficiente como para poder ver otro palacio antes de este.
Eso lo digo yo, pero Pancho desenfundó su particular guía y concluyó que era imprescindible la visita del Neues Palais y su Sala de Crustáceos, que se encontraba al final de un magnífico paseo rodeado de árboles y jardines a solo dos kilómetros del incio de la escalinata. Aquí mini-rebelión a bordo (otra vez). Las primas, Elvira y Pili deciden convertir lo imprescindible en accesorio y se quedan en el Sense Souci hasta que sea la hora de entrar.
El resto, inicia una desesperada marcha hacia el Palacio Nuevo, al que llegamos con el aliento entrecortado, y nos adentramos en él no sin dificultades y pudimos admirar la sala que tanto gustaba a Pancho y la parte del palacio que no estaba en obras de restauración. También pudimos ver los magníficos edificios de la Universidad de Postdam y vuelta al palacio en que teníamos hora, a trote cochinero y sin casi poder percatarnos de la belleza del paseo por el que circulábamos.
Llegamos a tiempo, sudados como pollos, y resollando como caballos de carreras. Allí nos esperaban las dos disidentes y juntos pudimos visitar el Sans Souci.
Recobrado el ritmo respiratorio y cardíaco, iniciamos el regreso en transporte público, que por cierto se nos hizo más corto que el de la mañana.
Breve descanso en el hotel y decisión unánime de ir a cenar a Postdamerplatz, símbolo de la modernidad en Berlín. Cómo llegamos al lugar, lo resumo como suelen hacer en los transportes:
Hotel - Metro (seis paradas) - Autobús (siete paradas) - Hotel - Autobús (tres paradas) - Postdamerplatz. Lo que pasa por ponerse a discutir sobre un mapa de transportes urbanos y mirarlo al revés.
Sony Center. Postdamerplatz
Lo cierto es que valía la pena la visita. Un espacio ultramoderno y rompedor con cantidad de zonas de ocio y restauración, que nos permitieron reponer fuerzas y volver a descansar al hotel, no sin antes descubrir que el recorrido del bus de ida y de vuelta no eran iguales, o que a lo peor nos pasamos la parada del hotel sin darnos cuenta.
Hora de levantarse, hoy sin la presión de tener horario concertado hasta las 19:15 horas y por tanto algo más tarde que días anteriores, y si además le sumamos que el desayuno nos lo tomamos con la misma tranquilidad, era casi media mañana cuando salimos del hotel. Pili y yo no habíamos estado todavía en la zona del muro que se conserva como espacio de arte grafitero, los otros cuatro sí, pero con todo se apuntaron a repetir el recorrido.
La verdad es que el muro en esta zona y tan turístico como se ha convertido, no da la impresión de la dureza y de las terribles historias que pasaron en él, y se contempla como una zona más bien lúdica y de expersión artistica que de recuerdo, aunque las temáticas de las pinturas son la mayoría duras y reivindicativas. No pudimos obviar hacernos una foto en el que es posiblemente el grafitti más famoso del mismo. Adjunto una foto para dar constancia
Lo que sí tenía Pancho claro es que había que ir a un mercadillo dominical, famoso por ser frecuentado por todos los berlineses, bueno muchos, en el que había comida, mercado, música y actividades diversas.
Así que, finalizada la visita al muro, mapa de transportes en mano, nos lanzamos a buscar el citado mercadillo. Esta vez, a la primera: Breve viaje en autobús, breve viaje en metro y nos plantamos a 200 metros del mismísimo acontecimiento.
El muro de Berlín
Lo primero que encontramos al entrar al recinto del parque donde se celebra es un puesto de comida en el que a un precio módico te daban una salchicha blanca en un pan de viena y una cerveza. Desde el primer día de llegada íbamos persiguiendo poder tomarnos un bocata así. Pedimos seis y luego los varones del grupo repetimos, uno más para cada uno. Nos damos por comidos.
Lo del café ya cambia, nueva disolución de la sociedad, un servidor y las primas tras un breve paseo por las paradas decidimos ir a tomar café en una terraza un par de calles más arriba y los otros tres, una vez concretada la hora de reencuentro, se fueron a ver actuaciones musicales tumbados en el cesped del parque, como si de un encuentro hippie  de otros tiempos se tratase: no sé si tomaron café y se fumaron alguna cosa. Dicen que no. Y ademas me lo creo.
A la hora indicada reagrupamos la comitiva y volvimos al hotel. Pequeño relax y nuevo autobús para llegar a la cúpula del Reichstag y hacer la visita que teníamos reservada ya desde casa hacía casi 20 días. Más que interesante la arquitectura tan moderna de la misma incrustada en un edificio tan neoclásico: La visita, previo control de seguridad importante (al fin y al cabo estamos en el parlamento), se acompaña de una estupenda audioguía de última generación. Se pone sola en marcha y te explica lo que estas viendo en función de donde estas en cada momento y todo sin tocar un solo botón. Lástima que todas las vistas que desde la cúpula, la guía iba explicando, al ser noche cerrada no se podían apreciar, pero por otra parte la visión nocturna de la ciudad era espectacular. 
La cúpula del Reichstag
Desde la zona más alta de la cúpula se puede apreciar a través de un techo de cristal los mismísimos escaños donde se sientan los parlamentarios del bundestag en las sesiones del mismo.
Hay personas que quieren ver en este detalle la transparencia que han de tener las instituciones que nos gobiernan, ya que esta visita esta disponible para el público en general cuando se celebran los plenos. Yo no me pronuncio al respecto pero me parece que  si solo con un techo de cristal se consigue que los gobiernos sean transparentes, no sé a que estamos esperando para ponerlos en todo el mundo. Es mi momento escéptico del viaje.
Terminada la visita, decidimos ir a cenar al barrio de Nickolai, al parecer el nucleo histórico más antiguo de Berlín. Pasamos por una pequeña iglesia iluminada como la mayoría estos días y finalmente llegamos a una placeta con edificios bajos en el que había una terraza en la que aparcamos nuestro cuerpos, ya algo cansados (los días van pasando y todos tenemos una edad) y nos dipusimos a cenar. Dos cosas interesantes: había una carta en castellano y el clima (Berlin y Octubre) nos premió con una temperatura como para sentarnos al aire libre. Cenamos comida típica berlinesa según rezaba la carta, y obviamente era potente, de manera que nos acercamos a pie a ver los últimos edificios iluminados del viaje, y para acabar de digerirlo todo regresamos paseando al hotel.
Al día siguiente solo nos quedó tiempo a Pili y a mi para hacer un breve paseo matinal por una calle de compras de Berlin, la Friedrichstraβe, coger un taxi y al aeropuerto, donde puntualmente embarcamos hacia Barcelona.
Fin de las operaciones, con la sensación de tener que volver. Hay cosas todavía por ver en Berlin.

