Magnifica ciudad, increíble historia, difícil pasado, excelente presente y más que esperanzador futuro. Son las ideas que me vienen a la cabeza después de la escapada "lucky" a Berlin, el pasado puente del Pilar.
Me explico, se trata de una ciudad grande, con una historia en torno a los reyes Guillermos y Federicos, un pasado de división tras la segunda guerra mundial, un presente de trabajo y regeneración y un futuro en manos de la cantidad de población joven que tiene. Lo de "lucky" viene a cuento de aquel chiste malo de ¿Tu que fumas? y que respondía "Lucky dan" pues bien la escapada es "lucky" salga, o sea anarquía y falta de programación en general, que es lo que agrada en ese país.
Aterrizamos en Berlin a la hora de comer más o menos y habíamos quedado con nuestros amigos (Pancho, Elvira, Modesta y Vicente) que vendrían a buscarnos al aeropuerto, así que por recomendación de nuestros hijos que conocían la ciudad, sugerimos comer todos en un vagón de tren a modo de bar, en el mismo aeropuerto una de las comidas típicas: Currywurts o algo así. Dicho y hecho, apenas llegaron los cuatro pedimos seis de lo mismo y cinco cervezas y un agua y ya casi a las cinco de la tarde nos lanzamos a la conquista de la ciudad, previa compra de un billete de transporte múltiple que nos serviría para todo el viaje.
Hotel Roma iluminado |
Pancho había quedado con Anja, una joven, hija de unos amigos suyos, que vive en Berlin y había reservado en uno de los restaurantes recomendados por todas las guías. Total que los varones nos "zampamos" tres codillos de un kilo cada uno y las mujeres, no se bien qué cenaron. Reconozco a mi pesar que pese al litro de cerveza para intentar digerirlo, no pude acabarme el plato. Los otros dos "compis" sí (me hago mayor).
Luego vino el paseo nocturno por algunas de las zonas en que estaba en marcha el festival de edificios iluminados, que tanto había insistido Pancho que teníamos que ver. No se equivocaba, es algo impresionante y dificil de explicar: sobre los monumentos se dibujan todo tipo de escenas, utilizando como fondos el propio edificio también dibujado con luces. Dejo un ejemplo del Hotel Roma en una foto, para poder ver la magnitud de la iluminación, aunque no le hace justicia a lo que es verlo en directo.
Después de tanto espectáculo fuimos a descansar, pues el día siguiente nos esperaban dos tours a pie por la ciudad: "Los imprescindibles de Berlín" por la mañana y "El barrio judío" por la tarde.
Madrugar relativo, desayuno en toda regla y nos encaminamos hacia la isla de los museos, en el parque que está justo delante del duomo de Berlin, a la búsqueda de una guía, con un paraguas verde, que le servía de identificación. Por si alguien lo desconoce estas/os guías son castellano-parlantes que se pueden contratar a través de la red y que cobran la voluntad de los "guiados", una vez terminado el recorrido.
Paseamos por la isla de los museos, donde se encuentran los más significativos de la ciudad, destacando sobre todo el de Pergamo, que en la actualidad se encuentra parcialmente cerrado por reformas. Nos explican las principales obras de arte que contiene cada museo y que no referiré, en parte por no hacerlo muy largo y en parte porque no me acuerdo de muchas de ellas. De Nefertiti, sí. La temperatura es agradable y eso hace que las distancias del paseo no se hagan pesadas. Pasamos por diversos memoriales y edificios, la mayoría de ellos de estilo neoclásico. También llegamos a la plaza de la universidad, donde se encuentra la Opera y diversos edificios de interés. Contrasta obviamente la vista de los mismos a plena luz del día con la que tuvimos la noche anterior de los mismos, iluminados en el contexto del festival de luz. Interesante en esta localización ver el monumento o memorial dedicado a la quema de libros en una las muchas noches tristes del nacionalsocialismo.
Cerca del Checkpoint Charly, uno de los puntos de interés por la historia de los carros de combate soviéticos y norteamericanos enfrentados en la calle, en uno de los muchos episodios de gran tensión de la guerra fría, paramos a tomar un cafetito y una pasta antes de seguir la segunda parte de la visita. Lo que son las cosas, allí conocí a un amigo de un amigo y primo mío de Albalatillo, justo encima de las baldosas que en el suelo recuerdan por donde discurría el muro: el mundo es un pañuelo, etc, etc...
