jueves, 12 de enero de 2023

Navidad y fin de año 2022

Casi era imposible de creer que la Navidad iba a llegar tan pronto, porque yo al menos la tenía asociada al frío y a los paisajes nevados de las montañas, pero casi nos alcanza con el bañador puesto, y no es ninguna exageración sobre todo después de ver las imágenes de los telediarios de las costas mediterráneas. En fin que nos pilló despistados y todo tuvo que prepararse a un ritmo superior a años anteriores.

La bodega preparada

De todas maneras el guión de estas fiestas en nuestra familia no suele ser muy original y se repite año tras año con escasas variaciones, pero que como existen se han de contar, además que cada año tiene alguna connotación nueva que la hace interesante como mínimo.

Este año, la comida del día de Navidad no podía ser al completo en la bodega de Martín, pues ese día Mónica, Claudia y Manel tenían otros ágapes familiares a los que acudir en Sabadell. Para poder hacer una comida todos juntos decidimos hacer en la bodega de casa la comida el día de San Esteban, que no es festivo en el pueblo, pero al caer en domingo el día de Navidad lo traspasan al lunes para no perder fiestas.

Estas fueron las variables de este año a las fiestas de Navidad y el resto del guión fue bien similar al del año anterior con una característica especial, que los niños tienen un año más y disfrutan mejor de algunos de los festejos que se organizan en estas fechas. Bueno los mayores también tenemos un año más, pero no tiene tanta trascendencia en gozar más o menos de las actividades. 

Así pues, como decía con el tiempo más justo que años anteriores, preparamos la cena de Nochebuena con el menú que ya viene siendo una tradición en casa, la sopa de caldo, los langostinos fríos y las tapitas de varios tipos. Como plato principal el solomillo que tanto éxito tuvo el año anterior. Las mandarinas y los dulces de Navidad cierran el ágape, que da paso a la actividad más esperada por pequeños y grandes y que no es otra que "castigar al tió" hasta que cague todos los regalos y golosinas que atesora en su interior.

Los Regalos del "Tió"

Como decía, este año los chicos tienen un año más y el disfrute de verlos "sacudir" con cuchara y tenedor de madera así como la cara de sorpresa y satisfacción cuando se produce "el milagro" de descubrir los regalos, no tiene precio. Bendita infancia.

Una vez acabada toda esta parafernalia, toca recogerse y los de Sabadell se vuelven a su casa y a descansar de tantas emociones. Los de Cornellá se quedan a dormir en casa, como ya hicieron el año anterior, y gracias, pues Izarbe nos ayudó mucho en la recogida de toda la intendencia de la fiesta. Bueno, a decir verdad, le ayudó mucho a su madre.

A la mañana siguiente, después de un no tan frugal desayuno y de cerrar las maletas, al tiempo que cargamos toda la paquetería que Papá Noel había dejado en nuestra casa para la familia del pueblo, nos pusimos en marcha para llegar a Villanueva a la hora de la comida, que como cada año preparan Martín y Margarita en su bodega para el día de Navidad. La abuela también colabora lo suyo, pues los canalones, las croquetas y las empanadillas son obra suya.

También Miguel y Mireia ponen de su parte en la misma cocinando un magnífico pulpo a la brasa sobre una parmentier suave y que este año lo bordaron. El resto de la comida y la bebida, más o menos como cada año: brasa, caldos espumosos o no y los postres habituales.

Nueva apertura de regalos, que bajo la dirección de Daniela y Jorge se fueron repartiendo a todos los asistentes, guardando los de Mónica, Claudia y Manel para el día siguiente, San Esteban, que como he dicho antes este año es festivo y un servidor se había comprometido a hacerlo en la bodega de casa para toda la familia.

San Esteban
La tarde/noche fue cayendo con relativa rapidez y tras un breve paseo por el pueblo, nos acercamos al club a tomar un cervecita, y luego a cenar de nuevo a la bodega, donde unos optamos por darle a un jamón, que primorosamente cortaba Miguel, otros por algunas de las sobras de la comida, y los más pequeños por lo que sus padres consideraron oportuno. Algunos juegos de mesa después de la cena, y hasta algún gintónic flojito antes de ir a dormir, pues el próximo día tocaba comida en casa.

