Es obvio, que este verano hay un acontecimiento que lo marca todo, y que es la boda de Izarbe y Carlos, como habréis podido ver, queridas paredes, en la entrada anterior. Así que empezaremos, justo después, no sin decir que la ceremonia civil fue una semana más tarde de la festiva en los juzgados de Terrassa.
La Fiesta de Albalatillo |
Cada vez cuesta más que nos sorprendamos con cosas nuevas en las fiestas, pues el esqueleto del programa se mantiene intocable desde hace muchos años, pero con alguna variación en el orden y sobre todo dándonos de comer o cenar gratis o relativamente barato, se consigue gran participación y aspecto multitudinario en los acontecimientos. Así empezó la fiesta con una parrillada de productos cárnicos porcinos muy apreciados en la zona, dejando que la brasas cocinasen la longaniza, el chorizo y la panceta. El pregón había corrido a cargo de mis tíos (María Jesús y Pepito), que habían regentado el bar del pueblo en una larga época, hasta su jubilación.
El resto de la fiesta fue según lo previsto, el tiro al plato (con almuerzo, eso sí), la procesión y misa el día de Santa Margarita (con vermut posterior), las actuaciones para pequeños y el homenaje a los mayores, el concurso de guiñote y butifarra, los bingos de madrugada, los disfraces (magnífica interpretación de las Meninas a cargo de la peña El Trinquete) y la cena popular.
Tras un descanso después de estos días tan intensos, regresamos a Terrassa, a fin de poder celebrar el 60 cumpleaños de Ana PDL, una de las amigas del grupo de la bodeguilla. La cosa algo más moderada consistió en una cena de todo el grupo en La Antorcha, con regalos, risas y algunos tragos. Nos quedamos un día en casa para volver de nuevo a Villanueva, donde ya estaban en modo "pre-fiestas" con el fin de preparar La Peña, cada vez más mermada de miembros excepto sábado y domingo que somos más gente.
Este año, el nuevo equipo de gobierno municipal adjudicó a la Peña de La Alegría la coordinación del espectáculo que ofrecían los Titiriteros de Binéfar a los más pequeños, y pese a la escasa presencia de miembros del grupo, aceptaron valientemente el reto Mª Luisa y Mari Pili, que con la inestimable colaboración de Lourdes y Marta, pudieron sacar el evento adelante. J. Ramón y un servidor teníamos que ir al bar durante el mismo.
Como siempre que hay un acontecimiento familiar festivo (bodas, bautizos o comuniones), los implicados en ellos suelen invitar a una cena. Así que este año la cena del salmorrejo fue sufragada por nosotros para celebrar en compañía de nuestros amigos peñistas la boda de Izarbe y Carlos.
Como que también coincidía que estaba por inaugurar la bodega nueva de la casa del pueblo, las jerarquías de la peña decidieron que sería bueno y hasta lógico hacer allí la celebración. Pues eso, que se trasladó por un día la sede de la Peña a nuestra bodega, cosa que nos encantó y a disposición para cualquier otra que se proponga.
Las fiestas de Villanueva fueron avanzando poco a poco, con algunas cosas ya típicas de las mismas, como que José Ramón y yo seamos eliminados del concurso de guiñote a las primeras de cambio, intercaladas con algunas nuevas como el vermut popular, amenizado por un grupo rumbero, que hizo las delicias del personal que asistió (unas bailando y otros tomando una cerveza). Parece ser que fue el espectáculo mejor de toda la fiesta, sobre todo por la relación calidad/precio/disfrute, pues el caché de "Paco el de la Eva", creo que se llamaba, no era excesivo y lo bien que se lo paso el personal fue espectacular.
Finalmente llegó el popular entierro de la sardina, pasacalles con charanga y con una tina de sardinas en salmuera que se reparten al personal en general y que se riegan con distintos tipos de combinados, güisqui con cola, ginebra con limón, etc. Este año hubo algún cambio sustancial pues el característico olor de las sardinas se cambio por un olor a gasolina quemada, que ni en un circuito de formula uno. La cosa vino de la idea de los repartidores para llevar las sardinas en un motocultor, cuyo motor de combustión dejaba bastante que desear.
Los días posteriores a la fiesta, coinciden con las de San Lorenzo en Huesca, y por razones de calendario este año no pudimos asistir, quedándome con las ganas de comer un buen estofado de toro, que tan a gusto me tomo cada año. Bueno, el año que viene más.
