jueves, 10 de enero de 2019

Irurtzun (Navarra)

Después del estrés de la Navidad, al que había precedido el de las obras de la casa del pueblo, optamos con Pili por una especie de desintoxicación de fiestas, obras y lugares cotidianos para hacer una escapada a la llamada Navarra Húmeda. Aprovechamos así una excelente oferta de una web de la materia y llegamos a Irurtzun.
Las Dos Hermanas
Se trata de una localidad de algo más de dos mil habitantes, situada entre Pamplona y Donosti en la comarca del Valle de Arakil al pie del paraje conocido como las Dos Hermanas. Se trata de dos montes, casi gemelos por su apariencia, y que entre los dos circula la autopista que une las dos ciudades referidas y también entre ambas se encuentra el municipio de Irurtzun.
La intención inicial era hacer un par de recorridos por la zona, pero nuestra falta de previsión, nos dejamos en casa las botas de montaña, a pesar de sí haber incluido en el equipaje la ropa adecuada, nos llevó a hacer recorridos algo menos complejos e incluso alguno con el apoyo inestimable del coche.
Así pues, una vez instalados en el hotel, nos lanzamos, tras un breve reposo a la conquista del camino que llevaba a la ermita de San Miguel de Aralar. Siguiendo las instrucciones de la amable recepcionista del hotel accedimos a la carretera que va por Madotz, buen paisaje pero excesivamente estrecha y teniendo en cuenta las vistas una vez en la ermita, quizá sea más práctico ir por la autovía hasta Lekumberri y allí coger el desvío hacia Baraibar para seguir luego hasta San Miguel. Ni que decir tiene que este camino lo hicimos en coche, pues para hacerlo a pie era excesivamente largo.
Esplanada de San Miguel de Aralar
La ermita que es preciosa, está dedicada a San Miguel, que según cuenta la leyenda, ayudo a Teodosio de Goñi a desembarazarse de un dragón y de unas cadenas. Según la misma, el tal Goñi, regresaba de las cruzadas y un diablo disfrazado de ermitaño le dijo que su mujer le engañaba con un criado. Enfadado y colérico llegó a casa y con su lanza atravesó a las dos personas que yacían en su cama sin percatarse que a los que mató fue a sus padres. El castigo divino fue que tenía que vagar por el monte con una cruz a cuestas, atado con unas cadenas hasta que estas se rompiesen y pudiese liberarse. Por los montes de Aralar se le apareció un dragón y entonces invocó al arcángel San Miguel, que acudió presto, y lo libro del dragón y las cadenas. El resto como siempre, Goñi erigió una ermita en honor a su libertador y dejo las cadenas, por debajo de las cuales hay que pasar tres veces para librarse de malos augurios.
Lástima que leímos la leyenda después de salir de la ermita y no pudimos hacer el ritual. Otra vez será...
Con un viento helador y un frío que apenas podíamos combatir con nuestras ropas, fue cayendo la tarde y sin casi darnos cuenta era de noche, así que después de un breve paseo por la zona volvimos al hotel, donde nos esperaba una cena gastrónomica de degustación que iba incluida en el paquete turístico. Lo mejor la chistorra, un paté casero y el pastel vasco de postre.
Chupito y a descansar que mañana toca excursión circular sin soporte mecánico.
Amaneció, más o menos con la misma temperatura que nos acostamos, bajo cero, poco, pero bajo cero. Tras un desayuno completo también incluido en el paquete salimos dirección a Lekumberri, esta vez por la autovía y nos desviamos dirección a San Miguel, para abandonar en pocos kilómetros la carretera y desviarnos hacia Iribas. Allí aparcamos el coche y tras unas pequeñas dudas encontramos el inicio del sendero.
Nacedero de Iribas
El camino estaba muy bien señalizado y durante la primera parte compartía ruta con un GR. Luego se desviaba de él hacia la izquierda y hacia abajo. En esta bifurcación se acabó el sol, que era realmente agradable y templador, para pasar a un camino a la sombra, muy bonito, pero completamente tapado por la escarcha y posteriormente helado por las bajas temperaturas. Así llegamos al nacimiento del río Larraun, aquí lo llaman Nacedero y esta compuesto por varios torrentes que colaboran en su crecimiento: estuvimos en tres, Iribas, Sumidero y otro que no me acuerdo y de difícil pronunciación.
