lunes, 20 de diciembre de 2021

La "bodeguiya" de abajo

Hace ya tiempo que buscaba un evento para hacer una entrada de "La Bodeguiya de Abajo", pero la reciente estancia en Irati, con una parte del grupo o la más reciente cena de los hombres, me han animado a escribir estas líneas sobre lo que es y representa para mí y, creo que también, para alguna parte del grupo de usuarios de la misma.

La mes preparada fuera
En principio y por definición debería ser una bodega pequeña que está debajo de algo, y efectivamente se trata de eso, pero no es tan pequeña como el diminutivo podría indicar y ciertamente está en la parte más baja de la casa de María y Rafael. Pero no solo es el lugar físico de lo que quería hablar, aunque también de él, teniendo en cuenta lo que ha crecido en los últimos tiempos: un magnífico horno, la barbacoa y la posibilidad de comer, cenar o lo que convenga, no solo a cubierto sino también al aire libre.

La "bodeguiya" somos también un grupo de amigos y amigas, que bien bien, no sé qué compartimos en común, todo y que con poco esfuerzo encontraré algo a lo que agarrarme para seguir con el principio de que alguna cosa nos tiene que unir, sino no se mantendría desde hace por lo menos 37-38 años que son los que hace que yo pertenezco al mismo. Las cuentas las hago siempre fáciles pues nos incorporamos al grupo cuando Pili estaba embarazada de Manel en una verbena de Sant Joan. Lo que quiere decir que ya existía el grupo, aunque probablemente no conocido por este nombre, y que según mi conocimiento nació en épocas juveniles, en las batallas político-festivas predemocráticas y en las primeras coincidencias laborales de aquellos años. O sea, que no soy fundador..., lástima.

Desde entonces hasta la fecha, nos han pasado muchas cosas a todos, el grupo ha ido creciendo con miembros estables y también han pasado por allí otros temporales o visitantes ocasionales, todos recibidos con el mismo cariño que cuando yo llegué a la pandilla. También la vida, que es casi tan injusta como maravillosa se ha llevado a alguno de nuestros compañeros, aunque solo parcialmente, pues de nuestro recuerdo no consigue, por días que pasen, llevárselo.

Una celebración
También se han incorporado desde entonces, aunque no como miembros, pero sí a nuestras vidas, hijos e hijas y nietas y nietos, que han conseguido, en un momento en que casi todos estaban en edad de empezar a tener su propio ocio y divertimento, casi colapsar las instalaciones. Como he dicho no es tan pequeña, pero sí tiene un límite y sobre todo si además de la descendencia propia van añadiendo novios, novias, parejas y otras especies. Eso sí, una gozada tenerlos allí con nosotros, aunque solo sea por controlarlos en un ambiente seguro en días de fiestas desmadradas fuera del entorno. Craso error, pues después de cenar, eso que se ahorraban, todos se buscaban la vida para que los llevásemos o alguien los llevase donde estaba la fiesta de verdad: la nuestra, para ellos, empezaba a ser de "carrozas" que se decía en la época.

La "bodeguiya", excepción hecha de otros eventos, tenía en programa fijo tres celebraciones: la castañada, fin de año y la verbena de Sant Joan, aunque ésta, en algunos años, se celebraba en casa del vecino. La clientela fija, solía oscilar entre los diez-doce comensales, aunque casi siempre superábamos esa cifra, bien sea con los temporales o visitantes o con otras gentes a los que nos gustaba añadir al censo, siempre con la intención de nutrir al grupo y no hacerlo tan cerrado.

Otra celebración
A lo largo de todos estos años han ido estableciéndose también algunos elementos que fueron míticos durante largo tiempo, otros que aún permanecen ni que sea esporádicamente, al tiempo que se han ido añadiendo nuevos, que sumados y bien mezclados dan una idea bien ajustada de lo que es la "bodeguiya".

A la memoria me vienen los juegos de fin de año que preparaba Cesca y que casi siempre acababan con un regalito personalizado y lleno de simbolismo para cada uno de los integrantes del grupo. También, aunque algo más terrenal, las magníficas mini-croquetas de Inés que devorábamos ansiosamente, con la excusa de que no se enfriasen. Las listas que María cada Nochevieja nos envía para que cada uno seleccione el menú que va a degustar y que se encarga de ir a recoger al restaurante el mismo día de la cena. Y las espectaculares bragas rojas de otra noche de fin de año. No olvido tampoco los puros habanos o no, que yo he llevado muchos años, aunque de hecho es una costumbre a desaparecer, pues debido a la presión social sobre el tabaco, no quedan apenas consumidores. Y a los pocos que aún lo hacemos, nos obligan a salir a la intemperie, con lo que este elemento parece en peligro de extinción.

