jueves, 27 de noviembre de 2025

La Ruta de la Plata. Parte Primera

Y resulta que de plata, nada. Bueno o al menos muy poco. Que el nombre viene del árabe "balat", que viene a significar camino empedrado. Llevo toda la vida engañando al personal con la historia del tráfico de plata desde Sevilla hasta Gijón. Sin mala intención, eso sí, porque alguien me lo debió explicar a mí, que no me veo yo con semejante imaginación como para inventarlo. Es igual tampoco se lo he explicado a tanta gente como para que sea un problema.

En cualquier caso, con nuestros amigos Mayte y Enrique iniciamos este periplo partiendo de Villanueva de Sijena el domingo a primera hora con la intención de llegar a nuestro primer destino a la hora de cenar, previo paso por Oropesa (de Toledo) donde calculamos que tocaría comer.

Zafra

Tras reponer fuerzas en un bar/restaurante de carretera de la citada localidad toledana, que por cierto ese mismo día tenía una concentración de caminantes que nos impidió ir al restaurante que teníamos previsto, llegamos con tiempo suficiente a Zafra como para empezar la visita.

Plaza Corazón de María con el Parador
El primer edificio que pudimos ver fue el Palacio de los Duques de Feria, actualmente Parador de Turismo en el que íbamos a pernoctar. Obviamente hicimos el check-in y nos lanzamos a las calles hasta la hora de cenar.

Tocando la Plaza en que se encuentra y atravesando el Arco del Azebuche, que era la antigua entrada desde la villa al palacio ducal, llegamos a la calle Sevilla, peatonal, comercial y que acaba llevándote a la plaza Grande. Desde un pequeño callejón pasamos a la Plaza Chica. Tampoco hace falta mucha explicación acerca de ello, las dos son porticadas, las dos tienen su historia y explicar las diferencias podría resultar insultante para vosotras queridas paredes.

Seguimos callejeando y tras pasar por algunos arcos y callejuelas pintorescas fuimos a dar con el Convento de Santa Clara, en cuyo interior iban a hacer un concierto de música sacra al que solo acudimos después para poder ver la iglesia y hacer unas fotos de rigor. Volvimos sobre nuestros pasos y acertamos a llegar a la iglesia de la Candelaria, a la que también tuvimos que esperar puesto que estaba cerrada y solo abría más tarde para la celebración de un oficio religioso.

Plaza Grande
Alguien nos dijo que en la referida iglesia había un Zurbarán y con las prisas y que a veces estás pendiente de otras cosas, alguien supongo que asoció que el oficio religioso que se iba a realizar era una "funeral". El equívoco nos sirvió durante casi todo el viaje como anécdota con la que reirnos. Hasta que vinieron otras.

Después de esta visita y de fotografiar el Zurbarán, seguimos callejeando pasando por diversas zonas con caserones impresionantes, un espléndido arco conocido como el "de Cubo", alguna farmacia especial con un retablo cerámico espectacular para finalmente irnos recogiendo hasta nuestro hotel donde teníamos una cena exquisita y abundante, preámbulo de los muchos ágapes que disfrutaríamos a lo largo de la ruta de las mismas características, exquisitos y abundantes.

Bien alimentados nos dirigimos a nuestras habitaciones a descansar, con solo una visita pendiente para la mañana siguiente en la ciudad antes de partir con destino a la siguiente parada de nuestro particular recorrido. Se trataba del edificio que albergaba la Casa Consistorial de la villa.

Olivenza

Tras un recorrido por carreteras comarcales no especialmente largo, que en algunos momentos me recordó a mi tierra, Los Monegros, llegamos a Olivenza, ciudad con una historia que merece una breve referencia como mínimo.

Puerta de Alconchel
Se trata de una ciudad de unos 12.000 habitantes que en su día perteneció al entonces reino de Portugal a finales del siglo XIII, pero que posteriormente en un tratado del siglo XIX, después de la conocida como guerra de las naranjas pasó a ser española. Lo cierto es que pocos años después en un nuevo tratado se devolvió a Portugal, a lo que hasta la fecha España ha hecho caso omiso. Hoy no parece que eso suponga un problema diplomático entre los dos países, pero la ciudad rezuma cierto tono portugués e incluso las calles están doblemente rotuladas, en portugués y en castellano.