El plato elegido para el día de San Esteban fue un salmorrejo, que elaboré yo mismo, según la receta que tradicionalmente suelo hacer cada año para las fiestas, obviando en este caso las tortillitas de pan por la presencia de gluten y porque en el grupo hay algún miembro con dificultades con el mismo. Lo acompañamos de unas ensaladas que preparó Pili, una de escarola, queso azul, manzanas ácidas y dulce de membrillo, especialmente resultona y buena. En esta celebración se unieron Manel y familia, además de Roberto, padre de David, que no pudieron estar el día anterior.

A efectos gastronómicos, todavía cupieron en estos breves días una comida en el Portillo en Barbastro, un poco de la celebración del cumple de Roger (dos añitos ya) en la misma bodega de casa, y lo que no podía faltar tampoco fue la visita al Belén de Fraga con cena posterior en el "muy Abadías", que sigue siendo para mi un referente de la cocina en esa población. A la visita del Belén nos acompañó Martín para sacar ideas para el que él hace cada año y quedó bien sorprendido de la gracia y belleza que tiene el mismo. De todas maneras, no te preocupes mucho Martín, que poniendo medios y resultados de las dos obras a escrutinio, el tuyo gana casi de goleada.

Nochevieja
Una vez de regreso en Terrassa, con no mucho tiempo de por medio nos dedicamos a los preparativos de la noche de fin de año en la Bodeguilla de Abajo, que desde antes de la pandemia no nos habíamos reunido para tal festejo.

Como cada año a nosotros nos tocó elegir los vinos y cavas, a parte de preparar las uvas y el cotillón. Sin mucho tiempo para pensar, pues Pili tenía que preparar la comida del primero de año, entre otras cosas para celebrar el santo de Manel, adquirimos un Nekora, blanco del Somontano, un Rioja Martelo y un cava Bertha, que fueron un buen acompañamiento para los platos que María había encargado en l'Avi Joan como los últimos años antes de la pandemia. A la cena solo fuimos 10 personas, que este grupo empieza a flaquear un poquito, aunque en realidad se trata de otros compromisos que tienen otros miembros del grupo. En cualquier caso, la Bodeguilla nunca falla, y hubo, baile, música y risas, que es de lo que se trata.

Como he comentado el día primero de año comimos en casa todos juntos, después de escuchar parte del concierto de año nuevo con el típico final de la marcha Radetzky en la televisión de casa. Comimos sobradamente y tras un pequeño reposo tras las viandas, cada mochuelo a su olivo, eso sí, quedando emplazados para una merienda en día de Reyes, también en casa para ver que habían dejado sus majestades para todos y cada uno de nosotros.

Tras tres días de relativa normalidad, llegó la tarde/noche de Reyes, y como viene siendo habitual, Pili y yo nos acercamos a la Rambla para ver pasar la Cabalgata, aunque desde una cierta distancia, que la peña se vuelve muy loca por coger caramelos y no ganas para empujones.

Reyes
Después a descansar para el día siguiente preparar la merienda con los hij@s y niet@s y verlos disfrutar abriendo regalos. La merienda estuvo entretenida y sobre todo la parte de los regalos. Algunos juegos con los niños en casa y finalmente paseo por el centro de Terrassa para desintoxicar un poco. Claudia y Roger no quisieron carrito y nos fuimos todos a pie, lo que complicó un poco la vuelta a casa, donde Pili había preparado un tortilla francesa para cada uno de ellos, que tras ponerse el pijama, les sirvió de cena. Para los mayores compre unos frankfurts, unas cervelas, alguna hamburguesa y algunas chistorras, y todos pudieron irse cenados a sus casas, incluidos nosotros.

Con esta actividad, dimos por cerradas las fiestas navideñas de 2022/2023, aunque para ser fiel a la realidad, a Pili y un servidor, aún nos quedó tiempo, el día siguiente, que era sábado para hacer una escapada a Granollers y disfrutar de un paseo matutino, en una ciudad que desconocíamos y que nos resultó muy interesante.

Por poner un final gastronómico a esta crónica festiva decir que descubrimos un excelente local para comer y que quiero compartir con vosotras queridas paredes: Can Gallina. Excelentes buñuelos de bacalao, buenos calamares a la andaluza, muy bueno el ceviche de zamburiñas con leche de tigre y mejor arroz seco de bogavante. Para repetir.

jueves, 5 de enero de 2023

Cuenca...? No, Murcia

Pues como reza el título de la entrada no fuimos a Cuenca, lugar previsto para el puente de la Constitución, sino a Murcia, destino de última hora tras comprobar que era el único sitio de España que no llovería durante esos días, todo ello con una gran fe en las predicciones de las diversas entidades, televisiones y apps que se dedican a esto de la "adivinación" meteorológica.