Jesús, amigo y albalatillero, tenía que ejercer de padrino en la boda de su hija Beatriz y nos invitó a La Ronda y pica-pica típicos del pueblo antes de la boda. Se trata de un evento en que se cantan jotas a la novia y creo que también al novio y luego se ofrece un refrigerio a todos los asistentes. Pudimos escuchar a Elena Casaña y Javier Badules, probablemente la mejor pareja de joteros que se puedan escuchar hoy día. Felicidades a los novios y familiares.
Una vez finalizados los eventos festivos de las diversas localidades a las que acudimos hubo que ir a Zaragoza a comprar los detalles que faltaban para tener ya al 100% la casa terminada. Hice una primera aproximación con Martín, pero la verdad es que no hicimos muy bien los deberes pues pocos de los encargos compramos. Fuimos a comer con sus nietos y consuegros a casa de Mireia y Miguel. El siguiente viaje con Pili, ya tuvo más sentido y compramos prácticamente todo lo que faltaba, incluidos los marcos para los carteles de cine, que tanto interés teníamos en colgar como decoración de la bodega. Lo cierto es quedaron muy bien. Además comimos en "Los Espumosos", que aunque en un lugar diferente y una decoración distinta a la que tenían en mi época de la Universidad, conservaban los calamares rebozados y el jarabe de limón para elaborar las cervezas, prácticamente igual que entonces.
En nuestra Peña, tenemos un elemento intermitente, que cada tres años tiene 15 días de vacaciones (no sé con que legislación se rige...) y este año tocaba. Se trata de Conchi, que hace muchos años abrazó los hábitos y ahora ejerce de monja de las Hermanitas de los Pobres en Vic. Siempre que viene aprovechamos para hacer una salida y compartir con ella unas horas que van por encima de las que serían una simple visita.
Este año, primero y para inaugurar las obras de adecuación de la planta baja de su casa, hicimos una cena de todo el grupo, que como suele ser habitual fue un efecto llamada importante y nos reunió a casi toda la peña.
Después concretamos una salida, que sería a la ciudad de Barbastro, lugar de los esponsales de Doña Petronila con Berenguer IV (creo) y no menos importante, cuna del fundador del Opus Dei, Monseñor Escrivá de Balaguer, que creo que ahora ya es santo.
Visitamos el museo diocesano, la catedral y paseamos por la zona del centro, donde pudimos comprar y degustar los famosos "Biarritzs", unos pastelitos de almendra y huevo, que llevan elaborando hace unos 100 años, más o menos, con una receta que según nos informaron tienen patentada y que obviamente es secreta. La verdad es que están muy buenos.
Con el tiempo pisándonos los talones, fuimos a comer al restaurante el Trasiego, en la zona del museo del vino del Somontano en los aledaños de la plaza de toros de la localidad. Teníamos muy buenas referencias de algún periódico en el que lo recomendaban y lo cierto es que las expectativas se cumplieron y comimos la mar de bien y con gran variedad en el menú.
Lo dicho, que el tiempo nos apremiaba, porque teníamos reservada una visita guiada y una cata de vinos en las Bodegas Sommos. Pudimos visitar una de las bodegas más modernas de la zona e incluso del país, con miles de automatismos y sistemas para hacer más fácil la elaboración de los caldos, aunque obviamente perdiendo el encanto de las bodegas más tradicionales y artesanales que también existen en el Somontano. Personalmente lo que más me sorprendió fue en sistema de refrigeración de las salas a través de las barandillas de tubo de acero inoxidable que protegen los pasillos y por las que circula agua fría para conseguir la temperatura adecuada a cada proceso de elaboración del vino.
Tras la visita pasamos a una sala de catas profesional, donde pudimos probar un blanco (gewürztraminer y chardonnay) muy bueno, un tinto (Tempranillo, Cabernet-Sauvignon y Syrah) mejorable para mi gusto y otro tinto (Merlot), el que más me gustó de los tres. Luego pasamos a la tienda que hay en todos los lugares más o menos turísticos, donde algunos o algunas del grupo compraron vino y otros recuerdos de la visita.
Otra visita, en este caso a Albalatillo fue la de Itziar, una compañera de caminos de GRMANIA, que tenía antepasados en mi pueblo y vino a buscar datos al Registro Civil. Algo encontró y lo celebramos como es común aquí: con una comida.
También tuvimos la agradable visita de nuestros amigos Carmen y Antonio, recuperados hace unos pocos años. Aprovechamos para ir a comer con mi familia. En la época en que teníamos apenas 14-15 años hubo mucha relación entre nosotros, y la comida nos permitió tirar de recuerdos de entonces. Igualmente aprovechamos para que visitasen la casa natal de Miguel Servet, el más ilustre de todos los villanovanos.
