jueves, 6 de noviembre de 2025

Fútbol y Beatles o viceversa. Liverpool.

Nuestros hijos quisieron sumarse a la celebración de nuestros cumpleaños (de Pili y mío), obsequiándonos con un magnífico regalo: una escapada a Liverpool. Ya tiempos atrás nos habían dicho, que teníamos que visitar la ciudad, porque era un lugar en el que respiraban Beatles y fútbol, y al menos yo tengo pasión por las dos cosas. Bueno se adelantaron a sus recomendaciones y así aparecimos en Liverpool a lomos de Ryanair, o sea con el correspondiente retraso...

Biblioteca Central
Aterrizamos ya noche entrada con 2 horas y tres cuartos de retraso (lo justo para que no te tengan que indemnizar) y por suerte para nosotros en el regalo había a parte del vuelo y el hotel, los traslados desde el aeropuerto así como un "free-tour" y la visita guiada de Anfield.

En un primer momento pensamos, ya estamos en territorio british, pues el primer contacto con el chófer, fue corregirme porque no había pronunciado bien ni su nombre ni su apellido. Pero nada más lejos de la realidad, pues estuvo todo el viaje atentísimo y ayudándonos en el check-in, hasta que apareció la recepcionista que con el mismo tono amable hizo las correspondientes gestiones y nos acompañó hasta el ascensor que llevaba a nuestras habitaciones a descansar pues teníamos free-tour a la mañana siguiente.

Con la frugalidad de la cena, acudimos a desayunar en el mismo hotel, pese a que Izarbe nos había recomendado cualquier local de los muchos que había en la zona del hotel. Nos pudo la pereza de salir del hotel y pensamos que total todo sería parecido. Ni de lejos, los condumios que hay que decir que eran aceptables nos costaron casi cuarenta euros. Entonces entendimos la recomendación de nuestra hija. La próxima le haremos caso.

El punto de encuentro de la visita era Steble Fountain a apenas 15 minutos caminando desde nuestro hotel y allí estuvimos a la hora indicada, donde un simpático guía de origen extremeño nos estaba esperando y mientras iban llegando los rezagados que siempre hay en estos grupos nos explicó que llevaba 13 años viviendo en Liverpool y que esta era la ciudad más acogedora y amable que conocía él de todo el Reino Unido. Luego al final del viaje comprobamos que estaba en lo cierto. Ah! una curiosidad hablan un inglés al que recortan la mitad de sílabas a cada palabra. Reconoció que a pesar de los años que vivió aquí todavía no los entendía bien. Incluso nos confesó que a veces no se entienden ni entre ellos mismos...

En la primera casa de Beatles
Desde allí a escasos cien metros estaba la Biblioteca Central, un magnífico edificio con una cúpula espectacular y con una capacidad descomunal de accesos a internet en una sala de ordenadores, en aquellos momentos casi vacía. Todo ello gratuito para los usuarios de la misma. Infinidad de libros de todo tipo y un silencio casi sobrecogedor a lo largo de toda la visita. Hice una foto pero no le hace justicia a la sensación de estar dentro.

Seguimos la visita por Victoria Street hasta llegar a Derby Square donde se encuentra la estatua de la misma reina Victoria, realizada por un escultor que no recuerdo pero que no la quería mucho, pues decía que mandaba en exceso y parecía un hombre. De hecho si se mira la obra de frente parece bien una mujer pero si la miras de perfil, el cetro que tiene sobresale a una altura que da la impresión de que se trata de un pene. En fin, cosas del guía no especialmente contrastadas pero que ahí quedan.

Seguidamente nos acercamos a la primera inmersión en the Cavern Club, la primera casa de Beatles. En realidad se trata de una réplica idéntica a la original, que estuvo a pocos metros de la actual pero que sucumbió a una modificación urbanística de la zona para la creación de una estación, me parece...

Lo cierto es que toda la zona está sembrada de pubs y locales que algunos recuerdan mucho al grupo musical pero lo que sí es característica de todos es la música en directo de infinidad de grupos y que dura desde las 12 del mediodía hasta las 12 de la noche ininterrumpidamente. De hecho a la hora que pasamos por la zona ya estaban la mayoría en marcha.

