domingo, 14 de septiembre de 2025

Uzbekistán. En la Ruta de la Seda. III.- Bukhara y Khiva.

 Bukhara y Khiva.

Bukhara: Mezquita Bolo-Haouz

Después de casi 300 km de autocar por una "autovía" razonablemente buena, a pesar de que la velocidad que se puede circular no es la que estamos acostumbrados aquí, y después de pasar diversas "áreas de servicio" para encontrar una en que se pudiese hacer una parada higiénica, por el módico precio de 3000 yums, y después de ver auténticas montañas de sandías puestas a la venta en los laterales de la vía, llegamos a Bukhara, una ciudad de más de 250.000 habitantes en la misma ruta de la seda.

Las referencias a esta ciudad seguramente serán más limitadas que las de las otras ciudades, pero se deben exclusivamente a una indisposición del que les cuenta esta aventura, que lo mantuvo fuera de juego casi un día entero. No aprenderé nunca, que he de tener cuidado con los cubitos de hielo y las verduras crudas, bueno así parece que es el ser humano: "un tropezador en piedras idénticas".

Lo cierto es que desde el mismo momento en que comenzó mi indisposición, todo el personal sanitario del grupo, que no era poco, aportó todos los remedios ocurrentes para minimizar mi problema. Gracias a tod@s pues gracias a ellos todo quedó en casi nada y solo me perdí alguna visita y alguna comida, que fue perfectamente sustituida por el "sueroral" sabor a naranja. La visita me la explicaron después y también la comida que como digo y repito tampoco era de mi principal agrado. Y la que sí me gusto algo, el plov, o bien algún acompañamiento de la misma, fue la que yo creo desencadenante de mis tribulaciones.

Volviendo a la ciudad, para mí lo que me pareció más espectacular es el Arq de Bujará, una fortaleza del siglo V, que estaba habitada por las clases gobernantes y dominantes de las regiones de los alrededores. Tuvo uso hasta que llegó el gobierno ruso en pleno siglo XX, en que se convirtió en una atracción turística y museística.

 Bukhara: Comiendo plov

Una de las madrasas más importantes de la ciudad es la de Mir-i Arab, que fue construida en el siglo XVI y en ella destacan sus cúpulas y su magnífico pórtico. Otra de estas madrasas, a modo de curiosidad es la de Nadir Divan-Begui que en su parte trasera se puede apreciar una escultura de metal de Nasrudín Hodja subido en su mula o su burro, no sé bien. Se trata de un personaje ficticio, aunque muchos le quieren buscar una existencia real. Es el protagonista de muchas historietas folclóricas, en que pasa de ser de un ingenioso vividor a un tonto de remate, en ambos casos eso sí, de buen corazón. No sé si se podría equiparar a los pícaros de algunas de las novelas de nuestro país. 

Otra de las actividades que participamos fue una en que pudimos ver en directo cómo se elabora el plato nacional de Uzbekistán: el plov. A groso modo vendría a ser una paella de verduritas y carne de ternera desmenuzada a la que agregan unos huevos duros como guinda una vez cocinado el arroz. No estaba mal, aunque como he dicho, sospecho que alguno de los acompañamiento no me sentó bien, o igual fueron los cubitos de hielo de la cocacola que me tome comiendo.

El siguiente paso de nuestro viaje estaba en Khiva, una ciudad de unos 90.000 habitantes y a más de 500 kilómetros de Bukhara, con lo que el desplazamiento lo hicimos en avión hasta el aeropuerto de Urgench, actual capital de la región, que tuvo a bien en su día acoger a un vecino ilustre y reconocido, el famoso médico Avicena. Desde allí hasta Khiva fuimos en autocar, disfrutando de un paisaje en el que dominaban los campos de algodón, una de las riquezas del país, sobre todo en tiempos pasados.

Apenas tuvimos ocasión de dejar las maletas en el hotel que nos lanzamos a recorrer las callejuelas de la zona amurallada, entrando por una de la puertas de la citada muralla. Esta, a pesar de ser de adobe y paja como la mayor parte de las viviendas de su interior es preciosa. Tiene unas pequeñas torres abombadas cada pocos metros que le dan un aspecto espectacular, sea de día o de noche como en la foto que acompaño en esta entrada.

