domingo, 14 de septiembre de 2025

Uzbekistán. En la Ruta de la Seda. III.- Bukhara y Khiva.

 Bukhara y Khiva.

Bukhara: Mezquita Bolo-Haouz

Después de casi 300 km de autocar por una "autovía" razonablemente buena, a pesar de que la velocidad que se puede circular no es la que estamos acostumbrados aquí, y después de pasar diversas "áreas de servicio" para encontrar una en que se pudiese hacer una parada higiénica, por el módico precio de 3000 yums, y después de ver auténticas montañas de sandías puestas a la venta en los laterales de la vía, llegamos a Bukhara, una ciudad de más de 250.000 habitantes en la misma ruta de la seda.

Las referencias a esta ciudad seguramente serán más limitadas que las de las otras ciudades, pero se deben exclusivamente a una indisposición del que les cuenta esta aventura, que lo mantuvo fuera de juego casi un día entero. No aprenderé nunca, que he de tener cuidado con los cubitos de hielo y las verduras crudas, bueno así parece que es el ser humano: "un tropezador en piedras idénticas".

Lo cierto es que desde el mismo momento en que comenzó mi indisposición, todo el personal sanitario del grupo, que no era poco, aportó todos los remedios ocurrentes para minimizar mi problema. Gracias a tod@s pues gracias a ellos todo quedó en casi nada y solo me perdí alguna visita y alguna comida, que fue perfectamente sustituida por el "sueroral" sabor a naranja. La visita me la explicaron después y también la comida que como digo y repito tampoco era de mi principal agrado. Y la que sí me gusto algo, el plov, o bien algún acompañamiento de la misma, fue la que yo creo desencadenante de mis tribulaciones.

Volviendo a la ciudad, para mí lo que me pareció más espectacular es el Arq de Bujará, una fortaleza del siglo V, que estaba habitada por las clases gobernantes y dominantes de las regiones de los alrededores. Tuvo uso hasta que llegó el gobierno ruso en pleno siglo XX, en que se convirtió en una atracción turística y museística.

 Bukhara: Comiendo plov

Una de las madrasas más importantes de la ciudad es la de Mir-i Arab, que fue construida en el siglo XVI y en ella destacan sus cúpulas y su magnífico pórtico. Otra de estas madrasas, a modo de curiosidad es la de Nadir Divan-Begui que en su parte trasera se puede apreciar una escultura de metal de Nasrudín Hodja subido en su mula o su burro, no sé bien. Se trata de un personaje ficticio, aunque muchos le quieren buscar una existencia real. Es el protagonista de muchas historietas folclóricas, en que pasa de ser de un ingenioso vividor a un tonto de remate, en ambos casos eso sí, de buen corazón. No sé si se podría equiparar a los pícaros de algunas de las novelas de nuestro país. 

Otra de las actividades que participamos fue una en que pudimos ver en directo cómo se elabora el plato nacional de Uzbekistán: el plov. A groso modo vendría a ser una paella de verduritas y carne de ternera desmenuzada a la que agregan unos huevos duros como guinda una vez cocinado el arroz. No estaba mal, aunque como he dicho, sospecho que alguno de los acompañamiento no me sentó bien, o igual fueron los cubitos de hielo de la cocacola que me tome comiendo.

El siguiente paso de nuestro viaje estaba en Khiva, una ciudad de unos 90.000 habitantes y a más de 500 kilómetros de Bukhara, con lo que el desplazamiento lo hicimos en avión hasta el aeropuerto de Urgench, actual capital de la región, que tuvo a bien en su día acoger a un vecino ilustre y reconocido, el famoso médico Avicena. Desde allí hasta Khiva fuimos en autocar, disfrutando de un paisaje en el que dominaban los campos de algodón, una de las riquezas del país, sobre todo en tiempos pasados.

Apenas tuvimos ocasión de dejar las maletas en el hotel que nos lanzamos a recorrer las callejuelas de la zona amurallada, entrando por una de la puertas de la citada muralla. Esta, a pesar de ser de adobe y paja como la mayor parte de las viviendas de su interior es preciosa. Tiene unas pequeñas torres abombadas cada pocos metros que le dan un aspecto espectacular, sea de día o de noche como en la foto que acompaño en esta entrada.

Khiva: Minarete Islam Khoja
La muralla rodea el barrio Itchan Kala, que es la zona más monumental de la ciudad que tiene la ventaja de ser una zona peatonal y te permite recorrerla toda, perderte por rincones preciosos y disfrutar de todos sus monumentos sin prisas, aunque sin pausas porque si paras mucho no te acabas el barrio en días.

También es una zona de compras de todo tipo desde ropas y sedas hasta otros trastos de recuerdo para turistas consumistas, como nosotros, pero luego lo explico.

Ni recuerdo lo que comimos, que mucho no sería, pero sí en un local muy rústico y muy agradable bien decorado con plantas de algodón tan típicas y tan abundantes en la zona. Y la bebida estaba muy fresca, que con el calor que habíamos pasado a la mañana se agradecía un montón.

Por la tarde seguimos tras un breve reposo con la visita de la zona intra-murallas, donde pudimos ver la Mezquita Juma o Mezquita de los viernes construida con más de 200 columnas de madera, casi todas ellas distintas una de otra. Una maravilla de edificio. No recuerdo bien si fue aquí o en otro lugar donde había una exposición de billetes que entramos a ver con la particularidad de que alguno de ellos estaba impreso en tela de seda.

También en el interior del recinto se encuentra para deleite de los turistas y visitantes el Palacio Tash Khauli, un espectacular edificio de más de 160 habitaciones y con unos excelentes techos de madera decorados, aunque creo que la foto que adjunto no es exactamente de ese palacio sino de uno de los maravillosos pórticos que tenía cualquiera de las madrasas o mezquitas que vimos en el paseo.

Luego ya con mucha más calma y con una mejora sustancial de la temperatura, que el sol ya había dejado de caer a peso y se dirigía hacia el ocaso empezamos la ruta del "shopping", pues también había infinidad de lugares donde adquirir recuerdos y presentes.

Khiva: Artesonado Mezquita
Incluso había un edificio, de una planta eso sí, pero inmensa y por la cantidad de productos que allí se ponían a la venta, se le conocía como El Corte Inglés, quiero pensar que entre los turistas españoles que visitaban la ciudad. Allí me compre una camiseta de recuerdo del viaje, que por cierto no fue la última y eso que estábamos a horas escasas de coger vuelo de vuelta.

Las chicas de nuestro grupo de cinco (Marta, Luisa y Pili) andaban liadas en comprar pañuelos de seda para sus amigas que cumplían los 70 a lo largo de este año, así que dedicaron un cierto tiempo a ello. De todas maneras ahora que lo escribo no sé si fue aquí o en otro lado.

En un momento dado Pili y yo nos fuimos de compras solos porque ella necesitaba hacer compras para otros compromisos familiares y de amistades. Primero me llevó a un lugar en que en la visita matutina había pactado con uno de los vendedores para comprar bolsas de tela, con motivos uzbecos impresos en una de sus caras.

Como se los guardo y le hizo alguna rebaja en las grandes, pues de tamaño pequeño no tenía tantas como demandaba la cliente, ella correspondió con el ahorro y poco más comprando una tira de monedas del país, no se bien para quién. 

Para acabar o no el capítulo de compras, Pili tuvo la brillante idea de comprar para sus amigas de Terrassa unos Coranes minúsculos. Lo cierto es que después de negociar diez por el precio de ocho, a la hora de cobrar intentó cobrarnos los diez, así que le dijimos como pudimos que nos quedábamos solo ocho, y en castellano claro y alto que se metiese los otros dos por donde pudiese.

