Con un tiempo caluroso para la época empezó esta Semana Santa de 2023, que a la postre lo sería más que las previsiones iniciales y también con sorpresas agradables en su desarrollo, que es mucho para una época en que las actividades propias, familiares y del grupo de amigos están como bastante estereotipadas.
La primera novedad, que no sorpresa fue el hecho de que Pili y yo tuvimos que hacernos cargo de los nietos los primeros días: sus padres trabajan y el cole hace vacaciones. Encantados de poder echar un cable a los hij@s cuando lo necesitan pues aparte del trabajo que supone que no es mucho está de sobras compensado con las gracias que llegan a hacernos. Lástima que Claudia el último día estuvo con fiebre y bastante pocha: un pequeño anticipo de los que esperaba a sus progenitores que pasaron toda la semana confinados por culpa de una gripe o viriasis inespecífica.
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Recreación histórica al aire libre |
Así pues, el jueves santo a primera hora iniciamos viaje a Villanueva de Sijena, donde estuvimos instalados hasta el lunes de pascua en que regresamos de nuevo. Llegamos a comer a casa de mi hermana donde mi madre preparó el ágape y tras una breve siesta nos dedicamos a poner en marcha la casa que eso siempre cuesta más de lo previsto. Luego preparamos la cena para Izarbe, Roger y Carlos que venían a pasar los días de fiesta también al pueblo.
Yo salí un rato al club, donde hay una nueva concesionaria que lo explota y que para mi sorpresa, prepara almuerzos de tenedor, así que poco me costó quedar con los compañeros del pueblo para el día siguiente zamparnos entre otras cosas, huevos fritos, panceta a la plancha, sepia con huevos, bacalao al pil-pil y lengua rebozada. Todo ello regado con un vino aceptable, aunque alguno decidió arreglarlo con gaseosa. Luego los cafés y los chupitos de turno antes de volver a casa. No obstante y para rebajar el exceso de comida, Rafa y un servidor nos fuimos a dar un paseo por la huerta hasta el Monasterio, donde ya estaban preparando lo que sería la siguiente sorpresa del viaje: Un campamento medieval.
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Mona. Los menos jóvenes |
Comimos en casa nuestra esta vez con cocinado a cargo de Pili, y tras una reparadora siesta y algunos encargos que nos quedaban por comprar, ya con más miembros de la peña incorporados al grupo se puede decir que prácticamente hice el mismo recorrido que por la mañana: las huertas y el monasterio. Ya casi noche entrada regresamos al pueblo y fui a cenar a casa de Luisa y José Ramón, donde ultimamos los detalles de la salida al monte del día siguiente al tiempo que dábamos cuenta de un buen gintónic que nos preparó el anfitrión a Marta, que se unió al grupo y a un servidor.
Como habíamos quedado a primera hora, un grupito de la Peña nos desplazamos al Refugio de Piedrafita para preparar la infraestructura del acontecimiento, que este año celebraba aparte de la tradicional mona, la boda de Mapi y Raúl, hijo de Lourdes y Ricardo, lo que hacía algo más complicado el proceso, pues a la celebración se unieron algunos de los hijos y nietos de los miembros del grupo. Y aquí también tuvimos una sorpresa agradable: el refugio estaba muy limpio, no como en otras anteriores ocasiones, y además no había que ir a buscar leña, pues había suficiente y de buena calidad cortada y apilada a la entrada del mismo.
Aunque el día era caluroso, encendimos el hogar para templar el recinto pues algo fresquito estaba además de hacer brasa para cocinar una parte de los condumios: las costillas de cordero, que nos zampamos a pesar de haber comido ya una paella copiosa. También montamos las dos ruedas de gas que necesitábamos pues había que hacer arroz para 30 y las paelleras son solo de 20 raciones. Así que doble faena para el cocinado, aunque no se hace nada pesado pues el segundo turno ya había llegado y como siempre con todos los ingredientes, limpios, cortados y preparados para guisar.
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Mona. Los más jóvenes |
Mientras la comida iba a su ritmo y con el tiempo bien ajustado, pues la idea de ir temprano era poder acabar también a una hora que nos permitiese llegar a ver la recreación histórica de las exequias del rey Pedro II de Aragón en el Monasterio, tomamos unas cervezas y algunas cositas para picar. También y como cada año para esta celebración, contamos con el apoyo de todo el grupo: ponle más sal, ya está bastante hecho el conejo?, el tomate lo ponemos entero?, ponle más sal, habrá bastante agua?, ponle más sal... Queda claro que el paellero cocina "jauto" (con poca sal).