domingo, 22 de octubre de 2017

Berlin, lucky. Parte Primera

Magnifica ciudad, increíble  historia, difícil pasado, excelente presente y más que esperanzador futuro. Son las ideas que me vienen  a la cabeza  después de la escapada "lucky"  a Berlin, el pasado puente del Pilar.
Me explico, se trata de una ciudad grande, con una historia en torno a los reyes Guillermos y Federicos, un pasado de división tras la segunda guerra mundial, un presente de trabajo y regeneración  y un futuro en manos de la cantidad de población joven que tiene. Lo de "lucky" viene a cuento de aquel chiste malo de ¿Tu que fumas? y que respondía "Lucky dan" pues bien la escapada es "lucky" salga, o sea anarquía y falta de programación en general, que es lo que agrada en ese país.
Aterrizamos en Berlin a la hora de comer más o menos y habíamos quedado con nuestros amigos (Pancho, Elvira, Modesta y Vicente) que vendrían a buscarnos al aeropuerto, así que por recomendación de nuestros hijos que conocían la ciudad, sugerimos comer todos en un vagón de tren a modo de bar, en el mismo aeropuerto una de las comidas típicas: Currywurts o algo así. Dicho y hecho, apenas llegaron los cuatro pedimos seis de lo mismo y cinco cervezas y un agua y ya casi a las cinco de la tarde nos lanzamos a la conquista de la ciudad, previa compra de un billete de transporte múltiple que nos serviría para todo el viaje.
Hotel Roma iluminado
Tras una compleja ruta de autobuses y metros con transbordos diversos llegamos Gendarmenmark, donde estaba nuestro hotel, además de la catedral alemana, la francesa de los hugonotes y el Konzerthaus. Check-in rápido sin barreras idiomáticas (cinco de las seis personas de recepción hablan castellano), ligero y breve descanso y a cenar.
Pancho había quedado con Anja, una joven, hija de unos amigos suyos, que vive en Berlin y había reservado en uno de los restaurantes recomendados por todas las guías. Total que los varones nos "zampamos" tres codillos de un kilo cada uno y las mujeres, no se bien qué cenaron. Reconozco a mi pesar que pese al litro de cerveza para intentar digerirlo, no pude acabarme el plato. Los otros dos "compis" sí (me hago mayor).
Luego vino el paseo nocturno por algunas de las zonas en que estaba en marcha el festival de edificios iluminados, que tanto había insistido Pancho que teníamos que ver. No se equivocaba, es algo impresionante y dificil de explicar: sobre los monumentos se dibujan todo tipo de escenas, utilizando como fondos el propio edificio también dibujado con luces. Dejo un ejemplo del Hotel Roma en una foto, para poder ver la magnitud de la iluminación, aunque no le hace justicia a lo que es verlo en directo.
Después de tanto espectáculo fuimos a descansar, pues el día siguiente nos esperaban dos tours a pie por la ciudad: "Los imprescindibles de Berlín" por la mañana y "El barrio judío" por la tarde.
El Duomo de Berlin
Madrugar relativo, desayuno en toda regla y nos encaminamos hacia la isla de los museos, en el parque que está justo delante del duomo de Berlin, a la búsqueda de una guía, con un paraguas verde, que le servía de identificación. Por si alguien lo desconoce estas/os guías son castellano-parlantes que se pueden contratar a través de la red y que cobran la voluntad de los "guiados", una vez terminado el recorrido.
Paseamos por la isla de los museos, donde se encuentran los más significativos de la ciudad, destacando sobre todo el de Pergamo, que en la actualidad se encuentra parcialmente cerrado por reformas. Nos explican las principales obras de arte que contiene cada museo y que no referiré, en parte por no hacerlo muy largo y en parte porque no me acuerdo de muchas de ellas. De Nefertiti, sí. La temperatura es agradable y eso hace que las distancias del paseo no se hagan pesadas. Pasamos por diversos memoriales y edificios, la mayoría de ellos de estilo neoclásico. También llegamos a la plaza de la universidad, donde se encuentra la Opera y diversos edificios de interés. Contrasta obviamente la vista de los mismos a plena luz del día con la que tuvimos la noche anterior de los mismos, iluminados en el contexto del festival de luz. Interesante en esta localización ver el monumento o memorial dedicado a la quema de libros en una las muchas noches tristes del nacionalsocialismo.
Memorial judíos
Cerca del Checkpoint Charly, uno de los puntos de interés por la historia de los carros de combate soviéticos y norteamericanos enfrentados en la calle, en uno de los muchos episodios de gran tensión de la guerra fría, paramos a tomar un cafetito y una pasta antes de seguir la segunda parte de la visita. Lo que son las cosas, allí conocí a un amigo de un amigo y primo mío de Albalatillo, justo encima de las baldosas que en el suelo recuerdan por donde discurría el muro: el mundo es un pañuelo, etc, etc...
Nos acercamos al memorial de los judíos fallecidos en el holocausto. Se trata de unos miles, no recuerdo cuantos, de bloques de hormigón de distintas alturas que dejan entre sí, estrechos pasillos por los que se puede pasear y que invitan a un cierto recogimiento, pese a estar en medio de la ciudad. La verdad es que produce una cierta impresión y la gente en general lo visita con respeto y silencio, aunque parece ser que no siempre fue así, pues hasta que la administración se hizo cargo de su vigilancia y cuidado se había utilizado como zona de fotos de moda, de diversión y algo de jolgorio. Conocido lo que representa, mejor como está ahora.
Siguiendo con la visita y tras unos pocos metros de camino llegamos, posiblemente al mayor icono de la ciudad de Berlín: La puerta de Brandemburgo. Nos hicimos todas las fotos de rigor, solo la puerta, con nosotros, separados, por parejas, en grupos, etc...
La Puerta de Brandemburgo
Desde allí, lugar en el que terminaba la mañana de visitas nos subimos a un autobús, que nos llevó a Alexanderplatz, nudo de comunicaciones de la ciudad, presidida por el "pirulí" de la televisión y una plaza "dura" de innumerables comercios y lugares de comida. Decidimos hacer el tentempie del mediodía y gracias a nuestra versatilidad lingüística, pedimos lo que queríamos comer, nos sirvieron lo que entendieron, que no tenía casi nada que ver con lo que habíamos pedido, pero tras diversas negociaciones llegamos al entente de comernos lo que nos dieron: más o menos comimos todos parecido a lo que queríamos, acompañados eso sí con un ejército de pájaros que si te descuidabas se te llevaban la comida. Hasta nos regalaron un yogurt, que hizo la misma ruta que nosotros durante dos días.
Lo del cafe, ya es otro cantar, ante el escaso acierto idiomático de los varones en la comida, Elvira decidió coger el toro por los cuernos y encargarse ella misma del pedido del café. El corto era de un cuarto de litro aproximadamente y los cafés con leche ni os cuento: parecían palanganas. Nos costó tanto consumirlos que casi llegamos tarde al tour vespertino.
Cuando ya casi estaban a punto de salir hacia el barrio judío llegamos los seis apresuradamente, pues no sé si el autobús no tenía parada donde creíamos o en su caso no la solicitamos, lo cierto es que quedamos bastante alejados de donde pensábamos que los haríamos. Bueno, una premonición de lo que nos pasaría en días sucesivos.
El paseo por el barrio judío es un sin parar de historias y de monumentos, grandes y pequeños que recuerdan la azarosa vida de este grupo de población en el Berlín de preguerra, en el que se puede apreciar, entre otras muchas cosas, el poderío económico e intelectual que tenían así como la feroz persecución y acoso a que fueron sometidos antes de ser deportados a los campos "de trabajo". Las historias se amontonan, unas durísimas, otras algo menos y alguna también encomiable de gentes que intentaron evitar la tragedia.
Patio del barrio judío
También pudimos apreciar o mejor dicho no apreciar lo que fue el búnker donde pasó los últimos días de vida el dictador y su plana mayor, ya que en la actualidad se trata de un parking al aire libre sin ninguna referencia gráfica a la historia del mismo. Parece ser que es una estrategia de las autoridades alemanas a fin de evitar lugares de peregrinación de seguidores de sus ideas en la actualidad, que desafortunadamente, y ya que vamos con algunos gallegos en el grupo, "haberlos, haylos".
Este blog pretende ser más festivo y divertido que estos últimos párrafos, pero en Berlin, aun hoy es difícil desprenderse de la historia tan reciente todavía. Sirva este recuerdo para lo que dicen los que saben "no lo olvidemos, para no repetirlo"
Una de las zonas que más me gusto del barrio judío fueron los patios interiores de manzana, destinados en su momento a albergar en pequeños apartamentos a gente trabajadora para proporcionarles una vivienda digna. Hoy, una vez restaurados la mayor parte de ellos son pequeños  apartamentos de lujo, obviamente no al alcance la clase menos favorecida.
Punto y final al tour de la tarde. Vuelta al Hotel a un pequeño y merecido descanso antes de salir a la búsqueda de un lugar donde reponer fuerzas. A fin de no caer en los errores lingüísticos de la mañana nos dejamos recomendar por los empleados del hotel un restaurante/pizzeria italiano que además esta a dos calles. Cenamos variado, unos verduras, otros pasta, otros pizza.
A dormir que mañana tenemos que madrugar para salir temprano hacia Postdam.