Ante semejante "indignidad y falta de palabra del vendedor", Pili se quejó amargamente de que la letra era minúscula y apenas podía verla.  No me pude aguantar y le pregunté si acaso ella sabía leer en árabe, que era lo que se podía intuir ante semejante queja. No pudimos por menos que explotar a risas los dos ante semejante situación. También causó grandes risas cuando explicamos la aventura coránica a nuestros compañeros de viaje.

La muralla de Khiva de noche
Creo que aún fuimos al hotel, que por cierto estaba muy bien situado sobre todo si vas a hacer una visita como la nuestra, para cambiarnos de ropa y de paso en la tienda del hotel comprar algunas cosas. Alguna camiseta más y algún pañuelo también. Ahora sí que parecía que se acababan las compras... o no, quedaba el aeropuerto y tengo que decir que por volver al tema de las compras también mercamos otras camisetas.

Pues lo dicho, que una vez arregladitos nos dispusimos a acercarnos al restaurante donde se había programado la cena, diría yo que de fin de fiestas.

El lugar era espectacular y sobre todo la terraza donde colocaron nuestras mesas con una vistas generales a la ciudad vieja de Khiva, que se veían mejoradas todavía más si cabe por una excelente puesta de sol de la que hicimos fotos de todas maneras, aunque he preferido poner una de nuestro grupito de cinco que nos hicimos ya noche entrada pero con los minaretes iluminados que le daban un aspecto encantador.

Hasta la comida me pareció mejor que en los otros lugares que comimos y cenamos a lo largo del viaje, pero supongo que tiene que ver con aquello que pasa a veces en los viajes, que el último día, aunque haya sido maravilloso todo el recorrido y hayas disfrutado mucho, como que ya tienes ganas de volver a casa. Yo pensaba cenar unos huevos rotos con jamón.

Después de tan agradable momento de la cena y la sensación que comentaba del deber cumplido nos retiramos al hotel que el día siguiente había que volar a Madrid y obviamente las emociones y aventuras no se habían acabado.
Cena de despedida viaje.



Nos levantamos a una hora razonable y después de un desayuno adecuado recogimos las maletas y nos fuimos a la recepción del hotel a esperar el autocar con destino al aeropuerto de Urgench, aunque a J. Ramón y un servidor nos quedaba un último recuerdo agradable del país. Fuimos a la piscina y nos hicimos una fotografía de recuerdo especialmente simpática en el bar de las instalaciones.

Una vez en el aeropuerto, yo comencé ya con las cábalas del viaje, pues una vez en Barajas, había que ir a Atocha, coger un AVE hasta Zaragoza donde teníamos el coche y desde allí a Villanueva unos y continuar otros hasta Terrassa. Yo creía haber hecho bien las reservas y salvo cosas raras enlazaríamos bien con nuestro programa.

Bueno pues en estas historias andaba yo, cuando avisan que por la pista de aterrizaje van cantidad de coches negros, policía y otros transportes, al tiempo que se anuncia un cierto retraso en el vuelo, pues ha tenido a bien venir a la ciudad el primer ministro o algo por el estilo a Azerbaiyán.

Por suerte estos no tiene que pasar controles aduaneros y acabaron pronto con lo que el vuelo salió con un mínimo retraso, que además creo que el piloto recuperó a lo largo del viaje.

Llegamos a Madrid a la hora prevista, y un transporte que J. Ramón había contratado desde el aeropuerto de Khiva estaba allí mismo esperandonos. Siguiendo los consejos del conductor fuimos a hacer una merienda cena en un lugar al lado de Atocha, pues nuestro tren no salía hasta la nueve.

Con tiempo suficiente nos acercamos a la zona de embarque, pasamos el control de seguridad y a esperar en una de las cafeterías que hay dentro de la zona de acceso a las vías. Allí empezó la última etapa del viaje para nada prevista en el programa.

Los trenes empezaron a demorar su salida, el de la cafetería cerro a las nueve y nos echó amablemente del recinto con lo que pasamos a formar parte de la inmensa cantidad de gente sentada en el suelo, pues los escasos asientos disponibles estaban todos ocupados.

Agradable despedida
Empezaron a llegar las primeras noticias de que nuestro tren venía de Andalucía y estaba parado en Málaga. La sed y los achaques en la espalda empezaron a hacer mella en el grupo. Pili no podía parar quieta, nada nuevo, así que fue a investigar por su cuenta con un excelente resultado. 

Vió salir un joven con una botella de agua fresca. Le preguntó de dónde la había sacado. Le dijo que de la zona VIP. Se acercó y pidió si le podían vender alguna botella, pues éramos un grupo de "ancianos" que veníamos de un vuelo "larguísimo", etc. La encargada le dijo que no podía, pero que si éramos pocos podíamos entrar en la zona. Le dijo que éramos cinco y a ella le pareció bien, así que nos colamos en la zona VIP. Bebidas frescas, canapés, frutas, algún bocadillito, café y sofás cómodos con mesas donde descansar. Y todo "gratissss" como diría un presidente de un conocido equipo de fútbol.

Muy bien nos fue pero hasta la una  de la madrugada no salimos y luego en Zaragoza no podíamos salir del parking de la estación, pero eso ya lo contaré en otra entrada que se me esta haciendo muy larga...

Por cierto todos llegamos bien a casa y en 48 horas Renfe nos devolvió el 100% del importe de los billetes de Madrid a Zaragoza.

domingo, 7 de septiembre de 2025

Uzbekistán. En la Ruta de la Seda. II.- Samarkanda

 Samarkanda

Se trata de la segunda ciudad en habitantes de Uzbekistán a la vez que capital de la provincia del mismo nombre. Tiene según los expertos una antigüedad de más de 2600 años y es además Patrimonio de la Humanidad, declarada por la Unesco en el año 2001. No obstante su mayor prosperidad y fama la alcanzó por ser una ciudad en el centro de la Ruta de la Seda entre China y el Mediterráneo.

Madrasa de plaza de Registán

Así pues, nos encontramos en la joya de la corona del viaje y de la Ruta de la Seda, aunque luego, como que "la vida te da sorpresas", visitaremos otras ciudades que aunque oficialmente no se acerquen a esta, a mí en concreto me dejaron un excelente sabor de boca y una sensación de gran descubrimiento. Pero eso será luego. Hoy estamos en Samarkanda.

Y Samarkanda es mucho pero sobre todo lo es la plaza de Registán, que según reza la wikipedia es "uno de los paisajes más fantásticos en el Asia Central, que definieron las reglas básicas de la arquitectura islámica entre el Mediterráneo y el subcontinente indio". Y es que resulta difícil explicar con palabras lo que es la plaza y las sensaciones que uno va experimentando cuando entra por primera vez en ella. Algunas imágenes he añadido de ella para tratar de mejorar lo que yo pueda escribir sobre la misma.

Pues bien, el Registán es una gran plaza que está rodeada por tres grandes madrasas, o dicho de otra manera universidades, así que la concentración de sabiduría y también de poder en el complejo era inmensa. Las tres son a cual más bella. Nos explicaron bien cuales eran los estudios que se impartían en cada una de ellas, pero obviamente no lo recuerdo, era demasiada información y aunque bien administrada el calor que se concentraba aquel día hacía difícil hasta pensar.

Madrasa de plaza de Registán

En cualquier caso por si algún lector despistado cae por este blog y quiere profundizar en el tema, añadiré que se trata de las madrasas de Ulugh Beg, Sherdar y Tilla-Kari.

