Lo cierto es que la bodega del pueblo, la de Villanueva de Sijena era un deseo antiguo, que hace unos años se convirtió en una realidad, pero que en los últimos meses ha pasado de esporádicos eventos a utilidades casi mensuales y descubriendo cada día más el valor que tiene y la capacidad de acoger a gente con ganas de disfrutar y de pasarlo bien, sobre todo riendo, que es uno de los valores que más me seducen de la vida a estas horas del partido.
Las madres y padres de la "colla pesigolla".
Así pues, este pleno rendimiento se inició con una escapada de fin de semana con los padres y madres de la "colla" a la que pertenece nuestra hija Izarbe y que viene desde los tiempos de la primaria y ahora, ya la mayoría madres se ha convertido en un grupo bien consolidado.
Puesto que no había camas para tanta peña, unos vinieron el viernes y otros el sábado y por tardíos se instalaron en el hotel de la vecina población de Sariñena, donde según nos cuentan les atienden divinamente y lo digo para que quede constancia por si alguna vez se nos llena la casa.
Los más aventajados, en tiempo de llegada, una vez sorteadas las habitaciones y con alguna trampilla de última hora, acordada eso sí, nos lanzamos a la cena, después que algunos del grupo fuesen a encargar los productos de panadería necesarios a casa de la familia de Pili, que siempre que viene alguien aprovecha para hacer publicidad de las bondades de las elaboraciones.
Lo dicho, cenamos unos embutidos, pan con tomate, algunas tortillas de patata y algo de verde que siempre es saludable. Luego los bebercios habituales y a gusto de cada uno, vino blanco, vino tinto, cava y hasta agua para pasar la cena. Con los postres, los cafés y otras menudencias, aparecieron las bebidas espirituosas, desde combinados de ginebra y tónica hasta los chupitos, unos de güisqui y alguno hasta de vodka, se apoderaron del ambiente y no es de extrañar que los juegos y entretenimientos preparados o no para la ocasión apenas empezar, finalizaban por la incapacidad del personal de aguantar las risas. Así más o menos cada uno acabó en su cama y hasta mañana que habrá que desayunar.
Lo dicho, por la mañana ya con el equipo completo y después del desayuno, dulce o salado según el gusto de cada uno, tocaban las visitas de rigor de todos los amigos que se acercan por nuestro pueblo, que no son otras que el Monasterio de Sijena y la casa natal del ilustre sabio Miguel Servet, orgullo de toda la población y alrededores. Alguno como yo que ya ha disfrutado sobradamente de las dos actividades se quedó en casa para mantener el calor de la bodega a base de quemar leños y de paso preparar la barbacoa del patio y la parrillas para la brasa que habría de cocinar la comida de este día.
Padres y madres "pesigolla" |
La comida a la brasa resultó ser excelente, añadiendo el pan tostado, vicio de algunos, y unas berenjenas también a la brasa que hicieron las delicias de los menos carnívoros. Luego, los postres, los cafés, los chupitos, etc., y vuelta a la alegría del grupo con nuevos juegos y entretenimientos y hasta cánticos de diversa índole, desde los más atrevidos a los más recatados...
Y así terminó un fin de semana con el grupo, ya que la cena no para todos fue más que frugal y al día siguiente había que regresar a casa.
Un "mix" de parte de la Tascanna y parte de La Alegría.
Otra de las actividades de la bodega, siempre unida al entretenimiento y la gastronomía con maridaje para ser precisos, fue la organización de una "calçotada" con una parte de lo que fue el grupo de la Tascanna y una pequeña representación de lo que es la Peña La Alegría, a la que por cierto faltaron habituales como J. Ramón y M. Luisa por motivos de salud, ya felizmente solucionados y casi olvidados.
Pues la "calçotada" fue de lo más típica y tópica. Fuego para los calçots, de los que sobraron en abundancia pues como he dicho la previsión era para más comensales. No hubo problema pues al día siguiente teníamos comida familiar y algunos de los miembros dieron buena cuenta de los que sobraron (que estaban sin pasar por el fuego).
Después como es común en este tipo de celebración las brasas para la carne de todo tipo incluidas unas butifarras negras que gustan especialmente a algunos de los comensales. Sin prisas pero sin pausas las viandas fueron pasando por los platos hasta llegar un momento en que todo el mundo dijo basta y se dio paso las típicas naranjas que forman el menú del evento, eso sí, sin la crema catalana de rigor que el cuerpo no daba para más.
En la barbacoa del patio |
Como no podía ser de otra manera, la cena fue de lo más frugal, limitándose a unas frutas, algunas pastas con café con leche y poca cosa más. El cuerpo da para lo que da a estas alturas del partido.
Al día siguiente y después del desayuno, los invitados regresaron a su casa y nosotros también pero después de comer con la familia, pues esta escapada también formaba parte de las visitas mensuales periódicas que hacemos para vernos con mi madre, mi hermana y resto de la parentela cuando están presentes.
Los de la Torre.
El grupo por llamarlo así viene desde hace casi cuarenta años, en que los padres de Pili tenían "una torre" en El Vendrell, cerca de la playa de Sant Salvador. Allí acudíamos con nuestr@s hij@s una familia del Baix Llobregat y la nuestra del Vallés Occidental que compartíamos plaza (la de Santa Gemma) en la que estaban ubicadas ambas viviendas. Otras familias también la compartían pero de hecho la conexión que se estableció entre las que cito primeras fue espectacular.
Pronto empezaron las cenas veraniegas en una u otra casa, al principio más con nuestros hijos y algunos otros de su edad de las casas colindantes. La excusa de los hijos sirvió para que los padres nos fuésemos añadiendo hasta que finalmente cualquier cumpleaños o aniversario fue una buena excusa para juntarnos en torno a una mesa, casi siempre. Ya después de abandonar nosotros la casa, seguimos viéndonos regularmente estableciendo una amistad que dura hasta la actualidad. Pero este grupo del que hablo, por años, por historia y por las risas de que hemos disfrutado merece otra entrada en este blog, que no tardaré en hacer.
Pues bien, como que el tiempo vuela y los días y semanas van cayendo inexorablemente, resulta que desde la "reconstrucción" de la bodega no nos habíamos reunido en ella para una buena comida, como suelen ser todas las que hacemos este grupo. Por contraposición a las que hacemos en la playa, me prohibieron que llevase cualquier tipo de bebercio, que ellos lo traerían. El resultado no pudo ser mejor: excelentes caldos y buen cava como siempre.
Lo importante era la reunión y la compañía aunque los condumios no se quedaron atrás, buena brasa en la que colaboró con ideas, con trabajo y con experiencia como casi siempre Eugenio. Siempre aprendes algo cuando estás con él, sea de brasas o sea de la vida.
A la reunión como se puede ver en la foto se van añadiendo elementos, parejas de nuestros hijos y de igual importancia, nietos, sobrinos, sobrinos-nietos, etc. etc. Habrá que seguir con estos encuentros involucrando a los nuevos elementos a fin de que esta tradición se vaya manteniendo, así que desde estas líneas, larga vida al grupo de los de la Torre. Pero, ¡ojo!, hay que seguir trabajando para mantenerlo, que el fuego sin leña acaba apagándose. Tranquilos no lo dejaremos apagar.
Este es el resumen de algunas de las actividades de la bodega del pueblo que como digo en el título está a pleno rendimiento. También habrá que seguir trabajando para que se mantenga en estos niveles.
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