Para los ansiosos de conocimiento añadiré que la guerra de las naranjas debe su nombre a que Godoy cuando empezó el sitio a la ciudad le envió a modo de presente una cesta con naranjas a la reina María Luisa.

La ciudad, muy agradable de pasear y sobre todo muy bien cuidada, incluidas las zonas de callejuelas todas bien pintadas de blanco dispone de un buen abanico de monumentos y lugares que visitar.

Por no cansar con la descripción de todas ellas, dejo aquí la recomendación de pasarse por allí a cualquiera que por las circunstancias que sea pase cerca de la localidad. No se quedará defraudado. El primer punto de interés está en la Ciudadela Medieval y Alcázar a cuya zona se puede acceder por unas puertas con torreones de defensa como la que acompaño en este escrito (la de Alcochel).

Otra de las puertas de gran interés es la del Calvario, que da acceso a la ciudad y desde la que se pueden ver las magníficas fortificaciones abaluartadas y la huerta extramuros y además algún que otro nativo que a las horas de la mañana en que la vimos nosotros ya llevaba a tope la carga alcohólica. Espero que sea la excepción, no querría bajo ningún concepto que "el amigo" fuese símbolo de nada.

Plaza del Ayuntamiento
Entre las iglesias destacan la de Santa María del Castillo, que como por su nombre se puede adivinar se encuentra dentro de lo que serían las dependencias del propio castillo. Otra de ellas es la iglesia parroquial de la Magdalena que tiene como característica especial el estilo manuelino con que se construyó.

También de interés turístico está el convento de las Clarisas o de San Juan de Dios, que en aquel momento en que lo visitamos acogía unas jornadas, congreso o algo parecido en su claustro.

Además y también interesante arquitectónicamente hablando se puede ver la fachada de las Casas Consistoriales, con portadas del mismo estilo manuelino. En la misma plaza tomamos un reparador café en un local de la zona antes de emprender viaje a nuestro siguiente objetivo de la ruta con una mañana ganada al programa que habíamos previsto y que nos permitiría la visita de algún destino nuevo.

Mérida

Tras un apacible camino llegamos a Emérita Augusta, nombre romano de nuestra siguiente parada, en honor al fundador de la misma el emperador Octavio Augusto y que tenía como principal objetivo que allí pudiesen jubilarse (de ahí Emérita) los veteranos soldados de las legiones que habían servido bien al emperador, a parte de otros prohombres, políticos y gente bien del imperio romano.

Teatro romano
Llegamos temprano y tras hacer el ingreso en el Parador nos fuimos a dar un primer paseo por la ciudad, sin nada en concreto que visitar, por el placer de pasear en una ciudad que ya intuíamos e incluso sabíamos que no te la acabas fácilmente.

Después de este paseo retornamos al Parador a comer, como decía párrafos atrás de forma exquisita. Habíamos cambiado las cenas por comidas, lo que nos permitiría ir a cenar algo más frugal, pues el menú del parador no distinguía entre comida y cena. Por cierto que yo me comí un magnífico cochinillo al horno, en su punto de crujiente y de tierno. Luego ya sin reposo posible nos lanzamos a la visita más cultural de la ciudad que dió de sí bastante, incluso dejando cosas por ver. Otra vez será.

El primer elemento que pudimos visitar bajando desde nuestra "casa" en dirección al complejo Anfiteatro, Teatro y Museo Romano, fue el arco de Trajano, que daba entrada a la zona más alta de la ciudad.

Después fuimos al Teatro Romano, maravilla donde las haya y en activo como lugar de interpretación de todo tipo de textos hasta la actualidad y cuya creación fue promovida por el cónsul Marco Vipsanio Agripa e inaugurado hacia los años 16-15 a.C. Desde 1993 y merecidamente es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco como parte del conjunto arqueológico de Mérida (los años y los datos de wikipedia). Algún video me ha quedado de esta visita en dos "interfectas" bailando en el escenario del teatro.

Circo-hipódromo
Tocando se encuentra el anfiteatro, un espacio destinado al espectáculo de las luchas de gladiadores con el que se completaba la oferta cultural en la que por aquel entonces era la capital de la provincia de Lusitania, ni más ni menos que la mitad de lo que hoy es la península ibérica. Como curiosidad añadir que por el siglo IV fue abandonado en su uso y permaneció parcialmente enterrado hasta principios del siglo XX.

