miércoles, 20 de marzo de 2019

Soria... más que torreznos. Capítulo Uno.

Hacía tiempo que con nuestros amigos Jose y Paco, queríamos hacer una salida a disfrutar de la naturaleza en unos parajes ya conocidos pero  en los que no habíamos profundizado demasiado. Elegimos un fin de semana con buen pronóstico climatológico y buscamos un alojamiento en la ciudad de Soria que sería el centro de operaciones de nuestra aventura.
La Laguna Negra
El objetivo era La Laguna Negra y el Pico Urbión, el primer día, El Cañón de Rio Lobos, el segundo y para finalizar la ciudad de Soria y su entorno. Así que después de hacer una parada intermedia en el pueblo para descansar y acortar unos 200 km. el trayecto, madrugamos y nos pusimos en marcha hacia nuestro primer hito.

La Laguna Negra y el Pico Urbión

Llegamos a la laguna con el horario más o menos previsto, y allí estaba esperándonos, magnífica como siempre, con sus paredes de piedra negra rodeándola  en la parte norte y las pequeñas pasarelas que facilitan su visita y con ese aire misterioso que le confieren sus historias, de lago negro sin fondo cargado de leyendas insondables e inconfesables que intentaré resumir no sin recomendar la lectura del maravilloso cuento-leyenda de Antonio Machado "La tierra de Alvargonzález". Resulta pues, que en aquellos tiempos no tan pasados de agricultura de penurias, un padre, trabajador incansable, que supo sacar a la tierra lo mejor de ella misma y hacer una cierta fortuna, tuvo tres hijos. Los dos primeros se quedaron en la casa paterna y el tercero, al que su padre intentó dar una dote en vida que lo llevase a los hábitos, después de ver que la vida monástica no era lo suyo emigró a las Indias en busca de mejor fortuna.
Hacia el Pico Urbión
Una vez casados los dos mayores, cegados posiblemente por las intrigas entre sus respectivas mujeres tomaron la brutal decisión de matar a su padre para repartirse las tierras y las riquezas y para deshacerse de él, lo ataron a una piedra grande y lo lanzaron a la laguna negra. Desde aquel día solo desgracias se cernieron sobre sus vidas, perdiendo toda su fortuna e incluso no pudiendo ni comer cada día. En estas volvió con gran riqueza el hermano "indiano", y en poco tiempo compró todas las tierras a sus hermanos, que tardaron el mismo poco tiempo en gastar todo lo que por su patrimonio habían cobrado, volviendo a la misma penuria anterior.
Finalmente observaron que durante la noche una figura encorvada y anciana cuidaba las tierras del hermano pequeño, sin que ellos pudiesen acercarse. Decidieron otra vez sin compasión alguna matar a su hermano pequeño, adueñarse de sus tierras y volver a arruinarse en breve plazo de tiempo como la vez anterior. Las tierras de las fincas fueron abandonadas y nunca más volvieron a producir. Por acabar pronto, insisto en la premisa, mejor leer el relato de Antonio Machado.
Volviendo a la realidad, con Paco intentamos llevar a cabo uno de nuestros propósitos: subir al Pico Urbión. Pronto descubrimos la presencia de una invitada que no teníamos prevista: la nieve, y para mayor dificultad una vez iniciado el ascenso, vimos la magnitud de la complicación, estaba helada, los resbalones iban en aumento, y como no habíamos previsto esta contingencia, íbamos sin crampones. Tras un breve intento de proseguir, tomamos la decisión de volver al incio de la subida, primando la prudencia y la seguridad por encima de las ganas aventureras. Los nuevos deslizamientos de la bajada nos dieron la razón.
Iglesia de Santo Domingo
De todas maneras la belleza de la laguna y entorno compensó el esfuerzo del intento, además de unos bocadillos que traíamos y que disfrutamos a pie de lago.
Como la ascensión fue muy breve, antes de volver al hotel de base en Soria, visitamos la villa de Vinuesa, pueblo magnífico con cantidad de casas y mansiones de ensueño, en su momento propiedad de los indianos que regresaban con grandes fortunas y suponemos que hoy propiedad de alguno de sus herederos, o de alguna entidad bancaria o de alguna administración pública.
Breve reposo y acomodamiento en el hotel con algo más de tiempo del previsto que pudimos aprovechar para visitar el centro de la ciudad, que ofrecía un ambiente festivo impresionante, lejos del que vemos habitualmente en nuestra ciudad, y eso que los castellanos tienen fama de austeros y serios en su manera de entender la vida.
Visitamos el instituto Antonio Machado, donde impartió su sabiduría el gran poeta y narrador de la vida de estas tierras y cayendo ya la noche  en un momento, empezamos a tener la sensación de frío que durante el día estuvo ausente, sin mediar espacio ni tiempo entre él  y el calor, trasladando a un solo día el verso que le dedicó a los campos de Castilla: "nueve meses de invierno y tres de infierno".
Aprovechamos la proximidad para visitar la Iglesia de Santo Domingo, donde pudimos escuchar unos cánticos angelicales a cargo de la comunidad religiosa que vive en el convento adyacente, y alguno, y no digo quién,  para conversar con gran interés con las novicias del mismo.
Torreznos de "El Portillo"
Aún tuvimos tiempo de bajar hasta el Palacio de los condes de Gomara (creo), que en la actualidad es sede de los tribunales de justicia de la ciudad, antes de dirigirnos a colmar nuestras ansias, no de cultura y naturaleza, sino de comida y bebida.
Por indicación de una amiga o conocida de María, tomamos los torreznos con una cerveza o vino en un local llamado "El Portillo", lugar donde hacen los mejores según nuestra informante y que además esta al lado del Instituto Machado y la Iglesia de Santo Domingo. La verdad es que estaban "de vicio", así que todo perfecto.
Animados por la experiencia de la recomendación fuimos a cenar a "El Ventorro", también en la lista de nuestra amiga, y con el mismo resultado: una excelente cena, con unas croquetas de jamón y unas patatas de la casa, que estaban "rebozadas" con pasta de torreznos, una ensalada variada para compensar y un revuelto de boletus edulis para chuparse los dedos. Retiramos pronto a descansar pues el día siguiente prometía emociones y madrugón para aprovechar bien el día en el Cañón de Rio Lobos.



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