También el grupo tuvo una importante derivada en la relación personal de cada uno de nosotros. Hubo un tiempo en que prácticamente cada fin de semana nos reuníamos todos para tomar café y más cosas (dulces, algún chupito y hasta algún cigarro) y casi siempre acompañados de nuestros hijos, en aquellos momentos en una edad en que todavía no tenían autonomía para escapar solos a sus cosas. Como podéis suponer, queridas paredes, poco a poco nos fuimos quedando solos los adultos en estas reuniones, que si bien al principio eran casi siempre en casa de María y Rafael, luego se iban diversificando hacia otros hogares, que poco o mucho el que ponía el suyo, algo de trabajo pillaba. No era justo que fuesen siempre los mismos.

Y otra más
Poco después y por los mismos motivos alegados de trabajo no remunerado en las reuniones, se llevó a cabo un sorteo por parejas para hacer la limpieza del local después de las celebraciones de Nochevieja. Tampoco era justo que los propietarios de la "bodeguiya" tuviesen que hacer el zafarrancho para dejarla en condiciones de uso, sobre todo porque poco o mucho sí que ensuciábamos (confetti, chapas, algún espumoso derramado, etc....).

Con la evolución biológica de cada uno de los miembros del clan de la "bodeguiya", nos fuimos haciendo algo más comodones y con menos ganas de trabajar en el sentido de preparar eventos diversos. Así tras las primeras celebraciones de los cumples "redondos", o sea 40, 50, etc., que hacíamos en el local, con juegos para la ocasión, como el de la oca para el cumpleaños de Rafa Pequeño, o algunas otras actividades como el pase en camisón de Pili, cuando se lo regalaron también en su aniversario, se pasó a las fiestas en restaurantes y locales diversos, aunque siempre manteniendo el espíritu del grupo.

Entre las muchas que vinieron, nos pateamos gran parte de los restaurantes de la zona: desde uno de Sant Cugat en que nos visitó la tuna a otro de la misma localidad en que Aurelia y María lo celebraron al unísono. Otros en Matadepera, el Celler, el del Golf y otros que no recuerdo. También Terrassa fue lugar de jolgorios, en La Antorcha, en La Terrassa del Museu y algunos más que tampoco la memoria da para tanto. Hasta en Ullastrell, creo recordar que hicimos alguna otra celebración. 
Una Nochevieja

Lo cierto es que durante todo este tiempo se va manteniendo el espíritu, diría yo de pertenencia al grupo hasta el punto que cada uno de nosotros somos lo que somos y pertenecemos a otros grupos sociales pero siempre mantenemos esa especie de orgullo de ser de la bodeguiya desde hace tantos años.

Como iba diciendo, también llegó un momento en que las celebraciones en restaurantes se hacían un poco cortas pues más pronto que tarde teníamos que abandonar los locales y como si tuviésemos realmente algo nuevo que contarnos después de tantos años decidimos seguramente sin premeditación alguna, que los próximos cumples o festejos intentaríamos hacerlos en lugares donde no nos apretasen las prisas. De hecho teníamos una edad en que ya no nos apretaba casi nada, excepto el cinturón a algunos y los zapatos a otras. Así nacieron las salidas a los hoteles o alojamientos, que creo recordar que empezaron en una salida de Sant Joan a Lloret de Mar, o quizá a una nochevieja en el Parador de Cardona. Da igual qué fue primero!

En esta línea también se hacía salidas por grupos más pequeños a cualquier lugar que tuviese un mínimo interés. Otra de las grandes virtudes y de paso gracias que tiene el grupo, es que si todo el mundo no puede ir a todos los sitios, no pasa absolutamente nada. Ni se resquebraja, ni se pierden los contactos, ni nadie se molesta, y si no es así, no lo dice. O sea corazón que no ve, corazón que no duele.
Y otra Nochevieja más

Con el paso de los años, los aniversarios se van haciendo más grandes, de edad quiero decir, así que la evolución también pasa por que las fiestas se hagan más grandes o mejor dicho, más largas. Nos volvemos más lentos en celebrar y necesitamos más tiempo para hacerlo. De hecho, las últimas han sido salidas de varios días a territorios de interés para el grupo, como fue un aniversario de Pili en Prenafeta o el 70 aniversario de Miquel, en la laguna de Gallocanta, donde disfrutamos de las migraciones de aves y de la gastronomía del Bajo Aragón.

Y hablando de comidas, que suele ser un denominador común de cualquier reunión del grupo, recordar la reciente celebración de los 140 años de Paco y Rafael, bueno 70 cada uno, en tierras de la Navarra del norte donde la belleza de sus paisajes y las estupendas sendas para caminar compiten con la gastronomía para hacer un lugar especial que ir a visitar: la Selva de Irati en el valle de Salazar.

Y esto, solo es una parte de la "bodeguiya", en la que seguiremos perseverando de manera insistente, con cumples, santos, castañadas, verbenas, fines de año y cualquier cosa que sea susceptible de echar juntos unas risas. La otra parte es más profunda y se encaja en el concepto de amistad, que por tener muchas y variadas acepciones os dejo a vosotras queridas paredes la interpretación que del término queráis hacer. Yo solo diré que somos un grupo de amigos fantástico, que deseo que se haga eterno.

¡Larga vida a la "BODEGUIYA"!

1 comentario:

  1. Me he emocionado leyendo esta fantástica crónica !!! Gracias José Antonio

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