martes, 26 de septiembre de 2017

Las pensiones de "El Tubo" de Zaragoza



Este año he comenzado con buen pie el curso de Grmania, que es un grupo excursionista con sede en la red, al que pertenecemos una cincuentena larga de socios y simpatizantes, y que cada año nos proponemos una parte de un GR para hacer en etapas de mayor o menor distancia en función de su orografía. Por abreviar, este año hacemos el GR-3 y la primera etapa es de Vallbona de les Monjes  a Tárrega.
Así que en el autocar que nos desplaza a la salida de la etapa y nos recoge a la llegada, empezamos una conversación en el grupo trasero del mismo, territorio exclusivo de los más traviesos, que nos trasladó al hilo de las manifestaciones actuales relacionadas con "el procés" a la época de la universidad de buena parte del grupo (casi todos tenemos una edad parecida).
Pensión en el Tubo
Me vino a la mente en aquel momento la pensión en la que pase el último año de estudios en Zaragoza, situada concretamente en una de las zonas "canallas" de la ciudad: El Tubo.
Había muchas y variadas pensiones en la zona, unas más grandes, otras de más categoria y otras más caras o más baratas. La que yo estuve era de estas últimas, ya que después de mi paso por colegio mayor y piso de estudiantes y que ya habían pasado cinco años de la aventura universitaria, la economía familiar se había resentido pues se había sumado el tener que hacer frente también a los estudios de mi hermana.
La estructura de la misma, supongo que se correspondía bastante con las otras que existían en la zona: Tenía una capacidad para 20-25 huéspedes que era como se llamaban en la época a los clientes, y estaba dividida en tres pisos: dos de habitaciones y uno de servicios: comedor, cocina y sala de estar. Como que en El Tubo todo esta cerca, disponíamos a tocar de mano todo tipo de establecimientos: bares, restaurantes, tiendas de discos, ultramarinos y sobre todo un local muy especial, que tras pasar un tiempo cerrado, ha vuelto a abrir: El Plata. No he estado en esta nueva aventura del negocio. En breve pienso ir.
En mi epoca era el último café-cantante que quedaba en Europa, en palabras de la ilustre actriz Liza Minelli si hacemos caso a las noticias que circularon entonces. En cualquier caso, café sí que servían y cantar también cantaban. Tenía un escenario que desde la entrada del local cuyas paredes y columnas rebozadas de mini-baldosas de espejo, le daban aspecto de ser de plata,  parecía un cuadro colgado de la pared. En él se disponían apretujados un saxofonista, un pianista, un batería y la cantante-vedette.
Los estudiantes de aquel tiempo, como los de todos los tiempos creo, íbamos más que justos de dineros, así que con una cierta habilidad y a base de ir muchas veces y que ya nos conocían, habíamos conseguido tomar el café en El Plata a precio de bar normal. Los parroquianos que acudían de otras zonas de la ciudad o de los pueblos cercanos pagaban a precio de cabaret.
Una calle del Tubo
Viene a cuento de una anécdota, derivada de este conocimiento, que nos permitía además de las ventajas económicas tener conversaciones con los artistas del local con los departíamos antes de que empezase "el pase", uno por la tarde después de comer y los otros por la noche. Y una de estas tertulias la tuvimos con una de las cantantes-vedettes del momento: Mary de Lis, creo recordar, aunque no me atrevo a asegurarlo. En el grupo había varios estudiantes de medicina y una de las charlas derivó a la donación de cuerpos a la ciencia, momento en que nos comunicó la artista que ella había dado las medidas de su cuerpo serrano a una empresa americana para que pudieran fabricar muñecas hinchables con sus proporciones... Verdad o cuento, la anécdota me parece deliciosa.
Entrando en lo que era la pensión, la regentaba una señora viuda de extracción rural, que tras el fallecimiento de su esposo de manera prematura, había vendido las tierras e invertido en una pensión en la capital. Como empleados disponía de dos hijas solteras que le ayudaban en las tareas más benignas del negocio, dejando para una chica de etnia gitana las tareas más duras del mismo (básicamente limpieza).
Tenía además dos hijos, uno de ellos casado y con hijos que de tanto en tanto pasaba de visita con su familia, y otro soltero un poco "balarrasa" que si he de hacer caso a lo que nos explicaba la viuda solo se acercaba a meter mano en la caja del dinero, con el correspondiente perjuicio para las arcas de la empresa y de rebote para nuestra alimentación. A lo peor era la excusa para justificar la bajada de cantidad y calidad de la comida en los últimos días de cada mes, aunque con lo que pagábamos igual la falta de liquidez era una triste realidad.
Los huéspedes éramos de lo más variopinto: el grupo de los estudiantes, en el que destacaba uno de económicas que hoy debe ser un potentado: en aquel momento tenía un "850" de color marrón con el que cada final de semana iba al puerto de Barcelona, donde compraba licores, básicamente ginebra, y condones, que luego revendía en bares y locales de la zona.
Después había el de los banqueros, bueno empleados de banca para afinar, entre los que destacaban uno de Palencia, que iba descalzo por la calle, en cuanto salía del banco y otro de Valencia, de ideología bastante "facha", que cuando salía de "marcha" volvía a la pensión tirando petardos y gritando por las escaleras: "Socorro!!! los "rojos" me persiguen y me quieren matar..." De milagro se libró de un buen tortazo de otro de los huéspedes, que era trabajador de la construcción y madrugaba más que ninguno.
Una actuación en El Plata
Luego estaba el grupo de los variopintos: Una señora mayor, que se decía que era una "Madame" que tenía dos locales de dudosa reputación en la zona. Un banderillero retirado y arruinado que las malas lenguas decían que le hacía favores a la viuda a cambio de la comida. Lo que no sé es como ponía las banderillas a los toros: era realmente bajito, no sé si llegaba al metro y medio. Un director de una empresa, que cobraba por "larga enfermedad", no tenía familia y vivía permanentemente en la pensión. Apenas se comunicaba y estaba encerrado en su mundo: posiblemente su enfermedad era mental.
Y finalmente un grupo de difícil catalogación: eran los temporales, trabajadores de la construcción que estaban mientras duraba la obra, soldados de reemplazo que dormían en las camas que dejaban libres los estudiantes los fines de semana (había que optimizar los recursos en pro del negocio), algunos actores figurantes de las obras de teatro que se hacían en la ciudad y en general, todo aquel que necesitaba una cama, cuando ésta estaba disponible en el establecimiento.
Muchas son las historias y las aventuras que pasamos, disfrutamos y hasta sufrimos en aquella pensión y que contaré en otra entrada, por las razones ya conocidas por los que siguen este blog: no he de hacerlas muy largas.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Las cenas y el Pirineo oscense

