jueves, 11 de octubre de 2018

Vuelta al cole... otras fiestas y algunas salidas

Siguiendo con la "rutina" veraniega, tras unos días ya obligados de playa, en este caso repitiendo Tossa de Mar, lugar que nos encanta y nos sentimos casi como en casa, cambiamos de mes y nos presentamos en plenas fiestas de Villanueva de Sijena.
Nuestra peña en este pueblo se llama "La Alegría" y nació en principio solo para chicas en aquellos años en que la mayoría de ellas estaban formando su espíritu en colegios religiosos, mayoritariamente en Vic, y a la que nos añadimos sus consortes a medida que íbamos emparejándonos. Esto puede explicar que no la bautizasen con otros nombres más canallas y nunca han querido sus fundadoras cambiarlo, todo y que en la actualidad algunos habríamos propuesto algún cambio tipo "La Anarquía", pero ni nos atrevimos a nombrarlo.
Caracolada
Este año la peña ha tenido una especial relevancia, ya que el sábado y domingo, nuestro bar de cabecera estuvo cerrado por las noches por falta de personal, y tuvimos que sustituirlo con nuestro local, menos mal que José Ramón es un experto en hacer gintonics al estilo "alegría", o sea flojillos, y todo quedó en una anécdota y el lunes ya estuvo abierto "el barbero".
Por lo demás, todo siguió el guión establecido, los festivos gran afluencia en la peña y los laborables escasa participación. El salmorrejo de cada año y algo que se va abriendo paso poco a poco: las caracoladas de Marta. No faltó ni el pregón de fiestas, ni los vermuts (Pili y Luisa son unas fans incombustibles de los mismos), ni el baile en la plaza, ni el entierro de la sardina.
Una vez acabadas las fiestas y con el calor que se apoderó de la comarca, aunque me consta que fue prácticamente en medio mundo que hizo mucho calor, se hacía difícil cualquier actividad, que no fuese la piscina, la siesta y la cerveza al atardecer.
Pero este grupo, pequeño porque las obligaciones de unos y otros (vacaciones, cuidar nietos y los menos trabajo) lo hacen disminuir de tamaño, pero no de entusiasmo, así que los que estábamos disponibles decidimos programar diversas actividades, entre las que no podían faltar las cenas comunitarias y sobre todo las fiestas de Huesca, que al menos el que escribe, no esta dispuesto a perdonar ningún año el estofado de toro, que con la que estaba cayendo es refrescante y ligerito.
Mequinenza. Museo de la Mina
Así pues nos lanzamos a la rutina de llegar a Huesca, ir directos a la Plaza Lopez Allué, ver el ambiente y lanzarse hasta el Coso para ver la salida de los toros, uno de los espectáculos más interesantes de la fiesta. De esta me matan los vecinos de la capital, que además ahora tienen equipo de futbol en Primera División. Bueno, este año nos quedamos sin espectáculo porque la cosa se alargó mucho con un torero que se jubilaba o retiraba y no acababan nunca los aplausos y las despedidas, y lo que sí era hora es de la reserva que teníamos para cenar: Da igual como este el guiso, Dios mediante el año que viene pienso volver.
Otra de las salidas del verano fue la visita al pueblo de Mequinenza, algo que teníamos previsto desde hacía años y que debido a la proximidad del mismo, siempre íbamos posponiendo, hasta que finalmente este año nos lanzamos a su conquista.
Personalmente me sorprendió mucho, un pueblo que llama a sus calles por Letras y Números, que vivió durante mucho tiempo de las minas de carbón, que transportaban hasta Catalunya en unos barcos especiales a través del río Ebro. Que fue inundado en parte por la construcción del pantano que lleva su nombre, que fue reconstruido íntegramente después de ser derruido y que está bañado por dos ríos, el Ebro y el Cinca.
En la puerta del Monasterio