Elche. Huerto del Cura
Arrancamos a la misma hora que teníamos previsto pues el tiempo de viaje tan solo era de unos 20 minutos más que a Cuenca. Lo que sí hicimos fue reservar en un restaurante de Elche para comer, que Joan nos recomendó y que conocía de las múltiples veces que ha asistido a un congreso de Oftalmología en dicha ciudad: El Granaíno. Porque no lo había dicho pero el viaje era de los cuatro: Joan al volante, y Ana, Pili y un servidor de asistentes de marcha. Por cierto que el restaurante que reservamos no era el que Joan recordaba de sus múltiples visitas a la ciudad, aunque eso no obvió que nos sirvieran un buen arroz con costra a pesar de que mi amigo me comentó que los había comido mejores en la ciudad. Tampoco importaba mucho pues era eso solo una parada técnica previa a nuestro destino definitivo, la comunidad y la ciudad de Murcia. Hicimos un breve paseo digestivo por el centro de la ciudad y visitamos casi como un relámpago el Huerto del Cura... y carretera y manta.

Llegamos a la hora prevista más o menos y tras realizar los trámites del hotel, muy agradable por cierto y bien situado, salimos a la calle en dirección al centro histórico de la ciudad que estaba a escasos cinco minutos y que ya lucía los adornos de Navidad en la mayoría de sus calles y plazas. Teníamos prevista una visita nocturna de la ciudad. Era un recorrido por las cosas tenebrosas ocurridas en la ciudad a lo largo de la historia.

Murcia. Ayuntamiento
La visita fue interesante, en parte por los contenidos y en parte por la "teatralización" de los acontecimientos, en que la guía era actriz principal y algunos de los "guiados" fuimos actores secundarios de la misma. Empezamos en la torre de la catedral donde un individuo no excesivamente trabajador y dado al vicio del alcohol, entre las muchas tareas de supervivencia que realizó estuvo la de campanero de la catedral, hasta que un día aciago para él, en el volteo de las campanas una de ellas le alcanzó y lo lanzó hacia la plaza delante de la torre, con las consecuencias que ya todos podemos intuir. El personaje, sin trastazo contra la plaza, lo interpretó de maravilla, Joan. Luego la visita fue por la plaza donde se hizo la última ejecución a garrote vil en la ciudad de Murcia, el lugar donde se llevó a cabo un duelo entre un famoso actor y un crítico, con fatídico final para uno de los padrinos del evento, en el que yo hice el papel del crítico teatral, y otros lugares e historias que no contaré aquí para no fastidiar la visita a algún posible lector que se acerque por esta página y quiera hacerla en vivo.

Después de esta visita, ya las ganas de cenar estaban hechas y siguiendo las recomendaciones de la guía y un poco también haciendo caso a nuestra intuición encontramos un lugar aceptable en una de las múltiples calles y plazas que componen el casco antiguo y que ofrecen un ambiente excelente con también excelentes locales donde poder cenar. Lamentable, no recuerdo el nombre.

Al día siguiente no teníamos nada previsto en concreto así que siguiendo la tradición viajera y de ruta de Joan decidimos hacer una pequeña excursión a Caravaca de la Cruz, que desde el año 1998 es una de las pocas ciudades que tienen el privilegio de celebrar  a perpetuidad y cada siete años, uno jubilar, concedido por el Papa Juan Pablo II. Dentro del recinto del Castillo de Caravaca, se alza la basílica de la Vera Cruz, donde se venera la muy conocida Cruz de Caravaca.

Murcia. Casino Real
Después de recorrer todo el municipio, por todo tipo de callejuelas estrechas, subidas y bajadas, llegamos al castillo, y sin poder aparcar y recorrer otra tanda de calles angostas hasta llegar a la misma "avenida" por la que habíamos entrado, pusimos rumbo a Águilas, lugar que teníamos previsto para comer, sin llegar a pisar, a pie me refiero, el pueblo de Caravaca.

En la ruta hacia Águilas hicimos una parada técnica en La Paca, un pequeño núcleo de población, dependiente de Lorca, donde pudimos tomar un café al tiempo que Pili se empeñó en comprar algunos dulces en la panadería del pueblo, todos ellos del tipo "light" que se dice ahora.