Nos acercamos al memorial de los judíos fallecidos en el holocausto. Se trata de unos miles, no recuerdo cuantos, de bloques de hormigón de distintas alturas que dejan entre sí, estrechos pasillos por los que se puede pasear y que invitan a un cierto recogimiento, pese a estar en medio de la ciudad. La verdad es que produce una cierta impresión y la gente en general lo visita con respeto y silencio, aunque parece ser que no siempre fue así, pues hasta que la administración se hizo cargo de su vigilancia y cuidado se había utilizado como zona de fotos de moda, de diversión y algo de jolgorio. Conocido lo que representa, mejor como está ahora.
Siguiendo con la visita y tras unos pocos metros de camino llegamos, posiblemente al mayor icono de la ciudad de Berlín: La puerta de Brandemburgo. Nos hicimos todas las fotos de rigor, solo la puerta, con nosotros, separados, por parejas, en grupos, etc...
Desde allí, lugar en el que terminaba la mañana de visitas nos subimos a un autobús, que nos llevó a Alexanderplatz, nudo de comunicaciones de la ciudad, presidida por el "pirulí" de la televisión y una plaza "dura" de innumerables comercios y lugares de comida. Decidimos hacer el tentempie del mediodía y gracias a nuestra versatilidad lingüística, pedimos lo que queríamos comer, nos sirvieron lo que entendieron, que no tenía casi nada que ver con lo que habíamos pedido, pero tras diversas negociaciones llegamos al entente de comernos lo que nos dieron: más o menos comimos todos parecido a lo que queríamos, acompañados eso sí con un ejército de pájaros que si te descuidabas se te llevaban la comida. Hasta nos regalaron un yogurt, que hizo la misma ruta que nosotros durante dos días.
Lo del cafe, ya es otro cantar, ante el escaso acierto idiomático de los varones en la comida, Elvira decidió coger el toro por los cuernos y encargarse ella misma del pedido del café. El corto era de un cuarto de litro aproximadamente y los cafés con leche ni os cuento: parecían palanganas. Nos costó tanto consumirlos que casi llegamos tarde al tour vespertino.
Cuando ya casi estaban a punto de salir hacia el barrio judío llegamos los seis apresuradamente, pues no sé si el autobús no tenía parada donde creíamos o en su caso no la solicitamos, lo cierto es que quedamos bastante alejados de donde pensábamos que los haríamos. Bueno, una premonición de lo que nos pasaría en días sucesivos.
El paseo por el barrio judío es un sin parar de historias y de monumentos, grandes y pequeños que recuerdan la azarosa vida de este grupo de población en el Berlín de preguerra, en el que se puede apreciar, entre otras muchas cosas, el poderío económico e intelectual que tenían así como la feroz persecución y acoso a que fueron sometidos antes de ser deportados a los campos "de trabajo". Las historias se amontonan, unas durísimas, otras algo menos y alguna también encomiable de gentes que intentaron evitar la tragedia.
También pudimos apreciar o mejor dicho no apreciar lo que fue el búnker donde pasó los últimos días de vida el dictador y su plana mayor, ya que en la actualidad se trata de un parking al aire libre sin ninguna referencia gráfica a la historia del mismo. Parece ser que es una estrategia de las autoridades alemanas a fin de evitar lugares de peregrinación de seguidores de sus ideas en la actualidad, que desafortunadamente, y ya que vamos con algunos gallegos en el grupo, "haberlos, haylos".
Este blog pretende ser más festivo y divertido que estos últimos párrafos, pero en Berlin, aun hoy es difícil desprenderse de la historia tan reciente todavía. Sirva este recuerdo para lo que dicen los que saben "no lo olvidemos, para no repetirlo"
Una de las zonas que más me gusto del barrio judío fueron los patios interiores de manzana, destinados en su momento a albergar en pequeños apartamentos a gente trabajadora para proporcionarles una vivienda digna. Hoy, una vez restaurados la mayor parte de ellos son pequeños apartamentos de lujo, obviamente no al alcance la clase menos favorecida.
Punto y final al tour de la tarde. Vuelta al Hotel a un pequeño y merecido descanso antes de salir a la búsqueda de un lugar donde reponer fuerzas. A fin de no caer en los errores lingüísticos de la mañana nos dejamos recomendar por los empleados del hotel un restaurante/pizzeria italiano que además esta a dos calles. Cenamos variado, unos verduras, otros pasta, otros pizza.
A dormir que mañana tenemos que madrugar para salir temprano hacia Postdam.
Luego vino el paseo nocturno por algunas de las zonas en que estaba en marcha el festival de edificios iluminados, que tanto había insistido Pancho que teníamos que ver. No se equivocaba, es algo impresionante y dificil de explicar: sobre los monumentos se dibujan todo tipo de escenas, utilizando como fondos el propio edificio también dibujado con luces. Dejo un ejemplo del Hotel Roma en una foto, para poder ver la magnitud de la iluminación, aunque no le hace justicia a lo que es verlo en directo.