Khiva: Minarete Islam Khoja
La muralla rodea el barrio Itchan Kala, que es la zona más monumental de la ciudad que tiene la ventaja de ser una zona peatonal y te permite recorrerla toda, perderte por rincones preciosos y disfrutar de todos sus monumentos sin prisas, aunque sin pausas porque si paras mucho no te acabas el barrio en días.

También es una zona de compras de todo tipo desde ropas y sedas hasta otros trastos de recuerdo para turistas consumistas, como nosotros, pero luego lo explico.

Ni recuerdo lo que comimos, que mucho no sería, pero sí en un local muy rústico y muy agradable bien decorado con plantas de algodón tan típicas y tan abundantes en la zona. Y la bebida estaba muy fresca, que con el calor que habíamos pasado a la mañana se agradecía un montón.

Por la tarde seguimos tras un breve reposo con la visita de la zona intra-murallas, donde pudimos ver la Mezquita Juma o Mezquita de los viernes construida con más de 200 columnas de madera, casi todas ellas distintas una de otra. Una maravilla de edificio. No recuerdo bien si fue aquí o en otro lugar donde había una exposición de billetes que entramos a ver con la particularidad de que alguno de ellos estaba impreso en tela de seda.

También en el interior del recinto se encuentra para deleite de los turistas y visitantes el Palacio Tash Khauli, un espectacular edificio de más de 160 habitaciones y con unos excelentes techos de madera decorados, aunque creo que la foto que adjunto no es exactamente de ese palacio sino de uno de los maravillosos pórticos que tenía cualquiera de las madrasas o mezquitas que vimos en el paseo.

Luego ya con mucha más calma y con una mejora sustancial de la temperatura, que el sol ya había dejado de caer a peso y se dirigía hacia el ocaso empezamos la ruta del "shopping", pues también había infinidad de lugares donde adquirir recuerdos y presentes.

Khiva: Artesonado Mezquita
Incluso había un edificio, de una planta eso sí, pero inmensa y por la cantidad de productos que allí se ponían a la venta, se le conocía como El Corte Inglés, quiero pensar que entre los turistas españoles que visitaban la ciudad. Allí me compre una camiseta de recuerdo del viaje, que por cierto no fue la última y eso que estábamos a horas escasas de coger vuelo de vuelta.

Las chicas de nuestro grupo de cinco (Marta, Luisa y Pili) andaban liadas en comprar pañuelos de seda para sus amigas que cumplían los 70 a lo largo de este año, así que dedicaron un cierto tiempo a ello. De todas maneras ahora que lo escribo no sé si fue aquí o en otro lado.

En un momento dado Pili y yo nos fuimos de compras solos porque ella necesitaba hacer compras para otros compromisos familiares y de amistades. Primero me llevó a un lugar en que en la visita matutina había pactado con uno de los vendedores para comprar bolsas de tela, con motivos uzbecos impresos en una de sus caras.

Como se los guardo y le hizo alguna rebaja en las grandes, pues de tamaño pequeño no tenía tantas como demandaba la cliente, ella correspondió con el ahorro y poco más comprando una tira de monedas del país, no se bien para quién. 

Para acabar o no el capítulo de compras, Pili tuvo la brillante idea de comprar para sus amigas de Terrassa unos Coranes minúsculos. Lo cierto es que después de negociar diez por el precio de ocho, a la hora de cobrar intentó cobrarnos los diez, así que le dijimos como pudimos que nos quedábamos solo ocho, y en castellano claro y alto que se metiese los otros dos por donde pudiese.

Ante semejante "indignidad y falta de palabra del vendedor", Pili se quejó amargamente de que la letra era minúscula y apenas podía verla.  No me pude aguantar y le pregunté si acaso ella sabía leer en árabe, que era lo que se podía intuir ante semejante queja. No pudimos por menos que explotar a risas los dos ante semejante situación. También causó grandes risas cuando explicamos la aventura coránica a nuestros compañeros de viaje.

La muralla de Khiva de noche
Creo que aún fuimos al hotel, que por cierto estaba muy bien situado sobre todo si vas a hacer una visita como la nuestra, para cambiarnos de ropa y de paso en la tienda del hotel comprar algunas cosas. Alguna camiseta más y algún pañuelo también. Ahora sí que parecía que se acababan las compras... o no, quedaba el aeropuerto y tengo que decir que por volver al tema de las compras también mercamos otras camisetas.