Pasear por la plaza a plena luz del día y con un calor considerable ya es una gozada, mires hacia donde mires es una pasada. Y digo esto, porque este mismo día por la noche realizamos una visita de la misma por la noche, donde se podía disfrutar de un espectáculo de luz y de sonido increíble, incluso alguien nos dijo que habíamos tenido la suerte de disfrutar del mejor posible, pues hay uno dedicado al turista y el que pasaban hoy que estaba pensado para ofrecerlo a no sé qué autoridades venidas de no sé qué país y era más completo que el habitual. Bueno no sé si es una tomadura de pelo que nos hacen a todos los turistas, pues no creo que nadie vaya a repetirlo el día siguiente para comprobar la veracidad de lo que nos explican. En cualquier caso dos cosas: bonito no, lo siguiente que dicen ahora. Largo: también...

Plaza Registán. Noche

Acabado el espectáculo, no dirigimos al hotel con la sana intención de tomarnos un gin tónic o similar, pero no pudo ser, el bar estaba cerrado y tampoco era cosa de ir a buscar desesperadamente otro lugar, así que con una cierta resignación nos sentamos en las mesas de la terraza que seguían montadas aunque con escasa iluminación y sacamos algún agua y algún refresco de la máquina de "vending" de la recepción del hotel. No es lo mismo, pero para charlar un rato amigable y relajadamente vale.

Siguiendo con la visita de la ciudad, aunque de forma totalmente desordenada, que la memoria falla de vez en cuando es digno de mención el mausoleo Gur-e-Amir, dedicado al fundador y factotum del país en sus tiempos y donde evidentemente se encuentran sus restos mortales. El nombre significa Tumba del Rey y está muy bien conservado. De hecho fue restaurado por la Unión Soviética.

El mausoleo es un octógono coronado por una gran cúpula cilíndrica. Debajo de esa cúpula se encuentra la tumba del conquistador rodeada de cuatro o cinco más que no recuerdo de quien son. Según parece es el precursor y modelo de otros grandes edificios como el Taj Mahal en la India.

Mausoleo Gur-e-Amir
Otro de los monumentos espectaculares, no tanto por su arquitectura sino por la trascendencia científica del mismo es el Observatorio de Ulugh-Beg, un astrónomo, nieto del omnipresente Timur, también conocido como Tamerlán, que mandó construir un sextante astronómico de tres pisos de altura.

Era uno de los más grandes construidos nunca y digo era porque a los 30 años de su puesta en marcha fue destruido, al parecer deliberadamente.

No obstante, a principios del siglo XX fue desenterrado y sobre los restos que alguno quedaba se hizo una rehabilitación en los años sesenta del mismo siglo y los soviéticos montaron un museo donde pueden verse infinidad de documentos relacionados con la astronomía y de muy diversos países donde esta ciencia era especialmente estudiada.

Uno de los complejos monumentales que más me impresionaron de todo el viaje fue la Necrópolis de Shah-i-Zinda, que muchas personas, viajeros, turistas y expertos consideran uno de los más bellos monumentos de Samarkanda, que ya es decir.

Necrópolis Shah-i-Zinda
A groso modo, el complejo está en unas colinas cerca de la muralla a la que hay que subir por unas escaleras, no demasiadas, pero bastante empinadas. Se inicia con la tumba de un primo o familiar del profeta Mahoma que introdujo el islam en esta zona, aunque fue decapitado mientras oraba al parecer por unos infieles que no estaban demasiado de acuerdo con sus ideas. Lo que tiene de especial esta historia es que el susodicho cogió la cabeza en sus manos, descendió a un pozo y vivió allí hasta pasar a mejor vida.

Después, durante el gobierno de Tamerlán se convirtió en la necrópolis de su dinastía, conservandose en la actualidad más de veinte mausoleos a cual más bello. En ellos descansan, se supone, desde un amigo del astrónomo Ulugh Beg, hasta la madre de un emir, unos de los mejores generales del líder, pasando por uno de su segunda hermana y alguno más de generales y personas de primera fila de la sociedad de Samarkanda de aquella época.

Pero terminando esta entrada de la ciudad haré una referencia a la gastronomía de la zona, que lo cierto es que no me gustó especialmente y eso que es de agradecer el esfuerzo de nuestro guía y la guía local en buscar sitios para las comidas. A mi parecer todos los sitios que nos llevaron estaban muy cuidados, eran confortables y fuimos bien tratados. Hasta había uno que se llamaba "Manresa".


jueves, 4 de septiembre de 2025

Uzbekistan. En la ruta de la seda. I.- Tashkent

El grupo ya más o menos consolidado de los cinco (Marta, Luisa, Pili, J.Ramón y un servidor) salimos desde la estación de Delicias de Zaragoza hasta la de Atocha en Madrid, donde tras una muy buena programación cogimos un transporte que nos condujo hasta la terminal de Barajas desde la que salía el vuelo a Tashkent, capital actual de Uzbekistán.

Tashkent.

Madraza Barak-khan

El vuelo fue plácido, sin ninguna interferencia que yo recuerde, aunque la llegada a la capital fue a altas horas de la madrugada con lo que nos llevaron al hotel donde pudimos hacer un breve descanso, un desayuno en aceptables condiciones y sin más pérdidas de tiempo a la conquista de la ciudad.

Esta, cuyo nombre vendría a significar Ciudad de Piedra, no es la ciudad con más valor artístico de las que habremos de visitar, aunque es la capital del país, que por resumirlo de alguna manera, primero fue islámico, luego un breve periodo chino, otro también breve dependiente del imperio mongol, finalmente del imperio zarista, que derivó en un país de la Unión Soviética hasta que por el año 1991 a la sombra de la desintegración rusa, se convirtió en un país independiente, y estableció su capital en el lugar que vamos a visitar en este primer día del viaje.

Chorsu-Bazaar

La ciudad, aunque lejana de nuestras tierras, creo que está iniciando un proceso de "occidentalización" ciertamente evidente: lo tienen casi todo en obras. Hasta resulta difícil hacer una fotografía sin grúas o vallas de construcción. Así llegamos en autobús al complejo donde se encuentra la madraza de Barak-khan, donde ya pudimos apreciar algunas de las características de la arquitectura que nos íbamos a encontrar a lo largo del viaje. Desde allí y después de visitar uno de los mercados (Chorsu-Bazaar) más impresionantes del viaje, nos dirigimos a reponer energías en un restaurante de la zona, en donde se vieron cumplidas mis expectativas: No iba a gustarme especialmente la comida del país.

Finalizada la comida y ya con la idea clara de lo que valía una cerveza, 50.000 yums, el grupo volvió al autocar para continuar la visita. Hay que decir que el grupo era menos numeroso que el del anterior viaje que hicimos a Polonia con esta agencia. Esto facilitó que nos conociésemos todos y todas algo más y ya desde el inicio hizo el viaje más placentero. Fuimos capaces de convivir y hasta alcanzar una buena amistad un "culé" y un "merengue" incluso hablando de fútbol. O sea que fabuloso.

Panadería

Una de las visitas interesantes en esta ciudad fue la de una panadería o mejor un complejo inmenso donde cantidad de hornos elaboraban panes de todos los tipos que tienen en el país. Probamos uno de ellos que estaba especialmente bueno. Quién me iba a decir a mi que sería la mejor comida de todo el viaje. Bueno exagero un poco, pero cuando hablo de comida no puedo evitarlo tanto en una dirección como en otra. Pili como buena descendiente de panaderos, que aunque no creo que por mucho tiempo, pero todavía conservan un horno moruno de leña en el pueblo, quiso hacerse una foto para dejar constancia de la visita y del lugar.

