jueves, 31 de agosto de 2017

Más calor, más verano, otro pueblo, otra fiesta...

La ola de calor, o el verano, este año ha decidido atacar fuerte, y hemos empezado el mes de agosto prácticamente igual que finalizamos el de julio. Solo una variante, he cambiado pueblo, ahora toca el de Pili, Villanueva de Sigena, a poco más de 20 kilómetros de Albalatillo.
Este año, también otro conflicto caliente, ha puesto en el mapa a Sigena, a nivel popular quiero decir, ya que a nivel académico ya lo estaba por su magnifico monasterio. Se trata del litigio de las obras de arte del citado cenobio, que en la actualidad se encuentran en el MNAC de Barcelona y en el Museo Diocesano de Lleida. El ayuntamiento reclama los bienes y la Generalitat solo los devuelve a medias. Total que habrá que tener paciencia, ya que todo se encuentra en proceso judicial y esto, desafortunadamente, casi siempre es lento.
Peña "al completo"
Aparcamos este asunto, aunque tengamos en otro momento que retomarlo, para adentrarnos en las fiestas del pueblo, que pese a ser más largas que las del mío, no quiere decir que sean mejores, aunque esta opinión tan partidaria seguro que no tiene ni mucho valor, ni mucha objetividad: así somos los humanos, creo.
Después de un maravilloso pregón a cargo de un maestro que ejerció tan noble oficio durante más de 15 años en el pueblo, y tras una frugal cena, nos metimos de lleno en el territorio "Barbero". Es el bar del pueblo, referente de la gente de nuestra peña y de nuestra edad, lugar de encuentro a cualquier hora del día que se nos ocurra quedar, donde somos tratados como auténticos marqueses: cañas en copas heladas, gintónics al gusto de cada uno, y sobre todo siempre una broma y una sonrisa del dueño del local: José Luis.
Como cada año, también aquí, nos apuntamos al concurso de guiñote con José Ramón, con resultados algo mejores que en Albalatillo: Allí, me eliminaron a la primera ronda, aquí en la segunda. La excusa, la misma: jugamos prácticamente nada durante el resto del año. Me gustaría proporcionar al menos una información previa a que me decidiese a escribir este blog: No sé que año, no hace mucho ganamos en este torneo dos paletillas de jamón. Para que quede constancia. 
Peña "Reducida"
La peña habitualmente de 20 personas, se limita a 4 ó 5 hasta que llega en final de semana, así que nos organizamos para cenar cada día sin muchos problemas, un día cocinando, otro en el restaurante, etc. Este año el sábado toca celebrar la boda de Mónica y Manel con la peña y como casi siempre el menú de la cena tiene como plato principal, el salmorrejo, que también habitualmente me encargo de cocinar yo. Se trata de un plato de siega,  energético para resistir los trabajos del campo, cuando todavía no había neveras portátiles. Claro que para el mes de agosto con el calor y la mayoría de los comensales sin otra faena que disfrutar y reírse puede parecer no excesivamente ligero. Dejo los ingredientes para que el posible lector pueda valorar la conveniencia del plato: Aceite, ajo, sal, costilla de cerdo, lomo de cerdo, longaniza fresca, tortillas en trampa, huevos fritos y agua para que todo haga "chup-chup" durante un par de horas.
Como nos pasó en la Mona, seremos unos 36 comensales, pues acuden a la convocatoria una parte importante de los hijos del grupo, que en las ocasiones en que no hay celebración no aparecen por allí.
La cena además añadía unos entrantes a modo de pica-pica, que preparó Pili, con la inestimable colaboración de Maria Luisa, que también colabora cada año haciendo las tortillas en trampa y los huevos fritos para el salmorrejo.
Una Peña "disfrazada"
Todo un éxito, buena comida, buena bebida (Marisa y Luis, abuelos de pro aportaron el cava), buenos cafés, buenos chupitos y buenos gintónics y sobre todo buena compañía. A veces resulta difícil reunirse con gente tan joven y tan marchosa, aunque este año lo hemos conseguido dos veces.
Después de tan copiosa cena y derivados y de reponer fuerzas durante la noche con un sueño reparador y "pesado" encaramos el día siguiente, último de las fiestas. La verdad es que poca cosa hicimos, a parte de observar la traca y el entierro de la sardina. 
Sí, el entierro de la sardina, habitual en otras fechas en otros lugares, aquí se celebra como final de fiestas, gracias a la idea que en su día tuvo el maestro del pregón y que fue secundada por un grupo de vecinos. Se trata de pasear una "tina" de sardinas (guardia civil llamamos allí a este tipo de sardina en salazón) por todo el pueblo con paradas en lugares estratégicos donde te proporcionan diversos tipos de combinados: ron o ginebra con cola,  vodka con limonada, etc.
 Fin de fiestas y a descansar de tanto jolgorio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bretaña y las Islas del Canal. Y parte Cinco

Nos despertamos, como casi siempre a buenas horas, o sea temprano y tras hacer el "check-out", por cierto que tenían todo el siste...