Pues lo dicho, que una vez arregladitos nos dispusimos a acercarnos al restaurante donde se había programado la cena, diría yo que de fin de fiestas.

El lugar era espectacular y sobre todo la terraza donde colocaron nuestras mesas con una vistas generales a la ciudad vieja de Khiva, que se veían mejoradas todavía más si cabe por una excelente puesta de sol de la que hicimos fotos de todas maneras, aunque he preferido poner una de nuestro grupito de cinco que nos hicimos ya noche entrada pero con los minaretes iluminados que le daban un aspecto encantador.

Hasta la comida me pareció mejor que en los otros lugares que comimos y cenamos a lo largo del viaje, pero supongo que tiene que ver con aquello que pasa a veces en los viajes, que el último día, aunque haya sido maravilloso todo el recorrido y hayas disfrutado mucho, como que ya tienes ganas de volver a casa. Yo pensaba cenar unos huevos rotos con jamón.

Después de tan agradable momento de la cena y la sensación que comentaba del deber cumplido nos retiramos al hotel que el día siguiente había que volar a Madrid y obviamente las emociones y aventuras no se habían acabado.
Cena de despedida viaje.



Nos levantamos a una hora razonable y después de un desayuno adecuado recogimos las maletas y nos fuimos a la recepción del hotel a esperar el autocar con destino al aeropuerto de Urgench, aunque a J. Ramón y un servidor nos quedaba un último recuerdo agradable del país. Fuimos a la piscina y nos hicimos una fotografía de recuerdo especialmente simpática en el bar de las instalaciones.

Una vez en el aeropuerto, yo comencé ya con las cábalas del viaje, pues una vez en Barajas, había que ir a Atocha, coger un AVE hasta Zaragoza donde teníamos el coche y desde allí a Villanueva unos y continuar otros hasta Terrassa. Yo creía haber hecho bien las reservas y salvo cosas raras enlazaríamos bien con nuestro programa.

Bueno pues en estas historias andaba yo, cuando avisan que por la pista de aterrizaje van cantidad de coches negros, policía y otros transportes, al tiempo que se anuncia un cierto retraso en el vuelo, pues ha tenido a bien venir a la ciudad el primer ministro o algo por el estilo a Azerbaiyán.

Por suerte estos no tiene que pasar controles aduaneros y acabaron pronto con lo que el vuelo salió con un mínimo retraso, que además creo que el piloto recuperó a lo largo del viaje.

Llegamos a Madrid a la hora prevista, y un transporte que J. Ramón había contratado desde el aeropuerto de Khiva estaba allí mismo esperandonos. Siguiendo los consejos del conductor fuimos a hacer una merienda cena en un lugar al lado de Atocha, pues nuestro tren no salía hasta la nueve.

Con tiempo suficiente nos acercamos a la zona de embarque, pasamos el control de seguridad y a esperar en una de las cafeterías que hay dentro de la zona de acceso a las vías. Allí empezó la última etapa del viaje para nada prevista en el programa.

Los trenes empezaron a demorar su salida, el de la cafetería cerro a las nueve y nos echó amablemente del recinto con lo que pasamos a formar parte de la inmensa cantidad de gente sentada en el suelo, pues los escasos asientos disponibles estaban todos ocupados.

Agradable despedida
Empezaron a llegar las primeras noticias de que nuestro tren venía de Andalucía y estaba parado en Málaga. La sed y los achaques en la espalda empezaron a hacer mella en el grupo. Pili no podía parar quieta, nada nuevo, así que fue a investigar por su cuenta con un excelente resultado. 

Vió salir un joven con una botella de agua fresca. Le preguntó de dónde la había sacado. Le dijo que de la zona VIP. Se acercó y pidió si le podían vender alguna botella, pues éramos un grupo de "ancianos" que veníamos de un vuelo "larguísimo", etc. La encargada le dijo que no podía, pero que si éramos pocos podíamos entrar en la zona. Le dijo que éramos cinco y a ella le pareció bien, así que nos colamos en la zona VIP. Bebidas frescas, canapés, frutas, algún bocadillito, café y sofás cómodos con mesas donde descansar. Y todo "gratissss" como diría un presidente de un conocido equipo de fútbol.

Muy bien nos fue pero hasta la una  de la madrugada no salimos y luego en Zaragoza no podíamos salir del parking de la estación, pero eso ya lo contaré en otra entrada que se me esta haciendo muy larga...