Después de tanto espectáculo fuimos a descansar, pues el día siguiente nos esperaban dos tours a pie por la ciudad: "Los imprescindibles de Berlín" por la mañana y "El barrio judío" por la tarde.
El Duomo de Berlin |
Paseamos por la isla de los museos, donde se encuentran los más significativos de la ciudad, destacando sobre todo el de Pergamo, que en la actualidad se encuentra parcialmente cerrado por reformas. Nos explican las principales obras de arte que contiene cada museo y que no referiré, en parte por no hacerlo muy largo y en parte porque no me acuerdo de muchas de ellas. De Nefertiti, sí. La temperatura es agradable y eso hace que las distancias del paseo no se hagan pesadas. Pasamos por diversos memoriales y edificios, la mayoría de ellos de estilo neoclásico. También llegamos a la plaza de la universidad, donde se encuentra la Opera y diversos edificios de interés. Contrasta obviamente la vista de los mismos a plena luz del día con la que tuvimos la noche anterior de los mismos, iluminados en el contexto del festival de luz. Interesante en esta localización ver el monumento o memorial dedicado a la quema de libros en una las muchas noches tristes del nacionalsocialismo.
Memorial judíos |
Nos acercamos al memorial de los judíos fallecidos en el holocausto. Se trata de unos miles, no recuerdo cuantos, de bloques de hormigón de distintas alturas que dejan entre sí, estrechos pasillos por los que se puede pasear y que invitan a un cierto recogimiento, pese a estar en medio de la ciudad. La verdad es que produce una cierta impresión y la gente en general lo visita con respeto y silencio, aunque parece ser que no siempre fue así, pues hasta que la administración se hizo cargo de su vigilancia y cuidado se había utilizado como zona de fotos de moda, de diversión y algo de jolgorio. Conocido lo que representa, mejor como está ahora.
Siguiendo con la visita y tras unos pocos metros de camino llegamos, posiblemente al mayor icono de la ciudad de Berlín: La puerta de Brandemburgo. Nos hicimos todas las fotos de rigor, solo la puerta, con nosotros, separados, por parejas, en grupos, etc...
La Puerta de Brandemburgo |
Lo del cafe, ya es otro cantar, ante el escaso acierto idiomático de los varones en la comida, Elvira decidió coger el toro por los cuernos y encargarse ella misma del pedido del café. El corto era de un cuarto de litro aproximadamente y los cafés con leche ni os cuento: parecían palanganas. Nos costó tanto consumirlos que casi llegamos tarde al tour vespertino.
Cuando ya casi estaban a punto de salir hacia el barrio judío llegamos los seis apresuradamente, pues no sé si el autobús no tenía parada donde creíamos o en su caso no la solicitamos, lo cierto es que quedamos bastante alejados de donde pensábamos que los haríamos. Bueno, una premonición de lo que nos pasaría en días sucesivos.
El paseo por el barrio judío es un sin parar de historias y de monumentos, grandes y pequeños que recuerdan la azarosa vida de este grupo de población en el Berlín de preguerra, en el que se puede apreciar, entre otras muchas cosas, el poderío económico e intelectual que tenían así como la feroz persecución y acoso a que fueron sometidos antes de ser deportados a los campos "de trabajo". Las historias se amontonan, unas durísimas, otras algo menos y alguna también encomiable de gentes que intentaron evitar la tragedia.
Patio del barrio judío |
Este blog pretende ser más festivo y divertido que estos últimos párrafos, pero en Berlin, aun hoy es difícil desprenderse de la historia tan reciente todavía. Sirva este recuerdo para lo que dicen los que saben "no lo olvidemos, para no repetirlo"
Una de las zonas que más me gusto del barrio judío fueron los patios interiores de manzana, destinados en su momento a albergar en pequeños apartamentos a gente trabajadora para proporcionarles una vivienda digna. Hoy, una vez restaurados la mayor parte de ellos son pequeños apartamentos de lujo, obviamente no al alcance la clase menos favorecida.
Punto y final al tour de la tarde. Vuelta al Hotel a un pequeño y merecido descanso antes de salir a la búsqueda de un lugar donde reponer fuerzas. A fin de no caer en los errores lingüísticos de la mañana nos dejamos recomendar por los empleados del hotel un restaurante/pizzeria italiano que además esta a dos calles. Cenamos variado, unos verduras, otros pasta, otros pizza.
A dormir que mañana tenemos que madrugar para salir temprano hacia Postdam.
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