Prácticamente casi sin descanso del viaje de Irati, empezamos a preparar las Navidades, aunque ya con la sombría sospecha de que la pandemia seguiría marcando nuestro ritmo y no dejaría que fuese como a todos nos gustaría. Por desgracia se sumó algo ciertamente peor: Alicia, la madre de David, nos dejó de manera prematura víctima de una cruel enfermedad. Las Navidades ya no podrían ser las mismas para ninguno de nosotros, pero aunque la vida se te haya llevado de esta manera tan injusta, siempre vivirás en nuestra memoria y recuerdo. Descansa en paz allí donde quiera que estés.
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Cenando en Nochebuena |
Estos son los momentos en que se hace difícil hacer una entrada en un blog como este, que reza en su subtítulo aquello de "... y si puede ser con un poco de humor..." Pero todos hemos de seguir viviendo hasta que nos llegue la hora, imprevisible por cierto, y sobre todo con una seguridad: Los que faltan si pudiesen animarnos lo harían para que siguiéramos disfrutando de esas alegrías tan efímeras y esos momentos tan agradables, que aunque cortos son los que dan el sentido a la vida. Así que con estas premisas empiezo a contaros, queridas paredes como fue esta Navidad, todavía pándemica, en el seno del grupo familiar y de amistades en que me muevo.
El día de Nochebuena, como viene siendo habitual cenamos en casa, con l@s hij@s y l@s niet@s y la hermana de Pili, que se pasó un momento a recoger los regalos de Papá Noel y de paso traer los que dejó en su casa, pues otra vez la pandemia y un reciente contacto estrecho suyo positivo aconsejaba que no interactuase mucho con el resto. Cenamos como suele ser habitual algo de picar, el caldo ya insustituible y una receta de solomillo, propiedad registrada de la Nati (madre de Mª Luisa) que hizo Pili y que nos reconcilió con la que yo hice para estas fechas el año pasado. La de este, estaba buenísima hasta el punto que la mayoría repitió y alguno incluso se quedó con las ganas por agotamiento de las existencias.
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"Cagando el tió" |
Lo mejor de la noche, aparte del hecho de poder juntarnos todos un año más, es el reparto de los regalos y el fenómeno de hacer "cagar al tió", que este año tenía especial relevancia, pues aunque Roger todavía no alcanzaba a entender el asunto, Claudia ya había tenido esa experiencia en la Guardería y en su casa y estuvo mucho más activa en la función. Que gracia hace verlos golpear al tió, en este caso con una cuchara y un tenedor de madera...
Con estos acontecimientos festivos nos despedimos para ir a descansar, cada uno a su casa. Bueno Carlos, Izarbe y Roger se quedaron en la nuestra. Todos teníamos que madrugar pues para seguir la tradición, el día siguiente había que ir a comer a Villanueva, a la bodega de Martín.
Después de un desayuno que fui a buscar a la Pastisseria de Terrassa, cerramos las maletas o bolsas, cargamos los regalos que habían dejado en casa el tió y Papá Noel para el resto de la familia del pueblo y nos pusimos en marcha con la esperanza de no encontrar demasiada niebla y con las precauciones debidas a la pandemia. Justo antes de salir nos hicimos un test de antígenos cada uno de nosotros, que resultaron todos negativos. Lo mismo hicieron los familiares de Huesca y Zaragoza y con el mismo resultado.
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La bisabuela "feliz" |
Con estas premisas, todo estaba preparado para que pudiésemos celebrar el día de Navidad, o mejor dicho la comida todos juntos en la bodega de Martín, que por cierto se había encargado de acondicionar el mismo, con la distancia de seguridad entre comensales, aunque luego en los postres todo se convirtió en un pequeño descontrol que afortunadamente no tuvo consecuencias para nadie en los días posteriores.
El menú como casi siempre, en el que no pueden faltar los canelones de la "bisabuela", con todas sus variantes, con y sin bechamel, con y sin queso, gratinados y sin gratinar. Tampoco faltaron las zamburiñas que Miguel hizo a la plancha y que estaban riquísimas, ni el cabrales con sidra bien fresquita. Además de otros aperitivos y entrantes (berberechos, olivas, langostinos, etc-) como plato fuerte la parrillada de carne, que Martín negocia con las brasas de la chimenea y que como siempre tiene cordero, longaniza y panceta. O sea, comida "light" y no sé si "healthy" o como se diga ahora. Porque claro también hubo postres y turrones, que es Navidad.