Por cierto todos llegamos bien a casa y en 48 horas Renfe nos devolvió el 100% del importe de los billetes de Madrid a Zaragoza.

domingo, 7 de septiembre de 2025

Uzbekistán. En la Ruta de la Seda. II.- Samarkanda

 Samarkanda

Se trata de la segunda ciudad en habitantes de Uzbekistán a la vez que capital de la provincia del mismo nombre. Tiene según los expertos una antigüedad de más de 2600 años y es además Patrimonio de la Humanidad, declarada por la Unesco en el año 2001. No obstante su mayor prosperidad y fama la alcanzó por ser una ciudad en el centro de la Ruta de la Seda entre China y el Mediterráneo.

Madrasa de plaza de Registán

Así pues, nos encontramos en la joya de la corona del viaje y de la Ruta de la Seda, aunque luego, como que "la vida te da sorpresas", visitaremos otras ciudades que aunque oficialmente no se acerquen a esta, a mí en concreto me dejaron un excelente sabor de boca y una sensación de gran descubrimiento. Pero eso será luego. Hoy estamos en Samarkanda.

Y Samarkanda es mucho pero sobre todo lo es la plaza de Registán, que según reza la wikipedia es "uno de los paisajes más fantásticos en el Asia Central, que definieron las reglas básicas de la arquitectura islámica entre el Mediterráneo y el subcontinente indio". Y es que resulta difícil explicar con palabras lo que es la plaza y las sensaciones que uno va experimentando cuando entra por primera vez en ella. Algunas imágenes he añadido de ella para tratar de mejorar lo que yo pueda escribir sobre la misma.

Pues bien, el Registán es una gran plaza que está rodeada por tres grandes madrasas, o dicho de otra manera universidades, así que la concentración de sabiduría y también de poder en el complejo era inmensa. Las tres son a cual más bella. Nos explicaron bien cuales eran los estudios que se impartían en cada una de ellas, pero obviamente no lo recuerdo, era demasiada información y aunque bien administrada el calor que se concentraba aquel día hacía difícil hasta pensar.

Madrasa de plaza de Registán

En cualquier caso por si algún lector despistado cae por este blog y quiere profundizar en el tema, añadiré que se trata de las madrasas de Ulugh Beg, Sherdar y Tilla-Kari.

Pasear por la plaza a plena luz del día y con un calor considerable ya es una gozada, mires hacia donde mires es una pasada. Y digo esto, porque este mismo día por la noche realizamos una visita de la misma por la noche, donde se podía disfrutar de un espectáculo de luz y de sonido increíble, incluso alguien nos dijo que habíamos tenido la suerte de disfrutar del mejor posible, pues hay uno dedicado al turista y el que pasaban hoy que estaba pensado para ofrecerlo a no sé qué autoridades venidas de no sé qué país y era más completo que el habitual. Bueno no sé si es una tomadura de pelo que nos hacen a todos los turistas, pues no creo que nadie vaya a repetirlo el día siguiente para comprobar la veracidad de lo que nos explican. En cualquier caso dos cosas: bonito no, lo siguiente que dicen ahora. Largo: también...

Plaza Registán. Noche

Acabado el espectáculo, no dirigimos al hotel con la sana intención de tomarnos un gin tónic o similar, pero no pudo ser, el bar estaba cerrado y tampoco era cosa de ir a buscar desesperadamente otro lugar, así que con una cierta resignación nos sentamos en las mesas de la terraza que seguían montadas aunque con escasa iluminación y sacamos algún agua y algún refresco de la máquina de "vending" de la recepción del hotel. No es lo mismo, pero para charlar un rato amigable y relajadamente vale.

Siguiendo con la visita de la ciudad, aunque de forma totalmente desordenada, que la memoria falla de vez en cuando es digno de mención el mausoleo Gur-e-Amir, dedicado al fundador y factotum del país en sus tiempos y donde evidentemente se encuentran sus restos mortales. El nombre significa Tumba del Rey y está muy bien conservado. De hecho fue restaurado por la Unión Soviética.

El mausoleo es un octógono coronado por una gran cúpula cilíndrica. Debajo de esa cúpula se encuentra la tumba del conquistador rodeada de cuatro o cinco más que no recuerdo de quien son. Según parece es el precursor y modelo de otros grandes edificios como el Taj Mahal en la India.

