Tras un breve trayecto en nuestro carruaje particular llegamos a nuestro destino, como ya anunciaba en la anterior entrada fuera de la ruta inicial: Cuacos de Yuste, donde se encuentra el magnífico Monasterio de Yuste, lugar de retiro de reyes, principalmente Carlos I o V, según guste a cada uno.
Monasterio de Yuste
| Cuacos de Yuste |
Como a lo largo de esta escapada llegamos al parking del Monasterio sin apenas aglomeración, con lo que deducimos que la visita sería relajada o al menos sin los agobios del exceso de personal de algunas atracciones turísticas.
El referido monasterio se halla integrado en el municipio de Cuacos de Yuste, una localidad que no llega a los mil habitantes y que es capital administrativa de la comarca de la Vera. Obviamente su principal notoriedad e impulso le vino dada a esta villa por ser en la que se retiró el rey Carlos V o I, tras abdicar en su hijo Felipe II en el año 1557. Por esta misma razón la villa mantiene relaciones de amistad y cooperación cultural con Gante, ciudad de nacimiento del monarca y con Aquisgrán, donde fue coronado como Sacro Emperador.
Lo cierto es que el palacio es espectacular, pero también bastante sobrio para lo que se llevaba en la época y consta de dos partes bien diferenciadas. El convento, que dispone a su vez de una iglesia ubicada en el centro con dos claustros, uno gótico y otro que es llamado el claustro nuevo. Y la vivienda del emperador, como he dicho bien sobria, pues quería hacer vida monástica. Tenía incluso desde sus aposentos una puertecita que le daba acceso directo al altar mayor para no tener que desplazarse demasiado. Mucho tiempo no la hizo servir pues en menos de dos años desde que llegó pasó a mejor vida, si es que esta existe para los reyes...
| Monasterio de Yuste |
Lo cierto es que a mediados del siglo XX se inició una restauración del mismo tratando de seguir de forma fidedigna la estructura tanto de la iglesia como de la vivienda. Hoy forma un conjunto digno de ser visitado en el que se puede ver ambas dependencias y en la que destaca el balcón del claustro del emperador y el despacho del mismo, donde recibía algunas visitas. También una habitación con una silla diseñada especialmente para facilitar el bienestar de los enfermos de gota, dolencia que padeció el emperador y también su hijo Felipe II, que se hizo construir una parecida para trasladarse al monasterio de El Escorial, durante su reinado.
Lo dicho, que esto explicaba el invento de la puerta que daba a la iglesia, tener que desplazarse y movilizarse lo menos posible que la gota duele solo de pensar en ella (datos de experiencia propia). Acabada la visita volvimos a la ruta para llegar a buena hora (la de la comida) al Parador de Plasencia donde nos esperaban nuevas visitas y conocimientos.
Plasencia
Pues no fue especialmente fácil llegar a nuestro destino pues nuestro alojamiento se encuentra dentro de los límites de las murallas y después de diversas intentonas con navegadores entrando en bucle llegamos a la puerta de Parador, que es justo donde se acababa la calle. O sea que de allí no teníamos salida. Todo se arregló al hacer el check-in, que nos facilitaron una tarjeta para colocar en el coche por si aparecía la autoridad municipal con ganas de hacer caja.
| La Casa de las dos torres |
Pues empecemos por el principio para ir bien. El propio parador está instalado en lo que fue el convento de San Vicente de los Padres Dominicos, edificado en pleno siglo XV. Dispone de un magnífico refectorio y un claustro bajo bien conservado, aunque a la hora que lo vimos tampoco hacía muy buen tiempo como para aguantar mucho rato.
Como algunas otras ciudades dispone de dos catedrales, la nueva y la vieja, que a pesar de ser nueva está en constante restauración. En la misma plaza se encuentra la casa del Dean, buen domicilio tenía el colega, céntrico y precioso.