Entre las muchas visitas para que dió de si esta excursión se encuentra la plaza de Amir Temur, donde se puede ver una estatua ecuestre del mismo Amir Temur, héroe nacional de origen mongol, aunque no descendiente de Gengis Khan como mantienen algunos de sus fans. Fue un gran soldado, un pelín sanguinario, pero en aquella época era lo corriente, que se considera el creador del país, aunque tuvo a bien que la capital en aquellos momentos fuese en Samarkanda, a la que dotó de suficientes medios para convertirse en una de la ciudades más bellas de la ruta de la seda. No pongo la foto que hicimos allí porque es bastante censurable...

Memorial II Guerra Mundial

Muy cerca de la Plaza de la Independencia en la que se recuerda a la cantidad de uzbekos que perdieron la vida en la guerra de la liberación de los soviéticos se halla otro de los monumentos que hay en la ciudad. Se trata del Memorial de la Segunda Guerra Mundial, donde se reconoce y recuerda también a los muertos en la citada contienda, aunque en este caso se recuerdan como soldados soviéticos pues a la URSS pertenecían en aquel momento.

Bueno un galimatías en el que no encuentro la manera de ordenar, quien homenajea a quien ni si son uzbekos, soviéticos o las dos cosas. Dejo a la voluntad del posible lector de estas líneas el estudio de la historia de este país y de los tiempos en que todo esto ocurrió.

Ya con las pilas justas, que el día se hizo bastante largo después del escaso descanso entre avión y hotel fuimos a visitar algunas de las estaciones de metro más significativas de la ciudad. En este caso la influencia soviética es más que evidente. 

Estación de metro

Basándose en el metropolitano de Moscú, las estaciones que visitamos están perfectamente decoradas con todo tipo temas. Desde los más exclusivamente artísticos, con lámparas dignas de palacios zaristas hasta los más políticos como la estación que hay dedicada a la carrera especial en la que aparecen las imágenes de los cosmonautas soviéticos que intentaron conquistar el espacio y también de alguna mujer cosmonauta para que quede constancia de la igualdad en el "imperio soviético".

Una vez finalizadas las visitas y después de una cena en la que no comí demasiado, pues ya he comentado que este aspecto del viaje no fue lo mejor, nos dirigimos al hotel de nuevo a un merecido descanso. De todas maneras esta escapada no era gastronómica, sino de otro tipo de cultura como la arquitectura y la historia de este país y de este trozo de la ruta de la seda que como veremos luego fue mejorando a medida que pasaban los días del recorrido. La próxima parada Samarkanda, posiblemente la ciudad más conocida de todo el viaje y por ende de la ruta de la seda.

martes, 27 de mayo de 2025

María, Jose, Inés. Felicidades con mucho retraso. Parte Segunda

Después de desayunar como Dios manda y después de fijar el itinerario que nos llevaría a conocer algunos de los pueblos más bonitos, nos pusimos en camino con destino al primero de ellos. Tengo que hacer una precisión respecto a la metodología utilizada para este menester y que no fue idea mía. Empezamos la ruta de manera que la hora de la comida nos coincidiera con el pueblo donde más y mejor oferta gastronómica hubiese a nuestra disposición.

Rincón de Calaceite
Calaceite

Tras un breve recorrido en coche llegamos al primer pueblo del programa. Calaceite es una localidad que roza los mil habitantes cuyo posiblemente monumento más interesante es el ayuntamiento que dispone a pie llano de una lonja y en los pisos superiores las dependencias municipales. No obstante, lo más interesante es caminar por las callejuelas del pueblo, que esconden casas señoriales, restos de las murallas y soportales sobre los que se construyeron capillas varias. Es de resaltar que algunas zonas y casas de este pueblo tienen un réplica en el Pueblo Español de Barcelona.

También destaca la Iglesia Parroquial de la Asunción de estilo barroco, que fue construida sobre el solar de una iglesia gótica algo más pequeña. En el mismo casco antiguo se encuentra el Museo Juan Cabré, arqueólogo y pintor, aunque no lo visitamos puesto que el tiempo pasaba y quedaba mucho por ver en esta salida.

El municipio dispone también como elementos turísticos a visitar varios poblados ibéricos, sobre todos el de San Antonio, aunque también interesantes el de "Tossal de Redó" y el de "Els Castellans". Por la misma razón expuesta del tiempo disponible tampoco los visitamos, pero dejo constancia por si alguien con menos prisas quiere hacerlo, pues allí están.

Plaza de Cretas
Cretas

Como digo, desde allí tomamos la carretera y en un breve periodo de tiempo nos presentamos en Cretas (Queretes en catalán), un pueblecito con poco más de 500 habitantes en el que nada más llegar lo primero que encontramos fue el mercadillo semanal que allí se celebra, y tuvimos el primer debate acerca de dónde aparcar. Como suele ser habitual cada uno aparcamos donde nos pareció mejor.

El pueblo tiene una bonita plaza Mayor en la que se encuentra la casa Consistorial y una columna/monumento en el centro de la misma, en la que nos hicimos una foto de recuerdo de todo el grupo.

Entre los monumentos destacables que fuimos viendo en el corto paseo que hicimos por el pueblo cabe destacar la Iglesia de la Asunción con una portada más que interesante. Así mismo pasear por la calle Mayor es una actividad recomendable, pues estas realmente en el centro del casco urbano.

La Casa Turull, que debe su nombre a la familia que allí vivió y que fueron organistas (constructores y músicos) de muchos de los órganos de la zona e incluso de zonas más lejanas. También se dedicaron a la construcción de casas, las más importantes de la localidad. Debía ser un buen negocio.

Otra de las maravillas del pueblo es la Capilla de San Antonio de Padua, construida sobre un portal de lo que debió ser la antigua muralla.

Finalmente y desde la referida capilla nos dirigimos a retomar nuestro camino, pasando por un antiguo molino en cuya pared había una especie de "canalón" por el que algunos pensamos que discurría en su tiempo el aceite que salía de la molienda. Al final un vecino de cierta edad nos sacó de nuestra ignorancia y nos dijo que ese canalón era lo que parecía, un sistema para recoger el agua. Lástima, con las ganas que tenía yo de "inventarme" las maravillas que se hacían en aquel molino de aceite...

Catedral y Castillo de Valderrobres
Valderrobres

En pocos minutos nos plantamos en Valderrobres, la mayor de las localidades que íbamos a visitar en el día de hoy y por tanto la elegida para reponer fuerzas, que ya empezaban los cuerpos a pedir gasolina, aunque a decir verdad el desgaste hasta el momento no había sido importante.

No obstante, una vez aparcados, como siempre cada uno a su bola, y después de entrar en la Fonda de la Plaza y ver que apenas quedaban sitios libres en el comedor, nos colocaron en el primer turno, con el compromiso de largarnos a las tres en punto que tenían comprometida la mesa.

Comimos el menú del día, que supongo que por esa circunstancia no estaba a la altura de lo que yo recordaba de la anterior visita en que comí a la carta. Ni se nos ocurrió que podíamos haberlo hecho, supongo que por las premuras que nos ponían. A pesar de todo no estuvo mal, excepto el vino que ni con la gaseosa era bebible. Menos mal que existe el Almax, sobre todo para algunos.

Ya finalizando la comida empezó a llover copiosamente e incluso a granizar y nosotros, previsores sin paraguas ni chubasqueros. Bueno alguno sí que los llevaba. Lástima porque en aquellas condiciones era difícil la visita del pueblo, así que nos refugiamos en la Lonja que está en la misma plaza y desde allí a esperar a que amainara un poco. 