Desde allí, sin respiro posible porque el siguiente monumento que no era otro que el circo romano, cerraba al poco tiempo, y a la vez el sol iba cayendo, que con el cambio de hora, se hace de noche casi a la hora de merendar, al referido circo. Gran sorpresa nos produjo su visita a la que yo con una cierta molestia en el pie diríamos que entré por los pelos, y porque mis compis de aventura le comentaron al encargado tal circunstancia y este accedió a esperarme.

Todos quedamos impresionado de las medidas del circo, posiblemente uno de los más largos y anchos que los romanos construyeron (440 metros x 115 metros), solo superado por el circo Máximo de Roma. Enrique y Mayte que han visitado todos los del mundo quedaron también impresionados por las características del mismo. Y nosotros también, con lo que valió la pena el esfuerzo y el dolor para llegar hasta allí (me ha quedado un poco peliculero este final).

Luego ya sin prisas pero sin pausas nos dedicamos a recorrer los monumentos que no requerían entradas y que tampoco te puedes acabar. Hay que decir que en ese conjunto arqueológico nos quedó pendiente el museo romano, obra del arquitecto Moneo, que Pili estaba muy interesada, pero lo dicho todo no puede ser...

Templo de Diana
Vimos bien iluminado el Templo de Diana del que adjunto una fotografía, bajando de la basílica de Santa Eulalia, en la que tuvimos que esperar algo a que abriese para una celebración de culto (un funeral? que Zurbarán no había ninguno). Lo que sí pudimos ver en el exterior fue el "Hornito" que es una mini-capilla en el exterior de la basílica para que los peregrinos pudiesen rezar a cualquier hora sin dar guerra a la plantilla de la basílica.

Desde allí nos dirigimos a ver el puente romano de la ciudad, una maravilla, peatonal en la actualidad y por el que pudimos pasear un ratito también para poder observar el Puente de Calatrava iluminado.

Pasando por la plaza donde se encuentra la loba capitolina, momento en que se me pasó el dolor del pie (por eso lo de peliculero), que fue regalo de la ciudad de Roma a la de Mérida, llegamos a la plaza Mayor, donde en uno de sus vértices se encuentra la Concatedral de Santa María, sede de la archidiócesis de Badajoz-Mérida.

Ya se hizo tarde y quien más quien menos algo de apetito tenía, a pesar del cochinillo, así que nos pusimos a mirar por la plaza y alrededores un lugar para tomar algo. Yo tenía en mente un magnífico restaurante en la calle John Lennon, que en nuestro anterior viaje habíamos disfrutado en sobremanera y repetido en dos ocasiones, pero lamentablemente estaba desaparecido. Pinvierno se llamaba.

Afortunadamente el plato de jamón y alguna cosilla más de la cafetería del Parador colmaron nuestras necesidades, hasta la mañana siguiente para la que dejamos la visita del  Acueducto Romano de los Milagros que se encuentra en buen estado. Desde allí pusimos rumbo a nuestro nuevo destino y así damos por finalizada la primera parte de nuestra Ruta de la Plata, que seguiré llamando así aún sin el preciado metal.

martes, 25 de noviembre de 2025

Verano de 2025

No consigo empezar esta entrada, que se me va quedando rezagada en el tiempo, ya llevo dos de eventos posteriores a este verano. Quiero suponer que se debe a la pérdida de mi madre, que a los 91 años nos dejó, aunque en nuestro recuerdo vivirá siempre. Esta circunstancia hace que me esté costando mucho escribir de un verano, este de 2025, con el espíritu que reza el subtítulo de este blog, en su parte final "...y si puede ser con un poco de humor". De todas maneras, creo que mi madre agradecería o agradecerá desde allá donde esté que todos y todas sigamos con nuestras vidas en el mismo tono que lo hacíamos cuando estaba con nosotros y nosotras. Estaba orgullosa de tod@s y de cómo funcionamos, aunque nadie se libró en algún momento de alguna reprimenda o sugerencia. 