Pudimos ver, aparte de las Minas el Museo donde se recoge la historia romana y contemporánea del pueblo y en el que se rinde homenaje a uno de sus hijos más ilustre: Jesus Moncada, polifacético artista, que mezcló la fotografía, el costumbrismo y la literatura. En fin, un pueblo cosmopolita por encima de cualquier frontera o límite: pertenecen administrativamente a la provincia de Zaragoza, tienen el prefijo telefónico de Huesca, van al médico a Lleida y se expresan preferentemente en catalán.
Otra de las actividades, que no de las salidas fue ir a visitar los llamados "bienes" devueltos por la Generalitat, previa sentencia judicial eso sí, al Monasterio de Sijena. Pedimos la correspondiente hora y nos acercamos a verlos. Gracias a la gestión de alguien del grupo se pudo hacer una visita también al cenobio, que en mi opinión es igual o más interesante que la de los referidos. Nos acompañaban en esta visita nuestros amigos de Boltaña, Antonio y Teresa, a los que el año pasado visitamos allá en su pueblo. Después del recorrido cultural, no nos quedó más remedio que todos juntos ir a comer al restaurante del pueblo (La Bodega), donde dimos cuenta de todo lo que nos sirvieron, incluido un magnífico "Taboulé", o como se llame.
Las bodegas Sommos
También hicimos salidas y actividades, lúdico gastronómicas, no solo con la peña sino también con la familia. Entre las más destacadas con la primera, fuimos a cenar a "La Mayor" en Alcolea de Cinca, para dar un poco de descanso a "El Portal", que era nuestro restaurante de cabecera en esa localidad. En Fraga estuvimos en el "Martín", que ya conocíamos desde hace años y que para nuestra sorpresa nos obsequió con una excelente cena, aunque en el menú no estaba incluido el vino.
Luego con la família estuvimos en Huesca con Mery comiendo en "La Plancha", un nuevo local derivado de uno más antiguo del mismo nombre al que yo había ido alguna vez en los tiempos de estudiante en la ciudad. Comimos tan bien que pocos días después aprovechando la visita de nuestros amigos de León (Mª Jesús y Ricardo) repetimos el sitio.
También fuimos a visitar y de paso a comer, o quizá al revés, con la familia las Bodegas Sommos en el Somontano. Espléndido el edificio que las alberga y buena comida con buen riego como no podía ser de otra manera.
Finalmente y ya para acabar el verano, una pequeña representación de la peña (Pili, Luisa, J.Ramón y el que escribe) decidimos tirarnos a la aventura de visitar el Monasterio de Piedra. Digo lo de aventura por lo lejos que está no por los peligros y sorpresas que la visita pueda tener.
El Monasterio de Piedra
Pues sorpresa sí que tuvo, yo no recordaba si había estado o no, pero supongo que no porque no recordaba nada del lugar y he de decir en honor a la verdad que me pareció un lugar al que vale la pena escaparse un día, o quizá hasta dos. Allí hay una bonita hospedería u hotel, o lo que sea. Los paisajes y los paseos son preciosos y sobre todo tranquilos y refrescantes por la cantidad de agua que circula por el recinto. Dicen que muchas cosas son artificiales y que el río Piedra no hace tantos saltos. Seguramente es cierto, pero también la catedral de Burgos es artificial y bien bonita que nos parece a todos.
Como podeis imaginar mis queridas paredes, también allí decidimos optar por la gastronomía de la zona, y degustamos unas migas de pastor, que estaban realmente buenas y un trucha de segundo que también estaba buena, pero encontramos a faltar en el plato el jamón que le ponen, cuando se hace al estilo "navarro". Pecata minuta, no obstante, que nosotros nos adaptamos a todo. Por la tarde hicimos la visita al Monasterio o lo que queda y tras pasar por la tienda del complejo, nos volvimos a casa.
Más cosas tuvo este verano caluroso y largo, pero sobre todas, destacan las obras que hemos emprendido para remodelar la casa de Villanueva. Eso será probablemente otra entrada de este blog.



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