jueves, 18 de mayo de 2017

Madrid y... San Isidro. Parte Segunda

Domingo 14.
A la hora convenida todos en el hall del hotel, dispuestos a desayunar antes de salir a la nueva conquista de la ciudad. Aquí hay que hacer una mención especial al buffet del hotel: Excelente salvo un pequeño problema. Como no lo teníamos contratado nos dieron un buen cañazo: más de 20 € per cápita. La verdad es que yo fui un poco el responsable del desaguisado ya que le dije a Mery que no hacía falta, que había infinidad de bares cercanos  donde ir a tomar chocolate con churros, e incluso mejores que en el hotel. Me confundí de hotel. Menos mal que como ya lo sabíamos antes de empezar, nos encargamos de que no tuviesen ganancias a costa nuestra, al menos con Martín y conmigo: nos comimos medio buffet (yo venía descansado de la cena del día anterior).
En el embarcadero
Empezamos a caminar después de dejar el equipaje en la consigna del hotel, en dirección hacia El Retiro. Esta vez bajamos por una calle con menos trampas que la del sábado.
Llegamos al parque, todavía no estaba muy concurrido aunque ya sonaban las notas de la banda de música del Ayuntamiento de Madrid en un concierto al aire libre, suponemos que celebrando las fiestas de San Isidro, patrón de la ciudad y de "los labradores".
Pero no era precisamente por la música por lo que estaban interesadas las tropas, sino que una facción capitaneada por Pili se lanzó sin aviso y sin consenso a remar por el proceloso estanque. Casi sin enterarnos, la susodicha, Mery, Alicia y Martín ya estaban peleándose con los remos, dando giros en la barca sobre si mismos, hasta el punto que con Roberto dudábamos que fuesen capaces de salir del embarcadero.
Poco a poco fueron alejándose a trancas y barrancas, dando la impresión que la barca no iba donde ellos querían sino donde le daba la gana a ella, como si tuviese vida propia. En ese momento y tal como se iban alejando nos volvieron a entrar las dudas ahora sobre si sabrían volver al embarcadero. Bueno como son mayorcitos todos los dejamos a su aire y fuimos a sentarnos a un banco a la sombra que se estaba la mar de bien.
Remando
Al poco rato aparecieron los intrépidos navegantes, comentando la travesía a grito pelado. Una que el otro la había mojado. Otra que con las vueltas se había mareado y amenazó con vomitarles dentro de la barca. Otra también mojada no se sabe como. En fin una aventura más que contar y la extrañeza de los cuatro de que no hubiésemos cogido el resto otra barca: Igual querían jugar a los piratas y el abordaje, saltando de una barca a otra... siempre nos quedará la duda.
Sin tiempo que perder, nos dirigimos a la salida del parque por la Puerta de Alcalá (con una gran originalidad la mayoría dijimos mírala, mírala, mírala) cuya rotonda estaba ocupada por una concentración de "moteros". No se cuantas, pero muchas y muy diversas Harley-Davidson estaban dando vueltas. Los aficionados a las motos, que de todo hay en el grupo se quedaron mirándolas como hipnotizados, hasta que alguien hizo referencia a lo lejos que estábamos todavía del lugar previsto para comer y la hora que era.