Casi sin tiempo material para darle una mínima pausa al sufrido aparato digestivo de tanta fiesta, encaramos la segunda quincena de agosto con el programa que ya viene siendo habitual los últimos años: cenas de grupo y escapadas a "la montaña" (así llamamos al Pirineo en la zona).
La primera salida es nocturna y también habitual: Cenar toro estofado en Huesca, al hilo de las fiestas de San Lorenzo. Desde hace bastantes años el lugar de encuentro era el Bar Brasil, en las mesas de la terraza en medio del Coso, calle que atraviesa de este a oeste la Huesca vieja y arteria principal durante muchos años, hasta que llegaron los ensanches y posteriormente la burbuja inmobiliaria. Este año, supongo que por un cierto conservadurismo hemos optado por un lugar más cómodo, sin tanto ruido ni tanta juerga. El Bodegón por la plaza Lizana, más o menos, nos ha proporcionado lo dicho, menos gresca, pero igual o mejor calidad del guiso. El próximo año, Dios mediante, tendremos que decidir por una de las dos opciones, ambas buenas.
Monasterio de Obarra
Pasados unos días de reposo en casa, nos lanzamos con Paco y José al descubrimiento de algunos lugares del Pirineo, que tenían especial interés en conocer. La primera salida es a Roda de Isábena, en el valle del mismo nombre. Salimos temprano y llegamos a almorzar (entiéndase desayuno completo) a Graus, cuna del ilustre Joaquín Costa, prohombre altoaragonés y visionario en el futuro de la agricultura y los riegos, a quien poco caso se le hizo mientras vivió, para luego darle la razón muchos años después, cuando no vivía: en este país les hacemos las estatuas a los muertos con las piedras que les hemos tirado mientras vivían...Y evidentemente don Jaoquín tiene una magnífica estatua en el centro de su pueblo natal, donde inicia su cuenca el espectacular embalse de Barasona.
Recuperado el pulso nos dirigimos en primer lugar al monasterio de Obarra, unos kilómetros por encima de Roda, con la intención de una vez visitado ir bajando hasta que sea la hora de la comida que tenemos reservada en el Restaurante de la Hospedería.
El monasterio, pese a su dimensiones pequeñas es una maravilla, desde donde se puede ver una magnífica vía ferrata y unos esforzados montañeros que intentan coronarla. El río Isábena a estas alturas es pequeño, con un caudal razonable para la sequía que se esta padeciendo, que aún permite caminar sobre las rocas y atravesarlo una y otra vez sin apenas mojarse.
Desde allí bajamos en coche hasta Roda, una maravilla de pueblo medieval, con una colegiata espectacular y una hospedería con un restaurante habilitado en el refectorio del claustro, imposible de describir con un adjetivo. Ni con una imagen. Así que no pongo ninguna foto e invito a cualquier lector de este blog que no haya estado a que lo descubra por sí mismo y a los que han estado, que repitan... Yo lo he hecho así y cada vez descubres algo nuevo, desde los capiteles de dicho claustro hasta los meandros del río en esta altura. No os lo perdais.
El claustro de San Juan de la Peña
Después de este día resulta difícil mejorar la salida, pero el Pirineo oscense es tan rico en espacios espectaculares que se puede intentar, así que sin mucho buscar, nos ponemos en marcha hacia el Monasterio de San Juan de la Peña, cuna del reino de Aragón.
Después del viaje y el almuerzo de rigor, esta vez en El Cobertizo, en Plasencia del Monte, camino hacia Jaca por la carretera vieja, llegamos no sin antes pasar por sinuosas carreteras de no fácil acceso al monasterio nuevo de San Juan de la Peña, donde está el aparcamiento para vehículos privados. Vemos el monumento y la nueva Hospedería y sacamos las entradas para el monasterio viejo, al que nos conducen unos microbuses, incluidos en la entrada y prácticamente sin tiempo empezamos la visita guiada. Hay una teatralizada también, pero la obviamos por motivos de tiempo. El monasterio viejo es otra maravilla, con un magnífico claustro encastado en la roca de la montaña y con unos capiteles tan bien conservados que se puede seguir perfectamente la historia de la cristiandad, solo con unas pequeñas indicaciones de la guía. Esta lleno de leyendas e historias del reino de Aragón, que también contaré en otra entrada. Hoy, solo volver a animar a que no os lo perdáis: Yo la primera vez que estuve fue en el año 1969... Y curiosamente ha mejorado notablemente.
Después de estas excursiones tan culturales y a la vez gratificantes, empieza en el pueblo las denominadas "cenas de agosto de la peña". Son en general cenas en diversos restaurantes de la zona. Este año hemos tenido la intención de conocer algunos nuevos, que son pocos los que nos quedan por arrasar después de tantos años de la costumbre.
El primero que decidimos probar es una casa rural que tiene además restaurante en un pueblecito de unos 50-60 habitantes cerca de Sariñena: "Los chicos de Lastanosa" Mejor la comedia que la comida, que diría Pili. Y sobre todo la habilidad de uno de los chicos por colocarnos un vermut antes de empezar que grababa con unos 80 € la cuenta final, antes de probar bocado. En fin... experiencias que vamos adquiriendo.
