lunes, 30 de enero de 2017

Tenerife I

Con un año exacto de retraso nos ponemos en marcha para celebrar el cumpleaños de Martín. Es tanto así que celebramos dos, los 60 y los 61. Y de paso el no sé cuantos aniversario de boda... Los protagonistas una vez dicen 36 y otra 17 ???. Pili y yo nos unimos a la celebración como siempre que podemos.
El tiempo en la península amenaza con ola de frío polar, antiguamente invierno, y la idea de las Islas Canarias parece buena, climáticamente hablando. Luego descubriremos a lo largo del viaje que es mucho más que clima y por supuesto mucho más que playa.
El madrugón para volar es considerable: a las 4:30 horas suena el despertador, y con el tiempo justo de tomar un café en casa, llegar al aeropuerto, toda la parafernalia del embarque y las horas de vuelo pertinentes llegamos a Tenerife Norte a las 10:00. No pensaba que estaba tan lejos... menos mal que el reloj del teléfono móvil se pone en hora automáticamente y son las 9:00. Un alivio, no estaba tan lejos...
Recogido el coche con el que movernos por la isla nos dirigimos a San Cristobal de La Laguna, preciosa ciudad de estilo colonial, donde tomamos primer contacto con el gremio de hostelería canario, que ya nos acompañaría durante todo el viaje. Bocata frugal y paseo por el centro, de calles peatonales y donde se encuentra la plaza de la iglesia, que pudimos ver por dentro ya que no era hora de culto.
De allí directamente a la zona del Sauzal, a las bodegas Monje, donde teníamos reservada una visita y una cata de vinos. En primer lugar probamos unos vinos acompañados con alguna de las tapas típicas de la zona. La verdad es que se trata de vinos, un poco distintos a los que estoy acostumbrado, pero interesantes, aunque me comunican que no los comercializan en la península. Luego la visita a la bodega, sin sorpresas especiales.
Bodegas y Viñedos Monje. El Sauzal
Lo cierto es que la hora de diferencia se nota y alarga la mañana de forma considerable, de manera que decidimos ir al hotel que será nuestra casa durante estos días, y llevar a cabo toda la intendencia que nos permitirá una cierta comodidad el resto del viaje: "check-in", parking, localización, servicios, etc. Comida rápida en una tasca frente al hotel, ligera siesta reparadora del madrugón y paseo por la ciudad de Santa Cruz, también para tomar contacto con la misma y orientarnos para días venideros.
Por la noche cenamos en la terraza (con el temporal de frío que tienen en la península)  y aprovechamos para celebrar el 61 cumpleaños de Martín, que es este mismo día. Despedida y cierre, o sea a descansar y mañana nuevas experiencias.
Día 2.: Desayuno en el hotel como si se fuese a acabar el mundo y salida para visitar el Parque Nacional de las Cañadas del Teide. Nada más coger la salida de la autovía Tenerife Norte en la dirección de nuestro destino aparecen unos nubarrones que no auguran nada bueno climáticamente hablando, pero como somos de Los Monegros y consideramos la lluvia como buen tiempo, seguimos la ruta. Lo que ya no consideramos tan bueno es la espesa niebla que se forma en un instante y que complica la subida y entendemos que también la visita.
Acantilados "Los Gigantes"
Después de unos intercambios de opiniones entre toda la tropa, decidimos desandar el camino y dirigirnos al sur, donde los pronósticos de nuestros teléfonos móviles prometen sol y buenas temperaturas. Dicho y hecho: rumbo a los Gigantes, Las Américas y Los Cristianos.
Las vistas de los acantilados llamados Gigantes, son espectaculares, tanto a pie de playa como desde un cercano mirador en la parte alta del pueblo. Como que además disponemos de sol y buena temperatura la visita es muy agradable.
Luego en Las Américas, ya todo es más convencional, y excepto el color negro de la arena, el resto se puede asimilar a cualquier playa de la península con un cierto desarrollo urbanístico anárquico, con una zona muy comercial, destinada a nuestros visitantes extranjeros, cariñosamente conocidos como "guiris". Los Cristianos, tres cuartos de lo mismo. Reponemos fuerzas en un local entre restaurante y discoteca-bar de copas, con agradable sorpresa en la comida por su calidad y presentación.
Con poco tiempo para más divagaciones partimos hacia Santa Cruz con la intención de hacer una parada en Candelaria. Sin saber como, después de varias equivocaciones en la parte final del trayecto aparecemos en la mismísima plaza del pueblo donde está la iglesia y con un solo hueco de aparcamiento gratuito que parecía estaba esperando a que llegásemos.
Los Menceys, virreyes guanches en Candelaria
Visitamos la iglesia de la Virgen de Candelaria, aprovechando para conocer la leyenda de su aparición en medio del mar y ver la devoción que le profesan sus habitantes y los de los otros municipios ya que es la patrona de la isla.
Comentario aparte merecen los menceys, virreyes guanches, al parecer derrotados por los españoles en las escalas que hacían en la isla cuando iban a conquistar nuevos mundos. En la misma plaza se recuerda a todos ellos, con una escultura de cada uno. La historia de como fueron las cosas en aquella conquista y derribo de los menceyatos guanches no difiere demasiado de la historia de la conquista de otros tierras habitadas por indígenas en otros continentes. Vamos, que hay como casi siempre dos versiones y también como casi siempre cada uno se cree la que le conviene.
Así que después de ampliar provechosamente nuestros conocimientos históricos, y tras visitar un "belén" espectacular enfilamos hacia Santa Cruz (siempre es más fácil salir de los sitios, que llegar) y tras una nueva frugal cena en la tasca de frente al hotel, y un gintónic con un puro en la terraza de la cafetería del mismo, a descansar y mañana más.