Mausoleo Gur-e-Amir
Otro de los monumentos espectaculares, no tanto por su arquitectura sino por la trascendencia científica del mismo es el Observatorio de Ulugh-Beg, un astrónomo, nieto del omnipresente Timur, también conocido como Tamerlán, que mandó construir un sextante astronómico de tres pisos de altura.

Era uno de los más grandes construidos nunca y digo era porque a los 30 años de su puesta en marcha fue destruido, al parecer deliberadamente.

No obstante, a principios del siglo XX fue desenterrado y sobre los restos que alguno quedaba se hizo una rehabilitación en los años sesenta del mismo siglo y los soviéticos montaron un museo donde pueden verse infinidad de documentos relacionados con la astronomía y de muy diversos países donde esta ciencia era especialmente estudiada.

Uno de los complejos monumentales que más me impresionaron de todo el viaje fue la Necrópolis de Shah-i-Zinda, que muchas personas, viajeros, turistas y expertos consideran uno de los más bellos monumentos de Samarkanda, que ya es decir.

Necrópolis Shah-i-Zinda
A groso modo, el complejo está en unas colinas cerca de la muralla a la que hay que subir por unas escaleras, no demasiadas, pero bastante empinadas. Se inicia con la tumba de un primo o familiar del profeta Mahoma que introdujo el islam en esta zona, aunque fue decapitado mientras oraba al parecer por unos infieles que no estaban demasiado de acuerdo con sus ideas. Lo que tiene de especial esta historia es que el susodicho cogió la cabeza en sus manos, descendió a un pozo y vivió allí hasta pasar a mejor vida.

Después, durante el gobierno de Tamerlán se convirtió en la necrópolis de su dinastía, conservandose en la actualidad más de veinte mausoleos a cual más bello. En ellos descansan, se supone, desde un amigo del astrónomo Ulugh Beg, hasta la madre de un emir, unos de los mejores generales del líder, pasando por uno de su segunda hermana y alguno más de generales y personas de primera fila de la sociedad de Samarkanda de aquella época.

Pero terminando esta entrada de la ciudad haré una referencia a la gastronomía de la zona, que lo cierto es que no me gustó especialmente y eso que es de agradecer el esfuerzo de nuestro guía y la guía local en buscar sitios para las comidas. A mi parecer todos los sitios que nos llevaron estaban muy cuidados, eran confortables y fuimos bien tratados. Hasta había uno que se llamaba "Manresa".


jueves, 4 de septiembre de 2025

Uzbekistan. En la ruta de la seda. I.- Tashkent

El grupo ya más o menos consolidado de los cinco (Marta, Luisa, Pili, J.Ramón y un servidor) salimos desde la estación de Delicias de Zaragoza hasta la de Atocha en Madrid, donde tras una muy buena programación cogimos un transporte que nos condujo hasta la terminal de Barajas desde la que salía el vuelo a Tashkent, capital actual de Uzbekistán.

Tashkent.

Madraza Barak-khan

El vuelo fue plácido, sin ninguna interferencia que yo recuerde, aunque la llegada a la capital fue a altas horas de la madrugada con lo que nos llevaron al hotel donde pudimos hacer un breve descanso, un desayuno en aceptables condiciones y sin más pérdidas de tiempo a la conquista de la ciudad.

Esta, cuyo nombre vendría a significar Ciudad de Piedra, no es la ciudad con más valor artístico de las que habremos de visitar, aunque es la capital del país, que por resumirlo de alguna manera, primero fue islámico, luego un breve periodo chino, otro también breve dependiente del imperio mongol, finalmente del imperio zarista, que derivó en un país de la Unión Soviética hasta que por el año 1991 a la sombra de la desintegración rusa, se convirtió en un país independiente, y estableció su capital en el lugar que vamos a visitar en este primer día del viaje.

Chorsu-Bazaar

La ciudad, aunque lejana de nuestras tierras, creo que está iniciando un proceso de "occidentalización" ciertamente evidente: lo tienen casi todo en obras. Hasta resulta difícil hacer una fotografía sin grúas o vallas de construcción. Así llegamos en autobús al complejo donde se encuentra la madraza de Barak-khan, donde ya pudimos apreciar algunas de las características de la arquitectura que nos íbamos a encontrar a lo largo del viaje. Desde allí y después de visitar uno de los mercados (Chorsu-Bazaar) más impresionantes del viaje, nos dirigimos a reponer energías en un restaurante de la zona, en donde se vieron cumplidas mis expectativas: No iba a gustarme especialmente la comida del país.