El mes iba avanzando y las tropas iban menguando, pues algunos acababan sus vacaciones o tenían otros destinos donde acabarlas, y como un goteo y casi sin darnos cuenta quedamos cuatro gatos en el pueblo. Ya solo nos quedaban algunas cenas en Alcolea, típicas de esta peña, así como la caracolada que cocina espléndidamente Marta en los últimos años.
Esto nos obligó a refugiarnos cada noche en el Barbero, donde están garantizados los cafés y los gintónics de calidad, así como las conversaciones tan interesantes como alejadas de la realidad política que nos rodea. Desde el desarrollo agrario, pasando por la época de siembra o plantado de diversas especies vegetales, hasta las características especiales que tiene el cuidado del ganado porcino, sea de cría o de engorde.
Dicen que el saber no ocupa lugar y tampoco al parecer tiempo, pues pocos días nos fuimos a dormir antes de la una de la madrugada, enganchados en debates tan entretenidos como los dichos. Así más o menos fuimos acabando el verano del 2019 en el pueblo, regresando cada uno a su particular cuartel de invierno y esperando volver a disfrutar el próximo con la misma intensidad o más que el actual.
Empieza el otoño!!! Caliente, dicen, pero no sé si por el cambio climático... Os seguiré contando, queridos muros...
El resto de la fiesta fue según lo previsto, el tiro al plato (con almuerzo, eso sí), la procesión y misa el día de Santa Margarita (con vermut posterior), las actuaciones para pequeños y el homenaje a los mayores, el concurso de guiñote y butifarra, los bingos de madrugada, los disfraces (magnífica interpretación de las Meninas a cargo de la peña El Trinquete) y la cena popular.
Tras un descanso después de estos días tan intensos, regresamos a Terrassa, a fin de poder celebrar el 60 cumpleaños de Ana PDL, una de las amigas del grupo de la bodeguilla. La cosa algo más moderada consistió en una cena de todo el grupo en La Antorcha, con regalos, risas y algunos tragos. Nos quedamos un día en casa para volver de nuevo a Villanueva, donde ya estaban en modo "pre-fiestas" con el fin de preparar La Peña, cada vez más mermada de miembros excepto sábado y domingo que somos más gente.
Las Meninas by El Trinquete |
Como siempre que hay un acontecimiento familiar festivo (bodas, bautizos o comuniones), los implicados en ellos suelen invitar a una cena. Así que este año la cena del salmorrejo fue sufragada por nosotros para celebrar en compañía de nuestros amigos peñistas la boda de Izarbe y Carlos.
Como que también coincidía que estaba por inaugurar la bodega nueva de la casa del pueblo, las jerarquías de la peña decidieron que sería bueno y hasta lógico hacer allí la celebración. Pues eso, que se trasladó por un día la sede de la Peña a nuestra bodega, cosa que nos encantó y a disposición para cualquier otra que se proponga.
Las fiestas de Villanueva fueron avanzando poco a poco, con algunas cosas ya típicas de las mismas, como que José Ramón y yo seamos eliminados del concurso de guiñote a las primeras de cambio, intercaladas con algunas nuevas como el vermut popular, amenizado por un grupo rumbero, que hizo las delicias del personal que asistió (unas bailando y otros tomando una cerveza). Parece ser que fue el espectáculo mejor de toda la fiesta, sobre todo por la relación calidad/precio/disfrute, pues el caché de "Paco el de la Eva", creo que se llamaba, no era excesivo y lo bien que se lo paso el personal fue espectacular.
Finalmente llegó el popular entierro de la sardina, pasacalles con charanga y con una tina de sardinas en salmuera que se reparten al personal en general y que se riegan con distintos tipos de combinados, güisqui con cola, ginebra con limón, etc. Este año hubo algún cambio sustancial pues el característico olor de las sardinas se cambio por un olor a gasolina quemada, que ni en un circuito de formula uno. La cosa vino de la idea de los repartidores para llevar las sardinas en un motocultor, cuyo motor de combustión dejaba bastante que desear.
Cena del salmorrejo |
Jesús, amigo y albalatillero, tenía que ejercer de padrino en la boda de su hija Beatriz y nos invitó a La Ronda y pica-pica típicos del pueblo antes de la boda. Se trata de un evento en que se cantan jotas a la novia y creo que también al novio y luego se ofrece un refrigerio a todos los asistentes. Pudimos escuchar a Elena Casaña y Javier Badules, probablemente la mejor pareja de joteros que se puedan escuchar hoy día. Felicidades a los novios y familiares.