Roses

En fin, que conociéndola, creo que puedo encarar esta entrada con los mismos parámetros que las anteriores, tratando de no hacer referencia a los momentos difíciles y tristes que hubo a lo largo de todo el verano.  Tan solo citaré su presencia en la fiestas de Albalatillo, su pueblo, a las que creo que acudió para que todos pudiéramos disfrutarlas y despedirse de sus familiares y amigos que en realidad son todo el pueblo. Gracias por ello, madre.

Pues el verano empezó como casi todos los veranos, con la escapada de rigor a la playa, excusa para celebrar mi cumpleaños. Roses nos gusta y repetimos este año, que encontramos un hotel diferente al de los anteriores, más cerca del centro de la villa y con habitaciones adecuadas a nuestras necesidades. Con la broma ya somos diez, aunque dos sean bebés todavía.

El hotel estupendo, a pie de playa y con unos espectaculares desayunos de los que disfrutamos grandes y pequeños. Algo mediatizados por las edades de los chicos, pero nos dio tiempo y posibilidad de visitar un zoo-parque en Castellò d'Empuries, donde a parte de pasar calor pudimos ver animalicos diversos, entre la curiosidad y un poco de respeto (o miedo)  de Claudia y Roger ante la proximidad de los mismos. Al final lo pasaron bien y fuimos a comer a un bar-restaurante del pueblo en el que años ha, yo había visitado en una de las salidas de Grmanía.

Comiendo con Pili, Carmen y Antonio

Los baños, no muchos en la playa, las caminatas por la tarde por el paseo marítimo y también una escapada para hacer un arrocito en un local que alguien recomendó a no se quien del grupo en Empuriabrava. Y también la comida de celebración, como decía, de mi cumpleaños en un restaurante de Roses, donde iba a celebrar su junta o lo que sea el Rotary Club de la zona.

Como digo, pasados esos días de playa, preparamos las cosas para instalarnos en nuestra casa en el pueblo, en Villanueva, para posteriormente ir a las fiestas de Albalatillo. Lo cierto es que en esos días nos dió tiempo de ir con nuestros amigos Carmen y Antonio a Barcelona al Palau Martorell donde había una exposición monográfica de pinturas de Botero. Ciertamente muy interesantes. Después de la cultura como ya es habitual nos acercamos a comer al Antic Pitarra, la que fue casa del dramaturgo Frederic Soler convertida en restaurante, que toma el nombre del pseudónimo con que más popularmente se le conoce "Serafí Pitarra".

Las fiestas de Albalatillo discurrieron más o menos como cada año, con las actividades que son ya clásicas y que con buen criterio se siguen manteniendo porque ayudan a que los que están siempre allí y  los que vamos de vez en cuando podamos interactuar, explicandonos como vamos unos y otros y de paso recordar sin nostalgia y echar una risas que tan beneficiosas son para cuerpo y espíritu.

Villanueva. Izarbe y sus amig@s
Alguna novedad siempre hay, aunque no del todo porque en años anteriores ya se había hecho, así que asistimos al concurso de cortadores de jamón, una magnífica ocasión para merendar/cenar la mayor parte del pueblo en la plaza. Al jamón se añadieron los condumios elaborados con más o menos acierto pero siempre con el cariño y ganas de l@s que los preparan de que nos agraden a todos los comensales. Ciertamente año tras año lo van consiguiendo.

Y este año, prácticamente al final de la fiesta, la procesión y la misa en honor a Santa Margarita, patrona del pueblo. Ese mismo día celebra su santo mi hermana Margarita, así que nos reunimos para comer en casa de mi madre la mayoría de la familia con gran estrépito gracias a la colaboración de los más pequeñajos que ya son legión...

Pasadas las fiestas nos trasladamos a Villanueva, con el fin de instalarnos allí todo el verano junto a la familia de Izarbe, que este año disfrutan del correspondiente permiso de maternidad/paternidad por el nacimiento de Aritz. Ellos se instalan en el piso de abajo y nosotros en el de arriba, de manera que cada uno va a su aire, aunque muchas veces compartimos ágapes y casi siempre desayuno.

Las actividades festivas en el pueblo se inician con un festival de jotas en el que según la tradición de la localidad se aprovecha para merendar y de paso pedir autorización al alcalde para celebrar las fiestas de las próximas semanas, cosa que habitualmente suele conceder. De hecho yo no sé de ningún año que las haya denegado. Tampoco sé las consecuencias que podría tener esa hipotética negativa. Bueno, mejor así, las concedió y a prepararse.

