jueves, 4 de septiembre de 2025

Uzbekistan. En la ruta de la seda. I.- Tashkent

El grupo ya más o menos consolidado de los cinco (Marta, Luisa, Pili, J.Ramón y un servidor) salimos desde la estación de Delicias de Zaragoza hasta la de Atocha en Madrid, donde tras una muy buena programación cogimos un transporte que nos condujo hasta la terminal de Barajas desde la que salía el vuelo a Tashkent, capital actual de Uzbekistán.

Tashkent.

Madraza Barak-khan

El vuelo fue plácido, sin ninguna interferencia que yo recuerde, aunque la llegada a la capital fue a altas horas de la madrugada con lo que nos llevaron al hotel donde pudimos hacer un breve descanso, un desayuno en aceptables condiciones y sin más pérdidas de tiempo a la conquista de la ciudad.

Esta, cuyo nombre vendría a significar Ciudad de Piedra, no es la ciudad con más valor artístico de las que habremos de visitar, aunque es la capital del país, que por resumirlo de alguna manera, primero fue islámico, luego un breve periodo chino, otro también breve dependiente del imperio mongol, finalmente del imperio zarista, que derivó en un país de la Unión Soviética hasta que por el año 1991 a la sombra de la desintegración rusa, se convirtió en un país independiente, y estableció su capital en el lugar que vamos a visitar en este primer día del viaje.

Chorsu-Bazaar

La ciudad, aunque lejana de nuestras tierras, creo que está iniciando un proceso de "occidentalización" ciertamente evidente: lo tienen casi todo en obras. Hasta resulta difícil hacer una fotografía sin grúas o vallas de construcción. Así llegamos en autobús al complejo donde se encuentra la madraza de Barak-khan, donde ya pudimos apreciar algunas de las características de la arquitectura que nos íbamos a encontrar a lo largo del viaje. Desde allí y después de visitar uno de los mercados (Chorsu-Bazaar) más impresionantes del viaje, nos dirigimos a reponer energías en un restaurante de la zona, en donde se vieron cumplidas mis expectativas: No iba a gustarme especialmente la comida del país.

Finalizada la comida y ya con la idea clara de lo que valía una cerveza, 50.000 yums, el grupo volvió al autocar para continuar la visita. Hay que decir que el grupo era menos numeroso que el del anterior viaje que hicimos a Polonia con esta agencia. Esto facilitó que nos conociésemos todos y todas algo más y ya desde el inicio hizo el viaje más placentero. Fuimos capaces de convivir y hasta alcanzar una buena amistad un "culé" y un "merengue" incluso hablando de fútbol. O sea que fabuloso.

Panadería

Una de las visitas interesantes en esta ciudad fue la de una panadería o mejor un complejo inmenso donde cantidad de hornos elaboraban panes de todos los tipos que tienen en el país. Probamos uno de ellos que estaba especialmente bueno. Quién me iba a decir a mi que sería la mejor comida de todo el viaje. Bueno exagero un poco, pero cuando hablo de comida no puedo evitarlo tanto en una dirección como en otra. Pili como buena descendiente de panaderos, que aunque no creo que por mucho tiempo, pero todavía conservan un horno moruno de leña en el pueblo, quiso hacerse una foto para dejar constancia de la visita y del lugar.

Entre las muchas visitas para que dió de si esta excursión se encuentra la plaza de Amir Temur, donde se puede ver una estatua ecuestre del mismo Amir Temur, héroe nacional de origen mongol, aunque no descendiente de Gengis Khan como mantienen algunos de sus fans. Fue un gran soldado, un pelín sanguinario, pero en aquella época era lo corriente, que se considera el creador del país, aunque tuvo a bien que la capital en aquellos momentos fuese en Samarkanda, a la que dotó de suficientes medios para convertirse en una de la ciudades más bellas de la ruta de la seda. No pongo la foto que hicimos allí porque es bastante censurable...

Memorial II Guerra Mundial

Muy cerca de la Plaza de la Independencia en la que se recuerda a la cantidad de uzbekos que perdieron la vida en la guerra de la liberación de los soviéticos se halla otro de los monumentos que hay en la ciudad. Se trata del Memorial de la Segunda Guerra Mundial, donde se reconoce y recuerda también a los muertos en la citada contienda, aunque en este caso se recuerdan como soldados soviéticos pues a la URSS pertenecían en aquel momento.

Bueno un galimatías en el que no encuentro la manera de ordenar, quien homenajea a quien ni si son uzbekos, soviéticos o las dos cosas. Dejo a la voluntad del posible lector de estas líneas el estudio de la historia de este país y de los tiempos en que todo esto ocurrió.

Ya con las pilas justas, que el día se hizo bastante largo después del escaso descanso entre avión y hotel fuimos a visitar algunas de las estaciones de metro más significativas de la ciudad. En este caso la influencia soviética es más que evidente. 

Estación de metro

Basándose en el metropolitano de Moscú, las estaciones que visitamos están perfectamente decoradas con todo tipo temas. Desde los más exclusivamente artísticos, con lámparas dignas de palacios zaristas hasta los más políticos como la estación que hay dedicada a la carrera especial en la que aparecen las imágenes de los cosmonautas soviéticos que intentaron conquistar el espacio y también de alguna mujer cosmonauta para que quede constancia de la igualdad en el "imperio soviético".

Una vez finalizadas las visitas y después de una cena en la que no comí demasiado, pues ya he comentado que este aspecto del viaje no fue lo mejor, nos dirigimos al hotel de nuevo a un merecido descanso. De todas maneras esta escapada no era gastronómica, sino de otro tipo de cultura como la arquitectura y la historia de este país y de este trozo de la ruta de la seda que como veremos luego fue mejorando a medida que pasaban los días del recorrido. La próxima parada Samarkanda, posiblemente la ciudad más conocida de todo el viaje y por ende de la ruta de la seda.

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