Finalizada la comida y ya con la idea clara de lo que valía una cerveza, 50.000 yums, el grupo volvió al autocar para continuar la visita. Hay que decir que el grupo era menos numeroso que el del anterior viaje que hicimos a Polonia con esta agencia. Esto facilitó que nos conociésemos todos y todas algo más y ya desde el inicio hizo el viaje más placentero. Fuimos capaces de convivir y hasta alcanzar una buena amistad un "culé" y un "merengue" incluso hablando de fútbol. O sea que fabuloso.

Panadería

Una de las visitas interesantes en esta ciudad fue la de una panadería o mejor un complejo inmenso donde cantidad de hornos elaboraban panes de todos los tipos que tienen en el país. Probamos uno de ellos que estaba especialmente bueno. Quién me iba a decir a mi que sería la mejor comida de todo el viaje. Bueno exagero un poco, pero cuando hablo de comida no puedo evitarlo tanto en una dirección como en otra. Pili como buena descendiente de panaderos, que aunque no creo que por mucho tiempo, pero todavía conservan un horno moruno de leña en el pueblo, quiso hacerse una foto para dejar constancia de la visita y del lugar.

Entre las muchas visitas para que dió de si esta excursión se encuentra la plaza de Amir Temur, donde se puede ver una estatua ecuestre del mismo Amir Temur, héroe nacional de origen mongol, aunque no descendiente de Gengis Khan como mantienen algunos de sus fans. Fue un gran soldado, un pelín sanguinario, pero en aquella época era lo corriente, que se considera el creador del país, aunque tuvo a bien que la capital en aquellos momentos fuese en Samarkanda, a la que dotó de suficientes medios para convertirse en una de la ciudades más bellas de la ruta de la seda. No pongo la foto que hicimos allí porque es bastante censurable...

Memorial II Guerra Mundial

Muy cerca de la Plaza de la Independencia en la que se recuerda a la cantidad de uzbekos que perdieron la vida en la guerra de la liberación de los soviéticos se halla otro de los monumentos que hay en la ciudad. Se trata del Memorial de la Segunda Guerra Mundial, donde se reconoce y recuerda también a los muertos en la citada contienda, aunque en este caso se recuerdan como soldados soviéticos pues a la URSS pertenecían en aquel momento.

Bueno un galimatías en el que no encuentro la manera de ordenar, quien homenajea a quien ni si son uzbekos, soviéticos o las dos cosas. Dejo a la voluntad del posible lector de estas líneas el estudio de la historia de este país y de los tiempos en que todo esto ocurrió.

Ya con las pilas justas, que el día se hizo bastante largo después del escaso descanso entre avión y hotel fuimos a visitar algunas de las estaciones de metro más significativas de la ciudad. En este caso la influencia soviética es más que evidente. 

Estación de metro

Basándose en el metropolitano de Moscú, las estaciones que visitamos están perfectamente decoradas con todo tipo temas. Desde los más exclusivamente artísticos, con lámparas dignas de palacios zaristas hasta los más políticos como la estación que hay dedicada a la carrera espacial en la que aparecen las imágenes de los cosmonautas soviéticos que intentaron conquistar el espacio y también de alguna mujer cosmonauta para que quede constancia de la igualdad en el "imperio soviético".

Una vez finalizadas las visitas y después de una cena en la que no comí demasiado, pues ya he comentado que este aspecto del viaje no fue lo mejor, nos dirigimos al hotel de nuevo a un merecido descanso. De todas maneras esta escapada no era gastronómica, sino de otro tipo de cultura como la arquitectura y la historia de este país y de este trozo de la ruta de la seda que como veremos luego fue mejorando a medida que pasaban los días del recorrido. La próxima parada Samarkanda, posiblemente la ciudad más conocida de todo el viaje y por ende de la ruta de la seda.

Uzbekistán. En la Ruta de la Seda. III.- Bukhara y Khiva.

 Bukhara y Khiva. Bukhara: Mezquita Bolo-Haouz Después de casi 300 km de autocar por una "autovía" razonablemente buena, a pesar d...