Un breve reposo post-fiestas de Albalatillo, una breve escapada a Terrassa pues tenía que pasar la revisión del coche y un día a cenar con Claudia, Mónica y Manel, y llegó la preparación de las fiestas de Villanueva de Sijena.
El balcón de casa |
Luego, unos días por separado y otros juntos, a cenar algo que hiciese un poco de lecho a los gintonics que cada noche nos metimos entre pecho y espalda en los locales de la Peña, o mejor dicho en casa de María Luisa y José Ramón, o todavía aún mejor en la misma calle delante de la puerta, que era el único sitio del pueblo en que corría un poco de aire y se podía estar. Allí aguantamos hasta las doce y media más o menos, la Maripili y el resto, los fijos Marta, Luisa, J. Ramón y un servidor hasta la una y media e incluso hasta las dos de la noche.
En la piscina |
El pregón de las fiestas corrió a cargo de Juan Emilio Naya, que entre otras virtudes tiene la de haber sido físico en la NASA y además protagonista e impulsor del film El sueño de Sijena, que fue magníficamente dirigido por el laureado director mexicano Jesús Garcés. Un pregón sencillo y sentido, que creo fue del agrado de la mayoría de los asistentes, al menos del grupo con el que lo escuché yo.
Y así comenzaron las fiestas de Villanueva de Sijena, con el cambio significativo que después del pregón y baile en lugar de ir al añorado "Barbero" a tomar el "trago " de rigor nos fuimos a la Peña, donde sí pudimos hacerlo, como ya sería una constante durante todas las fiestas. Como cada año últimamente se convocó un concurso de engalanamiento de fachadas y a Pili se le ocurrió nada menos que tirar de su afición a la papiroflexia y montar sobre la bandera de Aragón un dibujo entre hippie y signo de la paz, con pajaritas de las que contaba en la anterior entrada de Ramón Acín y otras sacadas de su manual de Origami a que es tan aficionada. Incluyo memoria gráfica del invento.
La Carroza de las mairalesas |
Respecto a la Peña, también pocas novedades, la cena del salmorrejo, las de los fiambres fríos para no cocinar tantas veces, la de los encargos a Albalate y los vermuts diarios también en la Peña, excepto el que celebra todo el pueblo al son de las canciones del ya famoso "rumbero" de cabecera.
También en "postfiestas" la Peña celebra los cumples de varios de sus miembros, con especial relevancia este año del de José Ramón que cumplía años redondos: Los 70 ni más ni menos.
Así fue acabando la fiesta hasta el final de la misma con el desfile de la carroza que pasea por todo el pueblo a las mairalesas, infantiles y mayores, el mismo día que a la noche se procede a otro no menos importante pasacalles: el entierro de la sardina, y la traca final, que avisa a todo el pueblo que empezamos a preparar las fiestas del próximo año 2023.
En la Plaza López Allué |
Este año también nos lanzamos a esta aventura, y en primer lugar, nada más llegar quedamos con nuestros amigos Maribel y Javier en el Coso, para ver el desfile de las peñas a la salida de la plaza de toros, pero para nuestra sorpresa las nuevas generaciones han decidido que cada una hace un recorrido distinto, cosa que igual es mejor, pero a mí y en general al grupo no nos gustó demasiado. Así pues, tomando una cervecita en un bar de la calle Padre Huesca hicimos hora para ir a cenar.
El lugar elegido para la misma también era nuevo este año, aunque con sobradas y autorizadas recomendaciones de amigos y conocidos: La Taberna del Fhosko, muy cerquita de la Plaza Lizana, en la calle Pedro IV. Las zamburiñas del pica-pica que hicimos de primero eran excelentes y de los segundos impresionantes la corvina y el rodaballo al horno, sin olvidar el entrecot a la piedra al que nuestro amigo Pedro le metió mano de manera primorosa. Luego, paseo tranquilo haciendo la digestión hasta la plaza López Allué, donde amenizaba la noche la magnífica orquesta que estuvo en Albalatillo. Nos dio tiempo de tomar un gintonic u otros combinados antes de regresar al pueblo con el deber cumplido de haber asistido a las fiestas de San Lorenzo.