La lluvia era intermitente y no parecía que fuese a parar, así que los más intrépidos (Inés y Paco) decidieron arriesgarse a subir al Palacio-Castillo y a la iglesia de Santa María la Mayor. El resto agazapados en la Lonja hasta que en uno de los momentos en que parecía dejar de llover nos fuimos a los coches a esperar a los dos miembros escindidos del grupo.

Una pena no poder pasear por un pueblo en el que cada rincón, cada calle y cada edificio rezuma historia e historias de tiempos pasados: una reconquista en el siglo XII, un litigio con el arzobispo de Zaragoza en el XIV, unas Cortes en el XV, una sublevación catalana y un sínodo de obispos en el XVII, las Guerras Carlistas en el XIX y hasta la Revolución anarquista del XX. (Los datos de Wikipedia).

Calle Mayor. La Fresneda
La Fresneda

En pocos minutos nos presentamos en La Fresneda, uno de los pueblos más bonitos del Matarraña, con apenas 600 habitantes y especialmente bien conservado y cuidado.

Creo que para mí era como mínimo la tercera visita al lugar y como siempre hice especial incidencia en los soportales de la calle mayor, que me parecen espectaculares y a la vez difíciles de describir, por lo que recomiendo su visita a todo aquel que se acerque por estas páginas.

Pero no solo son soportales, La Fresneda tiene una magnífica casa consistorial junto a una Lonja cubierta en la que un vecino de cierta edad y supongo que guardándose de la fina lluvia daba vueltas en una bicicleta también de cierta edad.

Y junto a ella se encuentran las mazmorras y lo que llaman cárcel de lujo, supongo que por si les tocaba pasar por allí a algunos de los ediles, les fuese más llevadero el trago.

También hay que destacar en el pueblo, la Iglesia parroquial de Santa María la Mayor o de la Virgen de las nieves, subiendo camino de un castillo, prácticamente en ruinas y un antiguo cementerio en lo alto de la loma en que está la localidad.

Interesante también la ermita de Santa Bárbara y el Palacio de la Encomienda, un magnífico edificio en el que vivía el Comendador de la Orden de Calatrava (de ahí su nombre), que en esencia venía a ser como el ministerio de Hacienda de aquellos tiempos, con algo más de poder porque nombraba al alcalde y a otras autoridades de la villa.

Desde allí ya pusimos rumbo al castillo de los Calatravos, donde teníamos reservada la cena para la celebración más formal del cumple de nuestras tres chicas. Tras un breve paso por las habitaciones, algun@s para cambiarse para el evento, llegamos al comedor de La Concordia. La cena estuvo excelente tanto en calidad como cantidad y el vino nada que ver con el de la comida. Bien alimentados nos retiramos a nuestras habitaciones pues el día siguiente tocaba visita guiada y regreso a casa.

Desde estas líneas me permito dar las gracias de parte de tod@s a tod@s y por todo. Ha sido un cumple/salida/escapada espectacular. A por más...

domingo, 25 de mayo de 2025

María, Jose, Inés. Felicidades con mucho retraso. Parte Primera

Así como celebramos, una parte de la Bodeguiya de Abajo, los 70 aniversarios de Paco y Rafael, con una escapada a la Selva de Irati, ahora toca los mismos de tres de las chicas, que por razones desconocidas y sin una explicación razonable se ha ido demorando hasta estos días en que sin más retraso ya nos hemos instalado en el Parador de Alcañiz (Bajo Aragón) para proceder a esta fiesta.

Previamente, María, Rafael, Pili y un servidor pasamos dos días en Villanueva de Sijena, donde pudimos comer y cenar casi sin piedad por si acaso los condumios de la escapada al Bajo Aragón escaseaban. Poco probable dada la idiosincrasia de estas tierras.

Alcañiz I.

Catedral. Alcañiz

No es que haya dos sino que la visita la repartimos en dos días, una por nuestra cuenta y otra con guía oficial y entrada en los monumentos más significativos.

Después de un viaje relativamente tranquilo desde el pueblo al Parador excepto el final de ruta en que el navegador entró en bucle en parte debido a unas obras,  procedimos a hacer el "check-in", aunque solo los más madrugadores (Inés, Jose, Miquel y Paco) pudieron dejar las maletas en sus habitaciones.

Listas estas actividades nos dirigimos al comedor de La Concordia, donde pudimos degustar una abundante comida en un lugar espectacular con asientos medievales, no especialmente fáciles para sentarse y con unas bolas metálicas en el respaldo, que al intentar cogerlas, al menos a Miquel y a mí, se nos quedaron en las manos. La cosa no fue a más y disimuladamente las colocamos otra vez en su sitio sin que nadie se percatara del incidente.

El comedor recibe su nombre de La Concordia de Alcañiz, al parecer una reunión de los diversos aspirantes a rey de Aragón, tras la muerte sin descendencia de Martín el Humano (en aquella época igual había otros reyes no humanos -monos u otros animales- o bien porque los había inhumanos, teoría esta última a la que yo me sumo). Pues bien, en esa reunión se sentaron las bases del futuro Compromiso de Caspe, aunque hay ciertas discrepancias respecto a si fue en el Ayuntamiento o en el Parador. No parece que la población en general, al menos por lo reflejado por la guía quisiera mucho a los calatravos, que habitaban el castillo, hoy alojamiento turístico.

Después de una siestecilla reparadora, quedamos en la recepción del hotel y decidimos hacer una primera visita por nuestra cuenta de la ciudad. Lo dicho bajamos, que bajada hay hasta el centro y que a la vuelta sería subida. Buena perogrullada me he marcado. La intención era visitar el ayuntamiento y la catedral, obviamente desde fuera y en un momento determinado se nos ocurrió visitar lo que sería el casco antiguo, para lo que encontramos una guía accidental, una chica que iba acompañada de una niña pequeña que iba en la misma dirección.

Fuente de no se cuantos caños

Nos fue ilustrando a su manera de los lugares por los que íbamos adentrándonos de lo que es el casco antiguo, que necesita una restauración, yo diría que casi urgente, aunque no parece que eso vaya a ser así pues los dineros necesarios para ello parece que serían no pocos. Y la población que habita en esa zona proviene de la inmigración menos favorecida. Ella lo explicó con otras palabras, sin eufemismos.

Total que poco a poco, nos despedimos de nuestra anfitriona casual y llegamos a la fuente de los no se cuantos caños, 72 creo (gracias wikipedia). Se trata como digo de una fuente cercana a lo que llaman la Glorieta, o sea unas escalinatas, y cercana también al cauce del río. El lugar dispone de una especie de prado y un local en el que aprovechamos para calmar nuestra sed (la comida y el calor se hacían notar).

Con la hidratación conseguida y aún con un sol ciertamente intenso, encaramos la calle Mayor, como imaginareis queridas paredes, toda cuesta arriba y desde allí nos dirigimos a una de las zonas más modernas del pueblo, con la sana intención de tomar un tentempié que nos sirviese de cena antes de regresar al Parador. Un servidor había preguntado sobre alguna recomendación para tal necesidad a la guía accidental, y puso al servicio de los demás la información de que disponía.

Con mayor o menor grado de aprobación encontramos uno de los lugares sugeridos y gracias a la simpatía de lo que parecía una nativa camarera del local nos acomodamos en unas mesas en la terraza-acera del referido bar. Luego resultó que la chica era de Madrid, su padre de Asturias y su madre no recuerdo y que era simpatizante del equipo de fútbol de Oviedo, del cual vestía orgullosamente una camiseta, que por ser blanca me trajo alguna reticencia, rápidamente aclarada y disipada.