Así que enfilamos la calle de Alcalá hasta la Puerta del Sol, pasando por la Cibeles, que fotografiaron algunos merengues del grupo, que también los hay. Desde allí y por la calle Arenal, donde Pili logró el milagro de hacer mover una estatua de bronce, fuimos al Teatro de la Opera y a la Plaza de Oriente y Palacio Real, donde hicimos una parada para recorrer el lugar al tiempo que íbamos mirando los lugares donde se podría comer algo, que las fuerzas ya empezaban a estar justas. Vimos el Café Real y la Taberna del Alabardero, entre otros, pero no acababan de ajustarse a las expectativas que teníamos en ese momento.
El oso y el madroño
Decidimos por unanimidad dirigirnos hacia la plaza Mayor con la intención de tomar unas tapas en cualquier terraza y proseguir nuestro camino. La cosa estaba fácil, las dos de la tarde, la víspera de San Isidro, Madrid, Plaza Mayor y un grupo de ocho personas. Cualquiera de los establecimientos estaría esperándonos con las manos abiertas y una mesa de la capacidad necesaria. Unos entraron en el mercado de San Miguel, no cabíamos nadie más. Los que no pudimos entrar nos fuimos a la plaza que estaba "abarrotada" de todo tipo de público, grupos de locales, grupos de foráneos sin camiseta y con mucho líquido ingerido, grupos de turistas más o menos despistados y el personal habitual de la zona que entre otras cosas te intentan quitar la cartera mientras te venden algo.
Intentamos convencer o liar a uno de los camareros para que nos preparase sitio para ocho, donde solo cabían cuatro. El hombre no lo veía claro, pero los ánimos de otro camarero compañero suyo le ayudaron a tomar la decisión de pedir a una pareja a cambiarse de mesa y ajustando otra en el espacio que quedaba, nos hizo sitio para los ocho: Buena voluntad de los camareros y de los comensales.
La Puerta de Toledo
Comimos relativamente bien unas tapas (calamares, callos, ensalada, tortilla de patata...) y la cara del camarero cambió cuando le dije que vendrían dos más a tomar café. Eran Ana y Juan que habían estado en una boda el día anterior y yo había contactado con ellos y les dije donde estábamos. Supongo que por no montar más lío, nos dijo que no tenían café. Luego Pili entró en el local y cafetera si tenían, pero no era cosa de andar chinchando después de la amabilidad que habían tenido.
Tras un breve intercambio de conversación, los dos nuevos se fueron pues su AVE salía a las 16:30 y los otros ocho decidimos ir a tomar café a otro sitio. Y aquí empezó el debate: al levantarnos de la mesa, a Pili se le ocurrió que quería ir a la Puerta de Toledo, el resto a tomar café. Tras un breve "rifi-rafe" siempre conyugal, David decidió acompañarla a la puerta y el resto fuimos a La Latina a intentar lo del cafe. La verdad es que no lo conseguimos y tras algún intento en un local, que casi parecía aquellos del soho neoyorkino, por la estética y porque estaba a reventar, y pasar por delante del "remodelado" Mercado de la Cebada, instamos a los dos miembros díscolos del grupo a que se presentasen en la parada de taxi del Metro Latina y nos dirigimos al hotel... ¿A qué? A tomar café. Luego recogida de equipajes, taxi, Puerta de Atocha, AVE, Huesca y Barcelona.
Fin de las operaciomes: Experiencia magnífica, exportable y repetible.