Otro de los nuevos, en Torrente de Cinca, el Atenea: Aceptable relación calidad precio, pero a mi entender y por lo visto en la clientela, lo que hacen mejor es el chuletón, pero al ser cena no nos atrevimos con él, y creo que nos perdimos un buen plato, al menos los más carnívoros del grupo. De todas maneras es una buena excusa para volver.
La Caracolada
Ahora bien, este año la cena que se ha llevado la palma ha sido "La Caracolada" que prepara Marta por segundo año consecutivo y de la que damos cuenta en la Peña. Los caracoles están excelentes, igual el año pasado que el actual, pero la historia es algo más rocambolesca este.
La cosa empieza con la preparación, tenemos la cocinera, el condimento, el picante, el chorizo, la longaniza y la costilla, pero hay un pequeño "handicap": No tenemos caracoles.
Aparentemente ningún problema: Todos conocemos a alguien, del pueblo o "forastero", que tiene siempre caracoles.
Después de los correspondientes contactos, llamadas y visitas, cada uno a su "camello", resulta que nadie tiene, al menos en la cantidad y condiciones que se requieren. Total que son las cuatro de la tarde y la cena es para las diez y no hay caracoles.
En este momento con mi amigo Manolo tomamos la decisión de lanzarnos a la búsqueda del caracol. Me dice que conoce unos "negretes" que estan en unos pajares en Albalate que siempre tienen. El término "negrer o negretes" se refiere a personas emigrantes de raza negra y tiene una conotación casi cariñosa y que utilizan mucho en la zona, hasta que se estableza una denominación más adecuada a los tiempos: no sé si siguiendo el ejemplo de los "afroamericanos" tendríamos que llamarlos "afroibéricos". Total que como esto no es un debate lingüístico, nos acercamos a Albalate y nos dirigimos a los pajares donde están y solo encontramos un vecino del pueblo, "blanquer él", que nos dice que se han trasladado a otra zona. Por camino de tierra y piedra accedemos al lugar que nos indica y nos encontramos algo muy parecido a la peliculas americanas (del norte), un bidón con lo que parece un fuego eterno de mantenimiento, porque en estas fechas y con este calor lo que menos imagina uno es que sea para calentarse. Seis o siete individuos salen a nuestro encuentro aparentemente un tanto desconfiados, momento en que Manolo aprovecha para decir la palabra mágica: "Caracoles". Todo se relaja y aparece de dentro del pajar uno de ellos, que nos entiende y entendemos y nos dice que tiene. Nos anima a que le sigamos por entre los edificios en ruinas, a pie, hasta que llegamos a uno en que están los caracoles en sacos de malla. Yo no entiendo mucho, pero ellos dos llegan a la conclusión que como son cogidos de ayer, no están en condiciones de ser cocinados. Nos recomienda que si queremos hacer una cena que vengamos con 4-5 días de antelación. De vuelta al coche pasamos por la zona en que tienen una docena de bicicletas equipadas con una caja de plástico de las de fruta, que junto con una linterna de minero, son las herramientas de trabajo para coger caracoles. 
Las horas pasan y no encontramos caracoles, así que decidimos visitar en Fraga varios establecimientos que nos dicen que tienen caracoles. El resultado el mismo, unos cerrados y otros no tienen. Cuando ya tenemos decidido que si hace falta iremos a Lleida a por ellos, Manolo recuerda un señor que en su tiempo vivía en parte del caracol y que estaba en las huertas de Fraga. Así que nos lanzamos a buscarle y con más suerte que habilidad, lo encontramos, y pese a que él no tenía nos recomendo un pequeño almacén de fruta en el que solían tener. Dicho y hecho, allí tenían caracoles y aunque a un precio algo subido, pudimos conseguirlos en condiciones de ser consumidos esa misma noche.
La Ronda de Boltaña desde la ventana
Al hilo de esta aventura me explicaron que parece ser que hay una legislación autonómica aragonesa, que solo permite coger caracoles "para consumo propio" y no se pueden comercializar, excepto si son de granja. En Catalunya creo que no existe y por eso la alternativa de ir a Lleida a buscarlos directamente. 
El caso es que la caracolada fue un éxito a pesar de toda la aventura.
Otra de las actividades del verano es la salida que toda la Peña hacemos juntos, en general a lugares de interés turístico que no estén a más de dos horas del pueblo.
Este año hemos ido Boltaña, donde a parte de que Luisa y J. Ramón tienen unos amigos desde los inicios de su carrera profesional en la enseñanza, a los que también Pili y yo concemos de andanzas en Barcelona en esa primera epoca, tienen un magnífico grupo folclorico "La Ronda de Boltaña".
Es costumbre en las fiestas de la localidad, y este día era de fiesta, que el grupo ronde todo el pueblo.
Así que para no perdermos el evento, fuimos a comer lo más lejos que se nos ocurrió para luego volver a Boltaña. 
Excelente la música y las letras de la ronda, así como los aperitivos, postres y bebidas que en cada casa que se ronda sacan para consumo de todos lo que vamos siguiendola. Ya casi con la ronda acabada nos dirigimos a casa de los amigos, Antonio y Teresa, que nos invitaron a bebidas y un picoteo diverso que nos sirvió de "merienda-cena", y ya con noche entrada abandonamos Boltaña con destino a nuestro pueblo de orígen.
Esta fue una de las últimas salidas de verano por este año. Pensamos volver el próximo, como dice José Miguel Monzón con "más pero no mejor".