Huesca. San Lorenzo
Nuestra peña, una de las más antiguas del pueblo también necesita prepararse a pesar de que en realidad, excepto el sábado y domingo somos más bien poca gente, pero entre unos días y otros solemos consumir de todo y bastante. Esta circunstancia nos llevó a comprar un jamoncillo, bebidas, cosas de picar y las provisiones necesarias para las comidas que elaboramos, unas para consumir en la peña, como el "salmorrejo" y otras para la cena de alforja, una actividad que ha hecho fortuna y que esperemos que se siga manteniendo en años sucesivos pues es muy agradable y divertida.

El resto de las fiesta participamos como bien podemos en las otras actividades, ni que sea como espectadores, que también son necesarios para que luzcan estos actos (procesiones, misas, recorrido de peñas y cabalgatas de fin de fiestas).

Algo que también viene siendo una tradición y que también esperamos que continúe, es la escapada a las fiestas de San Lorenzo en Huesca, en la capital y que este año celebramos en el restaurante Flor, en su nueva ubicación en el Casino de la ciudad. Lo cierto es que la cena estaba muy buena y a la vez abundante según los comensales. Yo puedo hablar por mí mismo y decir que el rabo de toro que me "zampé" estaba exquisito.

Luego un pequeño paseo por los Porches y el Coso, que de alguna manera sirvió para hacer la digestión de tan opípara cena y no sé si un poco antes que en años anteriores, nos retiramos a casa a descansar de tanto festejo, que no de ninguna ocupación: Todos jubilados ya. 

Loarre
Como cada año para esta fechas de la segunda quincena de agosto, suele disfrutar de vacaciones nuestra amiga Conchi y aprovecha para venir a visitarnos desde Vic, su destino habitual, y descansar de la ardua labor que la tiene ocupada todo el año cuidando de gente que tiene todo tipo de carencias y que todo trabajo para subsanarlas es poco.

Tampoco podía faltar en este verano, la escapada al Pirineo, tan clásica que no hacerla parece una falta a la tradición establecida hace ya muchos años.

De hecho este verano se retrasó bastante y prácticamente se puede decir que fue una salida al Prepirineo. También las tropas estaban bastante mermadas y solo cinco componentes de la peña nos apuntamos a la misma, pero nos llevamos con nosotros dos amigos más (Inés y Miquel) con el fin de hacer el grupo más grande y dar más sensación de jolgorio a la escapada.

Como digo, la primera parada del recorrido fue el Castillo de Loarre, un monumento nacional, joya del románico en un enclave privilegiado en las inmediaciones o entrada del macizo pirenaico y desde el que se puede ver prácticamente toda la comarca de La Hoya de Huesca. 

Está compuesto por cuatro elementos principales: la muralla, la torre Albarrana, el castillo propiamente dicho y la iglesia de San Pedro. Desde estas líneas recomiendo su visita, sea libre o guiada, o como hicimos nosotros mixta: empezamos libre, vimos un grupo con guía al que pedimos unirnos y acabamos con ellos. Es cierto que la honradez de la mayoría del grupo hizo que después de acabar pasáramos por caja a pagar la diferencia de tarifa.

Monasterio de Sijena
El conjunto en sí también ha sido escenario hollywoodense de diversas producciones, como la Crónica del Alba y El reino de los cielos, así como algunas series televisivas, como Los Castillos y El ministerio del tiempo. En fin una visita pluricultural y muy entretenida.

Desde allí fuimos a comer a Bolea, una interesante villa situada entre las sierras de Caballera y Gratal, de la que se tiene una primera referencia en el siglo IX y que además tiene en su casco y en la zona más alta del mismo la Colegiata de Santa María la Mayor, una obra del siglo XVI, gótica de transición al renacimiento y de marcado carácter aragonés.

Esta villa se ha caracterizado también por las cosechas de sus magníficas cerezas, que han alcanzado fama en el territorio y más y de las que elaboran algunas compotas y mermeladas que obviamente aprovechamos para comprar. También comimos en un restaurante que habíamos reservado previamente, bastante bien todo sea dicho. Luego carretera y manta y a Villanueva.