Después de fotos y más fotos con estatuas de los componentes del grupo que salpican la calle, tomamos dirección hacia el Royal Albert Dock, donde entre los edificios nuevos y acristalados destacan otros como el Royal Liver Building, construido en 1911 y que fue uno de los primeros edificios del mundo construidos con hormigón armado. Está coronado en sus dos torres por dos pájaros que son el escudo de la ciudad y que las leyendas advierten que si un día vuelan, Liverpool desaparecerá. Poco probable... (que vuelen).

En el Royal Albert Dock
Otros de los edificios interesantes es el de la naviera que fabricó el Titanic, pese a que este fue ensamblado en otra ciudad. También hay multitud de leyendas al respecto de su construcción y de si era un barco gemelo de otro que no vió la luz, en fin... lo que me sorprendió fue la última planta de forma triangular y que en la actualidad alberga un restaurante, que se llama Carpatian en honor al barco que recogió a los supervivientes del naufragio y que así justamente se llamaba.

Finalmente nos dirigimos a las estatuas de bronce de los cuatro Beatles, creadas por el escultor Andy Edwards en el año 2015 y que son uno de los lugares en que casi todo el mundo que visita Liverpool para a hacerse una fotografía. Nosotros no íbamos a ser menos y como buenos "guiris" ahí queda constancia.

Desde allí y a poca distancia caminando llegamos a The Twins Flavour, un restaurante colombiano que nos recomendó el guía del free-tour, pues según él era el sitio donde se hacía el mejor "Scouse" de la ciudad. El referido plato, que tiene hasta una derivada de los que lo consumen, "Scousers", es a la postre un estofado de carne, preferiblemente ternera, con un sofrito de tomate, cebolla y zanahoria al que se le añaden patatas y que pasa horas haciendo "chup-chup" hasta conseguir un excelente resultado, sabroso y tierno. Estaba muy bueno el que probamos.

Aún tuvimos tiempo después de la comida de disfrutar de dos cosas que nos habíamos propuesto. La primera fue retornar a The Cavern y entrar puesto que la visita de la mañana fue solo por los exteriores. Pues dicho y hecho. El ambiente era formidable a pesar de que no estaba a rebosar como suele, había bastante gente muy animada, tomando pintas y escuchando a un guitarrista al tiempo que bailando algunos, desde jovencitas hasta otros que nos superan en edad. Curiosamente sonaba "All you need is love" y todo el mundo cantaba. Maravilloso aunque los cánticos no ayudaban mucho al músico que se esforzaba en que sonase bien.

La segunda visitar la catedral anglicana, según rezan las guías la que tiene los arcos góticos más altos que en el mundo existen, además de una torre de vigía. Lo cierto es que es impresionante, no solo por su arquitectura, sino porque además de una tienda de "souvenirs", algo que ya habíamos visto en alguna, en su interior hay instalado un restaurante-bar-pub, donde se puede comer y tomar algunas copas, aunque en la zona que está más en el interior de la nave central ha de ser sin alcohol.

"This is Anfield"
Regresamos al hotel y después de estas experiencias, nuestro cuerpo nos pedía reposo, aunque también reponer gasolina, que ya andaba justa. Decidimos cenar algo en un local cercano y que además era un pub bastante típico del lugar: El Matadero se llamaba. Con nuestras limitaciones del inglés y el escaso interés de las dos jovencitas que reinaban en la barra, que diría Sabina intentamos hacerles saber nuestra intención de cenar, ya que la mayoría de los parroquianos del local se limitaba a beber cerveza como si no hubiese un mañana.

Lo cierto es que con alguna dificultad conseguimos pedir algo de comida y cerveza, con una cierta sensación de desasosiego a la espera que llegasen los condumios para ver que habíamos pedido realmente. La sorpresa importante y para bien, un buen sandwich con bacon, salchichas y un huevo frito o algo bastante parecido, acompañado de una cerveza rubia fresca que oh! casualidad se llamaba Alma de Madrid. Desde allí a descansar que mañana promete emociones fuertes.