jueves, 31 de agosto de 2017

Más calor, más verano, otro pueblo, otra fiesta...

La ola de calor, o el verano, este año ha decidido atacar fuerte, y hemos empezado el mes de agosto prácticamente igual que finalizamos el de julio. Solo una variante, he cambiado pueblo, ahora toca el de Pili, Villanueva de Sigena, a poco más de 20 kilómetros de Albalatillo.
Este año, también otro conflicto caliente, ha puesto en el mapa a Sigena, a nivel popular quiero decir, ya que a nivel académico ya lo estaba por su magnifico monasterio. Se trata del litigio de las obras de arte del citado cenobio, que en la actualidad se encuentran en el MNAC de Barcelona y en el Museo Diocesano de Lleida. El ayuntamiento reclama los bienes y la Generalitat solo los devuelve a medias. Total que habrá que tener paciencia, ya que todo se encuentra en proceso judicial y esto, desafortunadamente, casi siempre es lento.
Peña "al completo"
Aparcamos este asunto, aunque tengamos en otro momento que retomarlo, para adentrarnos en las fiestas del pueblo, que pese a ser más largas que las del mío, no quiere decir que sean mejores, aunque esta opinión tan partidaria seguro que no tiene ni mucho valor, ni mucha objetividad: así somos los humanos, creo.
Después de un maravilloso pregón a cargo de un maestro que ejerció tan noble oficio durante más de 15 años en el pueblo, y tras una frugal cena, nos metimos de lleno en el territorio "Barbero". Es el bar del pueblo, referente de la gente de nuestra peña y de nuestra edad, lugar de encuentro a cualquier hora del día que se nos ocurra quedar, donde somos tratados como auténticos marqueses: cañas en copas heladas, gintónics al gusto de cada uno, y sobre todo siempre una broma y una sonrisa del dueño del local: José Luis.
Como cada año, también aquí, nos apuntamos al concurso de guiñote con José Ramón, con resultados algo mejores que en Albalatillo: Allí, me eliminaron a la primera ronda, aquí en la segunda. La excusa, la misma: jugamos prácticamente nada durante el resto del año. Me gustaría proporcionar al menos una información previa a que me decidiese a escribir este blog: No sé que año, no hace mucho ganamos en este torneo dos paletillas de jamón. Para que quede constancia. 
Peña "Reducida"
La peña habitualmente de 20 personas, se limita a 4 ó 5 hasta que llega en final de semana, así que nos organizamos para cenar cada día sin muchos problemas, un día cocinando, otro en el restaurante, etc. Este año el sábado toca celebrar la boda de Mónica y Manel con la peña y como casi siempre el menú de la cena tiene como plato principal, el salmorrejo, que también habitualmente me encargo de cocinar yo. Se trata de un plato de siega,  energético para resistir los trabajos del campo, cuando todavía no había neveras portátiles. Claro que para el mes de agosto con el calor y la mayoría de los comensales sin otra faena que disfrutar y reírse puede parecer no excesivamente ligero. Dejo los ingredientes para que el posible lector pueda valorar la conveniencia del plato: Aceite, ajo, sal, costilla de cerdo, lomo de cerdo, longaniza fresca, tortillas en trampa, huevos fritos y agua para que todo haga "chup-chup" durante un par de horas.
Como nos pasó en la Mona, seremos unos 36 comensales, pues acuden a la convocatoria una parte importante de los hijos del grupo, que en las ocasiones en que no hay celebración no aparecen por allí.
La cena además añadía unos entrantes a modo de pica-pica, que preparó Pili, con la inestimable colaboración de Maria Luisa, que también colabora cada año haciendo las tortillas en trampa y los huevos fritos para el salmorrejo.
Una Peña "disfrazada"
Todo un éxito, buena comida, buena bebida (Marisa y Luis, abuelos de pro aportaron el cava), buenos cafés, buenos chupitos y buenos gintónics y sobre todo buena compañía. A veces resulta difícil reunirse con gente tan joven y tan marchosa, aunque este año lo hemos conseguido dos veces.
Después de tan copiosa cena y derivados y de reponer fuerzas durante la noche con un sueño reparador y "pesado" encaramos el día siguiente, último de las fiestas. La verdad es que poca cosa hicimos, a parte de observar la traca y el entierro de la sardina. 
Sí, el entierro de la sardina, habitual en otras fechas en otros lugares, aquí se celebra como final de fiestas, gracias a la idea que en su día tuvo el maestro del pregón y que fue secundada por un grupo de vecinos. Se trata de pasear una "tina" de sardinas (guardia civil llamamos allí a este tipo de sardina en salazón) por todo el pueblo con paradas en lugares estratégicos donde te proporcionan diversos tipos de combinados: ron o ginebra con cola,  vodka con limonada, etc.
 Fin de fiestas y a descansar de tanto jolgorio.