Una vez finalizados los eventos festivos de las diversas localidades a las que acudimos hubo que ir a Zaragoza a comprar los detalles que faltaban para tener ya al 100% la casa terminada. Hice una primera aproximación con Martín, pero la verdad es que no hicimos muy bien los deberes pues pocos de los encargos compramos. Fuimos a comer con sus nietos y consuegros a casa de Mireia y Miguel. El siguiente viaje con Pili, ya tuvo más sentido y compramos prácticamente todo lo que faltaba, incluidos los marcos para los carteles de cine, que tanto interés teníamos en colgar como decoración de la bodega. Lo cierto es quedaron muy bien. Además comimos en "Los Espumosos", que aunque en un lugar diferente y una decoración distinta a la que tenían en mi época de la Universidad, conservaban los calamares rebozados y el jarabe de limón para elaborar las cervezas, prácticamente igual que entonces.
En nuestra Peña, tenemos un elemento intermitente, que cada tres años tiene 15 días de vacaciones (no sé con que legislación se rige...) y este año tocaba. Se trata de Conchi, que hace muchos años abrazó los hábitos y ahora ejerce de monja de las Hermanitas de los Pobres en Vic. Siempre que viene aprovechamos para hacer una salida y compartir con ella unas horas que van por encima de las que serían una simple visita.
Este año, primero y para inaugurar las obras de adecuación de la planta baja de su casa, hicimos una cena de todo el grupo, que como suele ser habitual fue un efecto llamada importante y nos reunió a casi toda la peña.
Barbastro, en la tienda de los biarritzs |
Visitamos el museo diocesano, la catedral y paseamos por la zona del centro, donde pudimos comprar y degustar los famosos "Biarritzs", unos pastelitos de almendra y huevo, que llevan elaborando hace unos 100 años, más o menos, con una receta que según nos informaron tienen patentada y que obviamente es secreta. La verdad es que están muy buenos.
Con el tiempo pisándonos los talones, fuimos a comer al restaurante el Trasiego, en la zona del museo del vino del Somontano en los aledaños de la plaza de toros de la localidad. Teníamos muy buenas referencias de algún periódico en el que lo recomendaban y lo cierto es que las expectativas se cumplieron y comimos la mar de bien y con gran variedad en el menú.
Lo dicho, que el tiempo nos apremiaba, porque teníamos reservada una visita guiada y una cata de vinos en las Bodegas Sommos. Pudimos visitar una de las bodegas más modernas de la zona e incluso del país, con miles de automatismos y sistemas para hacer más fácil la elaboración de los caldos, aunque obviamente perdiendo el encanto de las bodegas más tradicionales y artesanales que también existen en el Somontano. Personalmente lo que más me sorprendió fue en sistema de refrigeración de las salas a través de las barandillas de tubo de acero inoxidable que protegen los pasillos y por las que circula agua fría para conseguir la temperatura adecuada a cada proceso de elaboración del vino.
Tras la visita pasamos a una sala de catas profesional, donde pudimos probar un blanco (gewürztraminer y chardonnay) muy bueno, un tinto (Tempranillo, Cabernet-Sauvignon y Syrah) mejorable para mi gusto y otro tinto (Merlot), el que más me gustó de los tres. Luego pasamos a la tienda que hay en todos los lugares más o menos turísticos, donde algunos o algunas del grupo compraron vino y otros recuerdos de la visita.
Otra visita, en este caso a Albalatillo fue la de Itziar, una compañera de caminos de GRMANIA, que tenía antepasados en mi pueblo y vino a buscar datos al Registro Civil. Algo encontró y lo celebramos como es común aquí: con una comida.
Las noches en el Barbero |
El mes iba avanzando y las tropas iban menguando, pues algunos acababan sus vacaciones o tenían otros destinos donde acabarlas, y como un goteo y casi sin darnos cuenta quedamos cuatro gatos en el pueblo. Ya solo nos quedaban algunas cenas en Alcolea, típicas de esta peña, así como la caracolada que cocina espléndidamente Marta en los últimos años.
Esto nos obligó a refugiarnos cada noche en el Barbero, donde están garantizados los cafés y los gintónics de calidad, así como las conversaciones tan interesantes como alejadas de la realidad política que nos rodea. Desde el desarrollo agrario, pasando por la época de siembra o plantado de diversas especies vegetales, hasta las características especiales que tiene el cuidado del ganado porcino, sea de cría o de engorde.
Dicen que el saber no ocupa lugar y tampoco al parecer tiempo, pues pocos días nos fuimos a dormir antes de la una de la madrugada, enganchados en debates tan entretenidos como los dichos. Así más o menos fuimos acabando el verano del 2019 en el pueblo, regresando cada uno a su particular cuartel de invierno y esperando volver a disfrutar el próximo con la misma intensidad o más que el actual.
Empieza el otoño!!! Caliente, dicen, pero no sé si por el cambio climático... Os seguiré contando, queridos muros...
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