jueves, 19 de enero de 2017

El futbol... que ya tardaba en salir

Pues sí, tardaba en salir. Porque he de confesar que soy un futbolero impenitente, que creo que empecé a jugar en serio, a los 18 años en el equipo de la Universidad (Cardenal Xavierre, se llamaba), a la vez que lo hacía en una liga de regional de la federación aragonesa (el Albalatillo CF). De esta manera había semanas que jugaba dos partidos y semanas que jugaba tres. Luego con los años pase del futbol 11 al 7 y finalmente al futbol sala: Ininterrumpidamente un partido a la semana hasta los 50 años, en que una rodilla y mi ácido úrico dijeron basta.
Equipo  del Cardenal Xavierre
Tengo que decir en honor a la verdad, que nunca fui un gran jugador, ya que no pasé de los equipos que refiero. Metía algunos goles, bastantes, tenía un disparo potente, y una cierta rapidez de movimientos. Todo ello en una línea correcta, nada que rozase la excelencia, pero que me ha servido para disfrutar y aprender como va esto del futbol, tras tantos años de ejercicio. Me refiero al futbol que yo he practicado y que difícilmente es exportable al "otro futbol profesional" con el que hoy sigo disfrutando como espectador.
He de decir sin embargo que disfrutar, lo que se dice disfrutar lo hice con el primero, con el segundo me lo paso bien o muy bien cuando gana mi equipo. Con los años me he ido "forofizando" y por diversas razones, algún día las contaré, soy del Barça, gane, empate o pierda...
Así que, con estas premisas, me atrevo a lanzar mi opinión subjetiva como no, sobre algunas de las cosas que voy viendo en este "segundo futbol".
No tendrá otro trabajo que hacer en beneficio del futbol, un comité supuestamente de expertos que abrir un expediente informativo o sancionador o lo que sea, a un jugador que después de un duro partido en que se juega su prestigio y me imagino que también sus dineros, se queja de que no le han pitado un par de penaltis o una falta durísima y que para más agravio ha perdido el encuentro.
A lo peor, como soy culé, alguien ve un intento de justificar a alguien. En absoluto, creo que esas quejas existen desde que el futbol se inventó, y si no, desde que yo lo conozco. Y son en un equipo y en otro, hace 10, hace 20, hace 30 y hace 40 años que es hasta donde yo llego. Siempre ha pasado lo mismo y nunca se le ha dado la más mínima importancia.
Albalatillo CF después de un partido
Hoy en día se le da. Interesa? Supongo que sí. A quién? Pues eso ya no lo sé. A mí relativamente, aunque me da pie para poder hacer esta entrada, pero dudo que ese sea el motivo por el que se le da trascendencia. Un profesor de latín que tuve en mi época de bachiller, me decía que cuando podías responder a la pregunta "¿quién se beneficia?" (qui prodest?), estabas muy cerca de la verdad..., pero que no hiciésemos mucho caso porque verdades había más de una y más de dos.
Total, que mi verdad, igual surgida de mi desconocimiento de un fenómeno como el futbol espectáculo, es que creo que sería más interesante que los comités, sean de árbitros, sean de directivos, o sean de jugadores, utilizaran toda la tecnología disponible en aras de que todo ello fuese más justo. Es decir que habría que ayudar a los jueces árbitros a poder rectificar (es de sabios,no?) en decisiones que se hayan equivocado. A los jugadores a ser un poquito más honestos con las reglas de juego, que con las edades que tienen les iría muy bien. A los directivos a sentirse útiles por el progreso que supondría en la evolución del ¿juego?.
No soy tan ingenuo para pensar que esto arreglaría todos los problemas que se derivan del juego y seguro que esta apreciación es inocente y hasta ilusa, pero prefiero como consumidor de futbol ver unos segundos a un arbitro mirando una pantalla que repartiendo tarjetas de diversos colores a todos los que se le acercan a hacerle una objeción o decirle lo que piensan de tal o cual jugada.
Y también prefiero que le salgan los colores a algunos futbolistas después de ver algunas jugadas a verlos haciendo aspavientos como si les hubiesen disparado un tiro desde la grada y caído fulminados como en los mejores westerns del cine. Y lo que también me gustaría es escuchar a algunos directivos comiendose sus palabras de poderío, de victimismo y de perplejidad al ver la realidad de las cosas: lo frágil que es el éxito, de lo poco que sirve quejarse y la inutilidad de hacerse el loco.
De todas maneras, lo que más deseo sigue siendo ver jugadas maravillosas, esas técnicas de introducción de elementos esféricos de propulsión externa y dirección aleatoria hacia estructuras rectangulares huecas, insertadas en superficies diversas a nivel de suelo (goles de falta), y esa boca abierta que se me queda cuando veo a alguien que convierte con el balón lo imposible en fácil y los sueños en realidad.

