domingo, 6 de diciembre de 2020

Más coronavirus en nuestras vidas. Más reflexiones

Parece una ecuación perfecta, más coronavirus, más reflexiones... pero también más confinamiento, más limitaciones, más problemas, más impactos emocionales, más incertidumbre, más rabia, más intolerancia... De hecho esto es lo esperable, pero al hilo de ello hemos descubierto también algo que yo al menos sospechaba: la "clase" política que tenemos.!

Pues bien, empecemos por el final: la "clase" política: Sin duda me refiero a todas aquellas autoridades, electas o "digitales", que tienen algo que decir, aportar, legislar, ordenar o recomendar en torno a la pandemia, o dicho de otra manera, las que nos han de guiar en estos momentos de zozobra.

... más coronavirus

Con estas dos premisas intercaladas veamos lo que a uno se le ocurre al respecto: Qué dicen de más confinamiento..., pues que es imprescindible, que será la llave que nos abra las puertas de la salvación de esta pandemia. Como aportación es escasa pues no parece que eso sea algo que la mayoría de los de a pie no sabíamos, y para legislar pues también habíamos descubierto ya que tienen la "mano rota". Ordenar y recomendar es lo que más les gusta. Eso sí, una cosa cada uno porque claro el virus distingue perfectamente cuando está en una ciudad u otra o en un territorio y el de al lado. Además se comporta distinto en un sitio u otro de ahí las divergencias de las ordenes.

Y de las limitaciones? Pues por increíble que parezca estamos en la misma línea: Unos limitan las salidas nocturnas hasta una hora y otros hasta otra: hay lugares en los que el virus no empieza su jornada laboral de contagiar hasta las diez de la noche y lugares en que su horario no empieza hasta las doce. Todo esto debidamente justificado científicamente y avalado por estudios de todos los calibres y orígenes. La aportación en este caso es clara: confusión. Y para que esta dure y se mantenga en el tiempo legislan y recomiendan comportamientos distintos según en el lugar que te pille...

Problemas? Salvados los de salud y supervivencia son inabarcables dicen y empiezan con la letanía de los que vamos a tener. Los primeros los económicos. Un Nobel a la agudeza habría que darles a todos. El discurso es claro, serán graves y afectarán a la mayoría de la población y además serán duraderos y sobre todo nos tendremos que sacrificar todos si queremos de aquí a no sé cuantos años volver a los niveles económicos de hace no se cuantos años. Aportan como gran solución un fondo que la Unión Europea, nos dará pero que una gran parte tendremos que devolver en cómodos plazos. De puertas adentro no se ve que vayan a hacer algo al margen de tener a todos los empleados en expedientes de regulación de empleo, que claro como somos muchos serán muy difíciles de poner en marcha... colapsamos los servidores y todos los equipos que disponen para hacer viable el cobro. Legislar poca cosa aparte de los presupuestos, que serán la panacea para todos los males que nos aquejan, ja...! Y recomendar ni entro en detalle, porque todos recomiendan lo que les conviene a cada uno, eso sí, para el bien y salvación de todos nosotros, que no sabemos lo que nos conviene o como mínimo no sabemos a que carta quedarnos. Y lo que tardaremos en saberlo: Hace relativamente poco, en la Cadena SER alguno de sus ilustres tertulianos ha puesto de manifiesto, con mejor dicción que la que yo escribo algo que ya venía pensando estos días: El PP de Madrid, defensor de unidades patrias y de centralizaciones como solución global, quiere la independencia de los territorios en fiscalidad y ERC en Cataluña, adalid de la independencia, quiere unificar impuestos en toda España. Así no hay manera de que nos enteremos de nada...

ansiedad, depresión, melancolía...
Impactos emocionales? Pues aquí añado la incertidumbre y la rabia, pero básicamente vamos a sufrir todos los impactos posibles: ansiedad, depresión, melancolía, irritabilidad, excitación, etc. Sobre esto en una primera fase no decían, ni aportaban, ni legislaban, ni recomendaban. Debe ser que los consideraron actores secundarios en esta obra. Ultimamente y ante la evidencia incuestionable de su presencia parece ser que han descubierto un nicho de posibles votos entre los afectados por estas cuestiones y empiezan a sacar la patita recomendando no dejar en saco roto estos temas y acudir a profesionales del tema, que aunque pocos son abnegados y nos ayudarán a todos a mantener la cabeza clara para poder seguir adelante votando, trabajando, consumiendo y en resumen manteniendo el estado "del bienestar" para todos...