En Jaca |
Posteriormente y tras no pocas deliberaciones se decidió que la salida que solemos hacer a la montaña, este año sería a Canfranc, evento que se encargó Carlos de organizar, milimetrado como no podía ser menos en manos de un ingeniero.
La primera parada fue en Jaca, donde había concertado una visita guiada a la ciudad, sobre todo su casco antiguo, muy interesante y muy bien explicada por la guía que nos tocó en suerte. Una vez acabado el paseo muy agradable climatológicamente, pues alguien se puso hasta una chaqueta y viniendo de los calores de los Monegros hasta agradecimos el ligero fresco que nos envolvía.
Después pasamos a la visita de la Catedral y del museo diocesano, muy interesante también y con excelentes piezas en exposición. A mi personalmente me encantó el claustro de la catedral, aunque sea algo austero, pero a mí estos claustros de la zona pirenaica me resultan especialmente bonitos.
Dado el milimetraje, apretaba el tiempo y también el apetito, en la montaña siempre se tiene más hambre, y nos dirigimos al Biarritz, donde nos atendieron muy bien y pudimos reponer fuerzas a base migas, jarretes, entrecots y algún pescado. Sin demasiado tiempo de sobremesas, todos a los coches en dirección a la estación de Canfranc, donde también nos esperaba una visita guiada al recinto.
Túnel de Canfranc |
Chispeando algo de lluvia empezamos la visita de los exteriores de la estación, acompañados de un guía bretón afincado aquí en España. Nos fue explicando la historia del nacimiento de la misma, inaugurada en 1928 en presencia del rey Alfonso XIII de España y de Gastón Doumergue en ese momento presidente de la República Francesa.
La construcción había nacido de la idea de unir los dos países por ferrocarril a través de un túnel en los Pirineos, así que en el año 1923 se encargó al ingeniero alicantino Fernando Ramírez de Dampierre el diseño de la misma, aunque parece ser que sobre ese diseño original, los ingenieros de ministerio de Fomento realizaron algunos cambios, sobre todo en los materiales de las fachadas.
Hay cientos de leyendas sobre la misma en la segunda guerra mundial con historias más o menos comprobadas de personas anónimas que tuvieron un cierto protagonismo en la contienda. Sobre todo porque al parecer ayudaron a unos y otros a escapar de las redes de la guerra. También paso obligado del wolframio que fue destinado a que el ejército alemán pudiese blindar aún más sus carros de combate y que pagó con cargamentos de oro, al parecer "expropiado" a los judíos, que se perdió en su día y que también están en algún lugar desconocido.
El Cachopo |
De regreso de nuevo al pueblo, aún quedó tiempo para alguna que otra cena de despedida del verano y algunos de la Peña aún nos quedó tiempo para un viaje gastronómico-familiar a Zaragoza. Primero fuimos de visita a la familia de Pili y después a dar cuenta de un excelente cachopo en un restaurante, que había obtenido el premio al mejor del "resto del mundo". Es que Asturias parece ser que concursa aparte. Desde aquí lo recomiendo, estaba buenísimo: Mas Torres, en la calle Francisco de Vitoria.
Los últimos días de Agosto Pili y yo estuvimos haciendo de "canguros" de nuestra nieta Claudia, pues sus padres trabajaban los dos y el cole todavía no había abierto sus puertas. Todavía nos dio tiempo de acudir a un regalo que nuestros hijos hicieron a su madre el pasado año: Una cena en Les Grands Buffets de Narbonne, pero esa historia mejor la dejaré para otra entrada.
Bueno, queridas paredes, pues así discurrió este verano de 2022, según los expertos el más caluroso desde que se tienen registros. Lo peor es la sospecha que si no hacemos algo por el cambio climático no será el más caluroso de nuestras vidas.
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