Como ya comentaba en la anterior entrada este difícil verano también ha tenido las escapadas que, solos Pili y yo o acompañados por otros amigos, solemos realizar a lugares que no supongan un desplazamiento excesivamente largo desde el pueblo donde establecemos nuestro campamento base. Este año hemos descubierto Ezcaray, un lugar privilegiado y hemos revisitado lugares pirenaicos que no por conocidos son menos bonitos e interesantes. Alguno de ellos, como la Selva de Oza nos llevo al recuerdo de hace más de cincuenta años a José Ramón y a un servidor.
CAMINO DE TURZA |
Nos instalamos en el hotel Palacio de Azcárate, bien en el centro de la población, un establecimiento totalmente recomendable en todos los sentidos, ya que dispone de una cafetería, una terraza y un restaurante que colman todas la necesidades del viajero. Por recomendar algo, aunque todo está bueno, las croquetas de jamón, todo un arte como las sirven y también un montadito espectacular: base de patata panadera, lomo de sajonia, tiras de pimiento verde y coronado con un huevo frito de codorniz. Espectacular. Ni que decir tiene que la gastronomía del pueblo es impresionante y va desde una taberna con montaditos muy al estilo "vasco" (El Refugio con unas estupendas zamburiñas a la plancha) pasando por todas las categorías hasta un dos estrellas Michelin, el Portal del Echaurren.
LA ARGOLLA DEL FUERO |
Una de las intenciones de la escapada era poder hacer algo de naturaleza y desde luego el pueblo ofrece grandes posibilidades en este sentido, desde el GR-93: Ezcaray-San Millan de la Cogolla, hasta senderos más modestos como los que elegimos nosotros. El primer día, solo un primer contacto con el Río Oja (que da nombre a la comunidad autónoma actual) en los alrededores del pueblo. El segundo iniciamos un camino de unos 10 Kms, Los Caminos de Turza: Espectaculares con zonas de bosque que guarnecían del sol cuando empezó a picar y perfectamente señalizado, casi imposible de perderse. El tercer día, teniendo en cuenta que habíamos de volver a casa, hicimos un recorrido algo menor, 7 Kms, por la ribera del Río Oja, hasta pasado el municipio de Ojacastro, y que coincide en parte con el citado GR-93.
CASTILLO DE ACHER |
La siguiente aventura fue a la Selva de Oza, un viaje relámpago que a pesar de ello, dio bastante de sí. Lo emprendimos temprano con María Luisa y José Ramón y sin apenas tiempo para desayunos de esos que tanto nos gustan, nos presentamos en Siresa, en el valle de Hecho, y entrada a la Selva de Oza. Allí por fin pudimos tomar un café y unas pastas de elaboración propia en el hostal/bar/restaurante de la plaza donde se encuentra en Monasterio Románico de San Pedro. Desde allí y apenas a 10 Km se encuentra la zona del Campamento y la zona de inicio de cualquier ruta de la Selva, eso sí superando la llamada Boca del Infierno, una carretera en la que más de una vez has de retroceder para poder pasar en caso de que te cruces con un vehículo que vaya en dirección contraria a la tuya.
CAMPAMENTO RAMIRO EL MONJE |
Desde allí salimos camino a Aguas Tuertas y al ibón de Estanes, en un paseo en subida, pero sin excesivo desnivel, aunque no conseguimos llegar. Lo cierto es que la excursión que yo recuerdo muy bonita de cuando la hice en aquellas épocas requiere algo más de tiempo y nosotros aun habiendo reservado para comer relativamente tarde, no lo teníamos. Otro día será. Después de comer aún nos quedo ánimos para pasarnos por Ansó, una villa de las más bonitas del Pirineo Oscense, tocando ya el valle navarro del Roncal. Visita breve y café reparador y regreso a casa, algo cansados pero contentos por lo hecho y visto.
Aún hicimos algunas salidas también breves, sin quedarnos a dormir en los lugares de destino, como la que hicimos con nuestros amigos Eva y Rafa, que vinieron a pasar un fin de semana a casa: Visitamos Barbastro y las Bodegas Sommos, comiendo en el Restaurante El Portillo, que nos gusta y que ya hemos repetido varias veces.
EL TOZAL DE LA COBETA |
También hicimos una escapada muy breve a un lugar, que aunque me de vergüenza decirlo, no había estado nunca: Se trata de El Tozal de la Cobeta, una especie de cerro al que la erosión y el especial tipo de tierra de la zona da forma de escultura natural. Este tipo de formaciones son muy corrientes en la zona, pero este en concreto no lo había visto. Lo de la vergüenza es porque está en el término municipal de Albalatillo...
Y así vino llegando el fresco, se pasaron los calores agobiantes y fuimos desmontando la parada en el pueblo para trasladarnos a la ciudad y ver si podemos empezar un cierta normalidad, aunque sea nueva. Lo que pasa es que tengo dudas de que esta pandemia se vaya a ir como por arte de magia, así que tendremos que adaptarnos a lo que nos llega y seguir luchando como siempre por ser un poco felices... Adiós verano 2020, que no te pongo adjetivos para no faltar...