Nuestros amigos hacía tiempo que no se acercaban por el pueblo (más de treinta años, creo), así que aprovechamos también para visitar el Monasterio de Sijena para el que habíamos reservado entradas. Lo cierto es que las diferencias entre hace más de 30 años y ahora son muy evidentes y si las cosas van como deberían ir en unos pocos años podría ser mucho más interesante todavía.

Pues así acabó este verano, con muchos momentos difíciles y tristes como decía al inicio de la entrada pero con la esperanza de que Josefina, esté donde esté, nos seguirá cuidando y ayudando a todos a ser lo más felices posibles durante el camino, que al final es lo que importa.

jueves, 6 de noviembre de 2025

Fútbol y Beatles o viceversa. Liverpool.

Nuestros hijos quisieron sumarse a la celebración de nuestros cumpleaños (de Pili y mío), obsequiándonos con un magnífico regalo: una escapada a Liverpool. Ya tiempos atrás nos habían dicho, que teníamos que visitar la ciudad, porque era un lugar en el que respiraban Beatles y fútbol, y al menos yo tengo pasión por las dos cosas. Bueno se adelantaron a sus recomendaciones y así aparecimos en Liverpool a lomos de Ryanair, o sea con el correspondiente retraso...

Biblioteca Central
Aterrizamos ya noche entrada con 2 horas y tres cuartos de retraso (lo justo para que no te tengan que indemnizar) y por suerte para nosotros en el regalo había a parte del vuelo y el hotel, los traslados desde el aeropuerto así como un "free-tour" y la visita guiada de Anfield.

En un primer momento pensamos, ya estamos en territorio british, pues el primer contacto con el chófer, fue corregirme porque no había pronunciado bien ni su nombre ni su apellido. Pero nada más lejos de la realidad, pues estuvo todo el viaje atentísimo y ayudándonos en el check-in, hasta que apareció la recepcionista que con el mismo tono amable hizo las correspondientes gestiones y nos acompañó hasta el ascensor que llevaba a nuestras habitaciones a descansar pues teníamos free-tour a la mañana siguiente.

Con la frugalidad de la cena, acudimos a desayunar en el mismo hotel, pese a que Izarbe nos había recomendado cualquier local de los muchos que había en la zona del hotel. Nos pudo la pereza de salir del hotel y pensamos que total todo sería parecido. Ni de lejos, los condumios que hay que decir que eran aceptables nos costaron casi cuarenta euros. Entonces entendimos la recomendación de nuestra hija. La próxima le haremos caso.

El punto de encuentro de la visita era Steble Fountain a apenas 15 minutos caminando desde nuestro hotel y allí estuvimos a la hora indicada, donde un simpático guía de origen extremeño nos estaba esperando y mientras iban llegando los rezagados que siempre hay en estos grupos nos explicó que llevaba 13 años viviendo en Liverpool y que esta era la ciudad más acogedora y amable que conocía él de todo el Reino Unido. Luego al final del viaje comprobamos que estaba en lo cierto. Ah! una curiosidad hablan un inglés al que recortan la mitad de sílabas a cada palabra. Reconoció que a pesar de los años que vivió aquí todavía no los entendía bien. Incluso nos confesó que a veces no se entienden ni entre ellos mismos...

En la primera casa de Beatles
Desde allí a escasos cien metros estaba la Biblioteca Central, un magnífico edificio con una cúpula espectacular y con una capacidad descomunal de accesos a internet en una sala de ordenadores, en aquellos momentos casi vacía. Todo ello gratuito para los usuarios de la misma. Infinidad de libros de todo tipo y un silencio casi sobrecogedor a lo largo de toda la visita. Hice una foto pero no le hace justicia a la sensación de estar dentro.

Seguimos la visita por Victoria Street hasta llegar a Derby Square donde se encuentra la estatua de la misma reina Victoria, realizada por un escultor que no recuerdo pero que no la quería mucho, pues decía que mandaba en exceso y parecía un hombre. De hecho si se mira la obra de frente parece bien una mujer pero si la miras de perfil, el cetro que tiene sobresale a una altura que da la impresión de que se trata de un pene. En fin, cosas del guía no especialmente contrastadas pero que ahí quedan.

Seguidamente nos acercamos a la primera inmersión en the Cavern Club, la primera casa de Beatles. En realidad se trata de una réplica idéntica a la original, que estuvo a pocos metros de la actual pero que sucumbió a una modificación urbanística de la zona para la creación de una estación, me parece...