La incertidumbre con lo dicho hasta ahora está garantizada y no solo porque tengamos muchos caminos por los que transitar y porque tenemos que decidir cual tomar, que insisto es variable en función de lo que uno vota. Es casi peor, la incertidumbre nos la genera el hecho casi constatado universalmente que no nos creemos a ninguno de ellos. Y claro, ni somos técnicos ni científicos, ni tenemos los medios para poder tomar decisiones por nosotros mismos. Esto nos lleva a una cierta sensación de desamparo ante la pandemia, y no sabemos como conducirnos. Aunque igual es más eficaz el "pito, pito, gorgorito" para tomar esta decisión. Al final, todos los países de nuestro entorno, unos antes, otros después, se van igualando en las cifras de la pandemia, y las cosas que han hecho han sido diferentes.

La rabia, no sé bien si es tal, o es hartazgo, o resignación mal llevada, o impotencia. Recuerdo aquí un whasap que recibí hace unos días: "Me he hecho un test de estar hasta los cojones, y he dado positivo". Creo que su autor resume de manera bastante sencilla y entendible la sensación que nos invade a una parte bastante amplia de la población. Por suerte en estos aspectos, ni opinan, ni legislan, ni recomiendan nada específico, su silencio se puede traducir en un "se siente" o "haber elegido muerte" o "ajo, agua y resina" (para vosotras queridas paredes, que no me conocéis del todo esto último sería, a joderse, a aguantarse y resignación).

Finalmente, la intolerancia, en lo que yo puedo apreciar a nivel de calle, obviamente muy limitado aunque me gusta salir y hablar con gente y amigos y me relaciono relativamente bien con ellos a través de Zoom y de cervezas en horario permitido, noto un aumento de la crispación y del mal comportamiento ciudadano, con gente que intenta colarse en algunas tiendas con una educación más que dudosa y como usuario del automóvil también aprecio una cierta agresividad en el tipo de conducción de algunos de los otros. Igual esos otros la aprecian en mí. Los que tendríamos que ser intolerantes somos la población general y deberíamos serlo con la incompetencia de los que mandan, con el engaño casi permanente a que nos someten, con la falta de criterios unificados de que hacer o no hacer, pero sobre todo con que se olviden de nosotros y solo tengan en mente como mantener su puesto de trabajo, lease ganar las próximas elecciones, les interesan más los votos que las vidas. 

... deberíamos ser intolerantes con los que mandan
A pesar de todo, acepto que estos políticos no son todos iguales, y que alguno no se ajusta a este retrato que me ha salido. Además lo acepto por ser benevolente con el género humano y porque creo que me equivoco algunas veces cuando hago juicios de las cosas que no van bien y quizá esta sea una de ellas.

Por acabar de alguna manera optimista, aquí seguimos esperando que pase todo este descontrol y volvamos a una normalidad parecida a la anterior, que tampoco es que fuese perfecta, pero sí mejor que la actual. Y en esta esperanza citaré a un poeta que escuche por la radio el otro día, no me gustaría equivocarme ni en el nombre ni en la cita. Creo que es David Escamilla y viene a decir que "el orden es la pausa del caos".

Pues eso, esperando la pausa. 

Ah! Y la vacuna! Que eso sí lo solucionará todo, sobre todo si somos los primeros...


Bretaña y las Islas del Canal. Y parte Cinco

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