Bajo este nombre, se esconde una costumbre que ya debe cumplir más de 20 años, o poco le falta, y que tiene básicamente un carácter gastronómico: efectivamente se trata de una cena, como ya habréis descubierto queridos muros. Y lo de hombres nace de la costumbre que en esta cena cocinamos los cinco varones del grupo de 10 que participamos y que a su vez es un subgrupo, que no una escisión de La Bodeguiya de Abajo. Por cierto que esta vez el latinajo no se me ocurrió a mí, no sé si fue Paco o Rafa Grande el autor del mismo.
La cena de este año |
Por remitirnos a los inicios del grupo habrá que decir que empezamos 8 personas, con lo que en las primeras cenas no había "rasquen hueven" y uno de los motivos era la fiesta de los cumpleaños de tres o cuatro personas que lo celebraban en fechas muy cercanas entre ellas. Así arrancó una más de las actividades gastronómicas que La Bodeguiya de Abajo tiene en su programa de festejos.
Como os podéis imaginar queridas paredes, se estableció una sana competencia entre los varones, de forma que cada año que iba pasando, la calidad, la complejidad y la elaboración de las viandas era mejor y más apetitosa, no habiendo técnica de cocina ni especialidad culinaria que no se haya probado en estas celebraciones.
Los hombres en una cena |
Total, que inicialmente también "ellos" se contagiaron de este espíritu de vestirse y en ciertas ocasiones hemos acudido con trajes, corbatas, alguna pajarita, etc. Por fortuna esa época ha pasado ya, y en general la peña varonil acude de lo más informal, sin tenerse que ver sometidos a los tan modernos y comunes "dress-code" que circulan por los diversos eventos actuales. Yo, este año le ha faltado poco para no sentarme en la mesa con zapatillas de ir por casa.
Porque una de las características que también tiene esta reunión es que la casa la pone el que cocina el segundo plato, se supone por la mayor complejidad del mismo y porque son más fáciles de trasladar los primeros y los postres y no te digo las bebidas. El que pone la casa se hace cargo de poner el paramento para la cena, el agua, el pan y los cafés, infusiones y espirituosos postpandriales. Aunque algún año, como este último, un servidor se olvidó del pan y uno de los otros salió al rescate y no pasó nada.
Cena hace unos años |
Los postres han ido creciendo en complejidad también a lo largo del tiempo con algunas elaboraciones dignas de un talent de cocina. Lo cierto es que a mí cada vez me gustan más y la peña cada vez arriesga más con sabores y texturas diversas.
Capítulo aparte merecerían los caldos, donde se pone de manifiesto año tras año el esfuerzo de "ellos" por encontrar nuevos vinos y nuevos cavas que mariden perfectamente con la cena. Los que cocinan el primero y segundo "chivan" al encargado de las bebidas el tipo que convendría a su humilde entender para cada plato. En general este encargado suele aportar un vino para el primero, otro para el segundo y un cava para los postres.
Lo cierto es que a lo largo de estos años hemos bebido cada año vinos excelentes y cada vez va a mejor, al tiempo que hemos descubierto bodegas nuevas con sus vinos o cavas de diseño o también nuevas versiones de bodegas clásicas que también las hay. Renovarse o morir.
Los hombres en otra cena |
Este año, la cena ha sido en casa de un servidor y hemos podido disfrutar de un menú excelente, que no quiere decir que sea mejor que otros años, pues como digo todos han sido de nivelazo. A la hora prevista ha llegado Rafa Pequeño a cuestas con su primero: Salteado de corazones de alcachofas con almejas y virutitas de jamón ibérico, pues ha de disponer de algunos minutos para calentar el plato. Luego llegó Miquel con los vinos: un blanco muy fresquito de su tierra, de Menorca, de Binifadet, un blanco con más cuerpo que incorporaba garnacha blanca del Priorat para el segundo plato y un cava bien clásico con una original presentación para los postres.
Juntos llegaron Rafa Grande con su magnífico postre de base de una especie de requesón, relleno de trozos de frutas confitadas o cocidas, terminado con una espiral de caramelizado que acababa de darle el toque dulce y decorativo y Paco. Este, "toquen hueven" del año, fue el encargado de traer el pan, no porque le tocase sino porque un servidor se lo pidió por un olvido, supongo que propio de la edad. Yo preparé el segundo, unos gambones con ajo y perejil y almendras al cava, en el que pudimos mojar pan, como digo gracias a Paco.
Con esta premisas, como se puede suponer, nos dimos un festín como Dios manda, regado maravillosamente, aunque las raciones que preparamos parece ser que fueron excesivas, pues de todo sobró y en cantidad no pequeña.
Las mujeres en una cena |
Después de la cena, vinieron los cafés en su mayoría descafeinados y las infusiones para l@s que no les gustan aquellos. También pusimos sobre la mesa algunas bebidas espirituosas para quien se atrevió con ellas, pues es bien sabido el efecto digestivo de las mismas, que obviamente no les quita el efecto alcohólico, pues por la suma de unas y otras, alguno pasó una noche no toledana, pero sí con algo de acidez y ardores que le hicieron levantarse a las cuatro de la madrugada.
Pues así son con más o menos variaciones las "prandium hominem", una costumbre que trataremos de conservar lo máximo que podamos, que esperamos que sea mucho tiempo hasta que pasemos a las "prandium hominem trituratum"...
Fantástica crónica del evento!!! Gracias José Antonio 😊
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