Lo cierto es que toda la zona está sembrada de pubs y locales que algunos recuerdan mucho al grupo musical pero lo que sí es característica de todos es la música en directo de infinidad de grupos y que dura desde las 12 del mediodía hasta las 12 de la noche ininterrumpidamente. De hecho a la hora que pasamos por la zona ya estaban la mayoría en marcha.

Después de fotos y más fotos con estatuas de los componentes del grupo que salpican la calle, tomamos dirección hacia el Royal Albert Dock, donde entre los edificios nuevos y acristalados destacan otros como el Royal Liver Building, construido en 1911 y que fue uno de los primeros edificios del mundo construidos con hormigón armado. Está coronado en sus dos torres por dos pájaros que son el escudo de la ciudad y que las leyendas advierten que si un día vuelan, Liverpool desaparecerá. Poco probable... (que vuelen).

En el Royal Albert Dock
Otros de los edificios interesantes es el de la naviera que fabricó el Titanic, pese a que este fue ensamblado en otra ciudad. También hay multitud de leyendas al respecto de su construcción y de si era un barco gemelo de otro que no vió la luz, en fin... lo que me sorprendió fue la última planta de forma triangular y que en la actualidad alberga un restaurante, que se llama Carpatian en honor al barco que recogió a los supervivientes del naufragio y que así justamente se llamaba.

Finalmente nos dirigimos a las estatuas de bronce de los cuatro Beatles, creadas por el escultor Andy Edwards en el año 2015 y que son uno de los lugares en que casi todo el mundo que visita Liverpool para a hacerse una fotografía. Nosotros no íbamos a ser menos y como buenos "guiris" ahí queda constancia.

Desde allí y a poca distancia caminando llegamos a The Twins Flavour, un restaurante colombiano que nos recomendó el guía del free-tour, pues según él era el sitio donde se hacía el mejor "Scouse" de la ciudad. El referido plato, que tiene hasta una derivada de los que lo consumen, "Scousers", es a la postre un estofado de carne, preferiblemente ternera, con un sofrito de tomate, cebolla y zanahoria al que se le añaden patatas y que pasa horas haciendo "chup-chup" hasta conseguir un excelente resultado, sabroso y tierno. Estaba muy bueno el que probamos.

Aún tuvimos tiempo después de la comida de disfrutar de dos cosas que nos habíamos propuesto. La primera fue retornar a The Cavern y entrar puesto que la visita de la mañana fue solo por los exteriores. Pues dicho y hecho. El ambiente era formidable a pesar de que no estaba a rebosar como suele, había bastante gente muy animada, tomando pintas y escuchando a un guitarrista al tiempo que bailando algunos, desde jovencitas hasta otros que nos superan en edad. Curiosamente sonaba "All you need is love" y todo el mundo cantaba. Maravilloso aunque los cánticos no ayudaban mucho al músico que se esforzaba en que sonase bien.

La segunda visitar la catedral anglicana, según rezan las guías la que tiene los arcos góticos más altos que en el mundo existen, además de una torre de vigía. Lo cierto es que es impresionante, no solo por su arquitectura, sino porque además de una tienda de "souvenirs", algo que ya habíamos visto en alguna, en su interior hay instalado un restaurante-bar-pub, donde se puede comer y tomar algunas copas, aunque en la zona que está más en el interior de la nave central ha de ser sin alcohol.

"This is Anfield"
Regresamos al hotel y después de estas experiencias, nuestro cuerpo nos pedía reposo, aunque también reponer gasolina, que ya andaba justa. Decidimos cenar algo en un local cercano y que además era un pub bastante típico del lugar: El Matadero se llamaba. Con nuestras limitaciones del inglés y el escaso interés de las dos jovencitas que reinaban en la barra, que diría Sabina intentamos hacerles saber nuestra intención de cenar, ya que la mayoría de los parroquianos del local se limitaba a beber cerveza como si no hubiese un mañana.

Lo cierto es que con alguna dificultad conseguimos pedir algo de comida y cerveza, con una cierta sensación de desasosiego a la espera que llegasen los condumios para ver que habíamos pedido realmente. La sorpresa importante y para bien, un buen sandwich con bacon, salchichas y un huevo frito o algo bastante parecido, acompañado de una cerveza rubia fresca que oh! casualidad se llamaba Alma de Madrid. Desde allí a descansar que mañana promete emociones fuertes.

