martes, 5 de marzo de 2019

El cumple de Miquel... y las grullas. Parte Segunda

Tras un desayuno bastante contundente, en la creencia de que quizá la comida sería tarde, pusimos dirección hacia Tornos, para encontrarnos con el resto de la peña. Pasamos del Campo de Borja al de Cariñena y finalmente enlazamos con la autovía mudéjar que habría de conducirnos hasta nuestro destino. 
Anento
En el camino decidimos hacer una extensión a Anento, pueblo que nos había sido recomendado por su belleza, ya que se encontraba en el grupo denominado "Pueblos Bonitos de España". Eso nos retrasaría un poco el viaje pero como habíamos salido con tiempo y la distancia no era excesiva no era ningún problema.
Llegamos a Anento y aunque para algunas del grupo, no sé si por las expectativas o por la realidad no les pareció para tanto. A mí personalmente me encanto el pueblo. Caminamos siguiendo las indicaciones de unas cerámicas que marcaban una ruta de rincones pintorescos. Llegamos a la iglesia, que estaba cerrada, pero que anunciaba una visita guiada de la misma en media hora. No parecía que esperar fuera a trastocar nuestros planes de llegar a tiempo a comer con el resto. Así que Paco y yo decidimos acercarnos al castillo del pueblo, que requería un pequeño esfuerzo de ascensión hasta la colina en que estaba ubicado. Quedaban unos metros de muralla con un par de almenas y un trozo de pocos metros del foso que lo rodeaba. Además proporcionaba unas excelentes vistas al pueblo y al valle en que se encuentra localizado.
Sin perder tiempo bajamos a la visita guiada de la iglesia, y ahí se empezaron a torcer los planes, en lo que se refiere a los horarios que habíamos previsto y más cuando la guía nos explicó que "solo" nos entretendría una hora...
Castillo de Anento
En cualquier caso la experiencia fue muy positiva. La chica era muy instruida, simpática, buena comunicadora y gozaba de buena salud. Nunca me había planteado la visión de un retablo con la perspectiva que nos proporcionó: Nos hizo verlo, casi como Manhattan o como el Eixample de Barcelona, es decir como una cuadrícula de avenidas norte-sur (arriba-abajo) y este-oeste (derecha- izquierda).
Con esta disposición nos iba explicando como eran los cuadros más grandes que se corresponden con los santos a que está dedicado el retablo, cada uno con su simbología correspondiente y como las cuadrículas que rodeaban a la principal eran escenas relacionadas con la vida y/o milagros del mismo. La zona mas baja, más cercana al suelo, nos hizo saber que en todos los retablos de origen católico son escenas de la vida y pasión de Jesucristo.
Nos explicó algunos de los aspectos más interesantes de la iglesia, como otros retablos laterales y un púlpito fabricado en yeso, que según sus palabras era una auténtica joya. Total, que se nos paso la hora sin enterarnos y obviamente llegamos tarde a la cita con los demás.
Entramos en Tornos con una hora de retraso, pero los colegas tampoco estaban especialmente preocupados ni esperándonos, habían cumplido con el ritual y se habían tomado un vermut, al margen de haber elegido las mejores habitaciones del Hostal de las Grullas, lugar elegido para pasar la noche y para cenar celebrando el cumple de Miquel.
El retablo
Una vez llevadas las maletas a la habitación, bajamos en el mismo hostal a comer, cosa que hicimos con cierta rapidez pues el objetivo de la tarde que quedaba por delante era encontrar grullas, que según los paisanos este año había muchas y se dejaban ver fácilmente. Apenas 10 minutos de siesta, ni me dio tiempo de ponerme el pijama, y salimos con dirección al primer objetivo: Bello.
Allí estaba uno de los centros de interpretación de la zona, donde amablemente nos facilitaron unos planos y nos pasaron un audiovisual del lugar y de las migraciones de las aves, con todo lujo de detalles y con una amabilidad exquisita siempre que te portases bien. Pudimos comprobar mas adelante el genio de los monitores y encargados cuando una joven se salto la norma y se adentró hacia la laguna. Pecado Mortal!
Desde allí nos dirigimos a Las Cuerlas, otro núcleo de población desde el que se podía acceder por unos aceptables caminos al Observatorio del mismo nombre. Nos apalancamos esperando la caída del sol, que es en realidad el momento en que en teoría tenían que venir más grullas. Lo que realmente empezaron a venir, a parte de los citados pajaritos, fueron cantidad de coches y otros transportes llenos de gente armados con impresionantes cámaras de fotos y todo tipo de objetivos y aparatos para mirar de cerca a las grullas.
También empezó a llegar un cierto descenso de la temperatura que hacía cada vez menos divertida la aventura, pero para disfrutar parece que antes hay que sufrir (jodida cultura judeocristiana) y el premio fue la presencia de bandadas de aves, no todo lo cerca que nos hubiese gustado, supongo que éramos mucha gente y ninguno mudo.
Como no teníamos bastante aventura, partimos hacia la localidad de Gallocanta, que da nombre a la laguna, o al revés, vaya a saber usted, y con la inestimable colaboración de los teléfonos móviles, o mejor dicho con sus "linternas", nos adentramos hacia el observatorio que esta cerca del otro centro de interpretación.
Las grullas
Una vez allí, no se veía gran cosa, era noche cerrada, así que también con la ayuda de la tecnología que acompaña a los citados móviles, estuvimos descubriendo estrellas, constelaciones, etc., mientras nuestros aficionados a la fotografía disparaban sus cámaras hacia ellas, gracias al trípode y a mantener el objetivo abierto "horas y horas".
Regresamos a Tornos con el tiempo justo para cenar y hacer la celebración del cumpleaños, que era lo que principalmente nos había traído aquí. Así que cena en el hostal, cada uno lo que quiso y pastel de cumpleaños con vela, que Miguel soplo un par de veces: una la que tocaba y otra "para la prensa gráfica". Algunas risas, algunos chupitos y yo hasta me atreví a salir a fumar un habano, acompañado eso sí por otras dos "fumadoras", que no nombraré, pero que una vez que ellas acabaron su cigarrillo y se fueron dentro, entre que me quedé solo y el frío que hacía, apenas pude con una cuarta parte del puro.
Sin perder mucho tiempo me fui dentro pero ya todo el mundo había abandonado el comedor y se había retirado a sus aposentos, con lo que hice lo mismo y a descansar para el día siguiente.

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