domingo, 1 de enero de 2017

La memoria y la nostalgia

Los que me conocen ya saben que cuando encuentro una frase breve y sencilla, en general procedente de un gran autor al que difícilmente cito por falta de memoria,  y que es capaz de sintetizar sin dejar dudas una idea más compleja y más larga, acabo aburriéndolos de las veces que puedo llegar a repetirla. Pues de eso se trata en esta entrada: "hay que tener memoria y no nostalgia".
Hace algunos días intentaba explicar el origen del nombre del blog, y se me ocurrió que para documentar con imágenes el invento buscaría fotos antiguas del Seminario de Huesca. Lo hice y para mi sorpresa la búsqueda me llevó a contactar con un amigo que había estado conmigo hace la friolera de como poco 45 años.
La antigua Facultad de Medicina de Zaragoza
Ni que decir tiene que la memoria, a veces olvidadiza de tiempos que parecen muy lejanos, estimulada por la emoción del contacto, disparó sobre mi cabeza un alud de recuerdos y de imágenes de los años 1967 a 1971, que fue el tiempo que coincidimos juntos en el Seminario: los otros compañeros, alguno que ya nos dejó..., el rector, los profesores, los juegos, la disciplina, la familia, las risas, etc. etc.
Con este estado de las cosas no nos costó mucho concretar una fecha en estos días de Navidad para vernos y comer juntos en Zaragoza que es donde actualmente reside mi amigo. Yo pasaría los días festivos con mi familia en Villanueva de Sigena (Huesca) y hacer una escapada sería realmente sencillo.
Así que el miércoles 28 de diciembre fue el día elegido y nos dirigimos a Zaragoza con una niebla que llevaba castigando a la zona más de un mes. Llegamos al punto donde habíamos quedado y la verdad es que no nos costó nada reconocernos y darnos un abrazo casi con la misma sensación del ilustre profesor que después de años retornó a la cátedra y dijo a sus alumnos: "...decíamos ayer..." En el fácil reconocimiento han sido de gran ayuda nuestras respectivas fotos del perfil del blog.
Paseo breve por las paradas navideñas de la plaza del Pilar, hasta llegar a una céntrica cafetería de la calle Alfonso en la que hacemos hora hasta que la esposa de Antonio salga de trabajar y podamos ir a comer. Pili nos deja solos, con la excusa de ir a mirar unos escaparates ya que la calle es la más comercial de toda la ciudad.
Así que al abrigo de un cortado y un café con leche, empezamos a recordar los tiempos pasados en el seminario. Las versiones de uno y otro difieren relativamente poco, con lo que apreciamos que nuestra memoria "remota", para bien o para mal sigue funcionando correctamente. Las cosas que más recupera nuestra memoria son los buenos momentos, o al menos eso parecen ahora, porque la verdad es que tener que esconderse las croquetas en el bolsillo de la camisa porque no te gustan, o por el mismo motivo vaciar las lentejas en el cajón que cada uno teníamos en nuestra mesa del comedor, hoy es simpático y casi una travesura. En aquella época te jugabas un tortazo en toda regla, que ciertamente pudimos probar en algún momento de nuestra estancia.
