viernes, 8 de febrero de 2019

Personajes y albalatilleros V: Pepe el Rullao y Pepe el Tubero

Ya fueron en parte protagonistas de una de las entradas de este blog, que dediqué a la fiesta de homenaje que recibieron el año pasado para las fiestas y de la que tan buen recuerdo tengo y me atrevo a decir que tenemos la mayoría de los que allí estuvimos.
Sin embargo quería ahondar un poco más en la historia que yo conozco de ellos, al tiempo de hacer el propósito de dedicar una entrada nueva al resto de albalatilleros que tuvieron que ver con aquel proyecto, aunque me da cierto temor no vaya a ser que me olvide de alguno. Pero eso será en otro momento y hoy me centraré en estos dos concretos.

Pepe, el Rullao, agricultor

Como he dicho anteriormente el mayor conocimiento de este personaje esta ligado al futbol, el fue el primer entrenador que tuvimos en mi época de futbolista, en la que adquirimos y lo digo en plural porque creo que lo suscribirían muchos de aquellos jóvenes que coincidimos entonces, una especie de complicidad en todos los aspectos más lúdicos de la vida, que creo que no me equivoco si digo que la mantenemos a fecha de hoy. Gran mérito el suyo, pues como se puede uno imaginar, cada uno de nosotros teníamos "lo nuestro", y excepto en la edad en poco nos parecíamos unos a otros.
Albalatillo en fiestas
En fin, aquí yo querría añadir un par de aspectos al margen del fenómeno futbol de Albalatillo, en el que también coincidí con el personaje.
El primero fue unas inolvidables fiestas mayores que coincidimos en la comisión de festejos. Las fiestas fueron excelentes para el pueblo en general, y nos esforzamos en gran manera en su programación y puesta en marcha. Ahora bien, lo que fue no solo excelente sino irrepetible lo bien que nos lo pasamos el grupo de la comisión.
Cada reunión era una fiesta: trabajábamos  eso sí, pero comíamos, bebíamos y reíamos sin freno ni cortapisa, como si no hubiese un mañana, que se dice ahora. Nos disfrazábamos, cantábamos y hasta actuábamos en la plaza y en todo este guirigay Pepe ponía la casa y la comida, siempre para las celebraciones, que fueron tantas como días duró la fiesta amén de las previas y las posteriores. ¡Menuda faena te dimos entre todos, Pilarin! No sé si algún día hasta la cama cedió a alguno de los componentes. Resumiendo, insisto irrepetibles, y eso no quita que haya habido otras fiestas iguales o mejores.
Otro de los momentos que recuerdo, aunque no sea tan agradable, es cuando por una dolencia cardiaca tuvo que estar ingresado en Barcelona en Valle Hebrón. Lo cierto es que cuando me enteré, yo ya estaba trabajando en la capital, pasé a verlo y a pesar del momento siempre difícil cuando estas en proceso de diagnóstico de una enfermedad, se le abrió una sonrisa, que seguramente tiene que ver con el gen ese de pertenencia a Albalatillo del que ya tanto hemos hablado y es que cuando dos albalatilleros se cruzan en cualquier parte del mundo se rompen todas las barreras del tipo que sean, y solo predomina ya el hecho "diferencial" de ser del pueblo. Afortunadamente el proceso fue bien, se recuperó rápidamente y hasta la fecha.

Pepe, el Tubero, pintor y fontanero

También nuestro personaje esta íntimamente ligado al futbol, donde ejerció de Presidente del Club durante varios años. Uno de los más entusiastas del proyecto, desde el minuto uno, puso a disposición del mismo todo su saber hacer, y además su casa, que fue durante mucho tiempo el cuartel general, abierto casi 24 horas al día, con la inestimable colaboración de su esposa Nati.
Y además lugar de degustación y consumo de todo tipo de viandas, que en su mayoría también corrían a cargo del susodicho. Allí probé por primera vez una excelente tortilla de atún, al tiempo que aprendí a hacerla, aunque nunca he conseguido aquella textura que el conseguía darle. Igual es por la tendencia que tenemos a magnificar los tiempos pasados, pero el recuerdo es el que es.
Siguiendo con la gastronomía y el futbol, cosas que han ido bastante unidas en este club no puedo dejar de hablar de los guisos con conejo. Pepe tenía una granja de tales animalillos, que al margen de lo que pudiesen suponer para su economía, era la despensa del club, día sí y día también aportaba este delicioso manjar, sobre todo cuando está bien cocinado como era el caso del que hablo.
Fachadas recién pintadas
Antes de conocerlo por el futbol, ya había tenido un contacto con el y su mujer Nati. A mi me gustaba pintar, y aprovechando un regalo de unas acuarelas, empecé a hacer cuadros, que un día vieron en mi casa. Supongo que más que por la belleza o pulcritud de la obra, por colaborar un poco con un chico con aficiones artísticas, me encargaron un cuadro para su casa, que pinté con el mayor esmero que pude y que me dijeron que les gustaba mucho, hasta tal punto que el encargo era remunerado. No me lo podía creer, pero con 13 o 14 años había cobrado por hacer algo que me gustaba y me divertía.
Ya de más mayor y también fuera del ámbito del fútbol tengo un recuerdo muy especial, cuando Manolo, (Chamorro, hijo) y un servidor fuimos contratados por Pepe durante un verano  aprovechando nuestras vacaciones para pintar la mayor parte de las fachadas del pueblo a fin de que luciesen de la mejor manera posible para la inauguración de la reforma del pueblo.
Creamos un buen equipo, él poniendo sentido común y los dos más jóvenes haciendo "el loco", eso sí pintando todas las horas del día. Por la noche nos íbamos de fiesta y prácticamente cada mañana, Pepe nos tenía que sacar de la cama para empezar la jornada. Cada casa que pintábamos era una aventura, unos nos daban bebida, otros comida, así que nos sentíamos como si trabajásemos en nuestra propia casa. Lo que nos llegamos a reír en aquellos días no está en los escritos...
Hace solo unas semanas, Pepe nos dejó... Descanse en paz.

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