miércoles, 17 de mayo de 2017

Madrid... y San Isidro. Parte Primera

Pues resulta que Mery y David tenían muchas ganas después de su boda de hacer un viajecito a Madrid con sus respectivos padres. Y resulta que nos lo comunicaron a Pili y a mí. Y resulta que nos apuntamos también, como no podía ser de otra manera.
Las porras
Resumiendo que montaron un viaje para ocho, eso sí con tiempo suficiente para poder coincidir todos y adecuarlo a las disponiblidades de cada uno. Así surgió la fecha del viaje: el fin de semana del 13 y 14 de mayo. Los días de las fiestas de San Isidro en la capital: así estaríamos tranquilos, sin aglomeraciones, sin colas donde quisiésemos ir, etc, etc... La verdad es que al menos yo no me di cuenta de la elección hasta unos días antes. En cualquier caso y como somos gente aguerrida, que nos va la marcha y no nos preocupan los festejos, nos lanzamos a la aventura, siguiendo las pautas que habían marcado para tal evento, Meritxell y David.
Sábado 13:
Grupo A: Pili y José Antonio: Despertar a las 05:00 horas. Hay que ir de Terrassa a Barcelona, a la Estación de Sants, aparcar el coche, coger el AVE a las 07:00 horas: Madrid a las 09:50 horas
Grupo B: Alicia y Roberto,  Margarita y Martín, Meritxell y David. Despertar a no sé que hora. Coger el AVE a no sé que hora: Madrid a las 10:30 horas.
El lugar elegido
Así que a las 10:30 estamos todos en Madrid. A algunos nos ha dado tiempo de tomar un cortadito y unas porras, típicas de la capital, antes del encuentro. Una vez comprobado que Martín ha cumplido al pie de la letra el encargo que le había hecho Meritxell, y salvada la primera deliberación del grupo ya compacto (A+B) en favor del gremio del taxi y en detrimento del metro, aterrizamos en el Hotel, donde siendo la hora que es, no podemos hacer el check-in todos, cosa que resuelven muy amablemente haciendo el de una de las habitaciones, donde dejamos los equipajes todos, antes de lanzarnos a la conquista de Madrid.
El periplo se inicia desde la zona alta de la calle Serrano, cerquita de nuestro hotel. Al prinicipio el ritmo de los ocho participantes es adecuado, sin precipitarnos. Como que la calle hace un ligero desnivel de bajada el paseo se hace fácil, y con estas condiciones no es de extrañar que tardásemos en llegar a Goya, casi hora y media!!! Supongo que no tengo que explicar en todos los comercios, tiendas, boutiques, etc, etc., en que entraron las féminas del grupo, y al resto de la comitiva, estar parados esperando, caminar a tirones y que no hay ni una solo concesionario de coches en toda la calle, nos abrió el apetito.
El cocido madrileño
Nos personamos en La Taberna de la Daniela, previa reserva, a degustar el típico cocido madrileño. Estuvo perfecto como reza su web: sota, caballo y rey. O sea: sopa, garbanzos con verduras y carnes. Un par de botellas de rioja, postres de la casa, agua, cafe y chupitos variados de orujo sin medida (te dejan la botella en la mesa).
Ligero paseo hasta el hotel para siesta reparadora, y alguno del grupo, debido a los excesos en la comida sufre un apagón informático, que lo deja fuera de juego hasta la noche. Así que no sé que pasó hasta las nueve, en que me uní al grupo, que buscaba sitio para cenar. Tapeo de calidad la mayoría y el que suscribe dos aguas con gas.
A continuación espectaculo teatral en la Gran Via: El club de la comedia, con una presentadora grandota y graciosa, una excelente monologuista valenciana, un malagueño travieso, el infalible Agustín Jimenez y una chica del público, que con su risa "especial" colaboró de manera importante a que se descentraran los actores y riésemos todos a destiempo, pero finalmente, una gran noche de comedia en el teatro Rialto.
Taxi al hotel, deliberaciones sobre la hora de levantarse el día siguiente con acuerdo final a gusto de todos, buenas noches y como dice otro cómico: Mañana más, pero no mejor que es imposible.