El recuerdo de los compañeros también es coincidente, los serios, los del TDAH a quienes hacía referencia en una entrada anterior, los graciosos, los líderes, los que se fueron..., y la curiosidad nacida en ese momento de saber que será de todos aquellos chavales que vivíamos juntos 24 horas al día, casi 300 días al año (solo teníamos vacaciones en semana santa, navidad y el verano; los fines de semana no estaban inventados aún). Desde aquí animo a contactar conmigo a cualquiera que pasase por el seminario en aquellos años. Solo por el placer de volverse a saludar.
Antonio y yo con Servet
Una vez agotado el tiempo de charla que pasó en un suspiro fuimos a buscar a Carmen, la mujer de Antonio, a la salida de su trabajo, que había reservado una mesa para el mediodía. Una maravillosa sorpresa la que nos depararon para comer: habían buscado un restaurante que estaba en el edificio que albergó en su momento la antigua facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, donde yo había pasado los dos primeros cursos en la época de estudiante de medicina. Comimos con vistas a la entrada del antiguo Hospital Clínico, en la misma zona que estaba la cátedra de Anatomía y el aula de Histología donde pasé tantas horas.
Allí la conversación dio un salto de 45 años y empezamos a hablar de qué hacemos ahora, donde estamos, nuestros hijos, la jubilación como no. O sea presente y futuro. Por fortuna también de manera unánime decidimos que estamos bien, que nuestro momento personal, achaques a parte, es el que toca, con una familia y unos amigos que queremos y nos quieren, y con unas expectativas razonablemente optimistas de lo que haremos los próximos años, si las fuerzas del destino así lo tienen a bien.
Después de la buena comida (migas de pastor y cazón, comí yo) nos dirigimos paseando a casa de mis amigos, conocimos a sus dos hijas y "un gato" (algún día contaré porque va entre comillas), una familia encantadora y acogedora, con la sensación una vez más que no han pasado 45 años.
Nos despedimos, no sin antes prometernos que nos veríamos en breve, ya que un espacio de tanto tiempo otra vez es inviable por razones estrictamente biológicas, y emprendimos el viaje de regreso a Villanueva con la misma niebla que vinimos, quizá un poco más espesa...
Como decía al principio, creo que se cumple adecuadamente la premisa que inicia esta entrada: Hay que tener memoria (la tuvimos...), pero no nostalgia (estamos bien y cualquier tiempo pasado no fue mejor, como mucho distinto).
P.D.: Gracias a Antonio, Carmen y sus hijas por una jornada increíble. Espero poder devolvérsela muy pronto.

100 contra 10.000. Más que una comida

Año 1976 Maza, Benedicto, Atarés (Albalatillo), Leciñena (Pelarda), Del Valle, Ojeda, Frauca (Jabalí de Peñalba), León, Rojas (Waldo), Franc...