Después de desayunar en uno de los múltiples locales cercanos al hotel, Philpotts se llamaba, nos pidieron un taxi desde el hotel y nos lanzamos a la conquista de Anfield, cosa complicada. Lo de conquistarlo quiero decir, pues lo defienden como jabatos. En el fútbol digo. Bueno pues a la llegada ya ves que estás en un lugar especial, lleno de historia y de historias deportivas: es un viernes a primera hora y ya hay gente y cola en la salida del tour que te guía por el estadio, que nos habían reservado nuestros hijos. 

La visita es más o menos como todos los estadios, las gradas, la tribuna, las vistas, los vestuarios, los lugares donde comen y descansan los jugadores, etc. etc. En los vestuarios, en el local, te dejan sentar en los asientos de las estrellas y en el visitante cuando no hay partido tienen colgadas las camisetas de lo que sería el "once ideal" de la época. No está mal, cuatro blaugranas en el once: Henry, Xavi, Iniesta y Messi.

Después ya viene lo más interesante que es el acceso al césped por el túnel de vestuarios, donde te anuncian que estás en Anfield y aunque no suena el famoso "you'll never walk alone", casi lo oyes retumbar en tu cabeza. Las fotos de rigor en la hierba, sentados en los banquillos y en algunas de las puertas de acceso son el preámbulo del paso por la tienda del club. Tras comprar unos pijamas para nuestros nietos pusimos rumbo al centro a buscar un sitio para comer.

Catedral Católica
Lo hicimos en el Castle St Townhouse degustando la comida británica por excelencia "Fish and Chips", con una cerveza fresquita y atendidos por una simpática camarera que pese a ser nativa hablaba un excelente castellano. La chica había viajado por medio mundo, Sudamérica incluida, y tenía una gran facilidad para los idiomas nos confesó.

Sin perder mucho tiempo encaramos hacia la catedral católica, supermoderna y poco que ver con la anglicana. A pesar de su nave circular en cuyo centro se eleva una cúpula vanguardista, a mi me gusto más la anglicana, que esta no tenía bar dentro. Bromas aparte el edificio merece la pena ser visitado.

Antes de llegar al templo pasamos por la entrada a Chinatown, que es una puerta al más típico estilo oriental y que contrasta en gran manera con los edificios que la rodean.

Después y ya de camino hacia el hotel, que no estaba especialmente cerca sobre todo para hacerlo a pie y porque ya llevábamos sobre nuestros cuerpos un buen paseo, pasamos por Church Street, una calle peatonal muy concurrida y con muchas tiendas que aprovechamos para comprar unas camisetas, como no de Beatles, para nuestros hijo, hija, nuera y yerno. Ya me parecía difícil que nos fuéramos de la ciudad sin comprar nada para ellos. Desde allí al hotel, un breve reposo y a buscar sitio para cenar.

Después de barajar varias opciones nos decidimos por hacer caso a una recomendación, bien bien no sé de quién y fuimos justo enfrente de donde comimos el "Scouse" a un cuidado y muy agradable restaurante siciliano, Cose Buone se llama y lo cierto es que hace justicia al nombre. Acabado el ágape, regreso al hotel y a prepararse para el día siguiente que volábamos de regreso a casa.

El aeropuerto, el vuelo, etc. como era de esperar excepto la llegada al control de pasaportes de El Prat, que aparte de caótica fue hasta un poco peligrosa, por poco no nos pilla una avalancha de gente. No obstante un pelin tarde pero a punto una empleada pudo parar las escaleras mecánicas de bajada que tiraban a gente sobre los que hacían cola. Una anécdota al final. Por tener de todo en la escapada.

Magnifica idea la del regalo. Una escapada para recordar. Así que muchas gracias familia (Izarbe, Manel, Mónica, Carlos, Claudia, Roger, Aritz y Gerard) por permitirnos disfrutar de esta aventurilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Ruta de la Plata. Parte Primera

Y resulta que de plata, nada. Bueno o al menos muy poco. Que el nombre viene del árabe "balat", que viene a significar camino empe...