martes, 29 de agosto de 2017

Las fiestas de Albalatillo 2017. Segunda parte

Como bien anuncia el programa de festejos hoy toca tiro al plato y almuerzo comunitario. Pepito y yo hicimos algunas indagaciones el día anterior, sobre las condiciones del almuerzo, y ante la poca experiencia de los cocineros, decidimos poner la venda antes de la herida y nos largamos solos a almorzar, entre otras cosas, huevos fritos con patatas, panceta a la plancha y oreja frita, regados con una buena cerveza, que ya hacía calor y selladas con un cafelito y un chupito de orujo.
Con las primeras necesidades cubiertas, nos dirigimos al tiro al plato, y a mirar de completar el almuerzo con los guisos de los cocineros noveles. Habían elaborado una enorme perola de judías blancas con chorizo. Lamentablemente no pudimos valorar mucho la valía del plato: a mi no me entraron más de dos cucharadas y Pepito creo que ni llegó a probarlas.
El tobogán acuático
Haciendo la digestión poco a poco, empezó el concurso de tiro al plato, no sin antes haber probado la punteria tirando a una lata con la pistola de José. Se cansaron de tirar antes de acertar ninguno a la dichosa lata. No sé si era el preludio de la tirada al plato. La verdad es que estuvieron todos fallones y hasta fallona, porque se apunto al conurso una chica, Natalia. Comparado con años anteriores, la ruptura de platos fue inferior, igual porque el público, no excesivo, se dedicaba a distraer y poner nervisosos a los tiradores con comentarios de todo tipo... En fin, que el tiro no fue tan esplendoroso como otros años, y abandonamos el concurso antes de su finalización.
Como no podía se de otra manera, al menos en mi pueblo, la escapada del concurso fue para ir a tomar vermut al bar. Hay que ver como se agradece el invento del aire acondicionado después de horas al sol en un descampado a las 12 del mediodía en plenos Monegros... Diría que hasta las tapas y la bebida fresca pasan a un segundo plano.
La tortilla
Comida en casa y siesta merecida o no, pero larga. Luego, bien arregladitos a ver como los chicos y no tan chicos disfrutaban tirandose por un tobogan acuatico en la bajada al río, al tiempo que se refrescaban de los todavía rigores del calor, aun siendo ya las ocho de la tarde.
Poco después, una tortilla gigante saciaba las ganas de comer y daba sedimento al estómago para afrontar los gintonics nocturnos, escuchando a la orquesta de turno hacer las delicias de una mayoría de sujetos pasivos, no por jubilación, sino por falta de ganas de bailar y unos pocos que disponían de toda la plaza para ellos para ejercitar ese arte que es bailar "aparejadamente".
Poco a poco fueron pasando las horas y como dice la canción, "nos dieron la una, las dos y las tres" y tomamos la firme decisión de ir a descansar, no por la fiesta del día siguiente sino por un enlace matrimonial familiar que se coló en estas fechas.
La Batucada
Al día siguiente, después de la referida boda aún nos dio tiempo de llegar al final de la batucada, un espectáculo de corte brasileño que recorre las calles del pueblo a ritmo de tambores, seguida por todo el personal del pueblo, con paradas intermitentes para refrescarse en el sentido más amplio de la palabra. En las zonas de las peñas reparten de manera gratuita, melocotón con vino y cervezas, que ayudan a reponer líquidos a los esforzados "batuqueros/as" y a los nativos que bailan a su ritmo. Además es costumbre arraigada, que llegados a determinadas zonas del pueblo, un vecino, misericordioso con la gente, ayude a sofocar las calores que a esas horas todavía son grandes, regando con una manguera a todo el que va por la calle, sin el menor respeto ni por niños, mayores o abuelos. La verdad es que como sufridor de estos baños tan típicos hay que decir que se agradece, pasado el primer impacto del chorro de agua.
La plancha portátil
Casi sin tiempo de respiro y sobre todo con poco apetito por las circunstancias del banquete nupcial familiar acudimos a la plaza del pueblo, donde se instala desde el año pasado una sidrería ambulante. Excelente idea: Se trata de un equipo móvil, como he dicho, que dispone de los siguientes elementos. Un tonel con un grifo, que no para de escanciar sidra, hasta que uno se harta. Y quiero decir uno multiplicado por el padrón de habitantes y visitantes, en edad de consumir bebidas alcohólicas. Después una plancha portátil en la que se hace una buena longaniza para pasar la sidra. También dispone de una freidora en la que se cocina una excelente chistorra, que se coloca en montaditos con el mismo fin anterior. Y para acabar lo que si es un auténtico artilugio, que no se como, pero a manera de una hormigonera pequeña, elabora migas de pastor, que como dice alguno de los del pueblo, "para ser industriales no están nada mal..."
En fin, pasados estos momentos toca, café, chupito, gintonic, baile, traca final de fiestas, nombramiento de la comisión de fiestas del año próximo, y a descansar, esperando que pasen pronto y bien los 362 días que faltan para la fiesta de 2018.

lunes, 31 de julio de 2017

Las fiestas de Albalatillo 2017. Primera parte

Parafraseando una canción famosa de festejos populares, como todos los 20 de julio llega la fiesta mayor de Albalatillo, en honor a su patrona Santa Margarita.
Ya introduje algunas pinceladas de la misma en otra entrada, pero en esta ocasión intentaré ceñirme a la de este año 2017, pues prácticamente pude participar en ella desde el minuto cero. El programa se incia como siempre con el pregón de las fiestas y el correspondiente lanzamiento del cohete anunciador de las mismas.
La procesión
Este año "la pregonera" ha sido una joven, Elena, conocida cantadora de jotas, ganadora de mil y un certamen de canto, profesora y emprendedora, y referente permanente del buen hacer en su especialidad en toda la comunidad autónoma. Y por supuesto "albalatillera". Nos dejó un pregón en el que sin perder el buen humor, hizo gala de su caracter emprendedor, de los recuerdos de su epoca infanto-juvenil en el pueblo, hace cuatro días para quien escribe esta entrada, y sobre todo del orgullo con que lleva ser de Albalatillo, allá donde quiera que vaya a cantar esa jota que tanto quiere y tan maravillosamente interpreta.
Como no podía ser de otra manera se despidió con el canto de unas jotas, también referidas a su pueblo, Albalatillo. Encendido del cohete, chupinazo y en marcha la charanga. Valencianos, de Bujarssot me comentaron y cuando les dije que como era que estaban aqui, me contestaron que cuando los viese actuar sabría el porqué. Efectivamente lo supe: lo hacían de maravilla.
Pasacalles musical con el tractor repartiendo vino y cerveza, con parada en cada peña para evaluar el "melocotón con vino" que elaboran cuidadosamente cada año a fin de ganar el concurso que premia al mejor de todos. Se sigue en un ambiente ya relajado y alegre en parte por los líquidos ingeridos en el pasacalles y en parte porque la comisión de fiestas y el Ayuntamiento invitan a todo el que quiera continuar la gresca a una cena "michelin": Toda clase de bocatas de jamón, salchichón, chorizo, etc..., que se siguen regando con el tirador de cerveza instalado en el tractor de referencia. Luego baile en la discomóvil  hasta la madrugada para los mas jóvenes y el resto, o al menos mi peña "Los Divertidos", gintónic sentados en la terraza del bar. Descanso merecido y mañana más.
El vermut con los colegas 
Siguiendo con la canción del inicio de la entrada, nos ponemos la muda limpia, algunos como yo, corbata y americana incluida y nos vamos a la procesión y a la misa. Allí una vez de acuerdo en quienes llevan las imágenes de los santos y santas, arranca la procesión al ritmo de las jotas que interpreta entre otros el grupo de Albalatillo, dirigido como no, por la insigne pregonera de este año. Yo suelo llevar una santo que mataron a flechazos, y este año también lo hice, no por una especial devoción, sino porque es el que menos pesa, que con los años y el calor de los Monegros a las 12 del mediodía del 20 de julio, uno ya no está para muchos sufrimientos. Acabada la procesión viene la misa y la ofrenda: Aquí unos cuantos teníamos la costumbre de irnos ya al bar a hacer el vermut, antes que llegasen las autoridades y colapsasen el servicio. Este año, como hubiera dicho mi abuela "Dios os ha castigado", y el bar estaba cerrado. Así que tuvimos que esperar fuera al sol, hasta que acabaron los oficios y salieron de la iglesia.
En el vermut nos bebimos todo lo que pusieron y comimos todo lo que sacaron, sin piedad, y al final nos hicimos una foto de recuerdo todos los que nos solemos reencontrar en estas fiestas, los paisanos que apenas ves durante el año y que como dije en otra entrada acudimos a "la llamada de la selva" por decirlo de alguna manera.
Cada uno a su casa a comer, si es que aún queda un hueco, y tras una reparadora siesta, a una temperatura casi inaguantable, salida otra vez al bar a la partida de guiñote o de botifarra, típicas en las fiestas. Para alguno como yo que es el único día del año que juego, pero es cotidiana para los colegas que viven en el pueblo. Total que es lo que parece, una excusa: no hay manera de que haya un año que gane la partida, sea de lo uno o de lo otro.
Las partidas de guiñote y botifarra
Luego, mientras los juegos para los niños y los disfraces también de adultos se apoderan de la plaza y calles colindantes, aprovechamos para volver a casa, una ducha refrescante, y un tentempié no especialmente abundante y a modo de cena, y casi sin quererlo, el sol se ha puesto y una ligera "brisa", hace más habitable el pueblo.
La música en la plaza inunda el ambiente y anima a unos pocos bailadores a lanzarse al ruedo, el resto o al menos los de mi peña, nos tomamos un café y unos gintónics en la terraza del bar con vistas al baile, y entre canción y canción, con algunos espacios para charlar de lo divino y lo humano, llegamos a la hora del bingo, con la ilusión de cada año de que podamos cantarlo, bien no sé para qué. Así que este año descubriremos para qué. Pedro canta una línea, pero como es solidario cantan tres más con él. Total que el premio se ha de dividir para cuatro.
Por terminarlo rápido, la invitación a los gintónics de celebración le cuesta dinero, y eso que algunos de la peña renuncian a ella. Bueno para mejor valorar la dimensión del premio, solo tomamos el trago, él, sus dos hijos y un servidor.
Fin de fiesta y a la cama, que mañana hay "almuerzo" y tiro al plato…