Luego vinieron los cafés, algún que otro chupito, las ganas de "charrar" unos y otros, y aprovechamos para admirar el nuevo Belén de Martín al que ha incorporado este año una magnífica réplica del Circo Maximus, con sus carreras de cuadrigas incluidas y un excelente decorado de la entrada y las gradas de cómo debió ser el monumento. Otros con más ganas de moverse se engancharon al futbolín que en su día también restauró Martín. Este chico es un artista y un manitas en toda regla.
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Roger cumple 1 año |
Así fue pasando la tarde y en un momento dado, se produjo una especie de fiebre fotográfica de inmortalizar el momento, sobre todo, la "bisabuela" que como podéis ver en la foto, consiguió hacerse una instantánea con sus tres nietas, su nieto, las cuatro parejas respectivas y sus tres bisnietas y dos bisnietos. Obviamente en ese momento fue "feliz".
En los días siguientes, a parte de visitar a familiares y amigos del pueblo, con algunas comidas desengrasantes a base de verduras y algún pescadito, llegó el día de la celebración del primer año de vida de Roger, que celebramos en la bodega de casa, aunque Manel y familia no pudieron quedarse ya que sus obligaciones laborales no se lo permitieron.
El mismo día por la tarde Izarbe y Carlos volvieron a celebrar el cumple de Roger con sus amigas, la mayoría de ellas con bebés o niños de edades muy parecidas. Una gozada verlos a todos juntos, disfrutando de sus hij@s y pasándolo tan bien que hasta Pili y yo nos agregamos unos momentos. Solo para colaborar en el festejo. Bueno y "observar" un poco.
Ya de cara a la Nochevieja volvimos a Terrassa con la intención de quedar con el grupo de amigos, pero un año más y supeditados a la pandemia, se decidió que era mejor suspender la fiesta en "La Bodeguilla" y que celebraríamos el año nuevo para el 31 de marzo o cuando nos apeteciera, que para eso tenemos todos algún gen de Bilbao. Y además que realmente se pudiese hacer sin la presión de las restricciones que nuestros gobiernos nos ¿imponen?. Total que, igual que el año anterior Pili y un servidor, nos encargamos la cena y nos comimos solitos las uvas, eso sí sin granitos que tanto molestan. Luego nos conectamos a "Cachitos", un magnífico programa musical de la televisión, un pelín nostálgico, pero que reactiva nuestra memoria más remota, si es que el "Alzheimer" no nos la tiene activada ya. Aguantamos hasta el final y a descansar.
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Nochevieja |
Como que el día 1 de enero celebran su onomástica la mayor parte de los "Manuel", "Manel", "Lito" y todos sus derivados y nuestros hijos no tenían ningún compromiso previo, quedamos en casa para comer todos juntos y celebrar de paso el santo de Manel.
Después de comer, cada uno a su casa y a dar por cerradas las Navidades en lo que se refiere a comidas familiares, todo y que Pili y yo, aún nos escapamos a comer una paellita y un pica-pica el día de Reyes al Port Olímpic de Barcelona, al Cangrejo Loco.
Ah! y como no podía ser de otra manera, los Reyes también tuvieron a bien dejar algunos regalos en nuestra casa para Manel, Mónica, Claudia, Carlos, Izarbe y Roger. Nosotros como buenos colaboradores de sus majestades nos encargamos de hacerles llegar los presentes a cada destinatario algunos días después la festividad. De esta manera conseguimos alargar un poquito más todas las celebraciones de la segunda Navidad bajo el signo de la pandemia.
Todo y que los expertos dicen que nos habremos de acostumbrar a convivir con el virus este, desde aquí un primer deseo: que vale, que convivimos con él, pero que a ver si podemos celebrar estas fiestas un poco como lo hacíamos antes de que el mundo se convirtiese en el centro de un debate epidemiológico interminable. Y otro deseo queridas paredes, que todos nos vacunemos, que parece ser que hoy por hoy es la mejor herramienta que tenemos para que se cumpla el primero.