martes, 16 de junio de 2020

El cuento del corona con final incierto(*) ...

Eráse una vez un pequeño estado, que es como gustaba llamar a algunos de sus habitantes, aunque otros preferían llamarlo nación, otros país y otros patria y algún nombre más que no recuerdo ahora. Este pequeño lugar estaba muy bien organizado y dividido en diversas partes, más o menos de todos los tamaños, separadas entre ellas por cordilleras, ríos, otros accidentes geográficos y cuando no una línea imaginaria. Por suerte se podía saltar de un lugar a otro sin excesivas dificultades. Además disponía de una especie de mando, que gustaban llamar gobierno global, que coordinaba algunas políticas de las partes que lo configuraban y además tenía la llave de una gran parte de la hucha común.
"...eran variopintas,"
Las gentes de este territorio, también lo llamaban así, eran variopintas, cada trocito trataba de explotar y proclamar a los cuatro vientos sus características especiales frente a las de los otros, aunque no sabían que en el fondo y en lo trascendente eran todos iguales. No obstante, lo que sí es cierto es que esa creencia de particularidad les había llevado a unos comportamientos que casi les permitían diferenciarse en algo y había creado un tipo de sentimiento de pertenencia a ese lugar siempre "distinto" de los otros.
Dicen que ante los grandes retos de los pueblos y naciones es cuando los seres humanos sacan unos lo mejor de si mismos y otros, creo que menos, lo peor. Lo decepcionante era que en el paquete de los que sacan lo peor estaban seguramente la mayor parte de los gobernantes, políticos y otras autoridades.
Pero a lo que vamos, este "país", lo llamaremos así en adelante, entró en guerra, tras el ataque inesperado de un ejercito de seres de pequeño tamaño, pero muy abundantes, incontables, inabarcables que venía ya de atacar a otros países con resultados devastadores para los que sufrieron su invasión. Este enemigo atacaba a cualquier hora del día o de la noche, sigilosamente y con un grado de traición por encima de cualquier expectativa. Basta decir que utilizaba a las personas de más confianza y más queridas como medio para introducirse y devastar los territorios.
Ante esta invasión tan alevosa y tan rápida y con efectos tan terribles, todo el mundo se puso en pie de guerra para defender..., bueno defender qué? El "país"? Las partes en que estaba dividido? Todas? Las grandes? Las pequeñas? Total que todos defendían y todos eran los más audaces, los más estrategas, los más valientes, los más de todo, en una especie de concurso interminable por ver quien sobresalía y se hacía con el liderazgo y las futuras medallas en caso de acabar bien la contienda.
Y claro, mientras se producían estas disquisiciones, el enemigo se iba infiltrando y causando bajas en la mayor parte de los territorios del país, eso sí de forma desigual, porque era muy listo y se dio cuenta que si atacaba con distinta intensidad, los jefes de cada parte seguirían debatiendo y echando en cara a los que estaban más invadidos, lo mal que se defendían y lo bien que lo hacían ellos.
En estas circunstancias empezó a aflorar en cada parte lo "mejor" de cada casa y claro todo el mundo acabó por culpar de cualquier mal resultado a los jefes de lo que llamaban gobierno global y propagar a los cuatro vientos cualquier batalla ganada gracias a los esfuerzos y las capacidades de los que gobernaban en cada trozo del país.
"cualquier batalla ganada..."
Esto solo sirvió para nuevas discusiones, cosa que el enemigo aprovechó una vez más para invadir  ciudades y pueblos de toda la geografía, siempre con la estrategia de apretar en unos y aflojar en otros. Y en este preciso momento es cuando cada pequeño país  y el país entero se quedaron con el culo al aire, y perdón por la expresión, y acabó mostrando al resto lo que realmente era su idiosincrasia a la que tanto se aferraban desde hacía décadas, o siglos si se quiere, y que siempre esgrimían como condición para tener tratos distintos, especiales y diferenciales del resto del país.