lunes, 15 de mayo de 2017

La boda de M&M

No pensaba yo que sería tan complicado para mí, escribir de la boda de M&M (Mónica y Manel). Es posible que esta dificultad nazca del hecho real de que la boda la han organizado ellos dos integramente y el resto solo hemos ayudado en lo que hemos podido y se nos ha requerido. En cualquier caso lo interesante es que ya ha pasado la fiesta y de manera exitosa, hemos dejado atrás los nervios previos, han hecho su viaje y están ya de vuelta e inmersos en el quehacer diario, una vez cerrado el paréntesis que supone "la boda".
Lejos queda la apertura del paréntesis, aquel momento en que M&M nos comunicaron la intención y la decisión de casarse, que de alguna manera para mí resultó una sorpresa, agradable, pero sorpresa.
Así que superada esta primera impresión, como no podía ser de otra manera, les comunicamos que ahí estabámos nosotros los padres, para lo que nos necesitaran. La verdad es que lo tenían bastante claro: la ceremonia civil, la festiva, los lugares y las características del evento, con lo que entiendo que lo tenían ya pensado y hablado antes de comunicarnoslo. Como debe ser.
A partir de ese momento la dirección de la boda toma diversas ramificaciones, la de los novios, la de los amigos, la de los familiares... y la de los padres del novio, que es desde la perspectiva que yo puedo hablar y escribir.
La llegada de la novia
Lo primero que hacemos es pensar en que necesitaremos un vestido (Pili) y un traje (José Antonio), pero falta tanto tiempo que lo posponemos. En este primer periodo de preparativos nuestra función se limita a colaborar en algunos de los papeleos legales que hancen falta y que intenta agilizar Pili. Por no ser pesado, todo llega a buen fin en los plazos previstos y la boda en el juzgado se puede llevar a cabo en las fechas programadas.
Poco a poco, se van definiendo cosas, o mejor dicho, los novios las van definiendo. Nos invitan a una jornada de puertas abiertas del lugar que han decidido para la fiesta, un lugar precioso, coqueto y no demasiado grande que nos parece perfecto: Mas Ventós, en Sentmenat del Vallés. Disfrutamos de una degustación de las tapas que compondran el aperitivo del acontecimiento. Encantados por la cantidad (21 platillos) la variedad (carne, pescado, vegetal, frío, caliente, elaborado, crudo) y por la presentación en el jardín de la masía. También fuimos una noche con los padres de Mónica a probar platos para después del aperitivo y más o menos todos coincidimos en la elección.
Conocemos también el detalle de que para la ceremonia Manel, quiere salir de nuestra casa... Por abreviar también: pintura, repaso de instalaciones, decoración floral, cambios de complementos, etc... durante unos cuantos días para que todo esté en perfecto "estado de revista" el día D.: Igualmente conseguido.
En todo este espacio de tiempo hemos ido acumulando diversas pruebas de trajes y vestidos y con el mismo resultado, todo OK para el día de autos. Hasta los últimos detalles están a punto: todas las invitaciones confirmadas, las golosinas preparadas y las sorpresas bien guardadas.
Los primeros invitados son la familia del pueblo, para los que M&M han reservado alojamiento en Sabadell. Comemos con ellos y con Manel en el restaurante de debajo de casa. Los Dolz Nogués, se lo montan a su aire, su intendencia es más complicada que la del resto. Una vez comidos, peinados y maquillados, mejor maquilladas, no vestimos de boda y nos dirigimos hacia el lugar del evento, todo en el horario previsto, a pesar de las muchas fotografías del reportaje.