Otro de los monumentos interesante de la ciudad es la casa de las dos torres o Palacio de los Monroy, el más antiguo de la villa. Evidentemente Maite, tenías razón cuando decías que solo veías una, pues una vez documentado he descubierto que la otra fue derruida en pleno siglo XX, porque había quedado muy dañada en el siglo XVIII por el terremoto de Lisboa. La ignorancia me hizo pensar que las dos zonas más elevadas de la fachada eran las torres. Aclarado el entuerto.
| Puerta de Trujillo |
Desde fuera del recinto las murallas que parten desde la referida puerta se ven espectaculares y suponen uno de los atractivos monumentales importantes. Ya con la luz justa nos dirigimos a la plaza Mayor y desde allí hasta un acueducto en las afueras o mejor dicho en la zona más nueva de la ciudad. A destacar en la parte alta de casa consistorial el conocido como abuelo Mayorga, un autómata que se considera símbolo de la ciudad, aunque no he conseguido saber el porqué.
Regresamos al hotel a descansar un momento previo a la cena, pero las chicas decidieron que pasaban así que Enrique y yo decidimos volver a la Plaza Mayor y allí en uno de los locales, previa espera a que la cocinera empezase su turno, nos tomamos unas tapas que hicieron de cena. Luego ya de vuelta al Parador y aquí tengo que hacer una corrección debido a la memoria de la edad. Fue en este claustro en el que se podía fumar y no en Trujillo como dije en la anterior entrada. Lo que allí escribí sirve para aquí.
La lluvia que venía amenazando durante el viaje se hizo por fin realidad en el camino hacia nuestro nuevo destino ya en la provincia de Salamanca, la comarca de la Las Batuecas y más concretamente La Alberca.
La Alberca
| Calle Mayor |
Pues lo dicho, con una lluvia más o menos intensa llegamos a la Alberca, donde después de aparcar, al salir del coche tomamos conciencia que lo del pronóstico del tiempo era poca broma. Un buen viento con agua empezó a hacer inútil cualquier uso de los paraguas porque acababas bien mojado, pero el turista es esforzado y sufridor y entre los refugios que ofrecían algunos balcones, algún momento que amainaba la lluvia y la inestimable colaboración de una tienda de zapatos en la que nos refugiamos, mientras alguna de las visitantes compraba zapatos, llegamos a la plaza mayor del pueblo, una auténtica joya, incluso con meteorología adversa.
La villa es anterior al imperio romano, como demuestra el castro sobre el que se asienta la parte más antigua de la población. La historia del núcleo urbano está ligada al descubrimiento de la aparición de la virgen en la Peña de Francia y en aquellos tiempos (siglo XV) parece ser que pasó a ser territorio castellano-leonés. También cuenta una leyenda que las mujeres de La Alberca consiguieron derrotar a un noble portugués al que arrebataron el pendón que hoy conservan todavía en el ayuntamiento.
Luego ya se convirtió en patrimonio de la casa de Alba y tras ser citada en sus escritos por Miguel de Cervantes y Lope de Vega alcanzó una gran notoriedad y leyenda. Ya en el siglo XIX y consecuencia de la nueva distribución provincial pasó a ser de Salamanca y hasta ahora.
| La Alberca. Entrada pueblo |
Pues sin ninguna prisa, pero también sin pausa emprendimos el camino a la que sería la última etapa del recorrido, la ciudad de Salamanca a la que habíamos destinado dos días pues en uno nos pareció casi imposible acabarnosla. He de decir que me fui arrepentido de no haber comprado un jamón que tenía una pinta y un olorcillo insuperable y además era barato. Y de paso podía hacer competencia a los quesos.
Lo único de este último camino que estaba dispuesto a aguarnos la fiesta, y que no era justamente la lluvia, fue la música, elegida por no sabemos quien, que nos dio la lata en parte del viaje. Pero esa aventura la contaremos en la última entrada de esta aventura.
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