Finalmente la paella llegó a su fin, y tras un breve reposo de la misma empezamos a servirla y salvo los comentarios habituales, todos de agradecimiento al cocinero y ayudantes diversos, nos la zampamos como si se fuese a acabar el mundo y la parte de l@s cociner@s que se encargaban de la carne se pusieron en marcha para la tarea de la brasa. Como siempre, también excelente el cordero a la brasa, del que también dimos cuenta en un suspiro. Luego, con la celebración de la boda, la tarta, buenísima por cierto, algo de chocolatinas y el brindis con los caldos oportunos, dimos paso a los cafés que cada año prepara María Luisa en un termo. También este año las chicas fueron a dar un paseo por el monte a "sus cosas" y algunos de los chicos nos enfrascamos en un reñida partida de guiñote, que finalmente no sé como acabó. Yo, de paso, me fumé un puro nicaragüense que supo a gloria.
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La paella y el paellero |
En pocos minutos y con la colaboración de tod@s, el refugio quedó en perfecto estado de revista, es decir igual o mejor de como lo encontramos. Carga de material de cocina y restaurante en los coches y después de retornarlo a su origen (la peña, casa del cartero, etc.) con más o menos premura nos dirigimos al monasterio donde estaba a punto de comenzar la recreación de las exequias del padre de Jaime el Conquistador, fallecido en la batalla de Muret.
Lo cierto es que espectáculo es muy interesante, pues tanto el vestuario como los textos del mismo son totalmente fieles a los de la época en que tuvo lugar. Los "recreadores", que así les gusta llamarse, proceden en su mayoría de la rama de la Historia, aunque alguno de ellos también haga sus pinitos en el teatro. El resultado final, como digo es espectacular y además hay que sumar una "narración-explicación" de esos momentos a cargo de uno de los actuantes, que con un lenguaje bien entendible (en castellano, que las exequias son en latín) y de forma muy didáctica cuenta la historia de como fue todo en aquella época. A muchos nos sirvió para conocer y entender mejor el pasaje a que hacía referencia toda la recreación.
Acabada la misma y ya noche casi cerrada, nos dirigimos a la Peña para acabar con el ritual de cada año que no es otro que cenar las en teoría sobras de la comida, algo de cordero, longaniza, chorizo y panceta, todo ello a la brasa. Alguno también comió algo de lechuga y tomate. Ah! y José Ramón nos obsequió con una magnífica garnacha para acompañar el ágape: un Fagus, magnífico vino del Campo de Borja. A algun@s todavía les llegó para un gintónic, que teníamos mono del mediodía, que no nos acordamos de llevar los ingredientes al refugio.
Así, más o menos, acabó el día de la Mona y la celebración de la boda, retirándonos a descansar a nuestros aposentos, cada uno al suyo, para preparar la procesión y el vermut del día siguiente. Muchas felicidades a los novios y familiares y gracias por la invitación a semejante festín.
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Recreación histórica en el Panteón Real |
El domingo de pascua, hubo la tradicional procesión de "la carrera" entre hombres y mujeres y algunos actos más de la recreación histórica del programa de actividades en el monasterio. Poco os puede contar este cronista, queridas paredes, pues no estuvo ni en una ni en los otros. No se quién ganó la carrera, y de los actos las referencias de los miembros de la peña que sí participaron, cuentan que mantuvieron el mismo nivel que los del día anterior, o sea que muy bien.
La comida, en mi caso fue con la familia, que ya estaba programada desde semanas anteriores y como suele suceder, estaba muy buena, algo había preparado mi madre, y algo Martín, especialista en brasas. Allí, los que disfrutaron fueron Martina y Roger, jugando a una cosa u a otra incansablemente. El bueno de Guille con sus justos dos meses en este mundo solo estaba para comer y dormir que por otra parte es lo que le toca para crecer de manera adecuada. El año próximo ya será uno más en el sarao que montan los más menudos.
Poco más quedaba para finiquitar la semana santa, así que retiramos relativamente pronto, con la intención de la mañana siguiente, en nuestro caso volver a la rutina a poder ser antes de comer y estar preparados para el martes, que ya era día de escuela.
Eso sí, antes de este último capítulo del regreso a casa, ya nos dio tiempo de hablar de las próximas celebraciones, tanto a nivel familiar como en la peña. Creo que la actitud es esa, siempre dispuestos a celebrar lo que sea, donde sea y cuando sea. Hay que disfrutar del camino, que parece ser lo interesante y según algunos, lo inteligente.
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