Unos se mostraron con una gran chulería, se erigieron en los más todo de todos, los que tenían más bajas, los que se defendían mejor, los que contaban mejor a los muertos y hasta los que tenía más. Esta zona se llamaba Drimda. Otra de las zonas se mostró como la gran víctima de la guerra, era la más duramente atacada y nadie le ayudaba, ni le dejaban hacer, ni nadie le daba armamento, y con lo geniales que sus habitantes eran... lo maltratados que se sentían por todos y lo poco reconocidos hasta el punto de en pocos días rechazar lo que al principio pedían. La zona se llamaba Latucaña.
Hubo otras zonas que apenas se enteraron casi del ataque y se pasaron toda la contienda contando los días para que acabase a ver cuando podían regresar a su normalidad, con despreocupación de su territorio y los de los demás. Dualacina era su nombre. Otro de los territorios que también sufrió la invasión, de nombre Suedika, se mostró muy interesado por colaborar, y de paso ver si podía sacar algo a cuenta de esta ayuda al gobierno global, mientras sus gobernantes locales, muy machos y muy valientes ellos, aprovecharon para ver si podían perpetuarse en el poder antes de que viniesen las vacas flacas derivadas de la guerra. Otro de los territorios de nombre Iligaca, se mostró bastante indeciso, sin decir ni una cosa ni otra, pero imitando lo que más les convenía de las otras zonas pero disimulando su interés, incluso cuando sus gobernantes hicieron las maniobras para poder seguir mandando como habían hecho otros. También los habitantes de otro lugar, Vianleca al principio fueron muy a la par del gobierno global, colaborando en todo y de manera especialmente alegre y desenfadada hasta que sintieron que no les beneficiaba nada el curso de la guerra, y se revolvieron contra sus propios amigos, con un tono muy digno y orgulloso.
Sensaciones diversas
Finalmente en otros lugares del gran país cada uno dijo la suya, colaborando más o menos según sus características en la lucha contra ese "diminuto" pero gran enemigo: Los de Deuxmetrara tuvieron poca batalla, hasta los invasores los dejaban olvidados, o eso decían ellos. En las regiones de Varnara, Joira y Nagaro también afrontaron la guerra a su manera, unos altivos y creyendo saberlo todo, otros más resignados y algunos de manera muy terca en sus decisiones, casi sin aceptar sugerencia alguna. El resto de los territorios, Rumica, Batancria y Usatrias hacían lo que podían, unos solos, otros quejándose de las ayudas, también tomado decisiones al margen de lo global. Incluso en dos regiones que en tiempos remotos formaron un gran reino, Clislata la Hancam y Clislata Nelo se comportaron de distinta forma, unos más estoicos y otros más quejicas.
Resumiendo que todo este complejo y diverso gran país se vio envuelto en un maremagnum de ideas y sentimientos que daba la impresión que iban a derivar en una definitiva pérdida de la guerra contra el desconocido invasor y enemigo.
Por suerte para toda la población, tras la primeras bajas en sus huestes, que no fueron pocas, todos los que tenían algo que decir y todos los que mandaban algo tanto en el gobierno global como en los de cada territorio, se olvidaron de sus diferencias iniciales, se pusieron de acuerdo, decidieron olvidar sus pequeñas o grandes rencillas y se lanzaron en la lucha contra el pequeño enemigo.
Al final se pudo derrotar al invasor, y tras rendir homenaje a los héroes de la guerra, todos igual de juntos que en la batalla se dedicaron restablecer todo lo que tenían e incluso más, consiguiendo una gran armonía y prosperidad para todos los países o regiones o territorios. Eso sí, con un gran esfuerzo por parte de todos y no sin sufrimientos... pero valió la pena.

(*)Tómese la tercera acepción de la RAE para la definición de incierto.

P.D. Para los que les de un poco de pereza mirar el diccionario....




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