Este año he comenzado con buen pie el curso de Grmania, que es un grupo excursionista con sede en la red, al que pertenecemos una cincuentena larga de socios y simpatizantes, y que cada año nos proponemos una parte de un GR para hacer en etapas de mayor o menor distancia en función de su orografía. Por abreviar, este año hacemos el GR-3 y la primera etapa es de Vallbona de les Monjes a Tárrega.
Así que en el autocar que nos desplaza a la salida de la etapa y nos recoge a la llegada, empezamos una conversación en el grupo trasero del mismo, territorio exclusivo de los más traviesos, que nos trasladó al hilo de las manifestaciones actuales relacionadas con "el procés" a la época de la universidad de buena parte del grupo (casi todos tenemos una edad parecida).
Pensión en el Tubo |
Había muchas y variadas pensiones en la zona, unas más grandes, otras de más categoria y otras más caras o más baratas. La que yo estuve era de estas últimas, ya que después de mi paso por colegio mayor y piso de estudiantes y que ya habían pasado cinco años de la aventura universitaria, la economía familiar se había resentido pues se había sumado el tener que hacer frente también a los estudios de mi hermana.
La estructura de la misma, supongo que se correspondía bastante con las otras que existían en la zona: Tenía una capacidad para 20-25 huéspedes que era como se llamaban en la época a los clientes, y estaba dividida en tres pisos: dos de habitaciones y uno de servicios: comedor, cocina y sala de estar. Como que en El Tubo todo esta cerca, disponíamos a tocar de mano todo tipo de establecimientos: bares, restaurantes, tiendas de discos, ultramarinos y sobre todo un local muy especial, que tras pasar un tiempo cerrado, ha vuelto a abrir: El Plata. No he estado en esta nueva aventura del negocio. En breve pienso ir.
En mi epoca era el último café-cantante que quedaba en Europa, en palabras de la ilustre actriz Liza Minelli si hacemos caso a las noticias que circularon entonces. En cualquier caso, café sí que servían y cantar también cantaban. Tenía un escenario que desde la entrada del local cuyas paredes y columnas rebozadas de mini-baldosas de espejo, le daban aspecto de ser de plata, parecía un cuadro colgado de la pared. En él se disponían apretujados un saxofonista, un pianista, un batería y la cantante-vedette.
Los estudiantes de aquel tiempo, como los de todos los tiempos creo, íbamos más que justos de dineros, así que con una cierta habilidad y a base de ir muchas veces y que ya nos conocían, habíamos conseguido tomar el café en El Plata a precio de bar normal. Los parroquianos que acudían de otras zonas de la ciudad o de los pueblos cercanos pagaban a precio de cabaret.
Una calle del Tubo |
Entrando en lo que era la pensión, la regentaba una señora viuda de extracción rural, que tras el fallecimiento de su esposo de manera prematura, había vendido las tierras e invertido en una pensión en la capital. Como empleados disponía de dos hijas solteras que le ayudaban en las tareas más benignas del negocio, dejando para una chica de etnia gitana las tareas más duras del mismo (básicamente limpieza).
Tenía además dos hijos, uno de ellos casado y con hijos que de tanto en tanto pasaba de visita con su familia, y otro soltero un poco "balarrasa" que si he de hacer caso a lo que nos explicaba la viuda solo se acercaba a meter mano en la caja del dinero, con el correspondiente perjuicio para las arcas de la empresa y de rebote para nuestra alimentación. A lo peor era la excusa para justificar la bajada de cantidad y calidad de la comida en los últimos días de cada mes, aunque con lo que pagábamos igual la falta de liquidez era una triste realidad.
Los huéspedes éramos de lo más variopinto: el grupo de los estudiantes, en el que destacaba uno de económicas que hoy debe ser un potentado: en aquel momento tenía un "850" de color marrón con el que cada final de semana iba al puerto de Barcelona, donde compraba licores, básicamente ginebra, y condones, que luego revendía en bares y locales de la zona.
Después había el de los banqueros, bueno empleados de banca para afinar, entre los que destacaban uno de Palencia, que iba descalzo por la calle, en cuanto salía del banco y otro de Valencia, de ideología bastante "facha", que cuando salía de "marcha" volvía a la pensión tirando petardos y gritando por las escaleras: "Socorro!!! los "rojos" me persiguen y me quieren matar..." De milagro se libró de un buen tortazo de otro de los huéspedes, que era trabajador de la construcción y madrugaba más que ninguno.
Una actuación en El Plata |
Y finalmente un grupo de difícil catalogación: eran los temporales, trabajadores de la construcción que estaban mientras duraba la obra, soldados de reemplazo que dormían en las camas que dejaban libres los estudiantes los fines de semana (había que optimizar los recursos en pro del negocio), algunos actores figurantes de las obras de teatro que se hacían en la ciudad y en general, todo aquel que necesitaba una cama, cuando ésta estaba disponible en el establecimiento.
Muchas son las historias y las aventuras que pasamos, disfrutamos y hasta sufrimos en aquella pensión y que contaré en otra entrada, por las razones ya conocidas por los que siguen este blog: no he de hacerlas muy largas.
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