Después de desayunar en uno de los múltiples locales cercanos al hotel, Philpotts se llamaba, nos pidieron un taxi desde el hotel y nos lanzamos a la conquista de Anfield, cosa complicada. Lo de conquistarlo quiero decir, pues lo defienden como jabatos. En el fútbol digo. Bueno pues a la llegada ya ves que estás en un lugar especial, lleno de historia y de historias deportivas: es un viernes a primera hora y ya hay gente y cola en la salida del tour que te guía por el estadio, que nos habían reservado nuestros hijos. 

La visita es más o menos como todos los estadios, las gradas, la tribuna, las vistas, los vestuarios, los lugares donde comen y descansan los jugadores, etc. etc. En los vestuarios, en el local, te dejan sentar en los asientos de las estrellas y en el visitante cuando no hay partido tienen colgadas las camisetas de lo que sería el "once ideal" de la época. No está mal, cuatro blaugranas en el once: Henry, Xavi, Iniesta y Messi.

Después ya viene lo más interesante que es el acceso al césped por el túnel de vestuarios, donde te anuncian que estás en Anfield y aunque no suena el famoso "you'll never walk alone", casi lo oyes retumbar en tu cabeza. Las fotos de rigor en la hierba, sentados en los banquillos y en algunas de las puertas de acceso son el preámbulo del paso por la tienda del club. Tras comprar unos pijamas para nuestros nietos pusimos rumbo al centro a buscar un sitio para comer.

Catedral Católica
Lo hicimos en el Castle St Townhouse degustando la comida británica por excelencia "Fish and Chips", con una cerveza fresquita y atendidos por una simpática camarera que pese a ser nativa hablaba un excelente castellano. La chica había viajado por medio mundo, Sudamérica incluida, y tenía una gran facilidad para los idiomas nos confesó.

Sin perder mucho tiempo encaramos hacia la catedral católica, supermoderna y poco que ver con la anglicana. A pesar de su nave circular en cuyo centro se eleva una cúpula vanguardista, a mi me gusto más la anglicana, que esta no tenía bar dentro. Bromas aparte el edificio merece la pena ser visitado.

Antes de llegar al templo pasamos por la entrada a Chinatown, que es una puerta al más típico estilo oriental y que contrasta en gran manera con los edificios que la rodean.

Después y ya de camino hacia el hotel, que no estaba especialmente cerca sobre todo para hacerlo a pie y porque ya llevábamos sobre nuestros cuerpos un buen paseo, pasamos por Church Street, una calle peatonal muy concurrida y con muchas tiendas que aprovechamos para comprar unas camisetas, como no de Beatles, para nuestros hijo, hija, nuera y yerno. Ya me parecía difícil que nos fuéramos de la ciudad sin comprar nada para ellos. Desde allí al hotel, un breve reposo y a buscar sitio para cenar.

Después de barajar varias opciones nos decidimos por hacer caso a una recomendación, bien bien no sé de quién y fuimos justo enfrente de donde comimos el "Scouse" a un cuidado y muy agradable restaurante siciliano, Cose Buone se llama y lo cierto es que hace justicia al nombre. Acabado el ágape, regreso al hotel y a prepararse para el día siguiente que volábamos de regreso a casa.

El aeropuerto, el vuelo, etc. como era de esperar excepto la llegada al control de pasaportes de El Prat, que aparte de caótica fue hasta un poco peligrosa, por poco no nos pilla una avalancha de gente. No obstante un pelin tarde pero a punto una empleada pudo parar las escaleras mecánicas de bajada que tiraban a gente sobre los que hacían cola. Una anécdota al final. Por tener de todo en la escapada.

Magnifica idea la del regalo. Una escapada para recordar. Así que muchas gracias familia (Izarbe, Manel, Mónica, Carlos, Claudia, Roger, Aritz y Gerard) por permitirnos disfrutar de esta aventurilla.

La Ruta de la Plata. Parte Primera

Y resulta que de plata, nada. Bueno o al menos muy poco. Que el nombre viene del árabe "balat", que viene a significar camino empe...