Cenamos cada uno lo que quiso y hasta nos sacó para picar oreja frita, que por cierto estaba buenísima. Desde allí y sin dejar de subir llegamos al alojamiento, donde aún me dio tiempo de fumarme un purito y con Rafael, tomarnos un güisqui con cocacola antes de ir a descansar. Bueno él se tomó una tónica.

Pasadizo subterráneo
Alcañiz II.

Haciendo lo que permite el hecho de escribir, damos un salto de un día entero y en la Parte Segunda de este viaje ya contaré lo que en ese lapso sucedió. Así que nos levantamos y después de un desayuno contundente, recogimos los equipajes los guardamos en nuestras "monturas" y a esperar la llegada ahora sí de una guía oficial para hacer un recorrido que justamente empezaba en el castillo de los Calatravos, ahora Parador de Alcañiz.

Una chica joven nos recogió a los ocho de nuestro grupillo y una pareja de la Catalunya profunda, tímidos al principio pero que por edad, que no por ideas,  al final algo congeniaron con nosotros y la visita la realizamos como quien dice en familia. La guía ya nos comentó de entrada que en el castillo había algunos tesoros artísticos que por razón de las obras de restauración que estaban haciendo no podríamos disfrutar. Paco ya tenía claro que había que hacer obras pues el castillo no parecía estar muy seguro por unas grietas que pudo observar el día anterior.

Por resumir el castillo perteneció a la Orden de Calatrava, siendo de los siglos XII y XIII las dependencias más antiguas, entre las que destacan la capilla, el claustro y la torre del homenaje, donde se conservan importantes pinturas murales del siglo XIV, que son las que no pudimos ver. La fachada es del siglo XVIII, aunque unos siglos antes se añadieron elementos mudéjares tanto en el castillo como en las murallas que lo rodean.

Desde el castillo, bajamos hacia el centro del pueblo, donde nos encontramos con la casa consistorial, un edificio renacentista del siglo XVI, construido como si se tratase de una casa señorial que serviría luego de edificio público. Justo a su lado se encuentra la Lonja, un edificio de tres arcos y según parece del gótico tardío, aunque existen dudas sobre si estos arcos o al menos dos fueron trasladados o se construyeron en el lugar que ocupan actualmente.

Sin perder tiempo pues apremiaba la visita nos dirigimos al nevero de Alcañiz, lugar donde se fabricaba hielo en épocas anteriores y que pese a sus dimensiones no conseguía dar servicio a toda la ciudad por lo que necesitaban importarlo de neveros de otros pueblos de alrededor. Conectados a este se encuentran los pasadizos subterráneos que surcan el subsuelo y que pudimos atravesar y pasar a modo de ejemplo por uno de ellos. Bueno Pili no, que tiene claustrofobia. Las leyendas acerca de los kilómetros que tienen y las conexiones entre el castillo y la urbe, así como la utilidad para la que se construyeron son tantas como se quieran imaginar, así que lo dejo a criterio de quien se acerque por este blog.

Parador. Castillo Calatravos

Antes de que cerrara la catedral nos acercamos a ella para hacer la visita de rigor. Se trata de un templo que fue construido en su mayoría en el siglo XIII. Fue no obstante en el siglo XV, cuando se benefició del título de Colegiata, por bula del entonces Papa Benedicto XIII, más conocido como el Papa Luna.

Es extremadamente grande para la población en la que está y según parece o afirman algunas fuentes tuvo tamaña grandiosidad para competir de alguna manera con el Castillo Calatravo, al que como he dicho la municipalidad no le tenía excesivo aprecio.

Sin muchas contemplaciones más, un monaguillo vino a cerrar la puerta cuando estábamos saliendo, nos dirigimos al local de la empresa de turismo que nos guió en esta visita a tomar como prometía la propaganda del circuito un refrigerio de productos de la tierra. Olivas, aceite y trocitos de queso, junto con algunas muestras de diversos embutidos y un vermut que cabía en una taza de café fueron la excusa para ver otros productos y algunos de nosotros comprarlos como recuerdo del viaje. A decir verdad el refrigerio era realmente raquítico.

Acabada la actividad los más andarines del grupo (Inés y Paco) se lanzaron hacia el castillo para recoger los coches  y poner rumbo a casa. Menos mal que algunos de los integrantes se percataron de la hora que era, que no daba para llegar a casa sin comer y condujeron el redil hasta un local donde nos proporcionaron unas tapas y un refresco que nos sirvió de comida.

Luego en el camino paramos los del coche B para recoger las cerezas que los del coche A habían comprado en Mequinenza. La duda inicial fue cuando los vimos parados en un campo de cerezos si las querían comprar o lo otro. Por fortuna fueron compradas al llegar al pueblo y no en el campo.

Cada uno a su casa para cerrar este magnífico cumpleaños de nuestras tres amigas, aunque insisto en que aun falta por contaros queridas paredes, el día que me he saltado y que fue de visita de diversos pueblos de la comarca colindante del Matarraña.

jueves, 15 de mayo de 2025

Levante. Escapada fugaz

Jose y Paco son unos compañeros habituales en nuestra escapadas breves de 3 ó 4 días. En esta ocasión más ellos que nosotros necesitaban una desconexión del día a día. Y como los cuatro somos jubiletas y con el beneplácito de nuestr@s niet@s, después de una breve deliberación entre la ruta de la Plata y Levante, el Mediterráneo se impuso en nuestra especial votación.

Altea
Pues dicho y hecho, a las 08:00 horas nos pusimos en marcha por la AP-7 con destino a Calpe que fue el lugar elegido como centro de operaciones para esta escapada. Tras un breve desayuno en una de las múltiples áreas de servicio sembradas en la autopista llegamos a la ciudad del Peñón de Ifac en el tiempo previsto, justo para hacer el "check-in" en el hotel y en el restaurante justo debajo del mismo dar cuenta de la primera comida del viaje. Nada del otro mundo aunque correcta. Correctisima diría, para lo que vino después...

Y tras una siesta reparadora y siempre con las nubes amenazantes nos pusimos en marcha hacia el centro de la ciudad por el paseo marítimo que empezaba o acababa según se mire, prácticamente en la puerta de nuestro hotel.

Despacito y con buena letra, llegamos a una zona donde se anunciaba un local con magníficas vistas, probablemente en el hotel de más altura de la población. Pensamos que las vistas desde el lugar serían excelentes y al tiempo podríamos tomar un chupito o una cervecita, disfrutando de la visión del peñón de Ifac y de toda la playa, que por aquel entonces descubrimos que había una a cada lado de la manga donde está ubicada la ciudad de Calpe. Sin perder demasiado tiempo y una vez disfrutadas las vistas y los bebercios, nos dirigimos hacia lo que en realidad era el centro antiguo de la villa.

Con lo que no contábamos era con la orografía de la zona y alguna de los miembros de grupo claudicó y dijo hasta aquí hemos llegado. Estaba cansada y no podía dar un paso más así que acompañada por otro de los miembros, a paso lento, al hotel y como ya era tarde y podía el agotamiento sobre el hambre se retiró a sus aposentos sin cenar. Servidor, que era el acompañante, esperó pacientemente hasta que regresaron los otros dos del grupo para proceder a la cena reparadora.

Siguiendo las instrucciones de la recepcionista del hotel, nos dirigimos a uno de los muchos restaurantes que están en la playa justo delante del mismo. No diré su nombre no por no hacer propaganda sino porque siempre mantengo la idea de una segunda oportunidad para tod@s en cualquier ámbito de la vida. Lo cierto y sin más preámbulo puedo decir que cene los peores calamares a la andaluza que he probado en mi vida. Ni me los acabé... Los otros no recuerdo que comieron pero tampoco daban saltos de alegría.

