martes, 21 de abril de 2020

El coronavirus y el confinamiento: seguimos pensando... con normalidad

En un grupo de WhatsApp en que participamos con los hijos naturales y políticos de mi hermana y míos hemos sacado a conversación el tema de la normalidad, en estos días en que tanto la echamos en falta. Y uno, o sea yo, que no pierde oportunidad de machacarlos con las ideas que de ella tiene pues los ha torturado un poco en el grupo. Pero claro no da de si la referida aplicación como para desarrollar mis "teorías", ni que sean lúdicas y con poca intención de convertirlas en serias o científicas.
Normalidad
Al grano pues: la normalidad es también un término estadístico, que si no nos metemos en muchas disquisiciones vendría a ser algo como que es lo que hace más gente, si nos referimos a la conducta de todos nosotros que es en lo que quiero centrar estas líneas. Bueno pues de entrada ya tenemos un hecho al hilo de esta premisa, que si es falsa según químicos y matemáticos pues no pasa nada porque esto se trata solo de un juego y una pequeña elucubración, derivada de la cuarentena: lo normal es estar confinados. Todo lo demás que hasta ahora era normal (pasear, ir al cine, comer en el restaurante, tomar una cañita en la terraza, saludarse con un abrazo, etc...) de golpe y porrazo se ha convertido en "no normal".
El ser humano, en mi humilde opinión, lo mejor que sabe hacer es adaptarse a las nuevas situaciones, con lo que eso conlleva de inteligencia, porque en el resto de cosas que hacemos, no somos ni de lejos los mejorcitos del planeta, siempre a expensas de que no haya vida "ahí fuera" y de repente se venga abajo esta teoría.
Por un momento y a vueltas con lo "normal", me pongo a imaginar una de esas glaciaciones eternas que parece ser sufrió nuestro planeta y en alguna de ellas, supongo que los humanos ya estábamos dando tumbos por aquí. Me imagino además los largos años de "confinamiento" dentro de las cuevas, a resguardo del frío y las nieves, en las que la normalidad era justamente eso: estar dentro de lo que por narices eran sus casas. Solo unos pocos salían el tiempo más breve posible a intentar conseguir algo de caza y algún hierbajo que asomase en las blancas y nevadas laderas de las montañas donde tenían su hogar.
Altamira
Pues resulta, que al parecer también consiguieron hacer grandes civilizaciones, sistemas de vida adecuados e incluso pudieron progresar y desarrollar sus vidas más o menos bien. Bueno, damos por aceptado que el progreso es donde estamos ahora, cosa que cada vez me produce más dudas. Si les pudiésemos preguntar a ellos que les parecen las cotas alcanzadas igual nos daban una sorpresa y nos quedábamos en aquello de que para este viaje no hacían falta estas alforjas... o algo así. Total que su normalidad seguía siendo estar encerrados en casa la mayor parte del tiempo y no tenían ni Netflix, ni Zoom, ni toda la tecnología que disponemos ahora.
Bien es cierto que no es lo mismo estar confinado en un piso de 60-80 metros cuadrados que en una casa con jardín, piscina y zona de juegos. Las cosas son distintas, pero lo "normal" sigue siendo lo primero, y a lo peor en esos pisos no siempre esta disponible ni la fibra, ni las conexiones adecuadas, ni el hardware y software necesarios para conectarse al mundo exterior. Buenos exterior no, que por la calle no se ve nadie, en todo caso a los otros pisos/casas con gente también en cuarentena.
Pues dicho esto, vayamos a las conductas "normales" en este periodo que vivimos. Sería muy aburrido tratar de explicarlas, pues con pequeñas diferencias en cada casa son las mismas rutinas y seguramente hacemos todos las mismas "tonterías" para escapar de ellas: cocinar, ver la tele, dar vueltas en la terraza, aplaudir a las ocho de la tarde a todos los que nos cuidan (se lo merecen, y más), leer algo y dormir, ah! y sobre todo darle al WhatsApp, que eso si se ha universalizado y vuelto normal.
Conectividad
Entonces vayamos a las cosas que son "no normales" y que de alguna manera tienen su sanción tipificada en los nuevos reglamentos de la pandemia. Por ejemplo hacer una fiesta en la playa, organizar una comilona con amigos, participar en una procesión porque eres muy devoto o salir a hacer deporte, eso que nos recomendaban hace nada cada 10 minutos las autoridades. Pero eso es un hecho que a poco que se conozca al ser humano hasta podríamos con una cierta buena intención llegar a catalogarlo como una excepcionalidad que refuerza el concepto de normalidad.
Para ir acabando estos pensamientos me gustaría agregar algo que a mi parecer tampoco es normal en estos momentos y que no tiene sanción tipificada:
Que los políticos, del signo que sean, aunque unos más que otros, y aquí cada uno según su particular visión del mundo colocara a unos en el más y a otros en el menos y viceversa, aprovechen cada vez que hablan para hacer propaganda, cuando solo deberían remar juntos para sacarnos adelante en todo este lío. Supongo que cobran para eso, no para salir elegidos en la próxima convocatoria.
Que esta misma "peña" cada vez que sale algo mal, se dediquen a echar las culpas a los proveedores que no tienen stock de mascarillas cuando les piden diez millones para ayer. Tampoco si vas a comprar televisores y pides 300 no te los darán porque no los tienen fabricados.
Que estos mismos representantes se dediquen a decir sin que al menos yo haya podido leer el mínimo razonamiento, que si lo hacen por partes todo iría mejor, que si confinan una población nos moriremos menos y que si les dejan solos a ellos todo irá mejor. Aquí también hay que decir que tampoco he leído el razonamiento de porque estamos haciendo lo que hacemos. Igual leo poco, cosa que es verdad.
Que nuestros líderes electos, ante semejante desgracia, se consuelen delante de nuestras narices comparando lo mal que les va en otros lugares y que en alguno ha enfermado hasta el primer ministro, aunque a nosotros alguno también se nos ha contagiado.
Un parlamento... pero tenía más...
Podría seguir, porque es muy fácil, solo hay que coger un par de periódicos y leer un par de declaraciones y sacarle toda la punta del mundo, porque además son osados: les parece que el hecho de ser elegidos les confiere una especie de sabiduría proporcionada por los votos y que a partir de ahí cualquier opinión que viertan está investida de un halo de verdad absoluta y eterna...
A lo que iba, lo que sería normal, o al menos así lo creo yo, es reconocer que lo poco que sabemos de este virus, lo saben los científicos. También me parecería normal que aceptásemos que esto nos ha pillado y perdón por la expresión "cagando y sin papel" y que lo mejor que podríamos hacer es aportar cada uno lo que pueda de su parte para salir adelante. Lo que pasa es que aportar lo que se dice aportar lo hacen esas personas a las que aplaudimos. Cuando todo acabe cosa que espero que todos deseemos, ya habrá tiempo para que nuestros ilustres políticos puedan en una sesión plenaria del parlamento de turno repartirse las medallas de oro, plata y bronce según los méritos de cada uno.
Hoy por hoy yo solo me atrevo a decir a esos empleados nuestros (cobran de nuestros impuestos, no?) que arrimen todos el hombro y hacerles una petición sincera, en la misma dirección, tanto si se trata de asuntos sanitarios como económicos. Ah! y que se olviden de las elecciones.
Anda que no soy iluso...

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