El camino es muy ameno por los continuos cambios de senda, por los paisajes y por lo recogido del mismo, como si estuvieses aislado del resto del mundo rodeado de bosque y de escarcha... Difícil de perderse si sigues bien las marcas y alguna parte algo deteriorada por el paso del tiempo y el no demasiado mantenimiento. Como postre al sendero que durante todo su recorrido es de bajada, al final te regala una pequeña ascensión, sin excesivos problemas, para llegar al inicio del recorrido ya que se trata de una caminata circular.
Sin perder tiempo apenas, nos dirigimos a Zarautz, lugar que habíamos escogido para comer. No pudo ser en el Arguiñano, porque estaba cerrado por vacaciones. Ya lo sabíamos antes de salir, pero siempre que hemos estado en el País Vasco, hemos comido muy bien y casi en cualquier sitio hasta el punto que resulta difícil equivocarte a la hora de elegir: la oferta gastronómica es tan variada y tan rica...
Playa de Zarautz
Pese a todo, antes de tomar una decisión "googliana", utilizamos métodos de cuando íbamos de viaje y no existía esa opción. La cosa no es compleja: Basta con dos preguntas claves a cualquiera que pase a tu lado cuando vas caminando: ¿Es usted de aquí? ¿Dónde se puede comer bien?. Preferible que la primera sea afirmativa, que ayuda a no equivocarte. En general no necesitas muchos intentos, a la primera encontramos lo que buscábamos y hasta nos hicieron una disquisición acerca de los precios y de la distancia de su recomendación.
Acertaron de pleno, tanto en la calidad de la comida como en el coste. Destacar un variado de setas salteado con gulas y gambones. Excelente.
Antes de comer habíamos paseando por la playa y después decidimos dar un paseo más interior, para ver un Belen gigante, que estaba cerrado pero que pudimos observar a través de las vallas y sin perder mucho tiempo fuimos a buscar el coche, pues en el parking nos advirtieron que a partir de las seis no podríamos sacarlo pues se cerraban las calles para permitir el paso de la Cabalgata Real, que había de repartir los regalos a los niños y no tan niños de Zarautz.
Aún nos dio tiempo de llegar a Irurtzun y ver a los Reyes Magos, que estaban repartiendo los regalos a los niños en la iglesia del pueblo.
Después de tanto jolgorio real, y con escaso apetito decidimos comer algunas tapas, antes de retirar al hotel. Ya se sabe que yo no perdono una comida, pero la del mediodía estuvo tan bien que solo pedí tres medias raciones... Tuve que rectificar y suplicar que se llevasen una. Con dos medias fui mas que sobrado...
Iglesia de Irurtzun
La mañana siguiente, la aprovechamos para dar una vuelta por el pueblo, visitando la iglesia, un pequeño parque e intentando buscar la salida de otro sendero: El Balcón de los Buitres y las Dos Hermanas se llama. Es también circular pero demasiado empinado para atacarlo teniendo en cuenta que nos esperaban unas cinco horas de viaje de vuelta a casa.
Así que ni cortos ni perezosos nos subimos al coche y empezamos el viaje de vuelta, en el que dadas las características del mismo, nos coincidió la hora de la comida cerca de Fraga y como que en algún sitio había que comer, llamamos a nuestros amigos Luisa y José Ramón, que allí viven y los liamos para comer algo en el Armando. Buenos amigos y colegas que renunciaron a una paella casera para acompañarnos a nosotros. De premio, una mesa de conocidos suyos que están celebrando la festividad y se habían llevado un roscón de Reyes, nos invitaron a participar con ellos en el consumo del referido pastel.
Después, carretera y manta y sin prisa pero sin pausa a casa.
Fin de la escapada.

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