Peñón desde arriba
Salvado este incidente nos fuimos a nuestro hotel y a nuestras habitaciones obviamente sin agradecer en recepción las recomendaciones culinarias que nos había hecho.

El día siguiente amaneció como casi todos, con nubes y claros, con algunas gotas suficientes para necesitar paraguas y alternando algo de viento con ratos soleados y agradables. Pusimos rumbo a Altea que era la excursión prevista para el día, y como digo con ese tiempo variable llegamos a un aparcamiento más o menos céntrico de la ciudad, donde dejamos el coche y nos lanzamos cuesta arriba a una de las zonas más bonitas de la ciudad y una de las más altas donde pudimos disfrutar de unos magníficos paisajes desde el mirador de los Cronistas de España, en la plaza de la iglesia, concretamente la de Nuestra Señora del Consuelo.

En la iglesia destacan unas llamativas cúpulas de mosaicos azules, a parte de la imagen de la referida virgen en el centro del altar mayor. Por otra parte todo el entorno de la plaza es muy interesante, no solo por las vistas sino por la edificaciones de su entorno, bien conservadas y al parecer refugio de diversos artistas conocidos, nacionales e internacionales y todos los ámbitos de la cultura.

Una vez, saciada la necesidad de cultura y espiritualidad, nuestros propios cuerpos nos dieron la señal de que también necesitan gasolina para funcionar, así que poco a poco fuimos bajando por estrechas callejuelas, muy bonitas hay que decir, hasta el paseo marítimo, donde hicimos intención de reponer el combustible. Todo ello salpicados con una lluvia fina a veces, más intensa a otras y siempre con un cielo nuboso y amenazante, que en ningún caso nos privó de nuestras intenciones.

Iniciamos un paseo donde pudimos disfrutar de lo bien que se están preparando ya para el verano, pues parece que era el momento de cuidar las playas ya. También disfrutamos de unas esculturas, que creo que son de un escultor de la zona, de nombre Antoni Miró y que son placas de metal que representan algunos cuadros famosos a través de dibujar rasgos de los mismos perforando las placas, de manera que al mirarlas, las líneas son el mar o el cielo que se ven a través de las perforaciones. Interesantes, aunque creo que no me he explicado muy bien.

Peñón de Ifac desde abajo
En estos últimos momentos del paseo la lluvia se fue intensificando algo, no demasiado por eso, así que decidimos reponer fuerzas si no recuerdo mal en un local, creo que Frontón Tapas o algo así en el mismo paseo delante del mar con un un excelente resultado de comida y de precio. Ya sin perder demasiado tiempo y aprovechando una tregua de la lluvia, nos dirigimos al parking donde habíamos dejado el coche y regresamos a nuestro hotel en Calpe a reposar un poco antes de volver al centro de la ciudad que algunos nos habíamos perdido el día anterior.

La verdad es que el centro histórico, aunque relativamente pequeño es interesante y acoge en su interior la antigua iglesia de Calpe, la Casa de la Villa y un torreón que llaman de "la Peça" y que formaba parte de las antiguas murallas de la ciudad. También estrechas callejuelas, alguna con escaleras que le dan un tono muy rústico a la zona del centro.

Desde allí y ya sin prisas pero también sin pausas fuimos bajando a pie de playa para, siguiendo el paseo Marítimo, alcanzar nuestro hotel y finalmente decidir cenar en un restaurante, al parecer rumano. Lo digo por el nombre (Drácula) y por el personal que pudimos corroborar eran de esa nacionalidad. Será por algo de gafe o porque aquel día el cocinero no estaba fino pero también he de decir que comí una crepe que también permanecerá en mi recuerdo y creo que en el de alguno más, durante bastante tiempo y no justamente por sus cualidades culinarias.

A descansar al hotel y a preparar lo que sería una de las visitas más sorprendentes de esta breve escapada: ni más ni menos que la conocida meca del turismo de todo tipo (nacional, del Imserso, británico, despistados como nosotros que no sabíamos donde íbamos, etc). Y esto último al pie de la letra.

Nos levantamos como siempre a una buena hora y dimos cuenta de un desayuno completo y tras hacer Paco y un servidor sabias deducciones de la musculatura de las piernas de unas ciclistas no nacionales que también se hospedaban en el hotel, partimos hacia Benidorm, como siempre chispeando agua y con nubosidad abundante.

Altea
Llegar fue rápido y fácil. Una vez en la ciudad la cosa se fue complicando. Haciendo caso al pie de la letra de un navegador, no sé si el de mi teléfono o el del coche fui introduciendo al conductor y resto de pasaje por unas callejuelas en que no vimos, ni semáforos, ni pilonas ni aparentemente ningún inconveniente hasta que llegamos a un cruce en que nos encontramos una calle, llena de terrazas y restaurantes y aparentemente sin salida.

Un amable empleado de uno de los restaurantes nos ayudó a solucionar el desaguisado o más o menos. Nos dijo que la única solución que teníamos era volver marcha atrás hasta la anterior intersección, eso sí, advirtiendonos que ya nos habían multado pues una cámara colocada en el lugar que no vimos el semáforo no se pasaba ni una. Luego seguiríamos hasta el paseo y desde allí tendríamos que intentar salir hacia a avenida por la que habíamos llegado.

Todo perfecto, pero no sé si nos equivocamos en algo, pero acabamos en coche, esquivando viandantes por medio del paseo marítimo, a paso de tortuga y por una zona, que si no nos multaron fue porque no quisieron, que hicimos infracciones para parar un tren. Finalmente pudimos salir de aquella especie de ratonera y aparcar fuera de la zona.

Desde allí, fuimos callejeando por las zonas peatonales, que hacía un rato habían sido para nosotros calles de tráfico rodado, hasta llegar al conocido como Mirador de Mediterráneo. Impresionantes las vistas diestra y a siniestra del "skyline" de la ciudad. Alguien se pasó tres pueblos cuando se permitió semejante estropicio urbanístico, pero así son las cosas y ahí están. Con estas rumiaciones a cuesta, volvimos a la zona baja y nos pareció oportuno comer en el establecimiento en que nos habían informado y ayudado a salir del atolladero cuando íbamos motorizados. Muy correcta la comida, y el lugar... pues lleno de todo tipo de las tribus que frecuentan la ciudad y que hacía antes referencia.

Regreso a Calpe y después de buscar algún sitio para cenar tomamos un tentempié en el restaurante que estaba justo debajo del hotel y que ya habíamos comido el día de la llegada. A descansar pues el día siguiente habíamos decido subir hacia el peñón aprovechando la previsión de tiempo soleado.

Túnel del Peñón
Y así fue, nos pusimos en marcha hacia el túnel del Peñón, que atraviesa el mismo y sale al otro lado, desde donde se tiene vista a la otra playa de la manga y desde la que se aprecian algo mejor las salinas de Calpe. La aventura no tiene gran dificultad, excepto cuando llegas al túnel, que a pesar de disponer de agarraderos hechos con cadenas a ambos lados, no se si siempre es así o solo en esta ocasión por las muchas lluvias acumuladas, resbala hasta el punto que no puedes ni soltarte de las cadenas, sobre todo a la bajada o regreso. Algún culo probó la dureza de las rocas que forman los escalones por los que se circula.