Ya no paramos hasta llegar al pueblo, donde guiados por nuestro maravilloso "GPS" conseguimos aparcar en una zona céntrica del puerto de pesca de la localidad, después de saltarnos direcciones prohibidas y calles en obras cerradas al tráfico. Eso sí, las indicaciones del aparato al pie de la letra las seguimos.

Después de pasear por la playa y/o paseo marítimo llegamos a un local, que nos pareció adecuado para reponer fuerzas, después de evaluar alguno más de la zona con la inestimable colaboración de las reseñas de google. Ya sé que no son fiables del todo, pero tampoco disponíamos de otra fuente de información para decidir dónde parar. Por suerte en esta ocasión y sin tirar las campanas al vuelo, encontramos un lugar aceptable, en donde la honradez del dueño o del encargado del local nos ahorró comer algún plato que su empleado o camarero nos había recomendado. Es de agradecer que queden personas que te ayudan a elegir los condumios aún siendo a la postre no beneficioso para su negocio.
Águilas. La Playa

Tras la comida y un nuevo paseo digestivo otra vez por la playa, ante la presencia de unas amenazadoras nubes, decidimos volver a Murcia. No vaya a ser que después de escapar del temporal de lluvia de toda España fuésemos a ponernos como sopas en el lugar que habíamos elegido justamente porque no iba a llover en todos los días. Llegamos al hotel y tras una agradable cena cerca de la catedral, donde tomamos unas tapas, fuimos a dormir no sin antes observar la presencia en el alojamiento de una "celebrity" a la que habían dado un premio de una cofradía de no sé qué. Era el actor Antonio Resines.

El siguiente día estaba destinado a la visita de Cartagena, así que nos pusimos en marcha a una hora temprana, con la intención de visitar también la Manga del Mar Menor, tan famosa últimamente por la degradación que sufre su mar. Poco que decir al respecto: en estos días se ve bastante desolada con pocos habitantes y la mayoría de los negocios cerrados. Es de suponer que en verano todo debe cambiar.

Desde allí nos dirigimos a Cartagena, donde visitamos el Museo Naval, una auténtica sorpresa al menos para mí, de lo interesante e instructivo que puede llegar a ser una visita de estas características. Por un lado la historia del submarino de Isaac Peral y por otro poder de forma sencilla ver la evolución de la Marina, desde los primeros tiempos hasta las más sofisticadas maquinarias actuales en materia de navegación y defensa marítima. Del todo recomendable para quien se deje caer por la zona.

Con la ración de espíritu cultural sobradamente satisfecha, pasamos a alimentar otras de nuestras necesidades más terrenales, y paseando sin prisas pero tampoco perdiendo tiempo nos acercamos a la Tasca del tío Andrés, local que nos habían recomendado para comer y que hacía días que teníamos reservado. Comimos bien, en un local que parecía de toda la vida y que estaba lleno hasta la bandera de clientes y comidas de empresa prenavideñas. El chuletón, como bien puntualizó Joan, nos lo sirvieron un poco frío, única pega que poner a toda la comida, aunque no menor.
Manga del Mar Menor. Puente de la Risa

En compensación, Pili pudo degustar unos paparajotes, postre murciano por excelencia y que en los días anteriores no había podido comer, pues no había en ninguno de los restaurantes que frecuentamos. Tras un nuevo paseo digestivo por el casco antiguo, con una tasa de población magrebí alta, al tiempo que se celebraba un partido de fútbol del mundial en el que jugaba Marruecos, llegamos a nuestro parking y pusimos sin dilaciones rumbo hacia la capital de la comunidad. 

Repetimos lugar de cena del día anterior y después de tomar un cafetito, aún nos dio tiempo de ver el final del partido del mundial que daban en la cafetería del hotel, en donde pudimos comprobar las diferencias que marcan las "celebritys" con el séquito que les suele acompañar.

Tras el merecido descanso, ya con la mirada puesta en nuestra casa, iniciamos un viaje de vuelta, con la intención de poder llegar a comer a Terrassa, pues parar a comer y luego reemprender viaje con las colas que se presagiaba de la operación retorno no nos hacía mucha gracia. Aprovechamos, eso sí, la parada en tierras valencianas para repostar combustible, para comprar unas naranjas y unas mandarinas, que más las primeras que las segundas resultaron un gran acierto.

Fin de la aventura murciana y hasta la próxima, que sea donde sea, espero que sea pronto.

Bretaña y las Islas del Canal. Y parte Cinco

Nos despertamos, como casi siempre a buenas horas, o sea temprano y tras hacer el "check-out", por cierto que tenían todo el siste...