La ceremonia
Somos de los primeros en llegar, como estaba previsto: Nos recibe la maestra de ceremonias y nos explica como hemos de hacerlo todo, principalmente los novios y los padrinos. También está la jueza que dirigirá las operaciones y que nos hace también un pequeño esquema de como irá todo.
Los invitados empiezan a llegar poco a poco pero sin pausa. El parking se va llenando de coches y los trajes y vestidos de fiesta y los complementos de los mismos van engalanando el paisaje ya de por sí precioso de la masía. El clima apacible y el sol se suman a dar todavía más esplendor a la fiesta.
En un momento dado, que diría un ilustre maestro del futbol, se desencadena el protocolo con la llegada de la novia. El novio y la madrina salen del brazo y se dirigen al ara de la ceremonia por una alfombra roja, justo detras la madre de la novia y el padre del novio hacen el mismo recorrido, y finalmente la novia y su padre, precedidos por Daniela que lleva los anillos, se acercan por el mismo camino hasta donde espera el novio.
A partir de ahí y una vez pasada "la gallina de carne", que diría el mismo maestro futbolero, el evento es encantador, con una jueza que personaliza de manera rápida y divertida las vidas de los novios y con excelente tono de humor, no exento de realismo, explica como son las cosas una vez acabado el acto que estamos celebrando. Todo en la justa medida..., por algo es jueza.
Una vez acabado el acto más formal, se multiplican los abrazos y besos de todos para todos, de manera que llega un momento que no sabes ya a quien has abrazado y a quien no, pero es lo que toca en estos momentos y no deja de ser reconfortante tantas muestra de cariño en un espacio de tiempo tan corto.
A partir de aquí, empieza el jolgorio. Primero el aperitivo en el patio con los olivos: tal como ya sabíamos algunos, excelente, tanto el lugar como el material (sólido y líquido). Poco a poco con la bajada del sol va refrescando un poco, y quizá por eso pasamos algo precipitadamente al salón interior para seguir ya con la cena, sentados y acomodados. La solución del reparto de las mesas y la identificación de los lugares destinados a cada uno son muy originales y divertidas a la vez.
Los novios y la tarta
La cena discurre por los senderos adecuados y no faltan las sorpresas: el plato estrella del Manel (huevos fritos), los brindis, la tarta, el musical "tractor amarillo", los regalos a los abuelos de los novios, la familia m&m, regalos a otros amigos, regalo a Mery y David (este día hace 6 meses justos de su boda), la entrega de los novios a Izarbe y Carlos, etc... y el baile de los novios, sorprendente para mí y supongo que para algunos más. Bailaron que parecían Ginger y Fred.
A partir de ahí, con el desmadre ya instalado empezo el DJ su faena, y la barra libre, la música, el fotomatón, las chuches y un largo etcetera de cosas, incluido los Vega Rovaina, que nos fumamos algunos en el jardín, amparados en un magnífico gin-tónic y una estufa de gas de esas de las terrazas de los bares.
Así sigue la fiesta hasta que poco a poco van abandonando el recinto los invitados en orden de edad, empezando por los más mayores y acabando por los más jóvenes, excepto algunos (padres y cercanos) que nos quedamos hasta el final.
Un gran día, todo perfecto y en su punto. Enhorabuena a los novios, por la boda y por la organización que fue precisa y muy lograda. Repito, excelente.