miércoles, 28 de junio de 2017

La ola de calor, o sea el verano...

Como cada año por estas fechas nos invade una ola de calor, que genera cientos de alertas "por fenómenos meteorológicos" de diversos colores, en todos los medios de comunicación, que como cada vez son más, uno no acaba de saber si le agobia el calor, o las noticias sobre el calor.
Y con esta "ola" viene la ilusión de las ya inevitables vacaciones con cientos de ideas de que hacer. Quizá la palabra no seas cientos, sino algunas.
En cualquier caso y siempre a remolque del calor, de estas ideas las más plausibles son las de ir a un sitio que haga fresco, o incluso frío. Así que toca buscar estos lugares a fin de que no nos pase como a una gran mayoría de la población: Que el calor le afecta a los sesos, le turba la mente y le conduce inexorablemente a decir tonterías en el mejor de los casos.
El calor o "la calor"
Y desde luego no faltan ejemplos de lo que estoy diciendo y sino observemos las elucubraciones respecto a la corrupción de un presidente: "en España hay personas corruptas, demasiadas, pero España no es un país corrupto. La corrupción en España no es la regla, sino la excepción".
Otro claro ejemplo es la expresión de algún aspirante a presidente, que sin aviso previo te lanza una perorata, al menos para mi díficil de entender, igual porque también me hace mella el calor:
"En este momento, feminizar la política es construir comunidad en los barrios, en los centros de estudio, en los centros de trabajo y centros sanitarios, eso que tradicionalmente conocemos, porque hemos tenido madres, que significa cuidar".
O la constatación de un dirigente con liderazgo recien estrenado de la importancia que tienen los husos horarios: "el reloj del PSOE y el reloj de España marcan a partir de hoy la misma hora".
Incluso las conclusiones derivadas de premisas bien ciertas, de otro presidente que en su discurso denota poca fe previa en algún club de futbol: "el ascenso del Girona a Primera División demuestra que no hay nada imposible". 
Peras y Manzanas
O la pérfida y pseudoparanoica visión del Estado que tiene algún vicepresidente, aspirante a presidente: "Ves que todas las estructuras del Estado usan toda su fuerza para hacer daño y cargarse las esperanzas de la gente"
Aunque uno no sabe si solo es el calor lo que hace decir cosas raras a nuestros ilustres políticos, pues hay ejemplos algo más lejanos en el tiempo de afectaciones en las cabezas, que no sé bien si ocurrieron en invierno o en alguna ola de calor.
Como ejemplo una frase ya célebre de una alcaldesa, támbién célebre: "El matrimonio homosexual es como si se suman una manzana y una pera... ¡nunca pueden dar dos manzanas!" 
Y lo mas significativo, sobre todo si lo dice un hombre que conoce la economía nacional y hasta las internacionales por haber sido responsable en parte de algunas de ellas: "Una pareja puede comprar una casa sólo con el 19% de su renta gracias a la política de vivienda del Partido Popular."
Pero para lío mental el que se montó un presidente que consiguó que la mezcla de pera y manzanas fuese casi un juego de niños: "Estoy muy a gusto y muy tranquilo porque tenemos un Rey bastante republicano."
Husos horarios
Ahora bien, a mi parecer lo más espectacular de la política lo compuso con una oratoria fuera de serie, alguien que fue presidente del mundo mundial: "Hay mucha especulación y me parece que seguirá habiendo mucha especulación hasta que la especulación termine". 
Como que todo esto iba de calor, y no sé por qué arte de magia ha acabado en algo similar a la "Antología del disparate", no quiero acabar sin otras frases, que por ser relacionadas con el fútbol siempre me han gustado y tampoco tienen desperdicio.
Un ilustre jugador que vistió de blanco y luego fue entrenador, llegando a conclusiones casi imposibles: “Si el balón hubiera pasado la línea de gol, hubiera sido gol.”
O la de otro ser humano con trayectoria similar aunque vistió de azulgrana y que hizo un memorable resumen de su filosofía futbolística: “Para jugar al fútbol no se debe sufrir. Lo que se hace sufriendo no puede salir bien.”
Pero para resumen de la filosofía futbolística, la que hizo en mi opinión "el maestro de maestros" de esta disciplina: “Es todo muy sencillo: si marcas uno más que tu oponente, ganas.”
Bien, ya escribiré sobre el calor, cuando haga algo de fresco y mi neurona pueda centrarse en el tema que le propongo...



Bretaña y las Islas del Canal. Y parte Cinco

Nos despertamos, como casi siempre a buenas horas, o sea temprano y tras hacer el "check-out", por cierto que tenían todo el siste...