Con Paco haciendo su propia ruta (la cabra tira al monte) y el resto desandando el mismo camino por el que habíamos subido llegamos al hotel. Allí decidimos ir a hacer un homenaje gastronómico a nuestra escapada y aprovechar de paso para celebrar el santo de Jose y un servidor. No pensábamos reparar en gastos y decidimos ir a un restaurante al que habíamos visto buena pinta alguno de los días que paseamos por allí. El Bambero se llama y la oferta fue excelente. Muy bien el local, cuidado y con amplitud de espacio en la mesa que nos tocó. Muy buen servicio, bien los aperitivos. Luego un menú de tapas para unas y un magnífico arroz para otros. Y para terminar un postre espectacular: Tiramisú al momento. Se trata justamente de eso, un amable y adiestrado camarero te lo prepara en directo en la misma mesa. Totalmente recomendable la experiencia.

Después de una merecida siestecilla, volvimos a salir a pasear, en este caso por el paseo marítimo que diríamos está en la parte norte de la manga que conforma la ciudad y con un poco más de antelación de la prevista, teniendo en cuenta la comida y que mañana toca volver a casa, dimos cuenta de un breve y ligero refrigerio (café con leche y tarta) en uno de los locales del paseo. Desde allí a recogernos al hotel.

Por la mañana siguiente, tempranito, bajamos a desayunar en el hotel y carretera y manta con destino Terrassa. El camino fue más o menos el esperado y así llegamos a nuestros respectivos domicilios y dimos por finalizada esta escapada levantina. Hasta la próxima!

miércoles, 5 de febrero de 2025

Paco. Palos de Regaliz

Paco es un amigo. Pero también es un hermano adoptivo para mi hermana y para mí. También es un hijo adoptivo para Josefina, mi madre. Y también fue un hijo adoptivo para mi padre, Antonio. Hasta consiguió ser, cosa que ya tiene mérito, un "cuñado adoptivo" para Pili y Martín. Y de esta manera se convirtió además en tío de nuestros hijos y nietos a los que siempre ha tenido un especial cariño y a los que cuida y mima cuando la ocasión se presenta.

La portada del libro
El objeto de esta entrada es hacer una reflexión, a poder ser no muy profunda, de lo que ha sido la presentación del libro autobiográfico de como decía, mi amigo Paco. El título como se puede intuir por la cabecera de esta entrada es "Palos de Regaliz".

Y lo cierto es que el título resume bastante bien lo que es el libro, pues explica de manera congruente el sentido del mismo. Los "palos" que te da la vida y que te frenan como pesadas losas en tu proyecto de desarrollo y la "regaliz", una raíz de una planta que crece al lado de los ríos o barrancos, que es dulce y comestible y que puede ayudarte, al menos en este caso concreto a superar los "palos" y poder crear una vida más agradable y fácil para tí y para todos tus familiares y personas que estimas. Y con estas dos premisas, reales como la vida misma Paco va desgranando en el libro su historia personal y parte de la de sus familiares y amigos. No explico más cosas del contenido, pues os invito a leerlo y a sacar vuestras propias conclusiones. Yo, queridas paredes, intentaré sacar las mías.

Lo primero que me sorprende del libro que tengo que decir que devoré en un breve fin de semana, es el lenguaje directo, sin anestesia, que se diría ahora, sin dejar ninguna duda de lo que cuenta ni que nada quede empañado con figuras retóricas que puedan enmascarar la realidad de lo que en él se narra. Aunque por momentos resulte especialmente duro, sobre todo la primera infancia del protagonista. Bueno la primera y única pues bien pronto tuvo que abandonar esa fase de la vida donde se encuentran las raíces y no por voluntad propia.

Otra de las cosas que a mi me ha producido una verdadera impresión es algo de lo que mucho se habla y hasta se pontifica diciendo que es lo último que se pierde: la esperanza. 

La presentación

A pesar de las adversidades y las dificultades en las que la vida va metiendo a nuestro protagonista, la esperanza en salir hacia algo mejor es una constante y que quizá sea parte de la formación que encontró en alguno de sus amigos en las primeras épocas de su juventud y que pertenecía a la iglesia. Eso creo que ya lo verá el lector cuando llegue al capítulo de su relación con este religioso, que tanto bien le hizo en propias palabras del autor.

En los momentos actuales, con la sobredosificación de noticias (falsas y de las otras) no parece posible que esa esperanza se fuese manteniendo con la intensidad que supo mantenerla mi amigo. Entiendo que fue una necesidad esa intensidad de la que hablo porque a mi parecer de otra manera, las cosas podrían haber ido mucho peor y no sabemos donde habrían llevado al autor, pero posiblemente toda la gente que lo quiere, que acudimos a la presentación unos y otros que no pudieron, nos habríamos perdido su compañía, sus enseñanzas y su amistad.

Dicen que la resistencia es aguantar todo lo que nos echen y mantenernos enteros a pesar de las adversidades. De esta Paco tiene para dar y vender y aún le sobra para él. Pero esto que tiene un gran mérito, en los momentos en que la historia discurre, hubo muchas personas que se aferraron a ella para poder seguir viviendo y soñando. 

La mesa de los presentadores

Pero nuestro amigo tuvo que añadir la resiliencia, que vendría ser que una vez has aguantado todo, te has roto y te encuentras destrozado, desde esa posición consigues arrancar de nuevo, reinventarte, multiplicar tus esfuerzos y ponerte en pie con más ánimos de los que tenías anteriormente y además de todo ello, conseguir tener éxito en esta aventura tan general, pero a la vez tan particular, que es la vida.

Otro de los aspectos que brillan en el libro es la relación laboral, en unos momentos actuales en que está mediatizada y politizada hasta la extenuación. Paco siempre intentó que esta fuese de tipo familiar y de alguna manera se pudo ver en la presentación pues antiguos trabajadores suyos acudieron al evento y allí pudimos ver que esta relación laboral era realmente familiar, pues acudieron trabajadores de la actual empresa y de la antigua, porque el autor ha tenido que, como decía anteriormente, levantarse y recomponerse muchas veces.

Es más que posible que el autor buscase en el trabajo esa familia que no tuvo cuando la necesitaba y que  se podrá advertir al poco de empezar la lectura del libro, y que tanta importancia le ha dado en la mayoría de las páginas de su relato. Como se verá, familias hay muchas y de muchos tipos y desde estas líneas no entraré en el análisis de ellas. El libro es bastante esclarecedor respecto al pensamiento de autor sobre las mismas.

Firmando ejemplares
Pocos retazos podemos ver respecto a la situación social y política a lo largo de la vida del autor, aunque se adivina claramente lo que en cada momento de la historia pasaba, porque en realidad se trata de años de la historia de este país y de este mundo.

Y por fin, aparece como también era de esperar en su libro, el amor. Y aunque en él se hace referencia a un amor en concreto, que llama el amor de su vida, con el que descubre otro tipo de pasión y otro tipo de "locura",  que lo cambia todo, los cierto es que a lo largo de la vida de nuestro amigo, coexisten otros tipos de amor.

No falta en esas líneas el amor con otras connotaciones, el maternal, el fraternal, el filial, el de los amigos, el de los conocidos, el de sus trabajadores... Se diría que prácticamente puso amor en toda su vida, incluso amor por superarse, por crecer, por compartir y resumiendo por vivir en todo el amplio significado que la palabra tiene.

En fin, que recomiendo a cualquiera que caiga por estas líneas que lea Palos de Regaliz, que en mi opinión es un reflejo de una buena parte de nuestra sociedad, explicada desde las experiencias de alguien que le tocó vivirla en unas condiciones bien extremas. Una persona que es por encima de todo buena persona y al que desde mi entorno más cercano conocemos como Paco el de la Regaliz.

Uzbekistán. En la Ruta de la Seda. III.- Bukhara y Khiva.

 Bukhara y Khiva. Bukhara: Mezquita Bolo-Haouz Después de casi 300 km de autocar por una "autovía" razonablemente buena, a pesar d...