jueves, 4 de mayo de 2017

Semana... santa?

Llega la Semana Santa. Este año le toca algo más tarde y tiene como especial conotación que estamos a una semana de la boda de Manel (esa será otra entrada) y que tenemos que celebrar la boda de Pedro, el hijo de Pedro y Pili Porta.
Además este año en la primera parte de la semana, el grupo de GRmanía ha transitado por el "Camí de Cavalls" de Menorca, y con tantas celebraciones no hemos podido apuntarnos. Menos mal que el grupo dispone de excelentes fotógrafos, magníficos cronistas y maravillosos componentes, que entre unos y otros han hecho que hayamos participado en la aventura, al menos virtualmente. Gracias a todos por haberlo hecho posible.
El refugio
Hechos estos preámbulos, cargamos el coche con todo tipo de maletas, bolsas y paquetería, y el miércoles nos lanzamos después de comer, ligero por cierto, al "eix transversal" que sumado a una parte de la A-2 y otra de la A-131 (Carretera de Fraga a Huesca) nos depositó en Villanueva de Sijena, nuestro destino, en poco más de dos horas. Descarga, instalación en la casa, salutaciones de rigor a la familia, contacto con los amigos, y programación del primer almuerzo con los amigotes de mesa y bar. Antes de ir a cenar, las ya típicas cervezas con cacahuetes sin pelar, y después del ágape el insustituible gin-tonic a la carta del "Barbero".
El primer día, entre el almuerzo y las visitas a familiares y conocidos, más algún que otro encargo pendiente pasa relativamente rápido, pero sin prisas, ni nada que se parezca en lo más mínimo al estrés. Paseo vespertino ni que sea para mover las piernas un poco y desentumecer los músculos por las horas sentados en la mesa y en los taburetes del bar... Gin-tónic en el Barbero y cháchara hasta que la gente comienza a bostezar, que es la hora marcada para que cada uno vuelva a su casa... a descansar, que mañana hay que organizarse.
Los jóvenes
Total que una vez almorzados en Alcolea, un pica pica de salteado de longaniza y setas, morro frito, pulpitos en salsa y huevos frtios, regresamos al pueblo con la intención  de poner en marcha "la mona" del día siguiente. "La mona" por si alguien no conoce las costumbres de la zona es una comida en el monte, en un refugio, o en un mas, o masada, o masía, en la que se consume todo tipo de platos, eso sí, sin compasión ni mesura, y en la que no pueden faltar las costillitas y chuletitas de cordero a la brasa. En el caso concreto de nuestro grupo se le añade una paella de marisco, en la que tampoco puede faltar el conejo.
Los jóvenes
Hechas estas consideraciones hay que poner en marcha el evento: Mª Luisa suele encargarse de "alquilar" el refugio con meses de antelación y ya estaba hecho (precio asequible de 12 euros, por ser del pueblo). Después hay que comprar los carnicos (cordero, cerdo, conejo), los pescados (calamar, sepia, cigalas, almejas, gambas, mejillones...etc) y el resto de ingredientes (pan, aceite, ajo, patatas, olivas y un largo etcétera de otros productos). También se hace un repaso a la bodega de "la peña" (esta será otra entrada del blog), para evaluar el estado de reservas alcohólicas o no, y en consecuencia programar la compra de lo que haga falta. Otros productos imprescidibles son el café, el hielo... y los puros para completar el festín. También son imprescindibles la paellera, la parrilla y las ruedas de gas butano, así como la leña para cocinar todos estos manjares.
Pues eso que con esta ingente cantidad de trabajo que hacer y organizar, pensaba que necesitaríamos todo el día para sacarlo adelante, pero... sorpresa relativa porque quien más quien menos lo sabía: Pili Porta y Pedro se encargaban de todo, y lo más interesante, lo pagaban todo... Era ni más ni menos que la celebración de la boda de su hijo Pedro.
Los un poco menos jóvenes
Así que una vez concretado lo del butano y la paellera y parrilla, nos quedamos sin trabajo de preparación y no nos quedó más remedio que pasar la tarde otra vez en el Barbero, donde programamos la cocina del día de la Mona, ya que en esta ocasión se sumaban al festejo algunos de los hijos e hijas del grupo y de 18 habitualmente pasamos a 32 comensales. Decidimos que serían dos las paellas que haríamos a la vez en dos paelleras, Carlos David y yo mismo.
El día de autos, sábado por la mañana nos reunimos todos delante de la Peña como cada año. Cargamos los coches como mejor pudimos y cuando llegaron Pedro y Pili, los últimos, como casi cada año, aunque esta vez totalmente justificado por la faenada de hacerlo todo. Bueno otros años también está justificado porque se encargan de traer los pescados.
Los "paelleros"
Con más o menos disputas, casi siempre entre conyuges, llegamos al refugio. Unos a buscar leña que este año estaba cerca y era abundante, otros a preparar la paella. Tal como quedamos, ejercí de maestro paellero y Carlos de alumno. Iba haciendo los pasos del guiso y Carlos los repetía de manera mimética, para que todo quedase igual. El resto colaboraban en poner la mesa, el vermut, y preparar las brasas para la carne, que este año las hicimos en el hogar de fuera.
Así que empezamos a comer, a beber, a reir, a jugar, a fumar, como cada año, pasando un excelente día con la ya típica excursión de las chicas a buscar romero, tomillo y otras hierbas aromáticas, aunque en realidad creo que van a "la toilette". Recogida de trastos, adecentamiento del local (mejor que lo encontramos), y vuelta al pueblo, para... preparar la cena.
Epilogo: Día perfecto con amigos, a conservar mientras el cuerpo aguante. Por cierto y para poner a cada uno en su sitio, la paella de Carlos estaba más buena que la mía...

Bretaña y las Islas del Canal. Y parte Cinco

Nos despertamos, como casi siempre a buenas horas, o sea temprano y tras hacer el "check-out", por cierto que tenían todo el siste...